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Antecedentes
  • Cámara de Diputados
  • Sesión ordinaria N° 20
  • Celebrada el
  • Legislatura Extraordinaria año 1972
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Intervención Petición de oficio
DEFICIENTE ADMINISTRACION DE LAS OFICINAS SALITRERAS POR LA SOCIEDAD QUIMICA Y MINERA DE CHLE. OFICIOS.

Autores

El señor RECABARREN.-

Señor Presidente, los graves acontecimientos que están ocurriendo en las oficinas salitreras administradas por la Sociedad Química y Minera de Chile nos obligan a intervenir en esta Honorable Cámara, para denunciarlos y llamar la atención de las autoridades responsables y de la opinión pública del país.

Ya el año pasado, me permití denunciar una serie de irregularidades en la administración de la Empresa. Lo hice en el ánimo de que el Gobierno y la Gerencia de la Sociedad rectificaran sus errores. Lamentablemente, me equivoqué. Hoy la situación no sólo ha continuado, sino que se torna verdaderamente dramática, tanto para el porvenir de la industria como para la estabilidad de los trabajadores.

El 21 de febrero de 1971, el Presidente Allende firmó con los sindicatos un convenio de producción que se traducía en producir en 1971 un millón de toneladas de salitre y tres mil de yodo. No obstante el esfuerzo de los trabajadores, los resultados no fueron halagüeños y sólo hubo un leve aumento con respecto al año anterior, a pesar del notable aumento del personal, que alcanzó a un 7,2% ya la disminución de paros parciales.

En lo que respecta a los cuatro primeros meses del presente año, la situación ha cambiado diametralmente. Si compadramos la producción de enero, febrero, marzo y abril de 1971, con la de 1972, se llega a la conclusión de que ha experimentado una baja de 22.650 toneladas de salitre cristalizado.

El desastre de una industria delicada en su manejo y de difíciles perspectivas de prosperidad, no es culpa de los trabajadores. A los que somos de la zona, nos asombra su porfía por levantar los niveles de producción, por evitar la catástrofe. Debo recordar que, gracias a este esfuerzo, se puso en marcha, en poco más de un mes de trabajo, la planta de yodo de Pedro de Valdivia, destruida por un incendio.

No hay que buscar allí a los responsables. Ellos están en los ejecutivos y administradores de la Sociedad Química y Minera de Chile, desde su Gerente General, señor Miguel Labarca, hasta el último jefe que ha entrado en la administración, producto de los cuoteos de la Unidad Popular.

El señor Miguel Labarca es el principal responsable de todo cuanto sucede. Ha dejado hacer y deshacer, sin imponer orden ni autoridad, mezclándose absurdamente en las triquiñuelas y zancadillas que a diario se producen entre los ejecutivos de la Empresa. El señor Labarca es el jefe de una fracción de los bandos en pugna.

Ha alzado arbitrariamente y sin estudio el precio del yodo, provocando un stock de 600 toneladas en las canchas de las oficinas de María Elena, Pedro de Valdivia y Victoria, stock que no se ha podido colocar en el extranjero, porque los mercados consumidores están prefiriendo el yodo que Japón ofrece a precios más convenientes.

Ha permitido que se realicen toda clase de ultrajes contra los trabajadores, desde el más eficiente jefe de sección hasta el no menos eficiente trabajador obrero.

Ha sido aval de los peores manejos administrativos, como es el de permitir que, en una industria que está perdiendo 12 millones de dólares anuales y que tiene un déficit de arrastre del orden de los 35 millones de dólares, se contraten, en un solo año, más de 732 nuevas personas.

Son responsables los señores José María Cerda Gatica, ex Jefe de Relaciones Industriales, y don Ernesto Malbrán, socialista por convicción, mirista por acción, que actualmente ocupa dicho cargo.

El señor Ernesto Malbrán ha entrado en violenta pugna con el Administrador General, el militante del Partido Comunista don Miguel Alvarez, provocando la violenta caída de la producción por la dualidad de mando que de hecho se ha constituido.

El señor Ernesto Malbrán, como un sátrapa de nuevo cuño, con automóvil, chofer y recursos de la Empresa, se ha permitido emprender un viaje de placer al sur de Chile, que ha costado a la Sociedad Química y Minera de Chile más de treinta millones de pesos y que todos los trabajadores del mineral conocen y repudian.

El señor Ernesto Malbrán ha permitido que, en su presencia, el señor abogado de la Empresa, don Arnoldo Wünkhaus, ultraje el honor de 250 trabajadores de las pulperías pampinas, motejándolos de ladrones, sin tener pruebas fehacientes y sin indicar responsabilidades individuales.

Es responsable el abogado Arturo Yusef Durán, que en Santiago, siniestramente, entre bambalinas y aprovechándose de las debilidades del ejecutivo máximo, ejerce el mando para provocar los más abominables abusos.

