Labor Parlamentaria
Participaciones
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Antecedentes
- Senado
- Sesión Ordinaria N° 8
- Celebrada el 12 de noviembre de 1969
- Legislatura Extraordinaria periodo 1969 -1970
Índice
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El señor
Señor Presidente:
El Partido Socialista espera conocer total e íntegramente el llamado "Informe Rockefeller sobre la Situación de América Latina" y las sugerencias que ha entregado al PresidenteNixon al parecer, serán tomadas en cuenta para establecer una política sobre nuestro continente, con el objeto de solicitar una sesión especial y analizar en ella, en forma amplia, los alcances y contenido de ese documento y la orientación que, en definitiva, trace la Administración del Presidente de ¡os Estados Unidos sobre Latinoamérica en sus aspectos económicos, comerciales, militares y políticos.
Sin embargo, el hecho de que el Gobernador Rockefeller, en una conferencia de prensa a la cual asistió el Primer Mandatario norteamericano, haya dado a conocer ese informe, y que el propio señor Nixon hiciera algunos comentarios, destacando que, a su juicio, es el estudio más sagaz y creador, nos mueve a anticipar un análisis previo y, sobre la base de lo entregado a conocimiento de la prensa mundial, hacer algunas observaciones que tienen un fundamento innegable, porque las afirmaciones de los señores Nixon y Rockefeller ya han sido comentadas en los propios Estados Unidos y, en especial, en Latinoamérica.
Para nosotros no era de extrañar un informe como el que parece ser el del Gobernador Rockefeller. El hace una leve referencia a la forma como fue recibido en los países latinoamericanos que visitó; pero no alude a aquellos países en los cuales no estuvo por sugerencia de sus propios gobiernos y con el fin de evitar conflictos internos. Señala que la reacción que produjo su visita se debe al escepticismo y frustración, sobre todo, frente a la esperanza que abrió la política de Kennedy, denominada "Alianza para el Progreso".
En el momento oportuno, en este mismo recinto y en nombre de nuestro partido, manifestamos que la Alianza para el Progreso era un planteamiento aparentemente nuevo, destinado a crear esperanzas frente al escepticismo y cansancio de los pueblos latinoamericanos y a la manera como los Estados Unidos han conducido su política durante años y años. Más
que eso: en el propósito de crear una conciencia clara para evitar la distorsión que la propaganda intencionada de los medios informativos de centro y de derecha hicieron sobre las expectativas de la Alianza para el Progreso, en un folletín que dirigimos a una convención realizada por la Central Única de Trabajadores destacamos el pensamiento del Partido y señalamos que, a nuestro juicio, aquella iniciativa estaba destinada al fracaso y que ella conformaba, una vez más, una actitud política encaminada a afianzar la influencia y penetración económica de los Estados Unidos y la hegemonía que tiene sobre nuestro continente en los aspectos militar, político, sindical y cultural.
Con posterioridad, cuando se advirtió la falta de interés por parte de los propios gobernantes norteamericanos para darle el realce aparente o real que pudo haber tenido la concepción del PresidenteKennedy, comentamos en este mismo recinto las declaraciones y la renuncia del presidente de la comisión llamada "de los Siete Sabios", un prestigioso economista brasileño, quien destacó con claridad meridiana el desinterés, la indecisión y la deslealtad con el compromiso que, de manera voluntaria, había asumido el país del Norte frente a las naciones latinoamericanas.
Es decir, en reiteradas oportunidades señalamos que, a nuestro juicio, la Alianza para el Progreso, en esencia, era una maniobra política destinada a poner atajo a las justas reivindicaciones y a la protesta de los pueblos iberoamericanos, que cada vez van tomando más conciencia de lo que significa el que seamos productores de materias primas e importadores de artículos manufacturados; que nuestras economías hayan sido distorsionadas; que las riquezas fundamentales estén en manos del capital foráneo, en especial del norteamericano, y que toda la ayuda y los empréstitos tengan un contenido político, con resultados brutalmente onerosos para nuestros países.
