Labor Parlamentaria
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Antecedentes
- Senado
- Sesión Ordinaria N° 91
- Celebrada el 14 de mayo de 1968
- Legislatura Extraordinaria periodo 1967 -1968
Índice
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El señor
- Ruego a la Mesa recabar la atención de los señores Senadores y el silencio necesario.
El señor
- Ruego a los señores Senadores guardar silencio.
El señor
- Cuando estoy presidiendo, me preocupo sobremanera de que haya silencio en la Sala, a fin de permitir a los Senadores exponer con tranquilidad sus ideas.
Señores Senadores, a mi juicio, lo dicho esta tarde sobre la despreocupación que ha tenido el Senado para analizar el caso del Honorable señor Altamirano, es cierto. La forma misma como se ha desarrollado este debate, la actitud de algunos señores Senadores, por lo menos a mí me golpea muy fuerte. No es éste sólo el caso de un compañero de partido; no es sólo el de un amigo ni el de un Senador socialista. Es algo más, señores Senadores. Eso también debe preocupar, y profundamente, a cada uno de los que ocupamos una banca en este recinto. No sólo el fuero parlamentario, no sólo la sentencia injusta, no sólo la persecución política es lo que está en juego: es la libertad de pensamiento sí, señores Senadores expresada en un recinto universitario por un profesor universitario. Creo que el Senado tiene la obligación de medir, en su amplitud total, lo que ello significa, y por eso reclamo de los señores Senadores la atención, no a mis palabras, sino a su propia conciencia, a la realidad de lo que ha estado sucediendo.
Deseo, antes de profundizar en esta materia, señalar que el Partido Socialista y sus Senadores nos hemos preocupado, como era nuestra obligación imperativa, de lo acaecido a nuestro colega. Antes de su condena, cuando el Gobierno inició con pasión subalterna y mezquina las querellas, en este recinto se alzaron nuestras voces para destacar la gravedad de lo acontecido y de lo que podía ocurrir. Cuando la justicia ordinaria dio su veredicto, volvimos de nuevo, si mal no recuerdo en una sesión especial, a golpear la atención del Senado ante el fallo de los tribunales ordinarios. Y cuando vino la sentencia increíble de la justicia militar, nuevamente los Senadores socialistas impetramos de esta Corporación que se preocupara de la situación de nuestro compañero y, más que eso, del problema en sí, que repito ha sido, a mi juicio, una afrenta contra el Senado de la República.
Planteada por mi colega, compañero y amigo el Honorable señor Aniceto Rodríguez, la pregunta que hizo en sesión pública y que derivó en una consulta a la Comisión, me preocupé con interés más allá de mi obligación formal como Presidente de la Corporación, de informarme acerca del alcance constitucional de aquella interpelación. Como no soy abogado, me reuní con funcionarios del Senado que son juristas y, algunos, profesores universitarios. Conversé largamente con ellos. Inclusive, más de uno me expresó sus dudas respecto de la situación real que debería afrontar el Senador Altamirano, por estimar que el Honorable colega no podía perder sus derechos consagrados por la expresión de la voluntad popular ni ser ellos restringidos por un fallo.
Cuando la Comisión empezó a estudiar esta materia, conversé con algunos de sus miembros, en especial con mi amigo el Honorable señor Raúl Juliet, y en una oportunidad, si mal no recuerdo, cité a la Comisión para obtener un pronunciamiento lo más rápidamente que fuera posible, a fin de someterlo al conocimiento del Senado. Una vez emitida la opinión de nuestra Comisión técnica, y colocado en tabla su informe, me opuse a transformar la sesión ordinaria de la semana antepasada en especial, precisamente para que el Senado empezara a conocer de este asunto. Si no tuve la iniciativa de recurrir al Presidente de la Corte Suprema, fue porque ignoro, desde el punto de vista jurídico, qué atribuciones tendría ese tribunal para revisar o corregir lo que aquí se ha estimado sentencia injusta por colegas que dominan el Derecho, o como fallo inconcebible el que pueda condenarse por el mismo delito cuatro o cinco veces a una persona. Además, no podía tomar tal iniciativa desde el punto de vista doctrinario, porque nuestra colectividad ha presentado una acusación constitucional en contra de la Corte Suprema, y el pensamiento del Partido, antes de lo que acaeció al colega Altamirano, quedó establecido en forma muy nítida con relación a la supuesta independencia de los tribunales ordinarios de nuestro país. Si la Corporación acoge la sugerencia del Honorable señor Ampuero, cumpliré, por cierto, con lo que ella dictamine, frente a la Corte Suprema, a pesar del escepticismo de mi opinión personal.
