Labor Parlamentaria
Participaciones
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Antecedentes
- Senado
- Sesión Ordinaria N° 5
- Celebrada el 15 de junio de 1965
- Legislatura Ordinaria año 1965
Índice
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Intervención
INTERVENCION DEL SENADOR SEÑOR PABLO EN REUNIONES DE COMISION DEL PARLAMENTO LATINOAMERICANO.
Autores
El señor
Querría saber si el señor Senador se opone a que dé a conocer, bajo mi responsabilidad, lo que expresé en Buenos Aires, y que, por lo demás, fue publicado en "La Nación" de esta capital. Lo que solicito es su inserción en El Diario de Sesiones.
El señor
No me opongo; sólo querría oírlo. ¿Es muy extenso?
El señor
Si no hay oposición, se acordará lo solicitado por el Honorable señor Pablo.
El señor
Hago fe en la palabra del señor Senador y con las observaciones que he hecho, doy mi asentimiento.
El señor
Acordado.
-La inserción es del tenor siguiente:
"Discurso pronunciado por el Senador Tomás Pablo Elorza el 9 de junio de 1965, en el Salón de Honor del Senado de la República Argentina, en la sesión de clausura de las actividades de la Comisión del Parlamento Latinoamericano.
"El señor PABLO:
"Honorables Parlamentarios argentinos, Honorables Parlamentarios de diversos países de América Latina, señores miembros del Cuerpo Diplomático;
"Alzo mi voz esta tarde en este recinto, en representación de los Senadores de Chile y os trasmito, con fraternal aprecio, su saludo. Al hacerlo así, Señores Parlamentarios de la República Argentina, saludo en vosotros, al pueblo argentino y en vuestra presencia. Señores Parlamentarios de América nuestra, al concierto de Naciones cuya integración y destino futuro seriamente nos preocupa.
"Adherimos al régimen en libertad.
"Hablo pensando en una América Latina unida y gobernada en régimen de libertad. Libertad a la que adherimos no en términos formales, sino con la tradición del pueblo chileno, raras veces interrumpida. Para hacerla plena, hemos venido perfeccionando en constante esfuerzo, nuestro sistema electoral y nuestras instituciones republicanas, tarea que siempre admite reformas que propiciamos.
"Creo con sinceridad que dentro de la estructura democrática los pueblos quedan en condiciones de lograr con esfuerzo común, el camino necesario para alcanzar la verdad, y sabemos, porque escrito está, "que sólo la verdad nos hará libres", aspiración de quienes siendo creados con límites en espacio y tiempo, tienen conciencia que por su condición humana, poseen destino de vida superior.
"Aspiramos al bienestar del hombre común.
"Soy Senador de un país, Chile, que se esfuerza en la hora presente por incorporar al pueblo al poder, la cultura y la riqueza. Nace esta vocación de nuestra adhesión a la justicia social, pero corresponde ella también, sin duda alguna, al pensamiento común generalizado en Oriente y Occidente, de que debemos velar por el bienestar del hombre común. Nunca como en nuestros días, se lucha en todos los sectores del orbe, cualquiera que sea en ellos la intensidad del esfuerzo, por asegurar al hombre común -al herrero o al carpintero, al trabajador manual o aquél en cuyo esfuerzo predomina la labor intelectual, al que labora en el campo o en la ciudad, al que se interna en la mina o al que desafía los embates del mar- por asegurar a este hombre anónimo y sin blasones, una vida en que se derrote la miseria, para crear una realidad en que se pueda subsistir sin riesgo al hambre, a la enfermedad o aquellos que sobrevienen con la vejez.
"Este afán de nuestro tiempo gravita con decisión sobre los hombros de quienes, son conductores o sobre los que luchan por el poder en los distintos rincones del mundo, porque las masas van por el camino de adquirir conciencia de que la sociedad de hoy debe ser estructurada en forma tal que asegure el mínimo de bienestar indispensable para que el hombre pueda sobrellevar una vida a lo menos humana. Y saben los pueblos del presente que este propósito que tienen y al que aspiran, no es una quimera o ilusión producto de la fantasía. Van sabiendo y adquiriendo conciencia que en una época de permanente revolución industrial, el desarrollo económico debe ser estructurado, dirigido y encauzado en forma tal, que asegure a todo hombre, por el hecho de ser tal, un mínimum de participación en la riqueza que lo habilite para vivir con dignidad y seguridad.