Sostuvimos además que, fundamentalmente, la presencia de Cuba socialista y revolucionaria había obligado al nuevo planteamiento hecho con horas de antelación a la cobarde y artera actitud de los Estados Unidos de apoyar a los contra revolucionarios que desembarcaron en Bahía Cochinos con la pretensión de derrocar al Gobierno de Fidel Castro, en donde recibieron un castigo ejemplar, pues su resistencia ni siquiera alcanzó a durar 72 horas. Porque no sólo fueron las fuerzas revolucionarias, sino el pueblo cubano movilizado quien puso atajo a su acción, financiado, apoyado, instigado, movilizado y amparado por la política de los Estados Unidos.
En el transcurso de estos años, en esta década, América Latina ha seguido sufriendo las consecuencias de esa política.
Recordaba en esta Sala, entre otras cosas, por ejemplo, las cifras que en reiteradas ocasiones ha dado la CEPAL, demostrativas de los desniveles extraordinarios que se advierten en las relaciones del intercambio, que perjudican a nuestros pueblos. Estos, no obstante ser exportadores de capital y de ser estimados "en vías de desarrollo", se encuentran muy atrasados; sus economías son dependientes; sus habitantes viven en condiciones misérrimas; imperan en ellos la enfermedad, la incultura, la cesantía, La falta de vivienda, esparcimiento y descanso; viven en la pobreza, con la mano tendida, solicitando empréstitos, que deben cancelar a veces a plazos breves y con amortizaciones e intereses altos.
¡Y hemos sido nosotros, los latinoamericanos, quienes hemos contribuido y contribuimos a fortalecer al más poderoso país del capitalismo industrial: los Estados Unidos!
Sobre la base de las cifras proporcionadas por un organismo técnico internacional, hemos señalado que de América Latina salen anualmente, por concepto de amortizaciones, intereses y utilidades, millones y millones de dólares, cifras superiores por cierto a los aportes e inversiones que Estados Unidos hace mediante los organismos de crédito e instituciones privadas.
En este recinto, los parlamentarios del Frente de Acción Popular los compañeros del MAPU y la Izquierda en general hemos señalado lo que significa para nuestro país el hecho increíble de que en cincuenta años hayamos exportado el valor de un Chile entero: 9 mil millones de dólares se han llevado las empresas del cobre, del hierro, del salitre, de la electricidad y de teléfonos! También hemos destacado que ahora salen de nuestra nación 1 millón 250 mil dólares diarios 400 millones al año, con lo cual hemos querido señalar una vez más que los países pobres son quienes fortalecen a las grandes empresas monopólicas, a las inversiones del capital imperialista, y que Norteamérica robustece su economía con nuestra debilidad, con nuestra miseria, con nuestro propio sufrimiento.
Hemos hecho presente, con insistencia, cómo esta dependencia económica tiene el sello de una política arbitraria, que se evidencia con claridad en los compromisos de las Cartas de Intenciones que diversos gobiernos, chilenos y latinoamericanos, han firmado con el Fondo Monetario Internacional. Fue un Senador radical, el Honorable señor Bossay, quien obligó a que se hiciera luz sobre una de esas Cartas que el Gobierno había sustraído del conocimiento del Congreso, y cuyas obligaciones pesan de manera brutal sobre el desarrollo económico y la vida de los chilenos.
¡Cuántas veces hemos destacado el hecho inconcebible de que el Gobierno de Chile, en forma voluntaria, acepte que cada quince días suba el valor del dólar y baje el del escudo y que se mantenga el círculo infernal de ser exportadores de materias primas e importadores de artículos manufacturados vender barato y comprar caro, de lo cual se desprende que tales compromisos son el sello de una explotación permanente!
Hemos señalado, inclusive, que la burguesía industrial de nuestro país sufre una competencia desleal por parte del capital foráneo.
