Labor Parlamentaria
Participaciones
Disponemos de documentos desde el año 1965 a la fecha
Antecedentes
- Cámara de Diputados
- Sesión Ordinaria N° 17
- Celebrada el 16 de noviembre de 1965
- Legislatura Extraordinaria periodo 1965 -1966
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Homenaje
HOMENAJE AL CREADOR DE EMPRESAS MINERAS, DON JOSE ANTONIO MORENO, EN EL CENTENARIO DE SU MUERTE
Autores
El señor
Señorita Presidenta, en estos tiempos de celeridad y angustia, porque el hombre sensato ha encontrado el modo de percibir lo que significa el esfuerzo de su vida ante la magnitud del Universo, Chile tiene una puerta norte que es todo un símbolo. Me refiero al puerto aéreo de Cerro Moreno, que está allí, a pocos kilómetros de Antofagasta, entre el Océano Pacífico y la inmensa extensión de la pampa.
Es una comunidad vital y moderna, surgida como una visión que pretendiese adelantarse al futuro de Chile y romper con sus líneas aerodinámicas de hierro y cemento, la uniforme perspectiva del desierto. Constituye el principal centro de nuestro comercio aéreo y una base de nuestro poderío militar aéreo.
Millares de turistas, de viajantes impenitentes, de chilenos o extranjeros, de hombres de todas las razas y de diversas ambiciones, pisaron en Cerro Moreno, por primera vez, o por última, el suelo de este país. Por eso, Cerro Moreno es un nombre que se conoce y suena en todos los idiomas y en todos los confines del mundo. Sin embargo, es muy poca la gente que conoce y ha logrado interpretar el sentido profundo y evocador que tuvo el Gobierno de Chile, para bautizar a este moderno puerto con estas dos palabras, que son todo un símbolo. Y como son sencillas y directas -como todas las cosas del desierto- suelen engañar a las gentes que viajan y llegan allí ayunas de cultura y con un gesto desaprensivo, -¿Por qué llaman Cerro Moreno a esto tan precioso? -oíamos que decía una turista, cierta tarde, en el casino del aeropuerto . . .
-¿Que no se da cuenta? -le dijo la mujer pampina, que era mesonera en ese casino-. No ve, madame, el tremendo cerrito ese. ¡ Ese es Cerro Moreno!
Y extendió la garzona su mano hacia la extensa y sugerente geografía de Antofagasta.
Señorita Presidenta, ese día comprendí que hasta los mismos chilenos y algunos nortinos sabíamos poco de nuestras cosas, de nuestras tradiciones y de nuestra importancia en el desarrollo de la cultura y la economía en América del Sur. Porque era cierto que esa inmensa montaña que se extiende al norte de Antofagasta y junto a la inmensidad del mar, era Cerro Moreno. Pero es verdad que mayor que ese cerro era el dueño de ese cerro, don José Antonio Moreno. Por eso, le llamaron y le llaman Cerro Moreno, y por eso al puerto aéreo le pusieron ese nombre; como a la montaña, como a la calle, como a un mineral y como a la moderna Planta Concentradora de Minerales que se está construyendo en el puerto de Taltal.
Señor Presidente, el domingo 7 de noviembre recién pasado se cumplió el primer centenario de la muerte de don José Antonio Moreno. En varios pueblos del desierto de Atacama se celebraron actos solemnes en su memoria; en la misma base militar se desarrolló -como una feliz coincidencia- la más importante demostración aérea de su historia y sus moradores tuvieron un día de fiesta realzado con la presencia del Presidente de la República.
Porque fue José Antonio Moreno uno de los forjadores de nuestra conquista y nuestra grandeza en el norte; un político ferviente y desinteresado, un precursor de nuestro comercio internacional; un patriarca idealista del Partido Radical, un luchador empecinado y progresista, yo quiero, en nombre de las gentes del norte, rendirle el homenaje de un breve recuerdo, en el centenario de su muerte.