"Es mucho lo que en este caminar queda por hacer en nuestro continente, la América morena. Aquí sabemos del hambre, que golpea tal vez en forma más dura sobre nuestras poblaciones campesinas, que constituyen en muchas de nuestras naciones la mayor proporción de la población activa. Aquí arraiga en amplios sectores ciudadanos la ignorancia o un saber tan mínimo que se le asemeja. Aquí son vastos conglomerados humanos, los que por no tener organizada la comunidad en que habitan, no tienen peso de significación en la mesa en donde se toman las decisiones.
"Nuestra realidad de hoy nos indica que somos pueblos que pertenecemos al mundo del subdesarrollo y que integramos el vasto campo de los pueblos proletarios.
"Somos un continente con posibilidades.
"Junto a esta realidad que se expresa con caracteres muy parecidos a lo largo de la América nuestra, hay también conciencia que poseemos riquezas potenciales que hablan de un destino promisorio si encauzamos la sociedad por el camino adecuado. Fértiles son nuestras tierras; rico el subsuelo en minerales; grandes posibilidades se desplazan frente a nuestras costas y en nuestras florestas, algunas aún vírgenes, se guardan reservas incalculables.
"Podemos, por tanto, con esfuerzo, porque nada se logra sin él y sólo triunfan aquellos que saben sacrificar al futuro, la vida fácil que podrían otorgarse en el presente, podemos, digo, ponernos en marcha, con auténtica voluntad de cambio, a estructurar un nuevo orden en nuestros pueblos que haga posible la aspiración a que tienen derecho más de doscientos millones de hombres que habitan en esta gran patria nueva, de más de 20.000 kilómetros cuadrados, desde el Sur del Río Bravo hasta las frías regiones del Cabo de Hornos.
"La tarea en que estamos o debemos estar empeñados, no es fácil de lograr en la patria deshecha y dividida en veinte naciones. No es fácil de alcanzar siquiera, aún por aquellos que por la extensión de su territorio y sus notables avances económicos, tienen certeza de un futuro que vislumbran. Hablan por mí, los bajos niveles de ingresos a lo largo de todos los países de América, pues aun aquellos que se sienten seguros por los aumentos que evidencian su producción y balanzas comerciales, no pueden o no deben olvidar que el verdadero patrón o medida de su progreso lo deben expresar no el ingreso de grupos privilegiados, sino la renta per cápita de su población."Este bienestar no lo lograremos aislados o divididos o al menos no lo alcanzaremos con la urgencia que es menester afrontar. No confiemos en la conciencia dormida del que siempre vivió en la miseria. Tarde o temprano, y yo diría más bien pronto, se harán cargo de su postración, de la injusticia que encierra un mundo que los ignora y entonces tal vez sucederá, como hay ejemplos que brotan de nuestro pretérito amontonado, lo que paso a expresar en versos de Schiller:
Cuando el oprimido no encuentra justicia por ninguna parte.
Cuando el peso se hace insoportable, alza su mano con ánimo sereno hacia el cielo; para bajar, sus derechos eternos, que están ahí, inalienables e indestructibles como las estrellas mismas.
"Causas de nuestro deficiente desarrollo económico.
"La falta de celeridad del desarrollo económico deriva en nuestros países de la lentitud en introducir las reformas estructurales básicas que son indispensables para provocar el cambio social, como son entre otras, la reforma agraria, que a través de una nueva adecuación de la teneneia de la tierra, cree acceso a la propiedad de la misma a quienes la trabajan, con el propósito de aumentar la producción y de reducir las tensiones sociales; la reforma tributaria que haga descansar sobre los hombros de los que más tienen, comprimiendo su consumo, el financiamiento del desarrollo económico; la reforma educacional, que extienda los beneficios del conocimiento y la cultura, capacitando en mejor forma al factor humano.
"Por otra parte, la escasez de capitales de que disponen nuestras naciones para la inversión, y los obstáculos que frenan el desarrollo de nuestro proceso de industrialización -circunscrito a mercados reducidos que alientan un crecimiento hacia adentro por el desequilibrio crónico de nuestras balanzas de pagos y que crean producciones que subsisten gracias a un exagerado proteccionismo que golpea duramente sobre la masa de los consumidores- son causas éstas también que obstaculizan en lo interno nuestro caminar hacia niveles de vida superiores.
