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  • Sesión Ordinaria N° 10
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  • Legislatura Ordinaria número 359
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Homenaje
HOMENAJE EN MEMORIA DEL EX SENADOR JAIME GUZMÁN ERRÁZURIZ CON MOTIVO DE CUMPLIRSE VEINTE AÑOS DE SU ASESINATO.

Autores

El señor KAST (de pie).- Señor Presidente , la honorable Cámara de Diputados rinde hoy un solemne homenaje a quien fuera uno de los hombres de Estado más excepcionales que ha tenido Chile en el último siglo: Jaime Guzmán Errázuriz .

Recordamos a Jaime Guzmán no solamente porque ha sido el único senador asesinado en el ejercicio de su cargo, sino porque su legado ha contribuido de manera decisiva al ordenamiento político e institucional de nuestro país.

Jaime Guzmán hizo de la actividad pública su más alto ideal de vida, con un propósito trascendente.

Con orgullo y esperanza, pero consciente de la gran responsabilidad que ello implica, miro a esta gran bancada de diputados de la UDI, que conforman un tercio de la Sala y que se encuentran sentados aquí, inspirados por los ideales de Jaime; ideales que tan bien plasmó en nuestra declaración de principios, responsabilidad que nos impone el deber de seguir su ejemplo de servicio público desinteresado y valiente.

Porque no se pueden entender sus ideas ni su actuar político ni su vida sin el sentido inspirador que le confirieron los principios y valores que constituyeron el pilar fundamental de su proyecto: trabajar incansablemente por que cada chileno alcanzase su máxima realización, no sólo en el ámbito de los bienes materiales, sino también en el de los espirituales.

Esos principios y valores fundamentales no obedecen sólo a las circunstancias históricas bajo las cuales se desarrolló su vida. Jaime entendía que las ideas de libertad, de dignidad del ser humano, de patriotismo y de servicio público están en la naturaleza de todas las personas. Fueron esos principios, junto al ideal de trascendencia, los que forman una doctrina respecto de la cual nunca se sintió autor original, pues su mensaje se inspira en los principios cristianos, a los cuales sirvió con coherencia hasta su último día.

Junto a esas ideas, un estilo, basado en creer en las personas, en trabajar con ellas, en formarlas, en transformarlas.

Jaime Guzmán no murió en un lugar cualquiera. Jaime murió a la salida del campus universitario que durante años lo vio enseñar a cientos de jóvenes, a muchos de los cuales convocó al servicio de la Patria.

Fue ese estilo el que lo llevaba siempre a decir que lo importante no es conquistar solamente el voto de la persona, sino sumar a todo un ser humano a una causa. Y fue ese estilo el que marcó de manera decisiva el rumbo de la nueva Derecha chilena; un rumbo marcado por poner todas esas ideas al servicio de la tarea de derrotar la pobreza material y espiritual. Una Derecha de inspiración cristiana, con especial preocupación por los más desvalidos de la sociedad, por la igualdad de oportunidades y por el respeto de cada persona.

Esa Derecha que funda es una Derecha popular.

Su mensaje político y su proyecto institucional fueron expresión coherente de lo anterior.

Jaime Guzmán jugó un rol trascendente en la existencia de una Constitución que, lejos de la neutralidad de sus antecesoras, expresa una opción por esos valores fundamentales de nuestra tradición y que él mismo identifica con libertad, seguridad, justicia social y progreso económico.

Jaime Guzmán , al identificar estos valores como orientadores de nuestra institucionalidad, se adelanta a su tiempo al hablar de un desarrollo integral del ser humano.

En el ámbito de la actividad política, su contribución también fue determinante. Fundó un partido, la UDI, que tiene por misión promover y defender las ideas en una forma coherente con la visión de persona y sociedad.

De la esencia de este proyecto político fue el haber combatido la lógica de clases que imperaba en Chile. Por ende, fue su proyecto fundacional el que constituyó una Derecha que ha convocado a miles de chilenos sin importar el lugar donde viven, cuánto saben o cuánto tienen.

Hoy, Jaime sigue inspirando a muchas generaciones. A la actualidad de su mensaje se suma un modelo ejemplar de acción pública. Era un servidor público honesto y austero, riguroso, sin odiosidades personales ni resentimientos, con sentido de Estado, capaz de llegar a acuerdos sin ceder ni un milímetro de sus convicciones, ni por cálculo ni por encuestas.

Era un hombre que enseñaba que el líder está para guiar a la opinión pública y no para sucumbir ante ella.

Finalmente, no puedo dejar de mencionar que Jaime fue víctima de la violencia política. Y aunque esa época se percibe como lejana, la impunidad de su crimen nos impone la obligación de recordar que fue víctima de un odio que, estoy seguro, él jamás sintió ni siquiera por el mayor de sus adversarios.

Y tal como lo hiciera su madre, tengo la convicción de que Jaime hoy estaría por el perdón, pero con justicia.

Señor Presidente, tenemos el deber de honrar la memoria de un hombre que entregó su vida por el servicio a su Patria, que fue formador de personas y un estadista de una envergadura que la historia sabrá juzgar y reconocer.

A veinte años de su muerte, que la memoria de Jaime Guzmán siga inspirando los ideales que él promovió durante su vida y que el testimonio de su entrega nos recuerde siempre aquella frase suya que resume su mensaje: “Después de Dios, nos debemos a Chile”.

He dicho.

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