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HOMENAJE A UNIVERSIDAD DE CONCEPCIÓN EN SU CENTÉSIMO ANIVERSARIO

Autores

El señor NAVARRO.-

Gracias, señor Presidente.

Sin duda, es un orgullo poder ser parte de este homenaje a los cien años de la Universidad de Concepción, el cual quiero iniciar saludando a quienes nos acompañan en las tribunas esta tarde de día miércoles:

Al señor Carlos Saavedra Rubilar, Presidente del Directorio y Rector de la Universidad de Concepción.

¡Bienvenido Rector a la casa de la democracia, al Senado de Chile!

A don Alfredo Meneses Olave , Director de la Corporación Universidad de Concepción .

A las autoridades universitarias que nos acompañan: Verónica Madrid Valdebenito , Directora de Servicios Estudiantiles ; Lucía Saldaña Muñoz , Directora de Equidad , Género y Diversidad -cargo que da cuenta de la preocupación de la Universidad por los temas de género-; Tabita Moreno Becerra , Directora de Comunicaciones ; Patricia Echeverría Carrillo , Directora de Personal ; María Inés Picazo Verdejo , Directora de Vinculación Social ; Moira Délano Urrutia , Directora de Relaciones Institucionales ; Ronald Menickent Cid , Director de Investigación y Creación Artística; Rodrigo Piracés González , Director de Extensión ; Marcelo Troncoso Romero , Secretario General ; Jaime Soto Barba , Jefe de Gabinete ; Viviane Jofré Aravena , Decana de la Facultad de Enfermería; Margarita Marchant San Martín , Decana de la Facultad de Ciencias Naturales y Oceanográficas; Soraya Gutiérrez Gallegos , Decana de la Facultad de Ciencias Biológicas; Raúl González Ramos , Decano de la Facultad de Medicina; Eduardo Pereira Ulloa , Decano de la Facultad de Ciencias Químicas; Roberto Riquelme Sepúlveda , Decano de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas; a Patricio Rojas Castañeda , Decano de la Facultad de Ciencias Veterinarias; a Guillermo Wells Moncada , Decano de la Facultad de Agronomía ; a Rodolfo Walker Díaz , Decano de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales; a Mauricio Rondanelli , Subdirector del Campus Universidad de Concepción-Los Ángeles; a Alejandro Bancalari Molina , Decano de la Facultad de Humanidades y Arte; a Carlos Baquedano Venegas , Decano de la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas; a Juan Alberto Barrera , Subdirector del Campus Universidad de Concepción-Chillán ; y a Mariela Aravena , periodista, y a don Claudio Concha , parte del equipo que hoy día nos visita.

Quiero también saludar muy especialmente a Belén Cid Sobarzo , Presidenta de la FEC Campus Los Ángeles, y a Annais Barrera Letelier , Presidenta de la FEC Campus Chillán .

Señor Presidente , señor Rector, señores Decanos, Directores y Directoras, claramente es un tremendo orgullo poder compartir estos cien años. Cuando ingresamos a la universidad, allá por 1982, los cien años se veían lejanos, pero no hay plazo que no se cumpla ni deuda que no se pague.

Claramente el tiempo avanza, y es un orgullo rendir este homenaje contando también con la presencia en la Sala del Senador Víctor Pérez Varela y de la Senadora Jacqueline Van Rysselberghe, exestudiantes de la Universidad de Concepción en tiempos algo agitados, en los 70 y en los 80, quienes aquí estamos, habiendo tenido la hermosa posibilidad de ser formados política, social y humanamente en esta casa de estudios superiores.

La Región del Biobío, y en particular la ciudad de Concepción, se siente orgullosa de tener a la Universidad de Concepción como su principal centro de educación superior. Por mucho que se diga, la principal, mejor y más destacada universidad de la Región del Biobío es la de Concepción, que fue fundada gracias al espíritu independiente y rebelde de los penquistas, espíritu que hasta el día de hoy, afortunadamente, la acompaña.