Estos hombres nuevos son los que han permitido que la inmoralidad siente sus reales en la administración de SOQUIMICH.

En las pulperías, no han sido los trabajadores los que han metido las manos, sino los nuevos gringos del Mapocho, que han llegado ávidos de dinero. El Subjefe de Adquisiciones, don Carlos Bravo Muñoz, con un sueldo de Eº 13.560, adquirió para los pampinos un gran surtido de creaciones Loti de invierno, por valor de 500 mil escudos, corno ignorando el clima nortino. Además, su buen ojo de negociante lo hizo comprar 500 arbolitos de Pascua, que todavía están en bodegas, y 2.000 pares de zapatos plásticos, que nadie compra y que, como balón de fútbol, han enviado varias veces de Santiago a María Elena, y viceversa. Por si fuera poco, adquirió una partida de ternos Vestex y camisas sospechosamente remarcados.

Otro señor, también hombre nuevo, don Juan Ugarte Solar, proletario, dueño de un supermercado e ingresado a la Empresa por esta nueva administración, sustrajo según denunció el propio Ernesto Malbrán la friolera de 20 mil dólares a la Empresa. Y este señor, con toda esa carga de inmoralidad, aún permanece en el cargo.

Y hay esto y mucho más.

Sin embargo, hay que reconocer que bajo la batuta gerencial del señor Miguel Labarca, la pampa desértica y dura del Norte Grande se ha convertido en una atractiva región turística. Hasta allá vuelan chilenos y, muy especialmente, extranjeros. ¡Afortunados ellos, que son invitados por la satrapía gerencial de la Empresa, con los consabidos gastos pagados! ¡Afortunados también el concesionario del Rancho de María Elena, al que, en una venta mensual de 500 mil escudos, 450 mil escudos corresponden a pago por atención de visitas!

Desearía que se oficiara al señor Ministro de Economía para que nos dijera a cuánto ascendieron los gastos de SOQUIMICH por concepto de atención a visitas en el año pasado. Ahí veremos el escándalo que responsablemente estoy denunciando.

Como todo lo han querido innovar, los administrativos han despedido a los médicos antiguos, contratando nuevos que, por supuesto, están en la onda doctrinaria de la Empresa.

No se han detenido en nada.

De muestra un botón: contrataron, para ejercer medicina, a un aprendiz de médico, por el solo hecho de ser uruguayo y de la línea tupamara, el señor Felipe González Ramallo, quien examinaba enfermos y recetaba medicamentos, recetas que inescrupulosamente eran firmadas por otros facultativos. Denuncié el hecho al Colegio Médico de Antofagasta, comprobándose la denuncia e indicándoseme en carta respuesta que se pudo establecer que el señor González Ramallo no es médico cirujano sino estudiante de medicina que aún no ha completado su carrera. Que fue contratado por la Sociedad Química y Minera de Chile para desempeñarse en dicho hospital como auxiliar técnico desde marzo de 1971.

Los Consejeros sigue diciendo la carta del Colegio Médico de Antofagasta con el tenor de los antecedentes expuestos manifestaron al señor González que debe cesar inmediatamente en sus actividades ya que no cumple con ninguna de las disposiciones para ocupar el cargo de auxiliar técnico y regularizar su situación en la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile.

Estas inmoralidades han dado nacimiento a periódicas reuniones citadas por los prohombres de la empresa, que en el Estadio de María Elena pretenden expiar sus faltas, constituyendo grandes shows que son transmitidos directamente por la Radio Coya de ese mineral.

El 25 de abril pasado se llevó a efecto una de ellas. Citada con suficiente anticipación y con la debida publicidad, la administración llamó a todos los trabajadores con el objeto de estudiar las causas de la evidente y catastrófica baja de la producción y analizar los errores cometidos.

En el momento de iniciarse el acto de autocrítica, no había en el estadio más de 150 personas, entre las cuales se encontraban los jefes de secciones que tenían obligación de asistir.

Cada cual realizó la crítica y la autocrítica que estimó conveniente. Por ejemplo, el Jefe de Relaciones Industriales, señor Ernesto Malbrán, reconoció que había incurrido en deshonestidad al usar vehículos de la empresa para viajes de placer, y el Administrador General, Miguel Alvarez, explicó su conducta diciendo que él se había atenido en todo momento a cumplir con el organigrama de la empresa, obligación que seguiría cumpliendo inexorablemente.

Fue en estos instantes cuando hizo su aparición, apasionada y combativa, el profesor de la Escuela Consolidada del mineral, señor Patricio Díaz, quien fustigó tan duramente la acción del Partido Comunista, que el diálogo y la autocrítica terminó a bofetada limpia. Mientras estos incidentes ocurrían en el estadio, Radio Coya los irradiaba hacia toda la población, lo que motivó que en breves minutos el estadio se llenara con más de 700 espectadores que seguían con atención las alternativas del match.

