1. Introducción
Las tecnologías de información y comunicaciones (TIC) juegan un papel fundamental en las actividades diarias y en el bienestar de las personas, en la generación de riqueza para los países, en la provisión de servicios básicos para las sociedades, y en la seguridad y soberanía de las naciones. Tanto la cantidad y variedad de usos que damos a las TIC como el número de personas con acceso han aumentado de forma acelerada en los últimos 20 años, generando nuevas oportunidades de desarrollo social y crecimiento económico. Sin embargo, la tecnología es inherentemente vulnerable. La mayor parte de las TIC no fueron diseñadas pensando en la seguridad de la información, posibilitando que diversos actores sean capaces de dañar a personas y organizaciones a través de estas tecnologías.
En abril de 2017, la entonces presidenta Michelle Bachelet lanzó la primera Política Nacional de Ciberseguridad de Chile, que contenía cinco objetivos de política pública en materia de ciberseguridad, y una serie de 41 medidas a ser implementadas entre los años 2018 y 2022. La Política fue confirmada por el gobierno del presidente Sebastián Piñera, progresando en el diseño de la institucionalidad y el fortalecimiento del marco regulatorio, y permitiendo al país avanzar de manera decidida en los retos que enfrentamos. Los desafíos se han diversificado y complejizado, y el escenario global cambia de forma acelerada, lo que hace necesario robustecer con celeridad las mismas áreas de protección consideradas en la primera política, y generar nuevas capacidades para adaptarnos a circunstancias distintas de las que se previeron hace cinco años.
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(1) Guide to Developing a National Cybersecurity Strategy, 2nd edition 2021.
El gobierno del presidente Gabriel Boric ha continuado con el proceso de implementación de la Política Nacional de Ciberseguridad 2017-2022 y ha impulsado la discusión del proyecto de ley marco sobre ciberseguridad, poniendo especial énfasis en la protección y defensa de los derechos de las personas, la equidad de género, y la profundización de la democracia. Se ha procurado brindar protección a aquellos grupos que se ven mayoritariamente afectados por la violencia digital y los ciberdelitos, teniendo en consideración que las amenazas del ciberespacio no impactan a todos por igual, siendo las principales víctimas las mujeres, niñas, niños, adolescentes, adultos mayores y disidencias sexogenéricas.
Para incrementar nuestro nivel de madurez en ciberseguridad, necesitamos contar con un ciberespacio libre, abierto, seguro y resiliente, tal como fue planteado en la primera Política Nacional de Ciberseguridad, que constituyó una política de Estado y, como tal, debe ser renovada.
La presente Política es el resultado de la participación de numerosos actores del mundo público y privado, que a través de audiencias públicas expresaron sus preocupaciones y visiones sobre los problemas y desafíos que conlleva la vida digital. La sociedad civil tuvo un rol fundamental en su elaboración a través de dos consultas ciudadanas, una previa y otra posterior a su redacción. Para su elaboración se siguieron las recomendaciones de la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT)(2), se observó la experiencia de países similares y más avanzados, se consultaron diversas publicaciones internacionales (3) y se realizó una evaluación del proceso de implementación de las medidas de la primera Política. Esta segunda política representa tanto una continuación de los esfuerzos de la primera, como una readecuación del foco para los próximos años producto de la revisión de los cambios sucedidos desde entonces.
1.1. ¿Por qué necesitamos una Política Nacional de Ciberseguridad?
El siglo en curso probablemente verá más cambios que toda la historia de la humanidad, tanto en términos culturales como políticos y económicos. El calentamiento global acelera el cambio climático, acentuando climas extremos y aumentando la frecuencia y duración de eventos como sequías, inundaciones, tornados e incendios forestales. La disponibilidad de agua ha disminuido, lo que afecta la agricultura y disminuye nuestra capacidad para generar alimentos(4). Todos estos cambios ya están afectando a nuestro país, y se espera que se aceleren durante este siglo.
