Labor Parlamentaria
Participaciones
Disponemos de documentos desde el año 1965 a la fecha
Antecedentes
- Senado
- Sesión Ordinaria N° 35
- Celebrada el 07 de enero de 1970
- Legislatura Extraordinaria periodo 1969 -1970
Índice
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El señor
Señor Presidente, Honorable Senado:
Hace algunos días, el 9 de diciembre de 1969, con motivo del 145 aniversario de la Convocatoria del Congreso de Panamá hecha por Simón Bolívar; del aniversario de la batalla de Ayacucho, en la que se selló la independencia americana; del sesquicentenario de la unión de Venezuela, Ecuador y Colombia, lograda por ese procer en el Congreso de Angosturas, y del quinto aniversario del Parlamento Latinoamericano, el señor Presidente del Senado tuvo la feliz ocurrencia de celebrar un solemne acto en la Sala de la Presidencia de la Corporación, a fin de conmemorar todas estas efemérides.
Se dieron cita allí los personeros más representativos de los Poderes Públicos, representantes de las naciones latinoamericanas, altos jefes de las Fuerzas Armadas, presidentes de las organizaciones americanistas y periodistas. En un ambiente pleno de fraternidad continental, se evocaron fastos históricos que acercan cada día más a los pueblos y Gobiernos de América a una ruta común al servicio irrestricto de la libertad y la democracia.
Se alzó la palabra del Presidente de esta Alta Corporación, Honorable señor Tomás Pablo, que es hoy la misma voz que escuchamos en el Tratado de la "Unión, Liga y Confederación Perpetua" aprobado por el Congreso de Panamá. Los principios allí enunciados son los mismos que hoy, con mayor énfasis y convicción, proclaman los pueblos de América a la faz del mundo: la igualdad jurídica de los países, la no intervención, la solidaridad y el arbitraje que afianzan la paz internacional y la lucha por la preservación de las instituciones republicanas y democráticas, única forma de vivir con dignidad personal y de poder alcanzar las aspiraciones materiales que el hombre de hoy anhela.
El Excelentísimo señor Embajador de Ecuador, don Teodoro Bustamante, con elocuencia y erudición, reseñó el significado histórico de esos acontecimientos, pioneros de nuestra emancipación americana, y destacó la presencia de nuestro Primer Congreso Nacional en 1811, entre cuyos Diputados estaba el padre de la patria don Bernardo O'Higgins, quien, como Director Supremo, inició nuestra política exterior americanista.
Toda esta labor excepcionalmente americanista, que con abismante espíritu visionario propugnaba en aquel entonces el Libertador, hoy está jalonada y ratificada por acontecimientos históricos de reciente data, que confirman que tal vez su única equivocación la cometió Bolívar -quizás resultado de un estado de ánimo frente a la incomprensión y la miseria de algunos contemporáneos- cuando en el ocaso de su vida afirmó en elegante frase que había arado en el mar.
¡La política internacional de estos instantes afirma lo contrario!
Los cinco puntos aprobados en Panamá, en 1956,. por los distintos Presidentes de la República, donde el actual Primer Mandatario del Ecuador, Excelentísimo señor José María Velasco Ibarra, pronunció una impresionante oración de fraternidad americana; las conclusiones de Punta del Este en Uruguay, contenidas en la llamada Declaración de los Presidentes de América, el 14 de abril de 1967; la existencia y vida de la ALALC; la reunión de CECLA el año pasado, donde se abandonaron las viejas formulaciones retóricas y vacías de todo contenido, reemplazándolas por un lenguaje vivo, directo y digno, en la cual se concedió a Chile el honor de ser el portavoz de los países americanos, a través de la palabra sobria, viril y ponderada de nuestro Ministro de Relaciones Exteriores, don Gabriel Valdés, en un vivo diálogo con el Presidente de Estados Unidos, cuyo texto fue conocido por todos los pueblos por intermedio de las empresas cablegráficas y de los medios modernos de difusión, y finalmente la celebración del Pacto Regional Andino, cuyo primer eslabón fue la reunión de Bogotá de los Presidentes Frei, Lleras Restrepo, Leoni y altos personeros de los demás países del área, son la expresión más cabal de que no fue en vano la admirable y sostenida epopeya de Bolívar. Más aún, de acuerdo con la parte resolutiva de la Declaración de los Presidentes en Punta del Este, en 1970 debe empezar á funcionar el mecanismo del Mercado Común Latinoamericano, que deberá estar en plena marcha en un plazo de 15 años. Esto significa recoger la lección del Mercado Común Europeo, que logró levantarse sobre los odios históricos de algunos pueblos y de guerras devastadoras.
