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Intervención
MEJORAMIENTO EN NIVEL DE TRANSPARENCIA DE MERCADO DE SUELO E INCREMENTO DE VALOR POR AMPLIACIONES DE LÍMITE URBANO

Autores

El señor MONTES.-

Señor Presidente, creo que este proyecto es muy importante. Y si bien no resuelve plenamente un problema, nos permite avanzar.

¿Cuál es el problema al que me refiero? La realidad del suelo en Chile, que presenta muchas dificultades para regularlo como un bien y para asegurar que se halle en línea con el desarrollo más general de nuestro país.

El suelo es un factor que permite una gran especulación, en torno a él hay un mal sistema tributario, es fuente de fortunas y no necesariamente está alineado con ciertos objetivos nacionales.

Si uno revisa el libro Guinness de los récords podrá ver que el suelo en Chile aparece como uno de los mejores negocios del mundo, porque, prácticamente, carece de mayores sistemas de regulación y permite sobreutilidades, sin verse afectado por el pago de tributos significativos.

En el curso de los años hemos venido tratando de incorporar algunas medidas para mejorar esta situación. Es así como en la reciente reforma tributaria -cuestión que fue acogida en forma unánime en ambas ramas del Parlamento- se aprobó incorporar la ganancia de capital para un período, a fin de dar cuenta del incremento que se pudiera registrar de un período a otro.

Se han propuesto también otras ideas, como propiciar formas de integración de las ciudades. Por ejemplo, un loteo que se haga dentro de cualquier ciudad de Colombia debe dejar un 25 por ciento para ser destinado a la construcción de viviendas sociales; en Brasil aplica una norma similar y se exige destinar a tales efectos 30 por ciento. Por su parte, en Andalucía esto llega a 65 por ciento. Pero en Chile es nada, y tenemos una de las ciudades más segregadas del mundo: Santiago .

¿A qué apunta el proyecto? A ayudar a enfrentar el problema por tres vías.

Primero, mejorar los instrumentos de planificación para que el crecimiento y el equilibrio en el desarrollo de las ciudades sean más adecuados.

Segundo, dar transparencia al mercado en cuestión a través de los observatorios.

El mercado de suelo es muy poco transparente y, en general, no se conocen los valores a los que se transan las propiedades y no hay nada que nos permita reunir aquella información. Es cierto que existen un par de empresas -una pertenece a Pablo Trivelli- que se dedican a recopilar estos antecedentes -lo logran con mucha dificultad- para decirnos los precios a los que se venden, en promedio, en tal o cual zona de la ciudad.

Lo que ahora se busca es que el Servicio de Impuestos Internos publique dicha información, que tenga un observatorio y sistematice los datos para saber, a lo largo del país, el valor de transacción y así contar con un mercado de este tipo con mayor transparencia.

Y se habla de observatorios con distintas variables, que van a considerar diversos aspectos, tamaños y otras cosas.

Un tercer componente tiene que ver con asumir una posición ante la decisión administrativa, por ejemplo, de cambiar los límites urbanos, cuestión que genera utilidades muy fuertes: ¡inmensas utilidades!

Recuerdo que cuando se cambió el plan regulador metropolitano y se incorporó a buena parte de la comuna de Colina, el conflicto surgió porque los propietarios de esos terrenos trataron de influir tanto en el Parlamento como en todos los organismos del Estado para quedar incorporados dentro de la expansión urbana.

Hace muy poco hubo una extensión en Santiago de alrededor de 10 mil hectáreas. Y se dio bastante presión por quedar incorporado en ella, es decir, dentro de la ampliación del límite urbano. ¿Y qué se logra con esto? Que quien venda los terrenos, luego de haber sido autorizados para ciertos fines, perciba una utilidad muy muy significativa.

Algunos proponen que no haya límite urbano, que se levante, que se ocupe el terreno en la forma que se quiera. Esto ya se hizo en 1979, con el Plan Nacional de Desarrollo Urbano de la época. Afortunadamente, llegó a la Cartera de Vivienda el Ministro Poduje para corregir la idea de que el terreno era un bien que se podía transar como cualquier otro. Eso permitió que no siguiera creciendo el límite urbano. Cuando llegó Miguel Ángel Poduje al Ministerio el precio ya había aumentado cinco veces, se habían multiplicado por cinco los valores de los terrenos, porque al levantar esa frontera los terrenos se transformaban en bienes especulativos de gran significación.

He sabido de numerosas transacciones que hoy día se hacen desde China a través de Internet para comprar terrenos en Chile, dada la ausencia de mecanismos que regulen dicha situación.

¿Qué propone el proyecto en esta tercera dimensión? Simplemente, que la utilidad generada por el cambio del plan regulador signifique una contribución, un aporte para la ciudad, para la comuna y la región. Y que esto se haga de acuerdo con el diferencial entre los valores previo y posterior al cambio del plan, pero que solamente se aplique, se haga efectivo al momento de vender la propiedad, cuando se la destine a otros usos.

Por lo tanto, no se trata de una sobrecarga que se vaya a presentar en determinada circunstancia o en cualquier momento.

A mi juicio, la importancia de esta iniciativa también radica en el hecho de que incorpore lo que acabo de señalar.

¿Cómo se ha hecho esto a través de la historia en Chile? Primero, el Estado compraba terrenos antes de cambiar el plan regulador; los adquiría por distintas vías, con el objeto de compartir la plusvalía, el plusvalor.

Yo creo que es importante apoyar este proyecto que ahora se vota solo en general.

Del mismo modo, resulta trascendente que le demos nuestro respaldo, que lo aprobemos y lo perfeccionemos en el debate en particular -se han dado bastantes ideas, porque se invitó a mucha gente a participar en el trabajo de la Comisión- a fin de mejorarlo y dar un paso significativo hacia adelante.

Estamos atrasados en esta materia y esto tiene que ponerse en línea con los objetivos de país.

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