Además, hemos destacado que, en el caso del cobre, cuyas utilidades son muy elevadas, a causa de los precios que ha alcanzado últimamente el metal rojo en el mercado internacional y a la alta productividad de esa industria, derivada de su técnica avanzada, se agrega el hecho de que las compañías, debido al alza anual de 30% ó 32% experimentada por el dólar, deben retornar 30% ó 32% menos. Es decir, de acuerdo con la concepción capitalista burguesa, ganan en razón de sus utilidades; pero obtienen beneficios mucho más elevados por la circunstancia de que, en forma voluntaria, nuestro país acepta que cada quince días baje el precio de la moneda nacional y suba el del dólar. Ello implica que nosotros debamos gastar sumas de dinero más altas para importar artículos, vehículos motorizados, materias primas, etcétera.
Pues bien, es la consecuencia de esa política; es el hecho de que el mundo contemporáneo ya no tiene fronteras; es el conocimiento de la vida y la existencia, y es, sobre todo, la presencia de una voluntad revolucionaria que construye el socialismo a 90 millas de Estados Unidos lo que ha ido clarificando el pensamiento de los pueblos latinoamericanos, lo que ha ido fortaleciendo una decisión de lucha y resistencia, de no tolerar que sigamos siendo implacablemente explotados y políticamente oprimidos.
Tal es el motivo de lo que se llama rebeldía, protesta, instrumento de las fuerzas revolucionarias comunistas y socialistas, atribuyéndose a Cuba influencia directa en la formación de la conciencia revolucionaria que sacude al continente.
De ahí entonces la preocupación que tuvo el Gobierno del Presidente Nixon de enviar a América Latina un personero como el Gobernardor Rockefeller también presunto candidato a la Presidencia de Norteamérica a fin de que lo informará sobre la realidad de este continente.
Y aquí debemos referirnos una vez más lo digo sin conocimiento cabal, porque la información no ha llegado todavía a las naciones latinoamericanas a las líneas generales expuestas en la prensa, que han concitado extraordinario interés público.
Desde luego, nada se dice de la realidad social de nuestros pueblos; no se habla de la mortalidad infantil ni del promedio de vida; no se señala tampoco el estado de subalimentación que caracteriza al hombre de este continente; no se destacan las cifras de desocupación y desempleo; nada se expresa sobre las viviendas, que faltan por millones. En resumen no diré piadosamente, sino en forma artera, ni siquiera se hace una referencia a la dramática realidad que viven cerca de 300 millones de seres humanos.
Esencialmente, ese informe, por lo que publica la prensa, no contiene nada que pudiéramos llamar justo, novedoso, audaz o creador. Inclusive, sabemos perfectamente que la Comisión Especial de Coordinación Latinoamericana, CECLA, entregó, por medio del Ministro de Relaciones de Chile, el pensamiento, no de los gobiernos revolucionarios del continente, sino de los latinoamericanos, la mayoría de los cuales, por desgracia, ni siquiera representan a sus propios pueblos.
En ese informe se plantean viejas soluciones que nunca han sido consideradas. Se reitera la posición de gobiernos burgueses, pro americanos, pero que han llegado al convencimiento de que no es posible continuar este tipo de relaciones, económicas, financieras y comerciales entre los países en desarrollo dependientes de Estados Unidos.
Los comentarios de la prensa estadounidense destacan que el informe Rockefeller hace presente la necesidad de incrementar la ayuda militar a los países latinoamericanos.
En varias oportunidades hemos dicho que algunas naciones de nuestro continente, donde la miseria, el hambre, la desocupación y la incultura alcanzan niveles muy altos, gastan hasta 60% de su presupuesto en las fuerzas armadas. ¿Para luchar contra quiénes? ¿Contra los propios pueblos latinoamericanos? ¿Acaso para fortalecer a esos organismos y afianzar lo que Rockefeller desea: la estabilidad de los gobiernos que representan al régimen capitalista y que, en esencia, constituyen amparo y protección para los intereses norteamericanos invertidos en nuestro continente ?