La pandemia de SARS CoV-2 (COVID-19) ha producido, a abril de 2023, poco más de 6,8 millones de muertes en el mundo(5) y más de 52 mil muertes confirmadas en nuestro país (6). Además del enorme costo social en términos de salud pública, la pandemia aceleró múltiples procesos de transformación digital. La productividad de la mayor parte de las sociedades se ha visto mermada de forma considerable durante varios años, lo que contribuye a una recesión económica en ciernes o declarada en decenas de países. Tal como ocurrió con la epidemia mundial de gripe de 1918, los efectos de la actual pandemia tardarán muchos años en desaparecer.
Finalmente, la inestabilidad política y económica que ha generado la guerra en Europa del Este nos pone en un escenario que no veíamos desde la segunda guerra mundial. Antes del conflicto, Ucrania producía el 10% del trigo, el 15% del maíz y el 13% de la cebada del mundo(7). La escasez de grano generó durante varios meses aumentos de precios y ha contribuido al aumento de la inflación en muchas economías.
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(2) Guide to Developing a National Cybersecurity Strategy, 2nd edition 2021.
(3) Como las guías y manuales del Cooperative Cyber Defence Centre of Excellence de la OTAN; la National Cyber Security Strategies de ENISA; el Modelo de Madurez de Capacidades de Ciberseguridad para Naciones de la Universidad de Oxford; y el Í ndice Global de Ciberseguridad de la Unión Internacional de Telecomunicaciones.
(4) IPCC, 2022: Summary for Policymakers [H.-O. Pörtner, D.C. Roberts, E.S. Poloczanska, K. Mintenbeck, M. Tignor, A. Alegría, M. Craig, S. Langsdorf, S. Löschke, V. Möller, A. Okem (eds.)]. In: Climate Change 2022: Impacts, Adaptation and Vulnerability. Contribution of Working Group II to the Sixth Assessment Report of the Intergovernmental Panel on Climate Change [H.-O. Pörtner, D.C. Roberts, M. Tignor, E.S. Poloczanska, K. Mintenbeck, A. Alegría, M. Craig, S. Langsdorf, S. Löschke, V. Möller, A. Okem, B. Rama (eds.)]. Cambridge University Press, Cambridge, UK and New York, NY, USA, pp. 3-33, doi:10.1017/9781009325844.001.
(5) https://www.worldometers.info/coronavirus/.
(6) https://www.gob.cl/pasoapaso/cifrasoficiales/.
(7) https://www.dw.com/en/five-facts-on-grain-and-the-war-in-ukraine/a-62601467.
Todo lo anterior es relevante para nuestro país, pero ¿qué relación tiene con la ciberseguridad?
La ciberseguridad no es un fin en sí mismo. La ciberseguridad es una condición que, de existir, permite el uso pleno de Internet y de la web, herramientas habilitadoras y potenciadoras de las actividades humanas. Todos nuestros esfuerzos para enfrentar desafíos como el cambio climático y la pandemia de COVID-19, y para devolver la paz y la estabilidad política y económica al mundo, pueden verse facilitados o entorpecidos por la presencia o ausencia de las herramientas de comunicación provistas a través de las redes y sistemas informáticos.
En diciembre de 2003, la World Summit on the Information Society, formada bajo el auspicio de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), publicó una declaración de principios de la Sociedad de la Información luego de largas negociaciones con organizaciones privadas, públicas y representantes de la sociedad civil de todos los países congregados(8). En el punto 4 de la declaración se afirma que "que todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión, que este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir información y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión. La comunicación es un proceso social fundamental, una necesidad humana básica y el fundamento de toda organización social." (9). Es la satisfacción de esta necesidad humana básica y derecho humano fundamental la que hacemos posible a través de la ciberseguridad. Todo Estado tiene hoy el deber de generar las condiciones para permitirle a cada persona ejercer este derecho.
Veinte años después, en enero de 2023, el World Economic Forum publicó un reporte(10) donde presentan una serie de problemas sobre ciberseguridad, desde la perspectiva de expertos y líderes de negocio alrededor del mundo, destacándose los siguientes:
. La inestabilidad geopolítica global ha convencido a líderes y expertos por igual de la importancia de la gestión de los riesgos de ciberseguridad. 91% de los participantes del estudio creen que un incidente catastrófico de ciberseguridad es relativamente probable dentro de los próximos dos años.