"Además, en lo externo, nuestras demandas de bienes de importación, indispensables para el desarrollo dinámico de nuestras economías, las hemos visto frenadas por el insuficiente aumento de nuestros ingresos de exportación, ante el hecho evidente de niveles de intercambios negativos.
"Para acelerar nuestro desarrollo, hemos venido recurriendo a la substitución de importaciones y al financiamiento externo. Ambos expedientes van resultando inconvenientes dentro de la realidad actual. Hemos creado, como queda expuesto, una producción industrial cara, por lo reducido de nuestros mercados internos y nos hemos ido comprometiendo, cada vez más, en un endeudamiento externo que no puede ser indefinido. Tengo el convencimiento absoluto que si bien requerimos de la cooperación internacional amplia y generosa, no menos cierto es también que el desarrollo debe ser fundamentalmente tarea nuestra.
"La integración de nuestras economías, hará posible continuar en el proceso de substitución de importaciones en América Latina, pero en condiciones do sana competencia, en un mercado que rompiendo los límites nacionales, hace posible la producción a costos adecuados; aumenta la productividad y estimula el desarrollo industrial sobre el cual descansa fundamentalmente en nuestro tiempo, el progreso económico de los pueblos.
"Pan con dignidad.
"La necesidad de la integración de nuestras naciones, no nace solamente del requerimiento interno para mejorar nuestros niveles de vida. Ella también es indispensable desde el punto de vista del acontecer internacional, si no queremos ver que nuestros pueblos lleguen a sacrificar algún día, cosas fundamentales que los motivan y que son capaces de estimular sus fuerzas creadoras.
"De nada nos serviría satisfacer el hambre de los pobres, solucionar sus demandas insatisfechas de techo y abrigo, su problema sanitario combatiendo con éxito la enfermedad, si ello se realizara a costa de destruir su propia individualidad, sus virtudes que dan expresión a la comunidad que integran y que al hacer ellas posible su capacidad creadora, le otorgan paz interna que lograrán al ver reflejada su propia imagen con dignidad humana.
"Desunidos estamos sacrificando enormes posibilidades. La investigación original, prácticamente se desarrolla en escala muy reducida en nuestros territorios, porque, siendo su costo muy elevado, termina por transformarse en un lujo para economías en subdesarrollo. ¿Cuántos son los técnicos y profesionales de cierta jerarquía, que emigran de nuestros países, para encontrar en otras fronteras posibilidades mayores de perfeccionamiento profesional? ¿Cuántos los médicos, ingenieros, etc. que abandonan nuestro suelo para lograr incorporarse, en otras latitudes a la gran tarea de la investigación y de la creación? Somos exportadores de talento. Esta es una sangría que duramente golpea a nuestras naciones, pues muchos de los que así actúan, terminan por desarraigarse de nuestro propio medio para incorporarse anímicamente a la vida y destino de otras naciones.
"Juntos, en cambio, estaríamos en condiciones de propiciar esta tan importante tarea que crearía horizontes a nuestra juventud y lo que hoy es un lujo para veinte economías fraccionadas, lo podríamos transformar en una base fundamental del propio desarrollo y bienestar de nuestros pueblos. La idea industrializada en los Estados Unidos, por ejemplo, en mi sentir hoy día tiene un valor económico tanto o más importante que sus propios recursos naturales.
"Vivimos en un mundo de gigantes.
"Decía, pues, que desde un punto de vista internacional requerimos de la unidad para salvar nuestro propio destino en el concierto de las naciones, pues como queda explicado, no se trata sólo de satisfacer al hambre, la falta de vestido y de techo del que siempre vivió en la miseria. Esto tenemos que hacerlo, pero conservando su individualidad, su propia fisonomía, exaltando sus virtudes personales para transformar al hombre de Latinoamérica en un ser integrado en una comunidad a través de la cual pueda expresar su propio destino.