A juicio de los habitantes de la Oficina María Elena, este show fue muy superior al que pocos días antes presentó el empresario artístico Oscar Arriagada.

Esta es la actitud ejemplar que los altos ejecutivos de SOQUIMICH tratan de irradiar sobre los trabajadores, a quienes constantemente se les reclama responsabilidad en el trabajo y la entrega de su generoso aporte para levantar la industria salitrera.

El 17 de febrero del presente año el Subgerente Administrativo, don Alejandro Phillipi, dictó, desde la ciudad de Tocopilla, una orden de intervención de las pulperías de las Oficinas María Elena, Pedro de Valdivia, Vergara y Coya Sur, dándoles a los interventores tan amplios poderes que, incluso, podían separar provisional o definitivamente a los empleados u obreros que estimaren conveniente.

Esta última facultad provocó un justificado movimiento huelguístico de los trabajadores de las pulperías, que no aceptaron tan arbitraria disposición, obligando a la empresa a rectificar la resolución.

Con diversas alternativas y con un equipo de interventores más político que técnico, se verificó la auditoría de las pulperías, bajo las órdenes del auditor de la zona norte, don Carlos Forttes Pavez, personaje de dudoso pasado, ex funcionario de la Universidad de Chile en Antofagasta, y que según se comenta fue exonerado de esa casa de estudios por doloso manejo de fondos puestos bajo su custodia.

El 9 de marzo, el equipo comandado por Carlos Forttes Pavez entregó, en carácter de preinforme, como lo asegura en la página 4 del texto aludido, una información sobre su cometido.

En este preinforme de auditoría se acusa a los trabajadores de que existe una pérdida estoy empleando sus propias palabras, hurto, desfalco, defraudación, o como debe llamársele, de 4.927 kilogramos de carne, en el lapso comprendido entre el 3 de enero y el 2 de febrero, en la pulpería de Pedro de Valdivia.

Por analogía y sin usar ningún método empírico, la Comisión de Auditoría acusa de igual robo a los trabajadores de María Elena.

Además, aseguran que hay una pérdida de trajes de varones en ambas pulperías.

Finalmente, se expresa que no han podido desentrañar de qué manera el trabajo de auditoría demuestra una mayor existencia de 1.315 pares de zapatos.

Leer el informe es suficiente para darse cuenta de que está hecho con dudosa seriedad, sin ningún método científico aceptable, y lo que es peor, las cifras y los datos estadísticos son reemplazados por violentos y variados adjetivos destinados a denigrar al personal de las pulperías.

Lo lamentable del caso, señor Presidente, es que, el miércoles 26 de abril, el señor Ernesto Malbrán citó mañosamente a una reunión pública a los trabajadores, sin dar a conocer sus objetivos. Allí el personaje aludido, junto con el nuevo abogado de la empresa, don Amoldo Wünkhaus, procedieron a realizar un juicio público de los 250 trabajadores de las pulperías, en base al preinforme que he aludido. Con el característico lenguaje que es propio del abogado de la empresa, dio lectura al citado preinforme, dándole, nadie sabe por qué causa, el carácter de definitivo y lanzando sobre los trabajadores y jefes de las pulperías los más duros epítetos. Debo agregar que todo el desarrollo de este verdadero tribunal popular fue igualmente irradiado por la emisora de la empresa que no sólo se escucha en María Elena, sino que en todas las otras Oficinas, e, incluso, en la ciudad de Tocopilla. Las grandes pérdidas de SOQUIMICH

no hay que buscarlas en las pulperías de las Oficinas, sino en el derroche que la empresa realiza permanentemente: en los 200 empleados pagados con moneda dura que SOQUIMICH mantiene en nueve filiales que existen en el extranjero, y que representan una sangría para el país de 2.000.000 de dólares anuales; en la atención de las visitas de chilenos y extranjeros que constantemente recorren la pampa; en los suculentos sueldos de los hombres nuevos; en el aumento del personal, que en un año alcanzó a 732 personas; en la propaganda para otros fines, que se carga a costa de la empresa, y, en fin, en la sustracción descarada y sin castigo que realizan algunos ejecutivos inescrupulosos.

Nosotros no deseamos la bancarrota de esta industria; más aún, como chilenos y nortinos, esperamos su resurgimiento. Allí laboran hombres y mujeres que, a pesar de la inclemencia de la zona, permanecen firmes en sus puestos.

Por lo mismo, señor Presidente, deseo que se transcriban mis observaciones a los señores Ministros de Minería y de Economía, Fomento y Reconstrucción, con el propósito de que ellos pongan remedio a estos excesos.

He dicho.

El señor CERDA, don Eduardo (Vicepresidente).-

Se enviarán los oficios solicitados por el señor Recabarren.

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