El 23 de marzo de 1917, se reunieron en la alcaldía de Concepción intelectuales y respetados vecinos de la ciudad con el objeto de lograr la materialización de aspiraciones a diversas demandas del siglo anterior, como la creación de la Universidad y del Hospital Clínico para Concepción. Fue una cita de carácter universal y transversal.

Allí se reunieron personalidades y líderes de todos los credos y de todas las corrientes políticas. Y estos promotores pensaron en un plan de educación superior autónomo, con personalidad jurídica, y como centro de irradiación de cultura y progreso para el sur del país, la mitad exacta de Chile, allá en Coronel.

En esa oportunidad, se dio un intercambio de ideas acerca de la necesidad de establecer ese centro universitario que sirviera a todo el sur de Chile, y se acordó designar un Comité Ejecutivo pro universidad y hospital clínico, creyéndose conveniente unir las dos ideas, porque se pensaba que la primera no podía subsistir sin la segunda, que sería la base de la futura Escuela de Medicina.

Se acordó, así, formar un Comité Ejecutivo pro UDEC, en el que tendrían mucha preponderancia los antiguos rectores del Liceo de Concepción e intelectuales penquistas.

Solo quiero destacar a 3 de ellos.

Primero, a don Virginio Gómez González , médico e intelectual chileno, fundador de la medicina moderna en Concepción y Director del antiguo Hospital San Juan de Dios. Uno de los institutos profesionales más importantes de Concepción lleva hoy día su nombre.

Segundo, a don Edmundo Larenas Guzmán , abogado, notario, profesor del Liceo de Hombres de Concepción, luego primer Decano de la Universidad. Fue, además, un autodidacta en ciencias, aficionado a la astronomía y una de las primeras personas en estudiar la teoría de la relatividad, de Albert Einstein . Fue también bombero, llegando a ser superintendente de esa institución, entre 1917 y 1922.

Y, tercero, en forma muy particular, a don Enrique Molina Garmendia .

Cuando llegué a la Universidad, la oficina de don Enrique estaba intacta, y era un lugar de visita sacramental de todos los mechones. Lección uno: "No pisar el escudo del Arco de Medicina". Lección dos: "Ir a conocer la oficina de don Enrique Molina " (que se mantiene intacta), a inspirarse en el fundador, a ir a las raíces, a intentar ser como él: educador, filósofo, profesor y Rector del Liceo de Concepción (que lleva su nombre), y quien no solo sería elegido como Presidente del Comité Ejecutivo , sino que se convertiría también en el primer Rector de la Universidad. El campus universitario de Concepción lleva su nombre y apellido.

Hay quienes, desde la Masonería, llaman a don Enrique Molina Garmendia "el masón sin mandil", por los valores que impulsaba, por cierto, transversales y universales, hoy día con plena vigencia en la sociedad chilena.

Sería, por tanto, don Enrique Molina , con su espíritu independiente y descentralizador, que forma parte del ADN de los penquistas -esperamos que siga haciéndolo-, quien iría a hablar directamente a Santiago con el entonces Presidente de la República , Juan Luis Sanfuentes , a fin de solicitar apoyo estatal para la creación de la Universidad de Concepción.

No han cambiado mucho los tiempos: hace cien años había que ir a Santiago a pedir permiso para crear una universidad. Pero, entonces, en las palabras del propio Enrique Molina : "El Presidente apoyaba el proyecto, pero lo estimaba viable para algunos años más" -me suena- "considerando las dificultades de carácter económico que por el momento hacían imposible su realización".

Esta es una respuesta que hemos venido escuchando de manera transversal en todos los gobiernos, no solo en el actual. En los cinco o seis gobiernos que han venido, esta respuesta pareciera calcada.

