Labor Parlamentaria

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Antecedentes
  • Cámara de Diputados
  • Sesión Ordinaria N° 33
  • Celebrada el
  • Legislatura Extraordinaria número 336
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Intervención
TÉRMINO DEL PERÍODO LEGISLATIVO.

Autores

La señora PROCHELLE (Vicepresiden-ta).-

Tiene la palabra la Diputada señora Mariana Aylwin.

La señora AYLWIN (doña Mariana).-

Señora Presidenta , quiero hacer una reflexión más testimonial que política.

Cuando uno pierde una elección, como me ocurrió, se hace muchas preguntas y se llena de dudas acerca del trabajo realizado. Sin embargo, asumiendo todo lo que pude haber hecho mal, como también los cuestionamientos, termino reafirmando ciertas convicciones. Y hoy, cuando termino mi gestión parlamentaria, me voy a referir a esas convicciones que he fortalecido.

La primera, que ésta es una actividad que vale la pena aun cuando es muy difícil, especialmente para las mujeres, porque es muy demandante, muy diversa, con muchos temas y desafíos distintos. Sin embargo, es mucho más valiosa y tiene más altura de lo que la gente cree.

El Parlamento es un espacio de debate y diálogo, donde uno aprende a respetar a los demás y comprueba que la política -es mi convicción, a pesar de todas las dudas- es una opción honorable plagada de sentidos.

Aquí nos encontramos hombres y mujeres que representamos a Chile, a la diversidad de nuestra sociedad, la cual piensa en forma distinta y tiene intereses y problemas diferentes. Esto debemos mirarlo como expresión de la riqueza del país.

Aquí encontramos la diversidad de Chile; encontramos seres humanos que, de alguna manera, encarnan lo que es nuestro país. No somos ni mejores ni peores de lo que es nuestra sociedad.

Una segunda convicción radica en que una de las tareas importantes que tenemos como sociedad es luchar por algunos valores que, como chilenos, transamos muy fácilmente; entre ellos, el de la verdad. Somos una sociedad que no mira sus problemas de frente; no nos decimos las cosas vis a vis; preferimos esconder las cosas en las apariencias; usamos lenguajes equívocos, somos hipócritas; tenemos doble estándar y un discurso de virtudes que no practicamos, un discurso muy moralista y una realidad que transcurre por otro lado. Esto, en mi opinión, tiene consecuencias muy complejas en nuestra sociedad. Los chilenos no confiamos unos en otros. La desconfianza es un factor muy limitante para construir una sociedad mejor. Desconfiamos entre nosotros, desconfían los electores de los políticos y viceversa, y los dirigentes son muy cuestionados. En fin, no nos creemos. Este es un problema que no está relacionado con la política en sí, sino con nuestra sociedad, donde los niños copian en la sala de clases y lo aceptamos; con una sociedad que no dice las cosas por su nombre.

Otra convicción es la importancia de la participación de las mujeres en la política. Es difícil ser mujer en política y mantenerse como tal. Este es un espacio muy masculino. Me ha costado mucho entender los códigos de este espacio tan masculino. Con ello, no los estoy despreciando, sino, por el contrario, he admirado la seguridad y la soltura con que se manejan los hombres en este mundo. Me he sentido tremendamente insegura frente a ellos. Sin embargo, las mujeres hemos creado en esta Cámara, sin estridencia, un espacio de acción que ha sido muy efectivo.

Quiero agradecer la compañía de muchos colegas que han participado, codo a codo, con nosotros, especialmente en la Comisión de Familia, en la elaboración de leyes muy importantes como las de adopción, la de igualdad de los hijos ante la ley, la de pensiones alimentarias, la que regula el régimen de visitas, la que modifica la ley de matrimonio civil, la que prohíbe pedir el test de embarazo, la que garantiza a las adolescentes embarazadas seguir estudiando, etcétera; todas leyes que hemos aprobado en estos años en la Cámara de Diputados, íntegramente elegida por el pueblo, y que duermen el sueño de los justos en un Congreso donde subsiste una institución antidemocrática, como es la de los senadores designados y vitalicios.

Nuestra lucha no es de las mujeres por las mujeres, sino una que se confunde con la lucha por el respeto a la dignidad de las personas, por la de la justicia y por la de la democracia.

Quiero agradecer a mis colegas el trabajo hecho en común, el ambiente solidario y de respeto que hemos construido; a los funcionarios de la Cámara por el apoyo que nos prestan; a las personas que trabajaron conmigo; a Carlos Montes, que fue mi compañero de distrito y con quien logramos hacer un trabajo solidario, poco competitivo y de valores comunes en beneficio de la comuna.

Termino diciendo que no necesito ser diputada para seguir trabajando por estos ideales, pues lo haré hasta que muera.

Escuché a mi tío Andrés despedirse, y debo decir que yo aprendí en el seno de mi familia que la vida tiene sentido cuando uno se juega por causas superiores.

He dicho.

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