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  • Sesión Extraordinaria N°54
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  • Legislatura número 369
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Intervención
REGULACIÓN DE MATRIMONIO DE PAREJAS DEL MISMO SEXO EN IGUALDAD DE CONDICIONES

Autores

La señora SABAT.-

Muchas gracias, Presidenta .

En primer lugar, en esta jornada histórica quiero agradecer a todas las organizaciones que han estado impulsando este proyecto por tantos años: a la Fundación Iguales, al Movilh, a la Agrupación Lésbica Rompiendo el Silencio; a "Familia es Familia", entre otras.

Y también quiero saludar, con mucho cariño y mucho afecto, a todos esos padres homosexuales y a todas esas madres lesbianas que se han sentido terrible, que han experimentado mucho dolor al tener que vivir, por parte de la sociedad o del Estado, la discriminación hacia uno de sus hijos o una de sus hijas.

La familia en Chile ha evolucionado de acuerdo a la realidad y al contexto social en el cual se ha ido desenvolviendo.

La Constitución de la República establece a la familia como núcleo fundamental de la sociedad. Y, como tal, el Estado está obligado a darles protección a todas esas familias.

Abrir la posibilidad legal a las parejas del mismo sexo (a lesbianas y homosexuales) a contraer matrimonio expresa el compromiso de una sociedad democrática liberal en la línea de ampliar sus garantías de libertad y de igualdad.

Ese es el resultado de eliminar una discriminación: avanzar en igualdad ciudadana, en igualdad de estatus y en igualdad de respeto, todos factores para la dignidad, para la autoestima.

En ese sentido, el matrimonio igualitario es una conquista moral, testimonio de que las sociedades progresan no solo en una dimensión material, sino que también inmaterial. En este caso particular, reconociendo una forma de amor, de afectividad, de vínculo, de asociación.

Este voto favorable no es por moda, no es por presión; es por una idea de justicia democrática y liberal.

Este voto favorable no es de Izquierdas, no es de un sector político.

Este voto favorable es por todas las personas que creemos que el amor, Presidenta , es amor; que el amor no discrimina, que el amor no culpa, que el amor es amor.

Con relación a los argumentos que se han vertido en contra de este proyecto, es necesario decir, en primer lugar, que no me parece que una sociedad pluralista, donde existen y coexisten distintas ideas éticas, filosóficas y religiosas, deba elaborar sus reglas e instituciones en base a solo una de estas ideas.

En ese sentido, este proyecto expresa el compromiso central de la democracia, que es la igualdad de derechos. Y envía un mensaje claro: en una sociedad pluralista, donde hay distintas maneras de mirar el mundo y distintas formas de amar, no le corresponde al Estado decidir quiénes viven de forma correcta y quiénes no.

Hoy en Chile una pareja heterosexual puede elegir si casarse civilmente o suscribir un acuerdo de unión civil. Sin embargo, una pareja de homosexuales, una pareja de lesbianas solamente puede suscribir un acuerdo de unión civil.

Es más, una pareja homosexual, una pareja de lesbianas legalmente casadas en un país extranjero no tiene opción de tener en nuestro país igual calidad jurídica. Es decir, en Chile hoy pierden sus derechos. ¡Así de irrisorio!

Este es uno de los tantos ejemplos de cómo el Estado chileno discrimina a las parejas del mismo sexo. Y en ese sentido, es labor de todos nosotros, de todas nosotras, como legisladores, hacernos cargo de la realidad y repensar las normas si es necesario.

Finalmente, en la defensa de los derechos de los niños, de las niñas y de los adolescentes, creo precisamente que este es un proyecto donde se debe poner el bien superior de nuestros niños, niñas y adolescentes, antes que todo, para poder garantizarles el crecer en ambientes donde reciban amor, confianza, soporte y seguridad, con las herramientas necesarias para una adultez sana. Y en esto la orientación sexual de los padres pasa completamente a un segundo plano y es indiferente para los objetivos que nos interesan: la formación de individuos autónomos, que puedan trazar sus propios proyectos de vida y que sean ciudadanos competentes en democracia.

Si esto es correcto, entonces el matrimonio igualitario nos ayudaría además a eliminar el estigma que cargan muchos niños y niñas de parejas homosexuales, de parejas lesbianas, que son discriminados no solo por el entorno social, sino además por un Estado que no les permite acceder a los mismos derechos de los niños y niñas de parejas heterosexuales.

A modo de ejemplo, para hacer práctica esta discriminación de la que hablamos: un niño que tiene dos madres, en el sistema actual solo una de ellas tiene derechos filiativos sobre él, lo que produce que ese niño no pueda ser carga de salud de su otra madre; no puede recibir pensión de alimentos; no puede tener el cuidado personal en caso de que fallezca la otra persona; no puede recibir herencia de esa madre, y así podría seguir señalando discriminaciones que ocurren todos los días y que sufren todos estos niños, todas estas niñas que tienen dos madres o dos padres. Y es un sufrimiento familiar, un sufrimiento de los padres y de las madres, por cierto.

¿Les parece esto justo? A mí no, Presidenta . Y creo que es sumamente necesario que hoy, como legisladores y legisladoras, demos término a todas estas discriminaciones y muchas otras que también viven las parejas del mismo sexo. Solo así podremos empezar a construir un país mejor, y hacer realidad que en Chile todos y todas somos iguales en derechos, en oportunidades, en dignidades y en condiciones, por cierto.

Por todas estas razones, por un íntimo convencimiento de que la justicia de este proyecto existe, y considerando que es una demanda histórica, anuncio desde ya mi voto a favor.

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