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Intervención
VIOLENCIA JUVENIL Y SU RECRUDECIMIENTO EN EL PAÍS. Proyecto de acuerdo.

Autores

El señor LEAL ( Vicepresidente ).-

Tiene la palabra la diputada señora Pía Guzmán .

La señora GUZMÁN (doña Pía) .-

Señor Presidente , quiero llevar la discusión por un lado absolutamente diferente.

Me pregunto, ¿qué está sucediendo? ¿Qué ocurre que los jóvenes se matan entre sí? Se habla de las drogas, del alcohol, de las armas. ¡Obvio que sí! Están presentes. También lo están en los niños de la calle, como señaló el diputado Rossi .

Es cierto que se ha incrementado la delincuencia, que los robos con violencia han aumentado en forma exponencial en los últimos años. Podría dar una charla al respecto, tengo la documentación en mis manos.

Pero no es eso lo que nos importa, sino llegar al punto en el cual podamos aportar, hacer algo por los jóvenes que hoy viven situaciones de violencia. Se trata de los hijos de todos ustedes y de mis hijos ¡Cuánta descalificación! ¡Cuánto hostigamiento en los colegios! ¡Cuánta presión! ¡Cuánta competitividad! ¡Cuántas exigencias que van más allá de lo que algunos pueden soportar, ya sea en los colegios y en los niños de la calle! Este es un tema multicausal. No lo podemos dejar en el alcohol, las drogas o las armas, aunque tales elementos juegan un papel muy importante en estas situaciones.

La ley de responsabilidad penal juvenil que aprobamos aquí servirá muy poco para solucionar el problema, pues tiene raíces mucho más profundas, lo cual queda demostrado en estudios cualitativos realizados por distintas entidades, como la Fundación Paz Ciudadana -su vicepresidente se encuentra en la Sala y reconocerá el trabajo realizado por ella- y la Universidad Alberto Hurtado, que acaba de hacer un trabajo muy interesante en las escuelas. Ahí está la base de lo que debemos analizar. No está en la calle, sino en lo que sucede en las familias y en las escuelas. Ahí está la solución del problema.

Quiero entregar algunos porcentajes.

¿Por qué desertan los jóvenes terminada la escolaridad básica? Primero, por falta de interés; segundo, por malas calificaciones. En total, suman 34 por ciento. Esto quiere decir que tenemos escuelas que no están adecuadas para recibirlos, contenerlos, enseñarles y darles las armas para el futuro.

¿Cuáles son los principales problemas que los jóvenes presentan en los hogares? Primero -a todos nos sucede-, falta de tiempo para compartir; segundo, falta de comunicación; tercero, problemas económicos, y cuarto, falta de espacio físico. Eso les ocurre a muchos y por eso llegan a la calle, a las armas, a las drogas y a la prostitución.

Nivel de satisfacción de los jóvenes: con la madre, 84 por ciento; con el padre, 58 por ciento. Es importante el porcentaje respecto del padre, pero es bastante más bajo que el de la madre.

¿Cuántos jóvenes desertan del sistema escolar? El 7,3 por ciento de los jóvenes pobres, de los cuales más o menos el 20 por ciento pertenece a los quintiles más bajos.

El porcentaje de los jóvenes de nivel medio que han vivido situaciones conflictivas en los establecimientos escolares es el siguiente: por problemas de disciplina, 53 por ciento; por violencia entre los alumnos, 12 por ciento.

¿Qué sucede con esta misma situación en los niveles bajos? Los problemas de disciplina representan el 30 por ciento. Hay menos problemas de este tipo en los niveles más bajos. En cambio, la violencia física entre los alumnos alcanza a 19 por ciento, o sea, es mayor.

En cuanto a los problemas de disciplina, un estudio realizado por la Fundación Paz Ciudadana, que trata sobre la violencia y la delincuencia juvenil, sus conductas de riesgo autoreportadas y sus factores asociados, logró determinar que los niveles de violencia en las escuelas municipalizadas y en las particulares pagadas eran mucho mayores que en las particulares subvencionadas. Es decir, el nivel de violencia se está dando en los extremos. Hay un colchón que está en los niveles de clase media.

Dicho estudio analizó factores asociados al ámbito familiar, como la calidad del estilo parental, la confianza, la consistencia, la reacción de padres y apoderados ante conductas de riesgo, la violencia en el hogar, etcétera. También analizó factores asociados al ámbito escolar, como el tipo de colegios -ya he señalado cuáles-, la valoración de la experiencia escolar, la sociabilidad y el rendimiento en la escuela.

Se estudiaron factores asociados a la vulnerabilidad personal, elemento muy importante que se repite en el estudio de la Universidad Alberto Hurtado. Entre los factores más importantes se encuentra el haber sido víctima de robos o daños, de violencia física, sicológica, o bien, ser testigo de agresiones frecuentes.

En cuanto a la forma cómo operan estos factores asociados al ámbito familiar, los más importante son la acumulación de problemas de salud en la familia y el ser víctimas de negligencia, es decir, de falta de cuidado. Se señala que no sólo es relevante lo que la familia hace, sino también lo que la familia deja de hacer.