(Poniéndose de pie) : Señorita Presidenta, el Manco Moreno -quiero llamarlo así, con llaneza, pero sin irreverencia, porque así lo llamaron los changos y los mineros cuando vieron que al patrón le faltaba un brazo- fue dueño de todo el cobre que se conocía en el desierto chileno; tuvo ferrocarriles, fundiciones de metales, organizó líneas de barcos y fundó tres puertos: Taltal, Paposo y El Cobre, donde hoy está Caleta Remiendos. Era un hombre aventurero que, de humilde, llegaba a ser potentado; pero, con la misma facilidad podían encontrarlo arruinado, para que al año siguiente lo "tuvieran" de magnate. Fue un industrial chileno que podía darse el tono y la satisfacción de mandar un bergantín a comprar desde Antofagasta a Valparaíso, para que le llevara los periódicos y el agua dulce para beber.
El Manco Moreno había nacido en Copiapó el año 1812, y, siendo hijo de una familia de mineros y de un pueblo de cateadores, era natural que sus primeros impulsos de juventud fueran los de un descubridor. Sentía la vocación, el ardor del desierto y la ambición constructiva del minero, como también la generosidad y la sencillez del afortunado. Por eso amasó fortunas, levantó grandes empresas; regaló y legó sus minas, con la simpleza del que ha podido tenerlo todo y perderlo todo en un instante. Hizo la revolución, fue patriota y rebelde. Aunque, sin saberlo, él era un héroe; pero fue padre de un héroe glorioso, al casarse el Almirante Juan José Latorre con una de sus hijas.
José Antonio Moreno tuvo sus primeras experiencias como minero en el mineral de Chañarcillo, donde por su esfuerzo, por su carácter y por su honradez, le fue confiado el cargo de administrador de la mina Candelaria en el año 1834; es en este cargo donde tuvo la oportunidad de ser colega, compañero y amigo de un argentino ilustre, don Domingo Faustino Sarmiento, que se desempeñaba como administrador de la mina Colorada, sin sospechar que en su patria, con el correr del tiempo, le aguardaba la administración de la Nación.
El Manco Moreno, reuniendo sus ahorros y dando rienda suelta a su poderosa imaginación, organizó su propia empresa de cateador de la pampa; y se abrió camino hacia el norte, para descubrir los más ricos yacimientos de cobre, de plata y de oro, de que se tuviera conocimiento en esos años. Luego estuvo explotando ricas minas en el interior de Chañaral de Animas, solicitando amparo al Gobierno del Presidente Montt, para habilitar mejor el puerto de Chañaral o el de Caldera. Organizó nuevas sociedades industriales y siguió su ruta de iluminado hacia el norte, tratando de desentrañar los misterios que el inagotable desierto de Ataca-ma sugería esconderle entre sus dunas y espejismos. El Manco Moreno exploró los cerros de Taltal, fundó la sociedad minera de Canchas; puso en explotación los minerales de Paposo y pidió la fundación del puerto de Taltal, que sólo era una caleta de changos; así es como obtuvo del Gobierno de don Manuel Montt que se dictara el decreto, de fecha 12 de julio de 1858, por el cual se fundó el puerto de Taltal. En este puerto, que en el siglo pasado alcanzó renombre hasta en el Viejo Mundo, instaló un gran establecimiento que llamaron Fundiciones de Cobre, y una máquina resacadora de agua y un moderno muelle, para el embarque de minerales que vendía en el mismo mercado de Londres. Es decir, el Manco Moreno es un precursor de todas nuestras aspiraciones; lo que él ideó y quiso para el desarrollo económico del norte, son inquietudes y programas que están en plena vigencia y tienen más de cien años de planteamientos.
Sólo su pasión cívica y las contingencias sociales de Chile podían perturbar la obra creadora de Moreno; lo sorprendió la revolución de los mineros y, como amigo de Pedro León Gallo, participó en la refriega, perdiendo un brazo; pero no así su empeño de trabajador. Con la paz volvió al desierto y allí siguió viviendo la prodigiosa aventura de su vida . . .