"Esta tarea urge en el mundo de hoy. No hace excepción nuestro tiempo a las distintas etapas de la historia. Sobreviven los más fuertes. Estados Unidos y Rusia que sobresalen en nuestra época en el concierto de las naciones, triunfan en gran medida porque son continentes. Europa, barrida en menos de un siglo por tres guerras devastadoras camina con el paso ágil que debería corresponder más bien a pueblos que se autocalifican de jóvenes, hacia su propia unidad, y hombres como Adenauer han podido fundamentar este hecho como de urgente, porque en su sentir la nueva economía se organiza para mercados no inferiores a una población de trescientos millones de hombres. Los Estados Arabes buscan integrarse entre sí, pero su ejemplo encuentra repercusión en Asia primero, en donde, después de la Conferencia de Colombo en abril de 1954 y a instancia de los países representados en ella, Birmania, Ceilán, India, Indonesia y Pakistán, se planea la posibilidad de celebrar una conferencia afroasiática que tiene lugar en abril de 1955 en Bandung, en la que participan veinticuatro países que representaban a más de mil quinientos millones de hombres. En esa oportunidad el mundo quedó notificado que entendían ser los dueños de su porvenir y remarcaban que estaban terminados los tiempos en que en sus territorios se repartían los apetitos y las conveniencias de Occidente en Congresos en que su voz era ignorada".
"En Africa, después de la Conferencia de Bandung, toma cuerpo la posibilidad de un destino panafricano. En abril de 1957, en Accra, se reúnen ocho Estados africa- nos que reeditan la conferencia afroasiática reseñada, y en diciembre de 1958 se provoca en la misma capital de Ghana una nueva conferencia, a la que concurren más de doscientos delegados pertenecientes a unos cincuenta partidos políticos, sindicatos, movimientos estudiantiles y demás, "a fin de establecer debidamente las modalidades de la revolución no violenta de Africa".
"Sobreviene después la Conferencia de Túnez, y en año reciente la de los Jefes de Estados Africanos en Addis Abebba, en donde se proclama nuevamente el sentimiento de unidad panafricano y en donde se llama a estar alertas contra el peligro de "sudamericanizarse".
"Este es, señores senadores, el mundo de hoy en que vivimos.
¿Qué posibilidad tendrán de entregar en él, el aporte que le corresponde a veinte naciones fraccionadas? ¿No hay un serio peligro en el sobrevivir aislado y sin horizontes, frente a gigantes que empiezan a alzarse por doquier? Y de este destino y peligro no se escapa ni siquiera el propio Brasil, país deslumbrado a veces por su inmenso territorio y por su población de 75 millones de hombres, que es grande fuente a otras naciones del continente, pero cuyas posibilidades son reducidas para enfrentar solo el desafío de la época; ello sin hacer resaltar el hecho que al lado del gran bienestar que reflejan capas de su población, el ingreso per capita de esa gran nación señala claramente la debilidad de su propia economía.
"La unidad es nuestro destino.
"Estamos ciertos de no equivocarnos al indicar la urgencia y necesidad vital de proporcionar la unidad de los pueblos de América Latina. Nos va en ello nuestro destino, pues sin este hecho inconfundible, no existe posibilidad de ver debidamente estimulado el desarrollo económico de nuestros pueblos, indispensable para otorgar el bienestar mínimo al hombre común de nuestra América. Por otra parte, rodeados de gigantes que se levantan en todas las latitudes del mundo, no hay posibilidad de sobrevivir, pulverizados en veinte naciones pequeñas.
"Si del destino se trata, no cabe actuar con voluntad débil. Yo soy de los que creen que los pueblos como los hombres, tienen un destino, y que lo que son, y lo que pueden llegar a ser, está condicionado por su fidelidad a él. Si no hay recia voluntad paira enfrentarlo, sobreviene la "ucronía" de que nos hablaba el diputado argentino Camilo Muniagurría en esta conferencia; vale decir, lo que pudo ser y no fue. Es que ante el destino no caben posiciones ambiguas, como apunta Ortega. El destino se acepta o se rechaza. Si se le acepta se es creador, máxima aspiración de los que fueron hechos a imagen y semejanza del Creador mismo; si se le rechaza, no se llega jamás a ser sino la caricatura de ¡o que se debió haber sido.
