Labor Parlamentaria

Participaciones

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Antecedentes
  • Cámara de Diputados
  • Sesión ordinaria N° 22
  • Celebrada el
  • Legislatura Ordinaria año 1971
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Intervención
OTORGAMIENTO DE PERSONALIDAD JURIDICA A LA CENTRAL UNICA DE TRABAJADORES DE CHILE (CUTCH).

Autores

El señor MOSQUERA.-

Pido la palabra.

El señor FUENTES, don César Raúl (Vicepresidente).-

Tiene la palabra el señor Diputado.

El señor MOSQUERA.-

Señor Presidente, apenas tuvimos conocimiento de este proyecto enviado por el Ejecutivo que le da personalidad jurídica y financiamiento a la Central Unica de Trabajadores, los cinco parlamentarios democratacristianos que nos corresponde participar en la Comisión respectiva, no hemos estado nunca ausentes de ella y en todo momento hemos estado preocupados por su despacho.

Si alguien puede hacer algún cargo en el sentido de que se haya demorado el proyecto, esto no se ha debido al fracaso de las sesiones, porque los Diputados democratacristianos hemos dado quórum en forma muy preferente. En realidad, son otras las razones.

Yo voy a pasar al análisis del proyecto en la forma en que lo ha hecho el señor Millas.

Nosotros, los democratacristianos, somos partidarios de otorgar personalidad jurídica a la Central Unica de Trabajadores. Hemos estado dentro de ella, hemos tenido dificultades, pero reconocemos, en forma muy hidalga, que esta Central representa a la inmensa mayoría de los trabajadores organizados o es la más representativa. Por lo tanto, cuando así se plantea el problema, no tenemos nada más que inclinarnos ante la verdad. Por eso, nosotros hemos puesto todo nuestro esfuerzo en el despacho de este proyecto.

Estamos conscientes de que no tan sólo el problema de la existencia jurídica que proteja a esta Central es necesario resolver en esta oportunidad, sino que es conveniente, además, no asfixiarla económicamente, para lo cual hemos presentado algunas indicaciones. Hemos actuado así no porque se nos ocurra, sino porque tenemos un derecho, y es el mismo derecho que este Partido reconoce también a la Unidad Popular en la fuerza del trabajo en conjunto, donde en algunos casos es mayoría. La Democracia Cristiana tiene el derecho, hoy día en que se discute el problema de los trabajadores y de esta Central, a plantear su participación junto a los otros partidos que representan a los trabajadores en el campo, en la industria y en todo lo que corresponda a la actividad económica y social del país.

El señor GUERRA.-

Todos los partidos.

El señor MOSQUERA.-

Yo no puedo pensar igual.

Señor Presidente, nuestro Partido tiene la frente alta para llegar hasta la Cámara y a cualquier lugar a exhibir no las palabras, ni los discursos, sino que las cosas que ha hecho por la clase trabajadora chilena. Y es así como en el Gobierno de la Democracia Cristiana se promulgaron, colega Millas, me refiero a usted, porque hemos discutido mucho el problema, leyes generales como la de Accidentes del Trabajo y Enfermedades Profesionales, con la cual se beneficiaron 1 millón 700 mil personas. Ella fue aprobada, en realidad, por todos los sectores de la Cámara y del Congreso Nacional. Se dictaron, además, la Ley de Medicina Curativa, la Ley de Revalorización de Pensiones de los Empleados Particulares y del Seguro Social, etcétera. Y, sin embargo, podemos decir que, si hay una ley que es el orgullo del Gobierno democratacristiano, es la de Sindicalización Campesina. El año 1964, había 24 sindicatos campesinos en Chile, con un total de 1.650 obreros agrícolas organizados. En 1969, se habían constituido 400 sindicatos comunales campesinos, con un total de 104.666 trabajadores organizados en un año, porque tuvimos dificultades para tramitar ésta ley en el Congreso Nacional. Pero no nos quejamos, respetamos la decisión y tuvimos paciencia hasta que ella salió. Y hoy día, es de todos conocido que hay más de 250.000 campesinos organizados, con dinero, con organización, con federaciones y confederaciones de trabajadores. Nadie pone en duda la seriedad y responsabilidad de estos grupos de asalariados abandonados que en la actualidad tienen una fuerza sindical poderosa y organizada.

Y no es todo eso, señor Presidente, porque el año 1953 había en Chile un 12,17% de trabajadores industriales organizados, cifra que fue rebajada a un 10,31% en el Gobierno del señor Alessandri. La Democracia Cristiana elevó la sindicalización de los trabajadores industriales a un 18,2% en 1969, y, al final, fue de un 20%. Es decir, de 270.502 se llegó a 533.713 trabajadores organizados en sindicatos, con lo cual se recuperó el movimiento sindical en los seis años del Gobierno democratacristiano. En otras palabras, el año 1953 había 665 sindicatos industriales; en 1964, 632; y, a fines de 1969, 1.342.

Reconocemos la fuerza laboral que controla la Unidad Popular, porque somos políticos y tenemos que reconocerlo; pero esta agrupación de partidos no es dueña de los trabajadores. Nosotros hemos sido consecuentes con ellos, y yo reclamo creo que nadie podrá dudarlo, menos quienes nos han visto actuar en la Comisión nuestro mejor deseo de llegar a un entendimiento con los sectores de Izquierda para que este proyecto salga adelante.