Por cierto, no hubo apoyo inmediato para la universidad. Cien años, y nada parece haber cambiado. La lucha contra el centralismo, contra la monarquía presidencial, tenía vigencia en 1900, y la sigue teniendo hoy de manera plena y absoluta.

Burocracia para los proyectos de las regiones, como el Metro para Concepción o el tercer dique de Asmar. Se trata de peticiones que muchos hemos realizado, y que siguen pendientes.

Por tanto, ante aquella demora en la tramitación de los permisos para la fundación de la Universidad, este grupo de intelectuales penquista decidió una vez más rebelarse, tal como un siglo atrás lo hiciera Juan Martínez de Rozas , en la Primera Junta de Gobierno , o Bernardo O'Higgins cuando proclamó la Independencia de Chile en la principal plaza de Concepción, la Plaza de la Independencia.

Por ello, sin esperar más, un 14 de mayo de 1919 hicieron lo que debían hacer: fundaron la Universidad de Concepción.

El propio Enrique Molina , en su discurso de 1929, hace 90 años, en el décimo aniversario de la universidad, declaró:

"Fueron muchas las diligencias realizadas y luego de diversas conversaciones, el Comité se convenció de que el Gobierno no crearía, quién sabe en cuánto tiempo, la Universidad. No eran solo penurias financieras lo que lo impedían, había también de por medio rivalidades, temores políticos y sectarios, y no faltaba tampoco la menguada entrega de alguna pequeñez humana. Por tal motivo, el Comité se cansó de esperar y, en un gesto de audacia, de fe, resolvió, sin más, abrir la Universidad a principios de 1919".

De ahí en adelante, la historia la conocemos: vino la creación de los símbolos: el Arco de Medicina, el Campanil, la Casa del Deporte, íconos hoy día de Concepción y de la región. Luego, el campus de Chillán y de Los Ángeles (nos acompañan sus directores); las facultades y carreras de pre y posgrado, que han permitido formar a miles y miles de hombres y mujeres, sin dejar de mencionar su importante contribución científico-tecnológica, que ha incrementado el acervo social y cultural de Chile.

El lema "Por el desarrollo libre del espíritu" no nació de forma gratuita. Representa el primer motor de la misión universitaria. Y hasta el día de hoy es la fuente en la cual la institución nutre el futuro de nuestra región y de nuestro país. "Por el desarrollo libre del espíritu". Una consigna de 1919, que hoy día, en el 2019, tiene plena vigencia.

El camino no ha sido fácil, ha habido tiempos de oscuridad, como el período militar. Durante esa etapa, carreras como Periodismo y Sociología fueron cerradas, y muchos estudiantes que luchábamos por recuperar la democracia fuimos suspendidos y expulsados en variadas ocasiones.

La Universidad de Concepción fue el primer plantel universitario en aprobar la reforma universitaria, en 1968.

Esta universidad tiene el primer parque tecnológico en marcha y en construcción. Por tanto, podrá ser la tercera a nivel nacional. Pero, sin duda, será la primera de Chile en tener un parque científico y tecnológico a disposición de la Región del Biobío y del país.

En ese camino se avanza: ¡en el legado de los fundadores!

Y, por cierto, quiero hacer un reconocimiento a todos los que han formado el directorio de la universidad, penquistas de corazón -¡de la clase penquista!-, hombres y mujeres de todas las condiciones sociales, políticas y también económicas.

Solo me permito recordar, en presencia del rector y de quienes nos acompañan, que corría el año 1985 -por ahí está Moira- cuando nos encadenamos en el Teatro de Concepción en pos de la reunión del directorio de la universidad y los increpamos duramente con Carlos Almanza , reclamando más democracia.

Hoy día formamos parte de la Asamblea de Socios. Estamos en el Senado. Los tiempos han cambiado. Pero sigo pensando que esta asamblea tiene que ser un elemento fundamental, y su directorio la expresión de ella para los cambios y el desarrollo de la universidad en los nuevos tiempos.