El señor
Excúseme, señor Senador.
Han terminado los 40 minutos del Comité Radical. Su Señoría puede continuar en el tiempo del Comité Demócrata Cristiano.
El señor
Se ha dicho que ésta es la hora de las "naciones continentes", y la América morena, mediante estas iniciativas internacionales y sus correspondientes instrumentos jurídicos, está demostrando que lo entiende así. Sus gobernantes, al interpretar un sentimiento que se ha ido alimentando durante generaciones y que está en la raíz de nuestros sentimientos patrios, abominan de todo imperialismo y proclaman el derecho de los pueblos a ser libres y merecedores de una vida justa y digna; el derecho del acceso a la cultura y al aprovechamiento de nuestras materias primas y de los productos que hoy salen a la venta en mercados extraños.
Señor Presidente, vale la pena rendir un homenaje a todos los estadistas que en el último tiempo han ido abriendo un nuevo y ancho camino en América del Sur. Muy especialmente a los del Area Andina: Bolivia, Colombia, Chile, Perú y Venezuela, este último país integrante natural y próximo -estamos seguros- del Grupo.
En julio del año pasado, el señor Presidente del Senado y el Senador que habla tuvimos el privilegio de estar en Colombia y Ecuador, donde pudimos comprobar cómo allí se han cifrado grandes esperanzas en esta empresa común.
Como Presidente de la Sociedad Bolivariana, me correspondió entregar, en un acto impresionante y solemne, la condecoración del Libertador al Excelentísimo señor Presidente de Colombia, don Carlos Lleras Restrepo. Para emoción nuestra, la respuesta de ese gran mandatario a nuestras palabras, con lo cual se apartó de la formalidad del acto, fue de confianza en el Pacto Andino y de afecto muy hondo para Chile y su Presidente.
Es bueno que las juventudes de América se identifiquen con estos ideales americanistas. Es necesario que ellas sepan que la civilización y el mundo en que vi-vivimos fueron el resultado de muchos sueños, muchos heroísmos y muchas lágrimas; que la libertad, este bendito don de Dios, del que disfrutamos, se selló con mucha sangre de padres, hijos y, a veces, de hermanos, que la derramaron en los campos de batallas y, después, en el difícil y silencioso ejercicio de la vida democrática y republicana.
Tal vez sea necesario iniciar una cruzada nacional de conocimiento profundo de la historia de los pueblos hermanos en nuestras escuelas, liceos y universidades; tal vez sea necesario iniciar una cruzada similar para divulgar las ejemplarizado-ras biografías y trayectorias de los padres de las patrias americanas.
Queremos, en esta oportunidad, reafirmas una vez más nuestra fe americanista, nuestro respeto y admiración sin límites por los grandes hombres que dieron patria a nuestros pueblos; que lucharon más allá de sus propias vidas, y que no sólo fueron capitanes -la mayoría civiles- que empuñaron las armas, sino también ideólogos profundos y estadistas visionarios que en aquel entonces columbraron el porvenir de estos pueblos -Bolívar decía: "América es mi patria"-, que las generaciones de hoy tenemos la responsabilidad de integrar en un solo continente unido y solidario, en donde proscribamos el hambre, el analfabetismo y la opresión, lo que nos permitirá a todos ser, como señaló Enrique Rodó en el siglo pasado, Maestros de Naciones.