En forma impúdica, sin ir a la raíz de los problemas, sin profundizar en el drama que viven millones de latinoamericanos, Rockefeller y Nixon coinciden aunque éste no lo hace presente en la necesidad de fortalecer las instituciones armadas de nuestros países. Y digo "aunque Nixon no lo hace presente", porque un comentarista de la propia Casa Blanca señala que, "si bien el Presidente no se refirió a esta parte de las sugerencias del señor Rockefeller, no significa que la rechace; muy por el contrario". Es decir, una vez más una Administración norteamericana escamotea la verdad de lo que acontece y no penetra en la raíz de los problemas económicos y sociales que sacuden a nuestro continente. Piensa ese Gobierno sobre todo, el informante del Mandatario norteamericano que es esencial robustecer las fuerzas castrenses de Latinoamérica, a fin de impedir la subversión, y, en forma cínica, propone nada menos que la creación de un Consejo de Seguridad del Hemisferio Occidental, para hacer frente a las fuerzas subversivas del continente, cuya sede estaría fuera de Estados Unidos. O sea, se persigue la creación de un organismo que haga todavía más dependientes a las Fuerzas Armadas latinoamericanas de la influencia de Norteamérica. Se trata, entonces, de crear la superestructura de la Fuerza Interamericana de Paz planteada en forma clara y ostensible por el PresidenteJohnson. Se tiende a posibilitar el establecímiento de un instrumento represivo que permita realizar la política de las fronteras ideológicas, que tantas veces hemos denunciado en este recinto.
Esto que ha conocido la opinión latinoamericana como parte del informe de Rockefeller tiene, en el caso actual de Chile, extraordinaria gravedad. Primero, porque nosotros debemos reconocerlo, como país, precisamente el Gobierno del Presidente Frei, hemos rechazado la Fuerza Interamericana de Paz. Espero que también se desapruebe la tentativa de crear el Consejo de Seguridad del Hemisferio Occidental. El hecho tiene gravedad extraordinaria. Ya el Honorable señor Chadwick leyó en este recinto la carta del GeneralRoberto Viaux Marambio dirigida al Presidente de la República, en la cual califica a los integrantes de las Fuerzas Armadas y señala, en uno de sus párrafos, que algunos de ellos se encuentran en las filas sirviendo intereses foráneos.
Los socialistas y, en general, los partidos de Izquierda, con serenidad y responsabilidad, no hemos querido profundizar en algunos aspectos de los últimos acontecimientos ocurridos en el país, por ser ellos de extraordinaria gravedad. Sin embargo, tuvo que hacerme cargo de algunas expresiones destempladas del Ministro de Defensa y señalarle que habíamos procedido con un superior sentido patriótico en esta materia. Pero nuestra colectividad solicitará una sesión especial del Senado secreta, si se quiere para profundizar en esos problemas.
Debo advertir que cuanto hemos venido aseverando durante toda nuestra existencia partidaria se ve reflejado, con claridad y nitidez, en el resumen que la prensa continental y mundial ha hecho del llamado informe Rockefeller.
Para nosotros es grato señalar que, en el propio Estados Unidos, Senadores de responsabilidad, que desempeñan la presidencia de Comisiones importantes, han hecho presente que en el Congreso de ese país no pasará la tentativa de aumentar las facilidades para que nuestros países sigan adquiriendo armas pesadas y livianas con el propósito de crear condiciones especiales de represión contra los movimientos de liberación nacional. Estos nacen como una realidad y una necesidad frente al drama de nuestros pueblos, en lo económico, político y social. Nacen por dignidad humana y colectiva, porque no queremos seguir siendo esclavos, en este mundo de la aparente libertad, de ]as presiones económicas y políticas que emanan de la dependencia de nuestros pueblos.
Cuando uno recuerda que Estados Unidos lleva gastados cien mil millones de dólares en la agresión contra un pueblo pequeño, pero digno y heroico, como Vietnam. . .
El señor
Ha terminado el tiempo correspondiente al Comité Socialista, señor Senador.
En seguida, ofrezco la palabra al Comité Mixto.
El señor
Cedo parte de mi tiempo al Honorable señor Allende.
El señor
Agradezco su deferencia, Honorable colega. No quiero abusar utilizando ampliamente ese tiempo, pero sí me satisface poder redondear mis observaciones.