Esos tiempos eran de dictadura y protestábamos por la democracia. Hoy día estamos en democracia y protestamos por un mejor futuro para la región y para Chile, de la mano de la universidad.

Los que egresamos de la Universidad de Concepción estamos repartidos por todo Chile, en el mundo entero. Está la colonia de ingenieros metalúrgicos allá en Calama, en la minería. La verdad es que son muchísimos. Forman una verdadera colonia esos profesionales de la Universidad de Concepción, altamente demandados y altamente calificados y muy bienvenidos.

La universidad tomó la decisión de irse a Chillán, a Los Ángeles, a Lota-Arauco con el CFT, y esperamos que siga creciendo.

Esta es una universidad que tiene un rol de carácter nacional, y en él todos tienen cabida.

Es por ello que quiero hacer una mención a la memoria del exrector de la Universidad de Concepción, don Edgardo Enríquez , en cuyas memorias se constata que la Masonería tuvo un importante rol en la fundación de la Universidad de Concepción. Y Sebastián Jans , actual Gran Maestro de la Gran Logia de Chile, refiriéndose a este tema -y lo cito textual-, señala: "la Masonería es inseparable, histórica, emocional e intelectualmente, de la Universidad de Concepción, y creemos que, en su desarrollo y en su cotidianeidad, la Universidad es inseparable de aquellos masones que han colaborado o participado en sus proyectos y en la implementación de sus planes institucionales, en distintas épocas y circunstancias".

Me consta que la Masonería ha sido parte de un gran esfuerzo laico, de fe, transversal en lo político, ciudadano.

La universidad es motivo de orgullo para quienes hemos estudiado en ella porque fue la primera casa de estudios creada en la zona centro-sur. Su campus Concepción fue declarado patrimonio nacional en 2016 por el Consejo de Monumentos Nacionales, lo que la convierte en la primera y, hasta ahora, única universidad en poseer este reconocimiento.

También la Universidad de Concepción jugó un rol pionero -ya lo señalé- en las reformas de la década del 60, en la participación y en la gestión universitaria.

Pero no ha sido un camino fácil.

Siempre ha tratado de luchar contra el perpetuo centralismo, y en épocas duras ha logrado salir adelante.

La Universidad ha contado siempre con el apoyo de Concepción y de su gente. Es una institución laica y privada, pero con un profundo sentido de lo social. No es una universidad como las privadas que conocemos: mercantiles, economicistas y de lucro. Y eso lo acreditan los miles y miles de alumnos que han pasado por los hogares estudiantiles en alguna ocasión, aprovechando las becas y las facilidades que nuestra casa de estudios siempre se ha esmerado en ofrecer.

¡Bueno! Los estudiantes nunca estuvimos conformes y siempre demandábamos más. Demandábamos recuperar las cabinas; demandábamos recuperar los hogares, porque las necesidades eran enormes.

La Universidad de Concepción ha logrado conservar a través del tiempo principios básicos: pluralismo religioso, político y filosófico; autonomía del Estado, de la Iglesia y de cualquier sector político. Es decir, ¡no la manda nadie! La mandan sus académicos; la manda la comunidad universitaria; la mandan su asamblea de socios y su directorio. Allí está concentrado el valor de la administración. Y eso le da un valor adicional. No depende de un consorcio económico ni de un conglomerado internacional, sino del espíritu de lucha de aquellos que la fundaron y de quienes hoy día le dan vida.

Es por eso que, desde esta perspectiva laica y democrática, su centenario la sorprende con nuevos desafíos. Y tengo la más absoluta certeza de que quienes nos acompañan en las tribunas, los principales responsables del futuro, de los próximos cien años de la Universidad de Concepción, podrán y deberán asumir dicha tarea, con fuerza, con entusiasmo y, particularmente, con mucha entrega y capacidad.

