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Antecedentes
  • Cámara de Diputados
  • Sesión Ordinaria N° 12
  • Celebrada el
  • Legislatura Ordinaria año 1968
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Intervención
XX ANIVERSARIO DE LA DECLARACION DE LOS DERECHOS HUMANOS.- NOTA

Autores

La señora MARIN.-

Señor Presidente, la "Declaración Universal de los Derechos Humanos", aprobada hace 20 años en las Naciones Unidas y proclamada por esa organización internacional el 10 de diciembre de 1948, constituye un documento de considerable importancia.

Los comunistas no nos dejamos engañar, ciertamente, por las bellas palabras; ni creemos que los textos jurídicos o programáticos poseen fuerza en sí mismos cuando no responden a bases reales. Sabemos que mientras no se produzca el abatimiento de las bases de una sociedad injusta, fundada en la explotación del hombre, de poco sirve una Constitución, perfecta técnicamente, que enumere toda clase de derechos y garantías teóricas que no se cumplan en la práctica.

Sin embargo, en el caso de la "Declaración Universal de Derechos Humanos", es necesario enfocar su valor, partiendo de la base de que no se trata de un documento interno y particular, sino que responde a una expresión de anhelos de muchos pueblos y de muchos hombres. Tiene el carácter particular de declaración programática, o como dice su texto, de "ideal común por el que todos los pueblos y Naciones deben esforzarse". Posee, entonces, un contenido de aspiraciones humanas respecto a materias y problemas fundamentales sobre los cuales ha recaí-

do, y recae, la lucha constante de los hombres.

Los comunistas no sólo compartimos esas aspiraciones, sino que hacemos de ellas el norte de nuestra acción, pues creemos que sólo podrán realizarse en su plenitud e integridad cuando dejen de existir en el mundo sociedades basadas en la explotación el hombre por el hombre, y el socialismo, y luego el comunismo, triunfen en todas partes.

En el régimen capitalista -y, naturalmente, en los regímenes de tipo feudal que superviven en algunas regiones del planeta- los derechos fundamentales de la persona humana tienen una vigencia parcial, de mayor o menor limitación. Es ésta una realidad comprobable y que está más allá de las interpretaciones que pueda hacerse de ella. Y así no podemos dejar de reconocer que los 70 ó más millones de analfabetos que existen en América Latina constituyen un dramático mentís a las normas sobre derecho a la educación, a la cultura, a la vida política; y una limitación bastante grave a los postulados de la "Declaración sobre derecho a la libertad de opinión y de expresión, a la libre elección del trabajo."

Los índice de mortalidad infantil en los países de Latinoamérica, del Africa y parte de Asia, constituyen, a su vez, un elemento de trágico contraste con la declaración sobre el derecho a la vida, básico obviamente para el disfrute de todos los demás.

Ese derecho a la vida es hoy brutalmente quebrantado por la potencia más poderosa del mundo capitalista. Aludo a las acciones de Estados Unidos en Vietnam, el bombardeo diario, desde hace tres años, de un pequeño país, con violación de todo tratado y principio internacional, hecho que no puede dejar de estremecer a toda conciencia honrada en el mundo. Allí, en Vietnam, está muriendo, en este mismo instante, gente que no tendría porqué morir: ancianos, hombres, mujeres, niños, que no cometieron delito alguno y cuyas vidas son segadas desde el aire con bombas, con napalm o fósforo.

El derecho a la igualdad se ve afrenta-, do en los Estados Unidos y en los dos Estados racistas de Rodesia y Sudáfrica, donde la segregación racial supera los límites de lo imaginable y donde una ínfima minoría blanca ejerce la más sanguinaria opresión contra la abrumadora ma- yoría de raza negra. El caso de los Estados racistas del Africa constituye un desafío brutal a la conciencia de la Humanidad y es necesario llamar más la atención sobre él.

La "Declaración Universal de Derechos Humanos" constituye un documento de hondo significado, en cuanto sintetiza elevadas y profundas aspiraciones de los: hombres y de los pueblos, que existen como un imperativo en muchas conciencias, en la mayoría de las conciencias humanas. Es verdad que están muy lejos de poseer vigencia real sus postulados en los países donde el signo del lucro aplasta todos los restantes valores. Pero también es verdad que ellos cuentan con la adhesión de la mayoría oprimida en esos lugares. No es una casualidad que la organización internacional más amplia que ha conocido la historia, las Naciones Unidas, se haya abocado al estudio y redacción de un documento como la "Declaración Universal de Derechos Humanos" luego del término de la Segunda Guerra Mundial. A esa terrible conflagración fue precipitada la Humanidad por las fuerzas del nacismo, que arrasaron con el más elemental respeto a la dignidad de la persona humana. La locura de destrucción y muerte premeditada y sistemática que desataron ' las hordas de Alemania nazi llegó a los límites de lo inverosímil. Y un eco del propósito de quienes conocieron el horror de los campos de exterminio, de los trabajos forzados, de las deportaciones en masa, de impedir su repetición, llega sin duda hasta la "Declaración de Derechos Humanos". Y tal eco cobra nueva fuerza en nuestros días, a 25 años de la liquidación de la Guerra Mundial y a 20 de la proclamación de los derechos humanos, cuando presenciamos la agresión injustificable a Vietnam, la destrucción indiscriminada de un país, el exterminio de poblaciones civiles. La conciencia de todos los hombres debe estar hoy más alerta que nunca, y la condena, la protesta y la lucha contra los atropellos flagrantes a los derechos y dignidad humanas se convierte en un deber imperativo.

Los comunistas no hacemos de la conmemoración de la "Declaración Universal de los Derechos Humanos" una ocasión para decir sólo palabras más o menos solemnes, sino para señalar la obligación de luchar porque ellos sean una realidad.

En estos días y con este motivo, se celebra en nuestro país un Seminario Femenino Latinoamericano, que tiene como misión recoger inquietudes, despertar conciencias, profundizando en la situación de la mujer en nuestro continente. Nos merece un profundo respeto esta iniciativa, que permite que mujeres de distintas tendencias se reúnan en una misma mesa de discusión.

La preocupación de la mujer latinoamericana por el destino de sus pueblos y el papel que ella juega en su proceso de liberación están siendo analizados en este Seminario. De este "evento" saldrá, sin duda, una serie de elementos y recomendaciones, que estamos seguros serán una valiosa ayuda al fortalecimiento de la amistad entre los pueblos de América Latina y que, necesariamente, deben traducirse en iniciativas que signifiquen atender, en especial, al niño y a la mujer de nuestro continente.

Señor Presidente, el mejor homenaje que la Cámara de Diputados puede rendir a la "Declaración Universal de los Derechos Humanos" y al Seminario Femenino Latinoamericano que se realiza en este momento en nuestro país, es despachar sin demora, sin nuevas tramitaciones, sin anuncios de nuevos proyectos, el proyecto de ley sobre jardines infantiles, que, con la firma de Diputadas de todos los partidos, espera en Comisión.

No nos limitemos a las vanas palabras; en los hechos, avancemos, aprobando en este año, en el "Año de la Declaración de los Derechos Humanos", esta ley que anhelan todas las mujeres chilenas.

He dicho.

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