Antes de terminar, señor Presidente, solicito que se incluyan en el texto de mi intervención los discursos a que he hecho referencia, pronunciados por Su Señoría
y por el Excelentísimo señor Embajador del Ecuador.
El señor
La Mesa recabará oportunamente el acuerdo necesario para acceder a la petición de Su Señoría. En este momento no hay quórum de votación.
-Los documentos, cuya inserción se acuerda más adelante, son los siguientes:
"Discurso del Presidente del Senado Honorable Senador señor Tomás Pablo.
"Excmo. señor Presidente de la Corte Suprema, Excmo. señor Presidente de la Cámara de Diputados, Excmos. señores Ministros de Relaciones Exteriores y de Defensa Nacional, Excmos. señores Embajadores de América Latina, Honorables señores Senadores y Diputados, señores Presidentes y representantes de organizaciones americanistas, señoras y señores :
"Conmemoramos en el día de hoy el 145º Aniversario de la Batalla de Ayacucho, llamada la Batalla de las Naciones de América, en la que en suelo peruano se selló la emancipación continental y de la que fueron antecesoras Chacabuco, Maipú, Boyacá, Carabobo, Pichincha, Ju-nín y la Escuadra Libertadora que equipa O'Higgins con esfuerzo genial. Allí 10.000 soldados peninsulares, fueron derrotados por el empuje y amor a la libertad de hijos de Colombia, Venezuela, Ecuador, Perú, Argentina, Paraguay, Chile y de la República de Bolivia, nacida con posterioridad ; que en un total de 6.000, en una acción cruenta de 70 minutos, nos hicieron libres para siempre.
"Independencia política que nos la legaron nuestros hombres de armas, a quienes rindo en esta oportunidad nuestro homenaje agradecido, particularmente a aquellos que recogieron el mensaje de Bolívar que decía: "Un soldado feliz no tiene ningún derecho para mandar a su patria. No es el arbitro de las leyes ni del Gobierno. Es el defensor de la libertad. "La democracia en los países en que se ha preservado sin interrupción o en las etapas en que ha prevalecido en muchas de nuestras naciones, la debemos en gran medida a la lealtad con que los cuerpos armados han sabido corresponder a su obligación de respetar la Constitución y la ley.
"Estos días de diciembre son evocadores también de hechos culminantes de la historia de nuestra América que aparecen ratificando en nuestro devenir, los conceptos de Kant: "La Historia es el avance de la Libertad". He querido por eso invitaros en esta ocasión a esta casa nuestra donde se guardan nuestras tradiciones republicanas y democráticas, para conmemorar, no solamente el aniversario a que he hecho referencia, sino también, acciones cumbres de hechos comunes del pasado que nos hermanan. Deseo reiterar aquí nuestra fe en el porvenir común y solidario de nuestras naciones, en el que, realizados los ideales de integración de América Latina, aspiración máxima y mandato de nuestros proceres, reinen en esta región del mundo la paz, la auténtica justicia, proveniente del cambio social, que reduzca las enormes distancias que en lo interno nos separa. Si ello se logra creo yo estaremos en condiciones de alcanzar la plenitud de nuestras posibilidades para bien de nuestras naciones y para poder entregar un aporte creador a la gran tarea del hombre.
"El 7 de diciembre de 1824, 48 horas antes de Ayacucho, Simón Bolívar, desde Lima, convocó al Congreso de Panamá materializando así sus anhelos unificado-res, que ya expresara en Londres en septiembre de 1810, como enviado de la Junta de Caracas. Reiteraba también así sus conceptos de 1814 "la Patria es la América" y los de la carta de Jamaica, en donde en forma tan enaltecedora para Chile predijo su futuro, y en donde habló "de hacer del nuevo mundo una sola nación".