El Parque Científico y Tecnológico es un enorme desafío. De verdad, no nos cabe sino apoyar tal iniciativa, pues, con generosidad, la universidad ha invitado a participar al resto de las casas de estudio de la región, haciéndolas parte de este proyecto hermoso, que ha contado con la contribución de los gobiernos y, por cierto, de la región.

Concepción tiene una universidad para sentirse profundamente orgullosa. Además, se ubica en medio de la ciudad y es un campus abierto. No sé si los colegas lo conocen -creo que sí-, pero es el primer campus abierto, no cerrado, sin rejas.

A pesar de las dificultades que ello tiene, es una tradición que se ha mantenido y que siguió la Universidad del Biobío -otra institución estatal de la región-, que hoy día también tiene un campus abierto.

Y la verdad es que me siento orgulloso de que, pese a los problemas y a los desafíos que plantea tener un plantel educacional superior dentro de la ciudad -el campus es parte de Concepción-, su edificación se mantiene con esfuerzo, con seguridad, con inversión.

Concepción y su universidad han tenido muchas mujeres destacadas. Lo ha planteado también la Senadora Ximena Rincón .

Quiero recordar a una muy especial: Hilda Cid Araneda , profesora de Física y Matemáticas, bióloga y la primera mujer en obtener un doctorado en el área de las ciencias exactas en Chile. Tuve el honor y el privilegio de conocerla, de compartir, de luchar juntos por la recuperación de la democracia en la Universidad de Concepción.

Cuando ingresé -ya se ha dicho- en 1982, había 10 mil estudiantes. Hoy día hay 27.606, de los cuales 14.309 son mujeres, es decir, el 51,8 por ciento del universo estudiantil. Eso, por cierto, es motivo de orgullo también para nuestra casa de estudios.

Además, quiero contarles que cuando entré en 1982, aparte de la Casa Don Enrique Molina -en ese entonces iba hacia la parte más política y ya pasaba de la anécdota-, el otro sitio de peregrinaje era la Facultad de Economía, donde se fundó el MIR (Movimiento de Izquierda Revolucionaria). Y peregrinábamos por esas salas para tratar de auscultar el pasado en una relación casi mítica con la que otrora pudo haber sido llamada "la universidad roja de Sudamérica".

Por cierto, también estaba Patria y Libertad.

Nuestra casa de estudios expresaba un sentir político transversal, como debe ser y como lo ha sido siempre: la expresión amplia de la transversalidad política. ¡Todo el pensamiento, todas las ideas!

Cuando ingresé a la Universidad de Concepción tenía 23 años -fue algo tardío- y había trabajado en Chiloé. Rendí mi Prueba de Aptitud Académica -así era en ese entonces; los que están en las tribunas también lo hicieron- en el Liceo de Castro y me fui en un transporte especial entre Chaitén y Castro, porque no había modo de cambiarla.

La primera vez que llegué a Concepción, cuando fui a matricularme, había una neblina que no dejaba ver nada. La ciudad no tenía entrada -no existía la calle Carrera como la conocemos hoy día; Concepción se ha desarrollado- y los buses para quienes venían de regiones, que eran muchos, tenían su paradero en los tribunales de justicia. Ahí hacían filas los estudiantes los viernes para volver a sus hogares y regresar los días lunes.

Para mí fue una experiencia maravillosa, aunque resultó difícil para muchos adaptarse a la humedad de Concepción, ¡porque toda la ropa se humedecía...! ¡Los zapatos se humedecían...! Sin embargo, era un clima maravilloso, porque además era y es una universidad maravillosa.

Estudié Filosofía.

Siento un profundo orgullo de haber estudiado Filosofía en la Universidad de Concepción. En los 80, una generación que dio la batalla por recuperar la democracia, mi carrera duraba cuatro años, ¡pero me demoré nueve años en salir...!