En el ámbito escolar, lo más importante, como antecedente, es la repitencia de curso. Se señala que una baja experiencia escolar refleja problemas de comportamiento.

En cuanto a los pares, que siempre decimos que son tan importantes, el estudio revela que tienen sólo una importancia secundaria.

En lo que respecta a la vulnerabilidad individual, lo más importante es ser víctima frecuente de un daño o de insultos por parte de los pares.

En cuanto a la familia, el estudio abarcó todo tipo de familias: biparentales, monoparentales con la madre presente, monoparentales con el padre presente; reconstituidas, es decir, la madre o el padre con conviviente, o ambos padres ausentes.

Para la comisión de delitos o actos de violencia las dos estructuras familiares más relevantes fueron aquellas en que el menor vivía sólo con el padre o con el padre y una conviviente de éste, es decir, una madrastra. ¿Por qué? Porque el trato es a gritos, a golpes, hay gran consumo de alcohol, negligencia, falta de cariño, de contención, de afectos y de encuentros.

El estudio de la Universidad Alberto Hurtado se refiere a todo aquello de lo que hemos hablado con anterioridad y que son causales de violencia, como la mala calidad de las relaciones familiares, la violencia intrafamiliar, etcétera. En cuanto al colegio, se señala la falta de normas, el autoritarismo excesivo, las experiencias escolares negativas, etcétera.

El estudio incorpora elementos que ya veíamos respecto de los alumnos que eran víctimas. Hoy es normal el matonaje, el acoso, el hostigamiento, la descalificación personal. El alumno es una víctima dentro de la escuela y los profesores no saben enfrentar el problema, no son agentes disciplinarios que resguarden al menor que está siendo hostigado. Se trata de una violencia que no causa ruidos, que no es suficientemente grave, que no aparece en los medios de comunicación, pero las víctimas, en general alumnos invisibles, son callados, introvertidos, que nunca han llevado armas al colegio, que nunca han tenido una cortaplumas, pero que, de repente, como sucedió en un colegio, aparecen con un arma y matan al que era su amigo.

También, en los colegios existe mucho la necesidad de ser reconocido por los pares. Eso siempre ha sucedido. ¿Cuántos de ustedes -las mujeres no lo hacemos- se involucraron en peleas para hacerse los “choros”, los “bacanes”, los “flaites”, como dicen hoy? La diferencia está en que hoy el acceso a las armas es mucho más fácil, y los jóvenes pueden portar una “mariposa” para enterrar en el estómago.

Otra cosa que me parece importante, y que nos lleva a la conclusión final, es que la responsabilidad formativa es una pelota de ping-pong que se pasa entre el colegio y la casa. De la familia lo derivan al colegio y de éste a la casa.

¿Qué hacer? ¿Qué es lo que ha resultado positivo -hay que entregar cosas positivas- en otros países? En el extranjero lo que más ha resultado, como elemento protector, son los programas integrales que se realizan en los propios colegios, donde los alumnos, los padres, los profesores y los directivos forman comunidades educativas y en común generan acciones y lazos que los llevan a tener una mucho mejor relación, porque les permite aprender a conocerse.

Otra cosa muy importante es la mediación en los colegios, pero ¡ojo! no la mediación de los adultos, porque no sirve; el adulto no es el que debe mediar en los problemas entre niños. Los mejores resultados -estuve en Estados Unidos analizando este tema para la Fundación Paz Ciudadana- se obtuvieron con un programa que se llama “Gana Gana” -Win Win- que es llevado por monitores que son alumnos; esto es, pares de los jóvenes que han estado en conflicto. Se preparan en cada curso uno, dos, tres monitores para ser mediadores en la solución de los conflictos al interior del colegio. Esto ha tenido, obviamente, una gran importancia.

Señor Presidente , por su intermedio quiero decir al ministro de Educación que el colegio debe transformarse. ¡El colegio es una lata! ¡Es muy latero! Más aún con la jornada escolar completa. ¿Cuántas horas debe pasar un niño de cinco o de catorce años sentado frente a un pizarrón? ¡Por Dios! Eso, en la medida en que vamos bajando en la escala socioeconómica, es cada vez más común. Además, deben estar siempre derechos. Es realmente algo muy difícil de soportar.

Le voy a decir al ministro lo que creo que debe hacerse con la jornada escolar completa, aunque me parece que ya lo sabe. Las últimas horas de la jornada escolar deben estar destinadas a la cultura, a la música, al arte, al deporte, a la recreación, en resumen, a todo aquello que haga del colegio algo entretenido y que retenga al alumno. Debe ser algo distinto de la calle, algo más entretenido que la calle, para apartar al joven de todo aquello que le hace daño.

La violencia juvenil ha aumentado, pero ¡por favor! no sigamos viéndola como un problema estadístico. Busquemos las causas de fondo y las formas reales que nos permitan sacar a esos niños adelante.

He dicho.

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