La convocatoria a dicho Congreso reiteraba la invitación de 1822 a los Gobiernos de Méjico, Colombia, Chile, Argentina y Guatemala, sosteniendo "el día en que nuestros Plenipotenciarios hagan el canje de sus poderes, se fijará en la historia de América una época inmortal". Mientras tanto en Europa preguntaba la prensa con qué respondería el Viejo Continente a ese Congreso que el argentino Rivadavia no vaciló en llamar "idea grandiosa".
"Si los resultados de esta justa no fueron los esperados, no cabe duda que, de acuerdo con lo expresado por el propio Libertador al convocarla, allí está la raíz del derecho público americano, fundamentado en la igualdad jurídica de las naciones, en el arbitraje como salvaguardia de la paz, en la solidaridad como un concepto nuevo en la vida de los países, en la no intervención, en resumen, en sustituir los viejos moldes internacionales fundamentados en el "ay de los vencidos" de Breno; o el equilibrio de las potencias que se temían. Estos conceptos humanizadores fueron entregados por la América nuestra y fueron recogidos casi literalmente por el pacto de la antigua Liga de las Naciones.
"En los 31 artículos del Tratado de Panamá, primer ensayo para reunir jurídicamente naciones, llamado de "Unión, Liga y Confederación Perpetua", se creaba una asamblea general que debía funcionar a lo menos cada dos años; se establecía la nacionalidad continental, normas de seguridad colectiva, y "la exclusión de los países que variasen esencialmente sus formas de gobierno", lo que fue sin duda una defensa de nuestras balbucientes democracias. No concurrió Brasil por dificultades de transportes de la época, pero su Cancillería declaraba "que estará siempre pronta a contribuir al reposo, dicha y gloria de la América". Chile ya había probado su espíritu fraterno a través de Martínez de Rozas y Egaña, con los soldados que fueron a la defensa de Buenos Aires y porque equipó en horas de grandes penurias económicas, treintena de barcos de la Expedición Libertadora al Perú. En ambas oportunidades nuestras fuerzas se pusieron bajo el mando de San Martín. Chile había suscrito con el plenipotenciario de Colombia, Joaquín Mosquera, el 23 de octubre de 1823, el primer Tratado después de la carta del Libertador a O'Higgins, del 8 de enero de 1822, en que el primero afirmaba: "nos falta el pacto social que debe formar en este mundo una nación de Repúblicas. ¿Quién resistirá la América reunida de corazón, sumisa a una ley, guiada por la antorcha de la libertad?". Así el Congreso de Panamá, como se afirmara "es piedra miliar de la historia universal". Méjico ofreció su territorio para proseguir las Conferencias y en el siglo XIX realizó diversos esfuerzos para el renacimiento de tan grandiosos planes unificadores.
"El 17 de diciembre próximo conmemoramos también el Sesquicentenario de la creación de la gran Colombia que formaron Venezuela, Cundinamarca, que es la Colombia de hoy, y Quito. Esta fue la primera materialización del sueño bolivariano, significación creada en el Congreso de Angostura. Fue también una expresión de democracia, ya que el Libertador de Naciones depositó el poder ante la soberanía popular, reclamando solo el título de ciudadano. El aserto del pensador: "los ideales más puros no son todos realidades, pero determinan la historia", se ha venido cumpliendo en la vida Americana. Así buscando caminos de unión se efectuaron los Congresos Hispanoamericanos de Lima en 1847, de Santiago de Chile en 1856 con su Tratado Continental; el Segundo de Lima de 1864, y el Bolivaria-no de Caracas en 1873. Aportes grandes a esta tarea unificadora, han sido los Congresos de carácter jurídico, cultural, científico, mutualista, de trabajadores y los eventos deportivos, que en alguna medida han sido como la obra de los sembradores de estos ideales superiores.