Señores Senadores en realidad se ha dicho aquí lo suficiente. Pero no basta. Es indispensable insistir en la gravedad extraordinaria que significa el hecho de que el Senado pueda aceptar que uno de sus miembros sea privado del derecho que le dio la ciudadanía, en la expresión superior de la voluntad popular, por un fallo arbitrario e injusto y, además, por querellas incoadas con un contenido eminentemente político.
¿Cómo puede el Senado tolerar que la libertad de expresión y de pensamiento sea limitada por el temor de entablar querellas que pueden significar condena? ¿Cómo pueden los Senadores admitir que no se permita someter a análisis, controversia o condenación los sistemas o regímenes existentes en determinados países? ¿Cómo puede el Senado aceptar que a un catedrático universitario, como es Carlos Altamirano, no se le permita analizar, en un recinto universitario y a pedido expreso de los alumnos, lo que son las doctrinas, las tendencias filosóficas o el pensamiento de Debray, hombre de edad muy reducida, pero de prestigio extraordinario, alcanzado en su patria como pensador y escritor, y en el mundo entero, después de su presencia en Bolivia junto al inolvidable Comandante Ernesto "Che" Guevara? ¡Cómo aparece de increíble, a esta altura de la Humanidad, que nosotros aceptemos sin una protesta airada, razonada, justa y permanente, que esto haya ocurrido y pueda seguir sucediendo! ¿Será necesario traer al Senado todos los antecedentes históricos de las luchas y los procesos sociales?
Existe un alto funcionario de este Gobierno, Superintendente de Seguridad Social, el señor Carlos Briones Olivos, que para graduarse de abogado presentó una tesis o memoria que obtuvo distinción máxima y versaba acerca del "derecho legal a la resistencia". Tengo aquí no lo voy
a leer, resumido en parte, ese trabajo, porque no es una memoria corriente: es un trabajo que mereció repito distinción máxima en nuestra universidad. Ese brillante estudiante y prestigioso abogado ha hecho una carrera respetada por distintos Gobiernos. En un trabajo expone lo ocurrido en el transcurso de la historia de la Humanidad, se refiere a opiniones de pensadores, filósofos y escritores, e incluso maneja citas bíblicas y el pronunciamiento de destacados conductores de la Iglesia.
En un momento en que el mundo cruje en su concepción estática y en que todos los continentes son sacudidos por la lucha de los pueblos; en un instante en que, por ejemplo, nuestro Honorable colega el señor Renán Fuentealba sostiene lo hizo esta mañana con claridad meridiana que no puede ser considerado democratacristiano el que no sea anticapitalista, nosotros admitimos casi, dejamos pasar inadvertido para el país, el hecho repito increíble, intolerable, inadmisible, de que un Senador y catedrático universitario sea condenado por exponer las ideas de un filósofo sin agregar nada o muy poco, como comentario personal. Y nótese que una de las sentencias se basa en la omisión en que incurrió el Senador Altamirano, al no destacar, me parece, que el Ejército de Chile no está incluido en la generalización que hizo sobre los institutos castrenses latinoamericanos, que todos lo sabemos de ejércitos independientes y profesionales tienen muy poco, pues la mayoría son guardias pretorianos al servicio del dictador de turno y sometidos al control y a la presión norteamericanos.
¿Esto no es grave, señores Senadores? ¿Cómo podemos aceptar que la justicia ordinaria prive del ejercicio de su cargo por cerca de un año al Senador Altamirano, aunque remitiéndole la pena, y nos humille a todos al obligarlo a presentarse al Patronato de Reos?
Pienso que, si se hubiera tratado de un Senador de cualquier otro partido, yo habría tenido las mismas expresiones lo digo honestamente, porque me nace decirlo, pues está de por medio un principio de vigencia permanente, que se perpetúa mucho más allá de la lección de entereza que nos ha dado Carlos Altamirano al no querer apelar, respaldado en su actitud por nuestro comité central, no porque quisiéramos especular políticamente, sino por estimar que el tribunal a que debía apelar tampoco tenía la independencia y lo voy a decirla autoridad moral para juzgar a un Senador de la República, y todavía por supuestos delitos. Lo decía el Honorable señor Ampuero. Más aún, un compañero nuestro fue condenado a sesenta días de cárcel, inclusive sin tomarse en cuenta su conducta y desconociéndose su condición moral de Senador de la República porque no la acreditó su abogado.
Tengo aquí una sentencia con relación al cuasidelito de homicidio imputado al Mayor de Carabineros señor Ricardo Vásquez Echeverría, en el caso del menor Sergio Corrales Escandón, de dieciocho años, muchacho que fue muerto mientras se buscaba a los evadidos de la Penitenciaría de Santiago a fines de septiembre. Fue condenado a treinta días de prisión por el mismo juez militar que condena a sesenta días al Senador Altamirano por la omisión de no haber esclarecido su pensamiento respecto del Ejército de Chile.
