Labor Parlamentaria
Participaciones
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Antecedentes
- Senado
- Sesión Ordinaria N° 2
- Celebrada el 06 de octubre de 1970
- Legislatura Extraordinaria año 1970
Índice
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El señor
Señor Presidente:
Junto a los símbolos de un pretérito remoto que todavía "vive en las pirámides, pero sobre todo en medio de la lucha actual del mundo árabe, sumergido en los combates de su pueblo, a la cabeza de una revolución que sepultó el pasado y abre el camino al socialismo; querido y odiado; venerado y ofendido; en la primera fila de los jefes que forjan el presente y el futuro de sus pueblos, cayó fulminado por golpes mortales de su propio corazón rebelde, el Presidente de la RAU, Gamal Abdel Nasser.
La tumultuosa historia de su pueblo en los últimos veinte años lo consagró como su centro y guía indiscutido, desde cuando la vida del país giraba, oscura y trágica, en torno de los intereses feudales, del colonialismo extranjero y del capitalismo interno, que contaban con el pleno respaldo de una monarquía corrupta. Fue lo que se dispuso eliminar la revolución del 23 de julio de 1952. La lucha permanente del pueblo egipcio por su liberación, cobró efectivamente su impulso decisivo cuando asumió el poder el entonces Coronel Nasser.
La historia de Egipto, que no es, por cierto, la de la tierra misteriosa presentada en postal para turistas, fue conmovida siempre por los intentos de ese pueblo por sacudir el yugo extranjero y la explotación de sus clases dominantes. La ocupación británica de 1882 reemplazó a la dominación turca y sólo estuvo dirigida a respaldar los intereses de los monopolios imperialistas.
Al término de la Primera Guerra Mundial, Egipto fue reconocido como protectorado inglés, lo que fue combatido sin tregua por el pueblo, hasta lograr la ruta independiente iniciada en 1952. En ese proceso, Gamal Abdel Nasser se elevó a una estatura mundial, como el patriota apasionado que señaló el camino que conducía a forjar la nueva historia de su pueblo. Esta moderna historia se ha desarrollado a través de dificultades y de errores, dé búsquedas y de intentos no cristalizados, pero sobre todo a través de acontecimientos decisivos para Egipto y los pueblos árabes.
La puesta en práctica de la reforma agraria; el desarrollo de una personalidad nacional como país independiente; la lucha contra el colonialismo; la liberación política; la ruptura del monopolio imperialista; la creación de un ejército verdaderamente nacional; la evacuación de las tropas inglesas de la zona del Canal de Suez, en 1954; la nacionalización del mismo en 1956; la nacionalización de los monopolios y empresas extranjeras; la política de integración con otras naciones árabes; la construcción de obras decisivas para la economía, como la represa de As-suán, son, entre otras realizaciones, la obra de un pueblo en marcha, a cuya cabeza estuvo Nasser, una de las personalidades políticas más auténticas de nuestro tiempo.
La política exterior de Nasser marchó también al compás de un mundo que cambia aceleradamente, y en el que surgen complejos problemas nuevos e inmensas tareas. Ella se basa en los siguientes postulados: 1) La unidad de los países árabes y la victoria del nacionalismo en el ámbito árabe. 2) El derecho de todos los pueblos a la libertad y a la autodeterminación.
3) La paz mundial y la coexistencia pacífica.
4) El neutralismo positivo y la no alineación. 5) El fortalecimiento de las Naciones Unidas y las organizaciones internacionales.
Todo este colosal proceso que, con altibajos, se desarrolla en la República Arabe Unida e inflama a todo el pueblo árabe, es objeto de honda preocupación para los países imperialistas, toda vez que, desde el punto de vista de su estrategia global de dominación, la zona del Cercano Oriente adquiere una importancia vital.
En lo económico, el Medio Oriente significa el centro productor de petróleo más importante. Produce el 55% del petróleo que se exporta en el mercado occidental y tiene los dos tercios de las reservas conocidas en el mundo capitalista. Allí el imperialismo inglés y norteamericano ha enraizado profundamente los intereses de los monopolios petroleros, que, en el caso norteamericano, se cuentan entre los más influyentes de los Estados Unidos.