. 43% de los líderes piensa que es probable que su organización sea atacada a través del ciberespacio dentro de los próximos dos años.
. Las preocupaciones sobre ciberseguridad y protección de datos personales están crecientemente influyendo en cómo y dónde operan los negocios. El nivel de ciberseguridad que cada país es capaz de mantener está siendo considerado por inversionistas para tomar decisiones sobre dónde invertir.
. La naturaleza de las amenazas en el ciberespacio ha cambiado. Tanto líderes de negocio como expertos en ciberseguridad creen que los atacantes se están concentrando en dañar los procesos de negocio, y en arruinar la reputación de las organizaciones.
Nuestra economía, la mayor parte del comercio internacional, nuestras actividades de ocio, los medios de comunicación masivos, las interacciones sociales y políticas, y la mantención y difusión de nuestra cultura: todas dependen fuertemente del acceso a Internet y a los medios y aplicaciones que posibilita. Es por eso que la primera versión de la Política Nacional de Ciberseguridad (2017-2022) fijó como objetivo para el 2022 el contar con un ciberespacio libre, abierto, seguro y resiliente; por la misma razón, la nueva Política Nacional de Ciberseguridad (2023-2028) perseguirá el mismo objetivo.
1.2. Los desafíos en ciberseguridad en nuestro país
Chile tiene un nivel medio de madurez en ciberseguridad en el escenario internacional. En el Índice Mundial de Ciberseguridad de 2020(11), Chile se encontraba en el lugar 74 a nivel mundial, y en el 7º lugar en América (debajo de Estados Unidos, Canadá, Brasil, México, Uruguay y República Dominicana). En este índice, Chile se destaca por su avance en medidas legales, medidas organizacionales y de cooperación; sin embargo, se queda atrás en las medidas técnicas.
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(8) https://en.wikipedia.org/wiki/Right_to_Internet_access.
(9) httos://www.itu.int/net/wsis/docs/geneva/official/dop.html.
(10) Global Cybersecurity Outlook 2023, Insight Report, Enero 2023. World Economic Forum. En colaboración con Accenture. Ver https://www.weforum.org/reports/global-cybersecurity-outlook-2023/.
(11) Global Cybersecurity Index, de la International Telecommunication Union, es un ránking que mide "el grado de compromiso" de los 193 países miembros de la ITU con cinco pilares: jurídico, técnico, organizacional, de capacitación y de cooperación. Ver https://www.itu.int/en/ITU-D/Cybersecurity/Pages/global-cybersecurity -index.aspx.
En el Índice Nacional de Ciberseguridad(12), desarrollado por Estonia y actualizado de forma continua, Chile se encuentra, al año 2023, en el lugar 53 entre 175 países, y en el 6º lugar en Latinoamérica y el Caribe, debajo de República Dominicana, Argentina, Paraguay, Perú y Uruguay. En este ránking, que consta de 12 áreas distintas, Chile se destaca en desarrollo de políticas de ciberseguridad; lucha contra el cibercrimen, y operaciones militares; pero se queda atrás en protección de servicios esenciales; protección de servicios digitales, gestión de crisis y protección de datos personales.
Los principales problemas que enfrentamos hoy en materia de ciberseguridad en nuestro país son:
1. La insuficiente resiliencia de nuestras organizaciones e infraestructura. Brechas de seguridad recientes en el país nos confirman la necesidad de fortalecer la protección de nuestra infraestructura de redes y sistemas; además de mejorar el entrenamiento y formación de los funcionarios públicos, así como de todas las personas en organizaciones que lo requieran. Para esto, es necesario monitorear nuestro ciberespacio de forma efectiva, especialmente la infraestructura de redes del sector público, de los servicios esenciales y los operadores de importancia vital.
2. La falta de cultura de las organizaciones y de las personas sobre la importancia de la ciberseguridad. Esto, junto a la falta de conocimiento, lleva a que tanto las organizaciones como las personas no tomen medidas suficientes de protección en el ciberespacio. El desafío para el Estado es entregar alfabetización básica en ciberseguridad y generar conciencia de su importancia en cada persona, desde la segunda infancia hasta los adultos mayores, tanto en la educación básica y media, como en las organizaciones privadas, el sector público y la sociedad civil. Para abordar este desafío el Estado velará especialmente por los territorios más apartados.
