Labor Parlamentaria
Participaciones
Disponemos de documentos desde el año 1965 a la fecha
Antecedentes
- Senado
- Sesión Ordinaria N° 40
- Celebrada el 30 de noviembre de 1965
- Legislatura Extraordinaria periodo 1965 -1966
Índice
Cargando mapa del documento
El señor
Honorable Senado:
Hoy día nuestra Facultad y la Escuela de Medicina, como todos los médicos de-Chile, recuerdan con respeto, veneración y afecto a una de las personalidades más destacadas, que tuvo el privilegio, con relación a su época, de organizar y delinear hacia el futuro la enseñanza médica en nuestro país.
Nuestra generación médica estuvo muy distante en el tiempo, de aquella labor constructora que realizó el ProfesorLorenzo Sazie en la Escuela de Medicina. Pero es una obra de gratitud la que realizamos todos los chilenos, al recordar, en el primer centenario de su fallecimiento, a esa inteligencia esclarecida, a ese conjunto de virtudes solidarias y humanas, que constituyó la personalidad del maestro, de su obra y de sus realizaciones acrecentadas con el tiempo y evidenciadas por la formación de una de las escuelas más prestigiosas de Latinoamérica y del mundo entero.
¡Oh, la vieja casona universitaria! La de nuestros abuelos, la que menciona el Profesor AugustoOrrego Luco, cuando nos relata en su libro maravilloso, denominado "Recuerdos de la Escuela", en un conjunto de bellas expresiones que más que una remembranza es un pedazo de alma, las más bellas tradiciones médicas.
"Cuando fui a verla por primera ves hace casi cerca de sesenta años" -decía Orrego Luco- "funcionaba en la calle de San Francisco, a los pies del viejo Hospital que fundó Pedro de Valdivia. Era un pequeño edificio con una puerta enorme. A cada lado de esa gran puerta se abrían dos ventanas cerradas con hermosas rejas. Todo el frontis de la Escuela era estucado y encima del pórtico había un frontispicio con figuras en bajo relieve de tamaño natural que representaban una lección de anatomía. Ese bajo relieve, obra de Plaza, era uno de los primeros y afortunados ensayos del arte nacional".
Esa era la primera Escuela Médica del Chile republicano. Ese fue el escenario donde durante más de treinta años, día a día, noche tras noche, entraba a dictar clases de cirugía y obstetricia un hombre de contextura magra, de constitución delicada, minada su energía física por enfermedades de su infancia, pero con una fisonomía seria y reflexiva, bajo una mirada bondadosa y azul, como lo retratan sus contemporáneos.
Nuestro maestro el Profesor Lucas Sierra, cuando nos hablaba de la influencia científica que ese médico ejemplar desarrolló en el ambiente médico de mediados del siglo pasado, nos contaba cosas maravillosas en su obra titulada "Cien años de la enseñanza médica en Chile", y .aquí están sus palabras:
"Sazie venía impregnado de la enseñanza fecunda de Laennec, enseñanza sin la cual, se ha dicho no puede practicarse la medicina. Como Laennec, supo dar también todo el valor que tiene la Anatomía Patológica en el desenvolvimiento de la medicina. Con Sazie, comienza, pues, la enseñanza de la medicina moderna entre nosotros."
Venía de la Francia eterna, cuna de las más caras libertades de nuestras convicciones democráticas, como igualmente de las sólidas estructuras del pensamiento científico. Había nacido el 16 de julio de 1807 en Monpezat, departamento de los Bajos Pirineos. Bachiller en Ciencias de la Academia de París; interno de los hospitales Hotel Dieu, Necker y San Luis; miembro titular de las Sociedades de Anatomía y Frenología; caballero de la Legión de Honor, le cupieron destacadas actuaciones en el combate contra la epidemia de cólera en los hospitales de París.
Cuando el Gobierno de don Joaquín Prieto encargó al Ministro de Chile en Francia, don José Miguelde la Barra, que contratara un médico para renovar nuestra enseñanza universitaria, el profesor Orfila señaló a Sazie como el hombre que, por su abnegación y conocimientos técnicos, tuviera a su cargo la difícil misión de colaborar en esta tarea con don Andrés Bello.
En nuestra facultad desempeña sucesivamente múltiples cátedras universitarias, pero su especial dedicación fue por la cirugía operatoria y la obstetricia.