"Hoy también celebramos el 5º Aniversario de la Asamblea Constitutiva del Parlamento Latinoamericano, en el que tuve la suerte de participar como uno de los delegados de mi Patria, sumando fervor chileno a este ideal de integración. El Parlamento Latinoamericano reúne a miembros de los Congresos de todo el Continente, es tribuna para los representantes de los pueblos de América y por encima de todo es el centro de reunión de políticos que tienen el propósito de generar la voluntad para unir política, económica, social y culturalmente a América Latina. Su tarea es de muchos incomprendida, pues creen que se justifican solamente las acciones que rinden resultados inmediatos. Desdeñarla, sin embargo, sería tan torpe como la acción del labrador que omitiera plantar árboles, porque sus frutos sólo se recogen a la distancia.
"Nuestros Gobiernos también estiman en la hora presente que urge la necesidad de integrar nuestras naciones. La Asociación de Libre Comercio Latinoamericana, el Mercado Común Centroamericano y el Pacto suscrito y ratificado de la Sub Región Andina, son sin duda alguna pasos sólidos en nuestro caminar por buscar un destino común en nuestro suelo. Igualmente el proyecto de integración cultural suscrito en el presente año en Trinidad Tobago por los países del Area Andina es otro gran aporte a la tarea unificadora de nuestros pueblos. No debemos olvidar que el Pacto del Area Andina está abierto a los demás hermanos de la América Latina. Recojo la frase del PresidenteLleras Restrepo que expresa: "El camino más corto para la integración latinoamericana, pasa por el grupo andino". Quienes con voluntad decisiva han hecho realidad la puesta en marcha de un Pacto de tal alta significación, que en forma progresiva a partir de 1970 llevará a la creación del Mercado Común entre Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia y Chile, han ganado en mi concepto la gratitud de nuestra América.
"Una expresión también de la personalidad propia que va alcanzando América Latina, ha sido la deliberación de la CE-CLA en Viña del Mar, cuyas conclusiones exteriorizaron el pensamiento común de nuestros países en cuanto a sus relaciones con Estados Unidos y de las que fue vocero oficial ante el PresidenteNixon el Ministro de Relaciones Exteriores de Chile, señor Valdés.
"Estamos aquí, pues, para realzar el pasado que nos dio libertad política en donde se acunaron los ideales de hacer la gran Patria Americana, pero al mismo tiempo para afirmar nuestra voluntad de hacer juntos hacia adelante la historia. Parafraseando a Ortega puedo decir que los pueblos como los hombres tienen un destino y lo que son, y lo que pueden llegar a ser, está condicionado por su fidelidad a él. Ante el destino no caben posiciones ambiguas. El destino se acepta o se rechaza. Si se le acepta, se es creador, máxima aspiración de los que fueron hechos a imagen y semejanza del Creador mismo. Si se le rechaza no se llegará jamás a ser, sino la caricatura de lo que se debió haber sido.
"No hay posibilidad de dar bienestar al hombre común en nuestro sueño si no nos apoyamos en el desarrollo industrial. Nuestras industrias serán incapaces de producir a costos competitivos, si no tenemos mercados propios que garanticen la estabilidad de su consumo y la posibilidad de producir en serie. Somos exportadores de talento, pues quienes se destacan en los estudios superiores no encuentran lugares adecuados en nuestra América para desarrollar su vocación en procura de la investigación original y en la aplicación de las técnicas más avanzadas. Divididos no tenemos poder negociador de nuestras materias primas y con tristeza observamos muchas veces que ellas salen de nuestros países, para volver a nuestras naciones, con trabajo incorporado en el exterior, a costos muy elevados. Nuestra seguridad está confiada a nuestra fuerza militar, que a lo más cuenta con elementos para defendernos del ataque de nuestros vecinos, que son nuestros hermanos; pero nuestros hombres de armas no disponen de los elementos necesarios para guardar nuestro territorio de una invasión extracontinental o de una posible acción indebida de la potencia del Norte.