Si esto no es algo increíble, injusto, que afrenta a la Corporación, no sé qué más pueda serlo.
Por mi parte, considero que es nuestra obligación expresar ante el país la opinión del Senado, no sólo en defensa del fuero parlamentario, que, a mi juicio, ha sido atropellado. Hay dictámenes de las Comisiones, en el Senado y en la Cámara, que establecen perentoria y categóricamente que el fuero no sólo alcanza a nuestras opiniones en este recinto, sino también en todas las actividades que como representantes de la voluntad popular debemos desarrollar.
¿Se dan cuenta, señores Senadores, lo que esto puede significar? Cualquiera de nosotros, con cualquier régimen o sistema, o con este mismo, que analice con claridad, frente al pueblo que nos ha elegido, la situación del Gobierno en su aspecto económico y social, puede ser llevado a los tribunales.
Y es tan política la actitud del Gobierno, que los Senadores y Diputados socialistas dijimos públicamente, incluso en un documento, que compartíamos todas y cada una de las expresiones del Senador Altamirano, pero nada se hizo en contra de nosotros. No acostumbro a usar demasías en mi lenguaje en la tribuna popular. Generalmente, lo que digo allá lo expresó aquí y lo que sostengo aquí lo repito allá. Pero en los últimos meses me he esmerado en ser más claro y duro y he empleado calificativos para juzgar, no en lo personal, sino en su actitud política, al Jefe del Estado y sus colaboradores. Sin embargo, nada. . . ¿Por qué? O porque se reconoce el error o, lisa y llanamente, porque queda en evidencia la actitud política en contra de un Senador que, sin discusión, era el más duro para analizar la política económica del Gobierno y el más terco en muchas de sus expresiones dentro de este recinto y fuera de él. Característica propia de su temperamento, la cual, por lo demás, también estuvo presente al criticar al Gobierno del señor Alessandri. No había entonces en la actitud del Senador Altamirano algo pasional en contra del señor Frei, sino que emana de sus convicciones, de su forma de razonar, de la pasión que pone para defender las causas que él cree justas.
Me parece que aún no es tarde para que el Senado exprese con claridad lo que debe decir frente a este hecho único en la historia de Chile, ya que, por suerte, el caso de Pablo Neruda no logró concretarse en prisión, por haber podido traspasar las fronteras, y. lo mismo sucedió con Pedro León Ugalde.
Fuera de este recinto, hemos reiterado nuestra protesta en la prensa, en la radio y en el comicio popular, en Valparaíso, en Santiago, en Antofagasta, a lo largo de todo Chile, señalando lo que esta condena representa de indignante, de infamante, no para Altamirano, cuya posición política sale enaltecida, lo mismo que la de nuestro partido, sino para el sistema de la institucionalidad, para esta Corporación. Hemos señalado lo que significa el tobogán por el cual se ha lanzado el Gobierno, ya que las querellas contra el Senador Altamirano forman parte de un pensamiento, de una actitud represiva y persecutoria, que ayer se tradujo en sangre en El Salvador y en las calles de Santiago, y que llevó a una huelga de hambre a las mujeres de Chile en los jardines del Congreso. Agradezco a los señores Senadores que hayan permitido abrirles las puertas del Senado cuando me convencí de que la inclemencia del tiempo y la intemperie me obligaban humanamente a ampararlas. Y no hubo un solo Senador lo hago público que me dijera que esta actitud había sido incorrecta o traspasaba las fronteras de mi derecho de Presidente de la Corporación.
Lo que sucede hoy día con los maestros, lo que ha ocurrido con los periodistas, lo que ha sufrido en carne propia el compañero secretario general del Partido y lo que se ha dicho otras veces en contra nuestra y en contra del que habla, forman parte de una acción orgánica y planificada de radio y prensa del Gobierno.
El Senado debe meditarlo muy bien, porque excúsenme Sus Señorías el debate que efectuó esta mañana nuestra Corporación, a mi juicio, se deslizó por los amplios senderos de un enfoque político que desdibujó el contenido que debió tener esa reunión, la cual por cierto, es una opinión personal que no di no debió haberse realizado en ausencia del señor Ministro del Interior.
El señor
Varios estuvimos de acuerdo.
El señor
- Pero en la sesión anterior, el Honorable señor Miranda destacó los ataques permanentes que, por medio del diario "La Nación", se dirigen contra los partidos y contra el Senado.