¿Dónde está el inconveniente que nosotros tenemos, señor Presidente? En que junto con reconocer la personalidad jurídica de la CUT, no se podía aceptar el proyecto originalmente enviado al Congreso Nacional, que obligaba a cotizar a todos los trabajadores chilenos, salvo las Fuerzas Armadas y otros, pero éstos no tenían derecho a elegir a los dirigentes de la Central Unica de Trabajadores. Posteriormente llegó una modificación del Ejecutivo que consiste en descontar el 0,5% de los sueldos y salarios a los trabadores organizados en la Central Unica de Trabajadores. Pero hay una modificación que nosotros no aceptamos. Es la que establece que ahora sólo tres organismos recibirán el dinero: el Consejo Directivo Nacional de la Central Unica de Trabajadores, las Federaciones y las Confederaciones de tipo nacional, y no las locales ni los sindicatos base.

¿Qué planteamos los democratacristianos? Planteamos derechamente que sólo aceptamos que coticen los trabajadores organizados que pertenecen a la Central Unica de Trabajadores. No podemos aceptar que el financiamiento venga desde arriba hacia abajo; queremos que venga desde las bases hacia arriba. Es decir, como lo está haciendo hoy día la Central Unica de Trabajadores por resolución del Gobierno democratacristiano, que descuenta por planilla a los sindicatos bases y éstos hacen llegar la cotización a la Central Unica de Trabajadores. O sea, que sean las bases mismas las que decidan y repartan el dinero que corresponde hacer llegar hacia arriba.

Aquí, con todo respeto y sinceridad, hay otras discrepancias. No somos angelitos; hemos participado por dentro; conocemos el problema de la Central Unica de Trabajadores. Conocemos sus estatutos; no tenemos para qué repetirlos. Lo dicho por el colega Millas, lo compartimos. Pero, en la práctica, tenemos dudas. Ahora, más que nunca, seríamos hipócritas al no decir lo que sentimos, si realmente queremos la unidad de la clase trabajadora y que todas las fuerzas sociales se unan para gobernar. Y para ayudar a gobernar tenemos que decir lo que sentimos. No estamos de acuerdo cuando hoy día el trabajador chileno ha pasado la estructura añeja, esa estructura hecha a su amaño por la Derecha en beneficio de ella, que armó sindicatos profesionales para dividir a la clase trabajadora entre obreros y empleados; están pasando por encima los trabajadores y eso lo sabe la Unidad Popular; y es así como se han formado sindicatos únicos de bases. ¿Qué significan los sindicatos únicos de bases? Los democratacristianos aceptamos y estamos gustosos de participar en los sindicatos únicos de bases, y lo dije en la Comisión; pero no podemos aceptar que en una empresa pagada por un mismo patrón haya 67 dirigentes sindicales; que haya 35 ó 41 dirigentes sindicales, hoy día, en la Compañía de Acero, del Pacífico. Allí se realizó recientemente una elección. Se llegó a un acuerdo en las reglas del juego, mientras se legisla, para hacer la elección. Se llevó a la Dirección General del Trabajo, ratificado por el señor Ministro del Trabajo, un procedimiento que, entre sus partes, decía que entre las cinco primeras mayorías no fue impuesto por la Democracia Cristiana, puesto que somos minoría hoy día en la Compañía de Acero del Pacífico entre los trabajadores; fue impuesto por el Gobierno y la Unidad Popular y los trabajadores que controla la Unidad Popular se definiría la mesa directiva de ese sindicato único. ¿Qué pasó? De las cinco primeras mayorías, tres sacaron los democratacristianos, o la lista que apoyaba la Democracia Cristiana. Yo reclamo este derecho en nombre de mi Partido, y tengo esta razón para dudar.

¿Qué pasó? Se vino a Santiago una vez terminada la elección y se logró que el señor Oneto hiciera un nuevo informe; pero esta vez era para que la directiva se eligiera entre las once y no las cinco. Estas reglas del juego no se pueden cambiar según el color político que convengan. Esto se hizo libremente en una asamblea y se ratificó por escrito, como se lo mostré al señor Millas y al señor Ministro en la Comisión de Constitución, Legislación y Justicia.

Y no es todo. Tengo dudas, señor Presidente. Hace un mes o un poco más, en una reunión de dirigentes sindicales con la administración de una empresa estatizada, Caupolicán, de Chiguayante y aquí está el colega Solís que servirá de testigo para lo que estoy diciendo, en que participaban dos hermanos: un Spielmann comunista y un Spielmann democratacristiano, dos dirigentes sindicales, uno de ellos, el Spielmann democratacristiano, a un jefe de sección, a un alto ejecutivo, que corresponde a uno de los jefes de la fábrica, le manifestó: A mí me gustaría que hace años o hace poco tiempo usted hubiera tenido el mismo criterio de hoy. Así como votó por Alessandri era derechista hasta ayer y hoy día es partidario de la Unidad Popular, usted podría haber hecho algo siquiera por los trabajadores de esa época. ¿Saben la respuesta, colegas? Es muy seria y por eso lo digo responsablemente. Le dijo: Tu eres un gallo de primera, tú eres un chueco tal por cual, y ha sacado la pistola y le ha dado dos balazos en los pies. ¡Le ha disparado dos balazos!

El señor SOLIS.-

¡Eso es falso!

El señor MOSQUERA.-

Por eso, yo tengo dudas...

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