La Senadora Van Rysselberghe decía: "Cuando llegó Navarro a la universidad yo estudiaba medicina. Y cuando me fui y terminé mi carrera, que es larga, ¡todavía Navarro seguía en la universidad...!".

Yo aprovecho esta ocasión para expresarles que jamás reprobé un ramo -y lo podrán decir mis profesores-, que me expulsaron dos veces y me suspendieron tres veces.

Pero son los gajes del oficio.

¿Rencor? Con nadie. Al contrario: ¡alegría! Porque con los que ayer nos enfrentamos hoy día compartimos: somos parte de la necesaria unidad nacional para sacar adelante nuestro país.

Solo me cabe señalar que en esa generación de los 80, que a mi juicio fue decisiva para la Universidad en un período que va desde 1980 a 1990, fuimos muchos quienes afrontamos ese desafío.

No nos acompañan hoy día, pero forman parte también de la asamblea de socios: Cristian Cornejo , biólogo marino y primer Presidente de la FEC ; Jony Villanueva , médico, lo fue en 1984; Sergio Micco , abogado, en 1985; Pedro Cisternas , ingeniero químico, en 1986; el Senador que habla, en 1987, y Andrés Stuardo , profesor de filosofía y hoy también agrónomo.

Una generación que dedicó su vida a hacer realidad aquello que nuestra nación necesitaba: democracia. Pero la democracia plantea nuevos desafíos, en que los académicos son importantes.

Ya lo he señalado: existe un vacío, un puente roto entre la academia y la política. No puede ser que académicos y científicos quieran un mundo, una sociedad, un Chile mejor; que sepan qué se debe hacer, pues han estudiado, se han preparado toda su vida para ello, y que no tengan conexión con quienes tomamos las decisiones: Senadores, Diputados y Gobierno.

Claramente la universidad, por su característica, por todo lo que hemos dicho acá, debe ser un puente entre la academia, la ciencia y la política en la búsqueda de la felicidad, en la lucha contra el cambio climático, en la batalla por la construcción de un país mejor.

En tal sentido, debo decirles que hemos conversado con muchos profesores de filosofía, como Eduardo Núñez , Patricio Oyaneder , Enrique Munita , Felicitas Valenzuela , Claudio Troncoso, Miguel da Costa, Rosa Oyarzún , Augusto Pescador, Marco Antonio Ramis , Jorge Concha, Marco Antonio Allende , Edison Arias . Con ellos hemos reflexionado sobre estos temas, como debe hacerse en el ámbito de la filosofía.

Yo siempre he expresado: "Filosofía para la acción".

Por lo tanto, solo me resta manifestarles al Rector de la Universidad de Concepción, señor Carlos Saavedra ; a su Secretario General , señor Marcelo Troncoso , que hay quienes hoy día tenemos la calidad de exestudiantes pero que pretendemos ser parte de la Universidad.

Entonces, el desafío es cómo se integra a los exalumnos.

En la conmemoración de estos cien años debe haber un punto de inflexión para que esta casa de estudios superiores crezca orgullosa como lo hacen las grandes universidades del mundo, en que sus exalumnos se transforman en actores determinantes de su crecimiento. Hay que aprovechar ese capital humano, forjado en el crisol de la Universidad. No hay que negarse a él.

Creo que esa decisión ha sido tomada por su Rector y su cuerpo académico.

Yo aspiro a una Universidad de Concepción de carácter nacional e internacional, de futuro y que integre a todo Chile; a una Universidad que esté presente a lo largo de nuestro territorio; a una Universidad con presencia internacional, con el desafío generoso de trabajar desde la Región del Biobío por nuestra nación.

Ahora y siempre firmes y adelante: por el desarrollo libre del espíritu; universitarios arriba, arriba, de pie, ¡hoy más que nunca!

A todo el cuerpo directivo y académico que nos acompaña esta tarde, ¡muchas felicidades por los cien años de la Universidad de Concepción!

He dicho.

--(Aplausos en la Sala y en tribunas).

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