Cuando uno recuerda las palabras de Ministros de Estado que planteaban la posibilidad de una crisis institucional si nosotros, en el ejercicio de nuestros derechos, nos negábamos por segunda vez a legislar sobre un proyecto de reajustes, después de haber dado salidas legales anticipos a las Fuerzas Armadas y a los funcionarios públicos, y sabedores de que mañana, mediante el veto, el Gobierno impondrá implacablemente su criterio en la mayoría de los casos, al extremo de negar que se legisle según se me ha dicho sobre cosas tan humanas, por ejemplo, como las propias guarderías o jardines infantiles; uno llega a la conclusión de que el clima propicio ojalá no ocurra, que no ha desaparecido, pueda expresarse mañana en un atentado contra esta Corporación, símbolo intencionado y torvo de una actitud opositora que no ha existido o de una inmoralidad que no es cierta. Más se afianza ese temor cuando un flamante Comandante en Jefe del Ejército estoy pesando bien lo que digo, en una entrevista a la prensa, hace referencia al retardo por culpa del Congreso en el despacho del proyecto de reajustes, opinión que no tenía derecho a dar, que no podía dar y que, además, no es cierta; y cuando hay una atmósfera y un clima que, incluso, encuentra eco en parlamentarios de la Democracia Cristiana, como el actual señor Presidente de la Cámara, acerca de cuyos conceptos aunque no dudo de las palabras del Honorable señor Aylwin de que el señor Valenzuela dio una explicación no he leído en la prensa un desmentido claro, rotundo, formal, que debió haber salido al día siguiente de las supuestas expresiones del señor Diputado, y con mucho mayor razón después de ser ungido por sus partidarios como Presidente de la Cámara, porque tenían mayoría para ello.
Si este Senado, acribillado, cercado, aprisionado ante un Gobierno que lo culpa de no permitirle realizar los planes que se propuso, en circunstancias de que sabemos que no es efectivo; si este Senado, difamado todos los días a través de espacios de radio y de publicaciones en que, por cierto y como siempre, sobresale "El Mercurio", sibilino, artero, cobarde, comprometido; si este Senado no tiene dignidad para defender en Altamirano su propia dignidad colectiva; si este Senado no tiene entereza para señalar que la justicia militar ha ido pero mucho más allá de lo que debió haber sido un fallo jurídico, entrometiéndose en los caminos tortuosos de una actitud política; si este Senado no reivindica el respeto a la expresión de la voluntad ciudadana y no reclama lo que somos en virtud de lo que establece nuestra Constitución, lógicamente que ese peligro a que me vengo refiriendo se incrementará.
Para algunos Honorables colegas puede parecer extraño que un Senador socialista, que por principio no cree mucho y es lógico que así sea, como no deberían creer Sus Señorías, si son honestos, en la institucionalidad burguesa, haga fe en las expresiones que algunos sectores proclaman contra nuestro régimen capitalista. Sin embargo, tengo que creer en las palabras vertidas esta mañana, corroboradas con serenidad y firmeza por el Honorable señor Fuentealba: "No es democratacristiano el que no es anticapitalista". Entonces, ¿dónde queda la superestructura? ¿Y donde la expresión legal de un sistema? ¿No les merecen estos tópicos un análisis profundo a los señores Senadores democratacristianos? Si Sus Señorías desean cambiar el régimen capitalista por un sistemo que no definen supongo que sería el comunitario, y quisiera que algún día un pensador serio de la Democracia Cristiana me indicara cómo lo conciben, en qué parte del mundo está en acción y qué etapa de la historia del proceso social alcanzó el contenido de una acción gubernativa; si ustedes, señores Senadores democratacristianos, piensan que el régimen capitalista ha hecho crisis y está en falencia, y debe ser sustituido por una concepción social distinta, aunque Sus Señorías no acepten en su pensamiento la concepción táctica de la violencia, tendrán que estar conmigo y entender que nunca en la historia, hasta ahora, un sistema se ha dejado aventar o reemplazar sin que los usufructarios del Poder se defiendan, porque luchan por sus privilegios y prerrogativas que, aunque injustas, a ellos les satisfacen. Por eso es indispensable que la Corporación, en un nivel superior de responsabilidad cívica, oiga nuestras palabras y comprenda que si nosotros, por principio, al igual que Sus Señorías, estamos en contra de este régimen, mientras estemos aquí, en este recinto, que es la expresión de la democracia burguesa que ustedes y nosotros queremos cambiar y destruir si es que es honesta la posición de Sus Señorías, cumplimos bien al defender, siquiera; lo que la propia concepción del sistema representativo establece en tal democracia.
El señor
- Hago presente al señor Senador que sólo le quedan dos minutos.
El señor
¿Del Orden del Día?
El señor
- Entiendo que se acordó destinar algunos minutos al despacho de un proyecto, por acuerdo de la unanimidad de los Comités. No está en mi ánimo el propósito de obstruir la tramitación de una iniciativa que preocupa al Gobierno.