Cuando uno recuerda las inversiones y gastos hechos por Estados Unidos para imponer su política en Asia, cuando uno sabe que en un territorio diez veces menor que el tamaño de Europa se ha lanzado 50% más de bombas que las utilizadas durante la segunda guerra mundial; cuando uno recuerda que más de 600 mil soldados y "marines" norteamericanos intervienen en Vietnam del Sur; cuando uno sabe que, a pesar de ello, las cuatro quintas partes del territorio de ese país están en poder de los patriotas, y las tres cuartas partes de su población apoyan al Frente de Liberación Nacional; cuando el mundo tiene conciencia de que se ha creado un poder local que ha movilizado al pueblo en su resistencia heroica, y que ahora, desde hace años, se ha transformado en el Gobierno provisional, revolucionario de Vietnam del Sur; cuando los hechos nos están enseñando que, no obstante todo su poderío militar y económico, Estados Unidos se ha visto obligado a detener los bombardeos contra Vietnam del Norte, y que esa República democrática ha derrotado ya a Norteamérica, y cuando se da cuenta de que la propia resistencia interna en Estados Unidos obliga a los Gobiernos ayer, Johnson; hoy, Nixon a buscar un camino que les permita lo que ya es imposible aceptar decorosamente, la derrota, entonces uno comprende hasta dónde las presiones se seguirán ejerciendo frente a nuestro continente.
A pesar de lo que sucede a Estados Unidos en Vietnam y en Corea y de lo que le aconteció en Cuba, no obstante estas experiencias, de nuevo pretende imponer el vasallaje a nuestros pueblos por medio de una política que, en el fondo, significa continuar la explotación de nuestro continente y afianzar la influencia de las castas reaccionarias que usan los ejércitos para mantener sus privilegios, y que realizan una política, no al servicio de los intereses de nuestras naciones, sino, fundamentalmente, de los intereses foráneos.
Estimo tan evidentes los hechos, y la experiencia es tan clara, que yo invito a los señores Senadores de todas las bancas a analizar con profundidad lo que ocurre en nuestro continente. Porque inclusive Gobiernos militares nacidos de golpes de Estado, como la Junta Militar del Perú, deben tomar medidas para defender la soberanía, como en el caso del petróleo y de las vías marítimas. En Bolivia, el militar Ovando, quien fue colaborador directo del Presidente Barrientes y no sólo movilizó al Ejército boliviano, sino que recibió el apoyo de fuerzas interamericanas de Paraguay, Argentina y Brasil, y de los "boinas verdes" americanos para aplastar las guerrillas liberadoras del Che Guevara, llegado al poder, después de derrocar al Presidente legal, señor Siles, también tomó medidas contra las compañías petroleras.
Y el señor Rockefeller, olvidando la esperanza y el deseo sincero que pudo haber tenido el Presidente Kennedy de que la democracia burguesa imperara en ese continente, señala con satisfacción que hay grupos militares que buscan el bienestar y la justicia de sus pueblos. Es decir, halaga y estimula a las Fuerzas Armadas. Plantea una política para vitalizarlas e indica que están realizando lo que no hicieron determinados grupos o corrientes políticas en nuestro continente.
En consecuencia, en ese documento hay una serie de sugerencias que, convertidas en realidad, contribuirán a acentuar, y mucho, la influencia deformante, la prepotencia y la hegemonía de la política estadounidense en Latinoamérica. No se dan cifras para el desarrollo de la política armamentista que se propone. Se busca, sí, la manera de no sancionar a los países que hagan inversiones en armamento pesado, por tratarse de armas modernas de costo elevado. En cambio, se dice que Estados Unidos podría contribuir hasta con 100 millones de dólares para crear un Consejo para la Educación, la Ciencia y la Cultura, dependiente de la Organización de los Estados Americanos. Siempre hemos dicho que, en forma sigilosa, la penetración norteamericana alcanza los niveles científico, técnico y cultural. Nuestra cultura autóctona ha sido aplastada. Las raíces de nuestra historia, de la cual podemos enorgullecemos como pueblo, han sido muchas veces negadas, y se ha impuesto una educación y una cultura que nada tienen que hacer con nuestra tradición histórica.