"Pero, para que nazca un pueblo nuevo, una Patria nueva, no basta tener comunidad de origen, lengua, raza o religión preponderante. Esto ayuda, pero no crea las condiciones para enfrentar en común el porvenir. Para hacer juntos hacia adelante un pedazo de historia, es preciso generar la voluntad en nuestras naciones para caminar en común, unidos en el futuro. Esta no será sólo tarea de Cancillerías. Este es destino de los pueblos. Hay que- generar la voluntad colectiva donde quiera se exprese el mando de unir a América Latina. Lo tendremos en los representantes del Ejecutivo, sí; pero también entre quienes tienen en sus manos la función legislativa y en el pueblo organizado. El parlamentario es mucho lo que puede hacer, pues su misión no termina en el trabajo legislativo o de fiscalización que se realiza en las Cámaras. El está compenetrado del movimiento social en sus pueblos y en muchas oportunidades lo encabeza y encauza. Su voz, su mensaje, tiene resonancia en las fuerzas vivas de la Nación; por ello que es indispensable su participación en la gesta de formar sobre bases sólidas la nueva Patria.
"El llamado del Presidente Frei.
"Con fecha 6 de enero del presente año, dos meses después de asumir el mando el Presidente de la República de Chile, Excmo. señor Eduardo Frei Montalva, dirigió carta a todos los Presidentes de América Latina y a cuatro representantes de organismos internacionales de nuestro continente, y solicitaba a éstos que informaran sobre lo que en su concepto debería hacerse para urgir la unidad de América Latina. La angustia de su visión del problema queda reflejada en la siguiente frase: "todo esto es lo que hay que hacer ahora, y hacerlo sin tardanza, con gran visión y audacia constructiva. Porque es muy grande lo que hay en juego. No es sólo un problema de mercados y de competencia. Es la eficacia dinámica del sistema en que vivimos y la sobrevivencia de nuestros propios valores lo que está comprometido en América Latina, frente a las imperiosas exigencias sociales del desarrollo".
"En la respuesta a esta carta del Presidente de Chile, los directivos de los organismos internacionales, indican un plan a seguir y entre las instituciones cuya creación aconsejan, está la formación del Parlamento Latinoamericano que fundáramos en Lima en diciembre último y cuyo Estatuto, Reglamento de sala y financiamiento, hemos venido a estudiar por una Comisión en estos días a esta ciudad de Buenos Aires, para sancionar el resultado de nuestras deliberaciones en julio próximo, en Lima.
"Tengo fe que este parlamento, nacido en diciembre pasado, ha de constituir una gran Tribuna en nuestro Continente fraccionado. Será fuente de unión entre políticos en quienes debe descansar la tarea de gestar la patria nueva. El asesoramiento técnico tan valioso que pueden otorgar los organismos internacionales, de nada serviría, si el político, hombre que debe adoptar las decisiones, no participa con coraje. Dejemos al técnico cumplir su misión al servicio de la política que decidamos; pero no cedamos jamás la responsabilidad propia de cumplir con nuestra misión, hombres con representación popular, de conducir a nuestras naciones por el camino de su destino.
"Gracias señores Parlamentarios de la República Argentina por vuestra gentil acogida. El reconocimiento de todos los parlamentarios venidos de otros países hermanos alcanza en forma muy especial al señor Presidente de la Nación Argentina Excmo. señor Arturo Illia, quien, en el día de hoy, nos decía que "había llegado la hora de enterrar la suspicacia en América Latina"; también nuestro reconocimiento a su Ministro de Relaciones Exteriores y Culto, don Miguel Angel Zavala Ortiz. Sus palabras han sido para todos nosotros de aliento en la tarea en que estamos empeñados. Comprendemos, pues, qué no estamos sólo en los propósitos e inquietudes que como legisladores poseemos.
"Audacia y adelante.
"Al terminar hago resaltar que más que repetir los anhelos de unidad que refleja el pensamiento de pasadas generaciones y de evocar el sueño de Bolívar, tan caro para los hijos de este continente, conviene más bien hacer lo que hay que hacer, ya que, en palabras de Calderón, "los sueños, sueños son". Esta tarea de unir a América-Latina, conviene hacerla sin retórica que sacrifica a la forma, la esencia y que termina siendo, como apunta Ortega, el cementerio de todas las realidades humanas. A esta gesta conviene invitar, en mi sentir, recordando por una parte, en expresiones del "Divino Impaciente" de Pemán: "que no hay virtud más eminente que el hacer sencillamente lo que tenemos que hacer" y, por otra, llamando tal vez a la acción, con el grito con que Juana la de Lorena invitaba a sus tropas a entrar al combate: "en el nombre de Dios, audacia y adelante".
"He dicho".