"Todo cuanto queramos ser dependerá en gran medida de nuestra decisión de unirnos. Estoy consciente que no es tarea fácil, pero también estoy cierto de que el espíritu que alienta el esfuerzo de integración es fraterno y creador. No lo anima la implantación de hegemonías nacionales, o conceptos de expansión acuñados en el siglo XIX. Si lo materializamos estaremos en condiciones de lograr la etapa inconclusa de nuestra independencia económica y consecuencialmente, de sustentar con gallardía la soberanía de nuestros pueblos, que no está dirigida contra nadie, pero que pretende que el esfuerzo fundamental que se hace en nuestras naciones, quede en nuestro suelo, para aliviar la carga pesada de las grandes mayorías nacionales que se debaten en la miseria. La tarea de unificación que se avecina nos obligará a abrir el diálogo para crear nuestras formas de estructuras sociales, que en América entera hagan posible que no exista el profundo distanciamiento social que es caldo de todo proceso caótico, al presenciar que pocos tienen mucho y muchos no tienen nada.
"Que el Aniversario que hoy conmemoramos nos haga meditar que sólo la unidad hizo posible que la América nuestra surgiera a la libertad y que por tanto sólo unidos estaremos en condiciones de terminar la etapa emancipadora en procura de bienestar, justicia, seguridad y libertad.
"Muchas gracias por vuestra presencia que estoy cierto exterioriza vuestra voluntad de trabajar en los campos de vuestra competencia, para hacer cada día más estrecha la relación entre nuestras naciones."
"Discurso del Excelentísimo señor Teodoro Bustamante, Embajador del Ecuador.
"Señor Presidente del Honorable Senado de la República,
"Señor Presidente de la Honorable Cámara de Diputados,
"Señor Presidente de la Excelentísima Corte Suprema de Justicia,
"Excelentísimo señor Ministro de Relaciones Exteriores,
"Excelentísimos y Honorables Representantes de las Hermanas Patrias Americanas,
"Señores Comandantes en Jefe del Ejercito y de la Fuerza Aérea de Chile,
"Señor Alcalde de la Ilustre Municipalidad de Santiago,
"Dignos personeros de las entidades americanistas en Chile,
"Damas y caballeros:
"Obligante deseo de los organizadores de este acto, tan lleno del más alto sentido americanista, ha sido el de que, en la voz de los representantes de los pueblos hermanos de Chile, congregados por vuestra gentil invitación, encuentren también eco vuestras luminosas y encendidas palabras que aún resuenan en esta sala, como han quedado vibrando en nuestros corazones.
"Pueblos libres, soberanos e iguales entre ellos, cada uno se expresa por sus propios representantes y nadie podría asumir por sí tal representación. De esta suerte, la que me honro en ostentar corresponde tan sólo al pueblo y al Gobierno que represento, que tienen ciertamente a Chile por hermano dilectísimo y se sienten junto con Chile indisolublemente unidos a las demás Patrias de nuestra América.
"La circunstancia de que deba levantar hoy mi voz, débase a que ha sido menes ter acudir a las reglas de la precedencia que el Protocolo establece, en la imposibilidad que el tiempo disponible nos impone, para escuchar la de tantos otros de mis esclarecidos colegas que bien pueden hacerlo con mucho más sabiduría y elocuencia y a pesar, sobre todo, de que cada uno de ellos representa a una Patria blasonada de muy altos y nobles títulos. Si alguno me atrevería a invocar para la mía en esta solemnidad, sería el del pro-cerato de la lealtad al Libertador que le reconociera el Congreso de Venezuela en 1912.
"Singularmente apropiadas y cargadas de significado encuentro las circunstancias de que el más alto personero del Parlamento chileno se hubiere servido congregarnos para tomar a su cargo la recordación de los comunes fastos a los que dedicamos esta fecha y de que hubiere escogido para ello este augusto recinto. Porque el Congreso de Chile, nacido en los fragores mismos de la gesta de la Emancipación, se encuentra entrañablemente vinculado a los ideales que la determinaron, desde que se instaló el 4 de julio de 1811 y porque durante su ininterrumpido funcionamiento de más de siglo y medio ha constituido el mejor baluarte y el más resuelto impulsor de tales ideales en esta porción privilegiada de nuestra Patria americana. Imposibilitado como me hallo de mencionar siquiera los nombres de algunos de los más preclaros varones que han ocupado sus escaños, permitidme tan sólo que a todos ellos rinda profundo homenaje de admiración en la figura epónima del propio Padre de la Patria Chilena, el señor General don Bernardo O'Higgins, quien como Diputado por Laja integró el Primer Congreso chileno, desde cuya tribuna encendió el patriotismo de sus conciudadanos y que más adelante en su manifiesto de 6 de marzo en 1818 nos hablaba ya de "la Gran Confederación del Continente Americano, capaz de sostener su libertad civil y política".