Me he preocupado últimamente de todos los aspectos de la vida de estos pueblos, problema que tiene relación directa con lo que estoy planteando. Se ha inicia do una campaña destinada al control de la natalidad, hecho que, proyectado mundialmente, ha repercutido inclusive en la propia Iglesia Católica en lo concerniente a la utilización de los anticonceptivos. Pero esta política de parche está destinada a desfigurar la realidad de nuestros pueblos. Se piensa que con ello podrá evitarse que se acentúe más y más el drama del hambre. He recordado en este recinto que el Ministro de Agricultura de la Administración Johnson sostuvo que la década de los años 70 al 80, será la del hambre en América Latina. Como médico, dije que 60% de la población de este continente se alimenta mal. Entonces, ¿cómo no protestar y levantar nuestra voz airada para señalar la inconsecuencia y el peligro que implica este informe, donde esencialmente se señala la necesidad de fortalecer los gastos de las Fuerzas Armadas, so pretexto, no ya de hipotéticas amenazas exteriores que vendrían de los países socialistas, de la Unión Soviética, sino de la propia subversión interna, de la rebeldía de nuestros pueblos, sin reconocer las causas que la generan? Pero ¿cómo no va a haber rebeldía y protesta si mueren millones de niños latinoamericanos por carecer de leche; si en Chile, que no puede ser comparado con otros países en esto somos lo suficientemente objetivos: aquí siquiera existe una democracia burguesa, y la prueba está en que nos encontramos en este recinto, un millón de niños que nacieron normales, ahora tienen deficiencias mentales, porque carecieron de leche y de las proteínas necesarias? Al respecto existen informes de médicos de todas las corrientes políticas que demuestran que en Chile mueren innecesariamente quince mil niños todos los años. Más aún, las cifras demuestran que ahora los jóvenes que llegan a la conscripción militar tienen menos peso y estatura que los de épocas anteriores, como consecuencia precisamente de la alimentación deficiente.
Sin embargo, a esta altura del avance tecnológico y científico, nos encontramos con informes como el del señor Rockefe11er, que servirá de base para consolidar
y continuar la política de constante agresión directa o de sigilosa penetración, abierta o velada, en los aspectos cultural, político y sindical de nuestro continente. Todo ello le parece poco todavía a Estados Unidos, que ha intervenido en Brasil, en Guatemala; que pretendió agredir a Cuba; que actuó en Santo Domingo, y que ahora mismo presiona a Perú, nación que ha asumido una actitud de rebelde resistencia contra la insolencia norteamericana de pretender aplicarle la enmienda Hickenlooper, que significa adopción de represalias contra los gobiernos y los pueblos que toman medidas necesarias para afianzar su independencia.
Reitero: para el Partido Socialista es una obligación plantear en este recinto y públicamente lo que este informe representa: un eslabón más en la cadena de opresión con que por centurias Estados Unidos ha atado a los países latinoamericanos.
Para el Partido Socialista es una obligación señalar que la subversión, que el informe Rockefeller define como expresión injustificada de protesta de nuestros pueblos, tiene sus raíces en la existencia miserable de nuestras naciones: que, en el hecho, somos explotados; que nuestras riquezas están en manos del capital norteamericano, y que la diferencia entre los niveles de vida de un americano del Norte y un latinoamericano es brutal.
América Latina no puede seguir siendo exportadora de capitales; no puede seguir hipotecándose; no puede continuar endeudándose más y más.
Estoy cierto de que los pueblos latinoamericanos pasarán por alto las sugerencias del señor Rockefeller, y encontrarán la fuerza vital y la voluntad revolucionaria indispensable para defender la existencia a que tienen derecho, lo cual permitirá acentuar su lucha por conquistar su independencia económica y política y la dignidad que merecen.
Concluyo mi intervención agradeciendo nuevamente al Honorable señor Chadwick la gentileza de haberme cedido parte de su tiempo.