Labor Parlamentaria
Participaciones
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Antecedentes
- Senado
- Sesión Especial N°76
- Celebrada el 12 de diciembre de 2018
- Legislatura número 366
Índice
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La señora
Señor Presidente , quiero partir diciendo que todos los ciudadanos de la Región de La Araucanía, mapuches y no mapuches, necesitamos que el Estado nos asegure vivir en paz. Esa es una demanda que hoy día clamamos con mucha fuerza. Porque lo que hoy sucede está generando una situación muy compleja que afecta la calidad de vida de todos quienes habitamos nuestra querida región.
Hace más de veinte años venimos siendo testigos de violencia y división. Y ello se ha ido acrecentando y agravando con el tiempo.
Han pasado muchos años y muchos gobiernos. Y, unos más y otros menos, han manifestado preocupación por nuestra situación. Unos más y otros menos, han tomado diversas medidas, muchas de las cuales han sido efectivas, para tratar de terminar con la violencia. Pero hasta ahora nuestra sensación es que seguimos igual. Y en varias ocasiones sentimos que estamos peor.
Cada año las cifras de atentados, violencia y muerte nos golpean y aumentan. Cada año el dolor se expande por nuestra querida Araucanía .
A modo de ejemplo, y tal como lo hizo nuestro compañero, el Senador García Ruminot , es bueno revisar las cifras y aterrizar por qué estamos aquí nuevamente conversando sobre la triste situación de La Araucanía.
Solo el año 2018 hemos tenido más de doscientos atentados en La Araucanía. Podemos decir en algunos casos que es terrorismo y en otros que no lo es. Pero, a fin de cuentas, en nuestro sur se queman camiones, casas, siembras, iglesias; hay enfrentamientos armados, abigeato, entre muchos otros antecedentes de violencia.
En la actualidad, esto afecta no solo a mi región, sino también a las vecinas: la del Biobío, la de Los Ríos y también a parte de la de Los Lagos.
En enero se dio una condición especialmente compleja: se registraron más de 25 atentados en solo un mes.
A lo largo de los últimos 25 años se han formado diferentes comisiones para analizar este problema. Como servidora pública, he participado de muchas de ellas, que han tenido muy buenas intenciones, en la búsqueda de devolver la paz a La Araucanía.
La más reciente -personalmente, la valoro muchísimo, porque sentimos, sinceramente, que estábamos encontrando un punto de acuerdo y que, finalmente, podíamos alcanzar la anhelada paz que espera nuestra región-, que integramos durante la Administración de la Presidenta Michelle Bachelet , fue la Comisión Asesora Presidencial presidida por monseñor Vargas , quien convocó a más de veinte personas representantes del Poder Ejecutivo , de comunidades mapuches, de académicos, de empresarios y de distintos credos religiosos, que trabajaron durante todo el segundo semestre de 2017. Lo vimos en la prensa y en televisión. Efectivamente, había un punto de encuentro y un relato común que permitían soñar con la anhelada paz. La comisión buscaba confeccionar una propuesta que determinase los ámbitos prioritarios para la región y para emprender el camino de la paz.
Las conclusiones a las que llegó esta comisión -es importante que ustedes lo sepan- las retoma nuestro Presidente Piñera , quien plantea que no es necesario construir una nueva propuesta, sino más bien trabajar sobre la base de las ya planteadas y retomar el tema con mucha fuerza.
De ahí surge el Plan Impulso Araucanía, que todos ustedes conocen, y aparecen muchas propuestas modificatorias de ley vinculadas a la representación de los pueblos indígenas y a otras materias legislativas que, sin duda, podrían darnos un camino certero para encontrar una solución a esta situación tan compleja.
En estos primeros meses de Gobierno nos dimos cuenta de que existieron acercamientos. Ya nombraban a Aniceto Norín , uno de nuestros dirigentes de Malleco, quien participó activamente junto con otros dirigentes de La Araucanía, representantes mapuches históricos, que con su presencia firmaban un compromiso por la paz.
Los araucanos somos todos.
Y quiero reiterar lo que han dicho muchos: no podemos estigmatizar al pueblo mapuche. Este es un pueblo de paz. Hemos convivido, hemos nacido y nos hemos criado con él. Y sabemos que la gran mayoría lo único que quiere es el desarrollo y la paz.
Por lo tanto, nos llamamos todos "araucanos" y vivimos en una región que nos une, nos representa; y somos parte de ella, más allá del origen étnico, edad, sexo y preferencia política. Y vemos cada día, con mayor desesperanza, el devenir de la violencia en la región.
No es posible soñar con el desarrollo, el aumento en los ingresos, cuando tenemos una condición de indefensión, de miedo y, principalmente -y acojo las palabras del Senador García Ruminot-, de impunidad frente a más de dos mil situaciones de violencia contra la propiedad privada y pública, de las cuales con suerte en dos o tres casos existe formalización de los responsables.
Nosotros hemos crecido, estudiado y trabajado juntos. La gran mayoría de las personas que habitamos en La Araucanía nos queremos. Hemos formado familias y hemos convivido por décadas en una región que, en mi opinión, es la más linda de Chile. Pero, lamentablemente, esto es de dulce y de agraz: hoy día estamos muy complicados con la violencia.
¿Cuál es el origen del problema? ¿Hay o no una deuda histórica? ¿Qué dice la Contraloría respecto de los más de mil millones de dólares ocupados y las casi 300 mil hectáreas de terreno entregadas? ¿Qué pasó en el siglo XIX?
Sin duda, todas esas preguntas se pueden plantear; se puede conversar; se puede llegar a conclusiones y soluciones; se puede ceder de un lado y de otro, y se pueden hacer cambios políticos y geográficos, pero nada, absolutamente nada, se logrará si no hay voluntad de paz.
Yo les pido a los señores Senadores presentes que, por un minuto, se pongan a pensar en lo que es vivir en la Región de La Araucanía hoy día.
Mapuches y no mapuches necesitamos no solamente a La Araucanía unida, sino también que el país se convoque para una solución de paz definitiva en nuestra región.
Muchas gracias.