"Bolívar es, en nuestra América, sin duda alguna, "el genio de la paz y de la guerra" que con su visión de águila y la fiebre de sus sueños define, cataliza, orienta, impulsa y en imponderable medida llega en el Congreso Anfictiónico de Panamá, a dar la forma que los tiempos y las circunstancias de su hora le permitieron, al ideal que acuñó en aquella lapidaria frase que con tanta oportunidad habéis invocado, señor Presidente, contenida en la fogosa proclama de 12 de noviembre de 1814 que dirigió a los soldados de la División de Urdaneta, en su calidad de Libertador de Venezuela y que el internacionalista colombiano don Jesús María Yepes dice que "merecería ser inscrita en letras de oro en el pórtico de todas las instituciones panamericanas: "para nosotros la Patria es América".
"Pero el ideal de unir a la Patria que nació despedazada a la vida independiente, no surge ni se disipa como estrella fugaz en el cielo de América, concebida un día por la mente y expresada por el verbo del Genio. Resulta realmente sorprendente, señoras y señores, la coincidencia unánime con que los conductores de nuestros pueblos, en medio de los apremios y urgencias a que les obliga, la guerra de la Emancipación y a pesar del tremendo aislamiento que les imponen las incomunidas vastedades de nuestro inmenso Continente, proclaman y alientan el ideal de la unidad americana. En Chile, además del propio Padre de la Patria, Martínez de Rozas y Juan de Egaña someten a discusión "la posibilidad de una unión de toda América por medio de un Congreso General" y publican su "Proyecto de Declaración de los Derechos del Pueblo de Chile", en que desarrollan las ideas de la solidaridad continental. "Los Estados Unidos de América -decían esos ilustres patriotas chilenos- deberían reunirse en un Congreso para tratar de organizarse y defenderse. Cuando América reunida en un Congreso, ya sea de los dos Continentes, ya únicamente del Sur, hable al resto de la tierra, su voz será respetada y sus resoluciones difícilmente combatidas".
Estas mismas ideas se encuentran en las declaraciones de preclaros argentinos como el Gran LibertadorGeneral don José de San Martín y en Belgrano. El gran estadista y pensador centroamericano don Cecilio del Valle redactó en 1824 un proyecto ampliamente documentado y completísimo sobre la creación de una "Confederación General de los nuevos Estados Americanos". Así recomendaba su proyecto: "Oíd, americanos, mis deseos. Los inspira el amor a América, que es nuestra cara patria y mi digna cuna. Yo quisiera que se formase un Congreso General, más aceptable que el de Viena, más importante que las Dietas donde se combinan los intereses de los funcionarios y no los derechos de los pueblos, que se ocupase de la resolución de este problema: trazar el plan más útil para que ninguna de las naciones de América sea objeto de invasiones extranjeras". ¡Si lo hubiéramos escuchado entonces!...
"Los estadistas brasileños participaron plenamente en estos ideales. Pero donde mejor se pone de manifiesto el pensamiento del Brasil sobre la solidaridad americana, es en las declaraciones de su más grande hombre de Estado de aquella época y Héroe Nacional de tan pujante nación, don José Bonifacio de Andrade e Silva, quien se expresó al tenor siguiente : "El sentido común, la política, la razón en que ella se funda y la crítica situación de América, nos están diciendo y enseñando a cuantos tenemos oídos para oír y ojos para ver, que una Liga ofensiva y defensiva de cuantos Estados ocupan este vastísimo Continente, es necesaria para que todos y cada uno de ellos pueda conservar intacta su libertad e independencia, profundamente amenazadas por las irritantes pretensiones de Europa".