En el plano estratégico, el Medio Oriente es la llave que abre o cierra las puertas de comunicación de Europa con Asia y Africa. Además, esa zona está ubicada cerca de las fronteras de la Unión Soviética, y en ella se encuentran enclavadas bases militares norteamericanas e inglesas, enfiladas contra los países socialistas.
Estos hechos, entre muchos otros, muestran el cuadro que. se ha pretendido encubrir en esa zona, bajo la propaganda de una supuesta defensa del Estado de Israel. Para ello se ha hecho uso del motivo emocional de afecto y cariño que generó en toda la humanidad la causa judía en los tormentosos años de la Segunda Guerra Mundial. Pero, en rigor, si alguien atenta contra la existencia de ese Estado, es la política de sus propios gobernantes, de pleno apoyo a los planes imperialistas, orientados tanto contra los pueblos árabes como contra el supremo interés del pueblo israelí; una política de desembozado antisovietismo.
Aunque el imperialismo no ha logrado, a través de Israel, sus propósitos fundamentales de derribar a los gobiernos árabes avanzados, el agresor se ha propuesto objetivos anexionistas de territorios árabes, de modificación del mapa del Oriente Medio, manteniéndose en los territorios ocupados de Siria, la RAU y Jordania. Hay que decir que los focos de agresión, las guerras locales, pueden llegar a convertirse en grandes conflictos que conduzcan a la destrucción de buena parte de la humanidad.
Nasser, militar de carrera brillante, es interrogado por la escritora norteamericana Dorothy Thompson acerca de si él confía en la guerra como medio para lograr sus objetivos. Responde: "Yo no confío en la guerra, ya que ella no es la que conduce a las verdaderas victorias; especialmente hoy comenzar una guerra es una cosa; terminarla, por cierto, algo muy distinto. He leído la historia desde Aníbal hasta hoy; fui profesor de historia de la guerra en la Academia Militar, y comprendí, por todo ello, que no hay hombre que pueda predecir cómo terminará una guerra. Uno de los principales objetivos de un país es el de construir, y la guerra no es, desde luego, lo que nos ayudará a lograrlo".
En el mundo convulso en que vivió luchando, Nasser gobernó para construir, puestas su pasión y el alma en la suerte del pueblo árabe, que es parte, también, del destino de todos los pueblos de la Tierra.
En una siempre compleja situación ubicada en el centro de la política mundial, el estadista desaparecido fue un protagonista principal, un gobernante que no cedió ante el imperialismo, un dirigente de firmes posiciones que generaron odios de poderosos adversarios, pero, ante todo, el reconocimiento de su pueblo.
Todo el progreso de Egipto de hoy y las grandes realizaciones como los objetivos progresistas de las naciones árabes, están vinculados al hombre de los sueños creadores, a la acción política de Nasser. Esos y ésta lo llevaron a cultivar, como gobernante, profundas y sinceras relaciones de amistad con el mundo socialista y, en especial, con la Unión Soviética.
Toda su labor, gigantesca y aún no terminada, lo elevó a la alta jerarquía de conductor indiscutido de su pueblo y a ser la figura más relevante del mundo árabe.
Imposible ya es separar la vida de Nasser de la de su propio pueblo, como imposible separarla de la tumultuosa y esperanzada historia de los países árabes; tampoco del gran proceso de liberación de la lucha por la independencia nacional y por el socialismo.
Nuestro partido, por intermedio de su Secretario General, señaló, ante su muerte, que Nasser tiene "un sitio inconmovible en la historia contemporánea, por su contribución a la conciencia nacional de los pueblos y a la causa antimperialista mundial".
Solicito que, en nombre del Partido Comunista, se envíen condolencias al señor Embajador de la RAU y a su Gobierno, por la muerte de ese ciudadano del mundo de hoy y de mañana que será siempre Gamal Abdel Nasser.