El 16 de julio de 1834 funda la Escuela de Obstetricia, de la cual fue su primer director, y dedica sus mejores horas a la defensa y al cuidado de la madre y el niño, como a la formación de matronas y personal especializado. Se desempeña, posteriormente, como Director General de Hospitales, Presidente de la Junta de Beneficencia y Decano de la Facultad de Medicina.
En su práctica, Sazie fue un médico, no solamente de cuerpos, sino de almas. Su espíritu filantrópico lo llevó a prodigar la solidaridad humana y a practicarla preferentemente entre los pobres. Eran tales su abnegación y cariño por los desvalidos, que Vicuña Mackenna dice en sus escritos: "Jamás me había correspondido conocer a un extranjero en Chile que hubiera unido en forma tan armoniosa y superior: cerebro y corazón."
Por eso, quienes lo conocieron evidencian en sus palabras un cariño inmenso a la heroica caridad del doctor Sazie. Así nos cuenta la fundadora de la Congregación de la Provincia en Chile, R. M. Bernarda Marín, cuando relata la acción benéfica que desarrollaba entre los enfermos sin recursos este médico bueno y superior :
"Debo también conservar un recuerdo de gratitud al Sr. Dr. Dn. Lorenzo Sazie, profesor eminente que tuvo la gloria de formar los más distinguidos médicos de la República: hombre de una bondad sin igual y de una caridad proverbial. Entre dos llamados que a la vez tuviera, prefería ir primero a la casa del más pobre, porque decía que al rico no le faltaba asistencia, mientras que al pobre todo le falta. Personas lmuy autorizadas aseguraban que más de una vez le habían visto sacarse un pedazo de su camisa, para arreglar con esos pedazos de géneros y por su propia mano, vendas y cataplasmas a personas muy sin recursos; y, esto fuera de darles dinero para remediar sus necesidades."
Así practicaba la medicina, comprometía su débil salud y despreciaba el dinero y sus ganancias. Cuando uno recuerda los médicos de antaño, se abisma al comprobar el deseo, a veces insaciable, de lucro y de fortuna, de ciertos hombres del presente, y puede llegar a comprender en su inmenso significado que, por desgracia, la senda de Esculapio ha perdido su fuerza espiritual por el vellocino de oro de los mercaderes, que deben ser echados a latigazos del templo, por juventudes que aspiren a cumplir estrictamente el juramento hipocrático.
El Congreso Nacional le confirió la nacionalidad de honor, por los inmensos méritos y beneficios que aportó a la República. Al morir Sazie, no dejó fortuna, pero su obra está en pie, el don más enriquecido de ejemplo, para las generaciones médicas del presente y del futuro en nuestra patria.
Como portavoz de mis compañeros de profesión, pronuncio estas palabras de homenaje y recuerdo su obra enaltecedora en el primer centenario de su muerte.
Nos educamos en la segunda escuela médica de la República.
Nuestros maestros fueros los continuadores: Sierra, Benavente, Charlín, Noé, Muhm, García Valenzuela, Navarro, González Cortés, Brockman, Bisquertt, Scrog-gie, Prunés y tantos otros, que entregaron sus vidas ejemplares al arte y a la ciencia de defender la vida de las acechanzas de la enfermedad y la muerte.
Los recuerdos de nuestros maestros están en nuestras conciencias, en aulas que ahora no existen, en pabellones que destruyó el fuego, en laboratorios que enmudecieron frente a la tragedia.
¡Oh, mi escuela médica que parecía un templo griego! ¡Qué bellas columnas tenía! Sin embargo, todo fue destruido por el fuego.
Está, desde hace muchos años, construyéndose la tercera escuela médica: la de los actuales y futuros tiempos, la de nuestros hijos, pero tan lentamente, con tantas dificultades y desidias, que lo hace a uno pensar y meditar que aquel aforismo de "la salud pública como suprema ley" ha sido olvidado por gobernantes y legisladores.
Estimo que el mejor homenaje que podemos rendir a Sazie en el primer centenario de su fallecimiento, es trabajar sin cansancio y con fe en un destino superior, por obtener que se termine la edificación y habilitación de la Escuela de Medicina, a la cual Sazie tanto amó y a la cual Chile tanto debe, porque es el centro más importante y decisivo en la promoción de la salud física y mental de nuestros conciudadanos.
He dicho.