"El peruano Bernardo Monteagudo escribió en 1825 -después de Ayacucho y en vísperas de Panamá- un notable "Ensayo sobre la necesidad de una Federación General entre los Estados Hispanoamericanos y Plan de su Organización" que tuvo gran influencia en otros proyectos y en el Tratado mismo de Panamá del año siguiente. Y es también en el Perú, centro del poder virreinal en Sudamérica, abatido con el concurso de todos en Ayacucho, donde muchos años antes se consignaba en el periódico "Satélite del Peruano" de 1812, aquella frase que en sí misma constituye una proclama y bandera, de que: "Por Patria entendemos la vasta extensión de ambas Américas".
"Los ideales de la unión fueron así aquellos que proclamaron constantemente y con sorprendente unanimidad y por los cuales lucharon y murieron quienes nos. dieron libertad. Los sellaron nuestros mayores con su sangre en Ayacucho, en cuyos campos se derramó y mezcló generosamente, la de los llaneros del Norte, la de los neogranadinos y del antiguo Reino de Quito, todos ellos bajo las banderas de Colombia; la de los hijos del suelo peruano que empapó esa sangre; la de los chilenos que con la Escuadra libertadora habían abierto el camino hacia la independencia del Perú, la de los hombres del Plata y del Altiplano, y la de los bravos paraguayos. En Ayacucho quedó consagrado con el sello indeleble de la sangre de nuestros pueblos un pacto de unión y solidaridad en la defensa de la libertad de todos ellos. Y como bien lo habéis recordado, horas antes de que se librara aquella definidora y definitiva batalla, el Genio que la intuía, que nos condujo a la victoria, que la sabía segura y que se adelantaba a los hechos, procedió a convocar desde Lima, el 7 de diciembre de 1824, al Congreso Anfictiónico de Panamá, llamado a consagrar por la voluntad acorde de los pueblos y en los respectivos protocolos los pactos que necesitaban para asegurar con la unión la libertad en la paz, conquistada con la unión en la guerra. Entre Ayacucho y Panamá existe así una íntima e inseparable vinculación y bien está, por lo mismo, que los hayáis recordado juntos como inspiradores de nuestros deberes en la responsabilidad que nos asigna nuestra presente coyuntura histórica.
"Bien está igualmente que recordemos hoy, en su 145 aniversario, la adopción de la Constitución de la Grancolombia por el Congreso de Angostura, en que consiguió concretar Bolívar sus sueños como simiente y embrión de la Gran Patria del Mundo de Colón que tenía por pasión ver constituida, pero que explicables cricunstancias históricas y tremendos factores adversos vieron entonces frustrada. Bien está, igualmente, que dediquemos nuestros pensamientos en esta fecha al 59 Aniversario de la Asamblea Constitutiva del Parlamento Latinoamericano, celebrada en Lima del 7 al 11 de diciembre de 1964 y del cual sois vos, señor Presidente, uno de sus más preclaros e infatigables impulsores, que como tal acabáis de concurrir a su más reciente Reunión Ordinaria, cumplida en la ínclita Bogotá, en oportunidad de las solemnes celebraciones del Sesquicentenario de Boyacá. Porque los Padres de nuestra Patria concibieron su unión a través de la representación de los pueblos, como expresión auténtica de la voluntad de ellos y no como fruto de imposición de nadie. Y nadie mejor que nuestros Parlamentos recoge y expresa la voluntad popular. Nadie, por lo mismo, en fiel seguimiento y expresión de los ideales de siglo y medio que nos inspiran, más llamados a definirlos e impulsarlos que los hombres que como vos y vuestros ilustres pares en el Congreso de Chile y en los demás Parlamentos de nuestra América, son sus legítimos depositarios y muy autorizados voceros. "Muchas gracias."