3. La falta de especialistas en ciberseguridad. Se estima que en Chile faltan alrededor de 28.000 especialistas en ciberseguridad para satisfacer las necesidades tanto del sector público como privado, y que en carreras relacionadas específicamente a la ciberseguridad, solo el 10% son cupos femeninos, cifra que se condice con el 15% de participación de mujeres en los puestos laborales de ciberseguridad que existen en el país(13). La ausencia de mujeres en el mundo laboral y en las carreras relacionadas con computación e informática, tanto en centros de formación técnica como en universidades e institutos profesionales, encuentra su explicación en distintas condiciones sociales que desincentivan su participación, y no en una falta de interés de las mujeres en el área. Es necesario que el Estado genere las condiciones para disminuir estas brechas, incentivando que una mayor cantidad de personas escoja estudiar carreras relacionadas con la ciberseguridad y promoviendo un aumento de la participación femenina en el sector, especialmente considerando que las mujeres representan un 52,4% de la población chilena.
4. La falta de sofisticación de nuestra demanda por ciberseguridad. Se estima que la industria de ciberseguridad en nuestro país realiza ventas anuales por alrededor de $350 millones de dólares, lo que representa un 0.11% del PIB de Chile(14). La ciberseguridad es un área económica intensiva en capacidades, que a futuro podría representar una parte creciente de nuestro producto interno bruto, ayudar a posicionar a nuestro país en el escenario latinoamericano, e incluso fortalecer la confianza en nuestra economía, vista desde el exterior. Sin embargo, para que esto suceda, es necesario tener una demanda más amplia y sofisticada.
5. El aumento de delitos en el ciberespacio. De acuerdo con la encuesta nacional urbana de seguridad ciudadana, durante los últimos años la tasa de denuncia de los delitos informáticos se ha incrementado progresivamente desde un 6,6% en 2017 a un 10,1% en 2021(15). Este tipo de delitos pone en riesgo la seguridad y la confianza de las personas en el ciberespacio y es un fenómeno que debe abordarse desde una perspectiva preventiva y sancionatoria.
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(12) National Cybersecurity Index (NCSI). Ver https://ncsi.ega.ee.
(13) Estudio #2: Estimación de la brecha de expertos en ciberseguridad en Chile. Coordinación Nacional de Ciberseguridad, enero de 2023. Disponible en https://bit.ly/cnc-eb02
(14) Estudio #1: RFI de la industria de ciberseguridad en Chile. Coordinación Nacional de Ciberseguridad, diciembre de 2022. Disponible en https://bit.ly/cnc-eb01
(15) Disponible en https://www.ine.gob.cl/estadisticas/sociales/seguridad-publica-y-justicia/seguridad-ciudadana
Nuestro país se ve afectado sin ninguna duda por las tendencias globales, pero además tiene problemas específicos. Hay grupos de atacantes que han estado muy activos en Latinoamérica y se han autoproclamado responsables de grandes filtraciones de datos que ocurrieron en 2022 y 2023. La cantidad de incidentes que se registran en la Red de Conectividad del Estado (la red de datos que presta conectividad a una parte importante del sector público) confirma que una de las preocupaciones fundamentales de los próximos meses debe ser el fortalecimiento de la infraestructura pública, así como la formación y entrenamiento del personal público, además de un robustecimiento de los servicios esenciales y operadores de importancia vital.
1.3. Los cinco objetivos de la Política Nacional de Ciberseguridad
Para enfrentar los problemas y los desafíos anteriores, la nueva Política Nacional de Ciberseguridad contiene cinco objetivos fundamentales:
1. Infraestructura resiliente: El país contará con una infraestructura de la información robusta y resiliente, preparada para resistir y recuperarse de incidentes de ciberseguridad y de desastres socioambientales, bajo una perspectiva de gestión de riesgos.
2. Derechos de las personas: El Estado protegerá y promoverá la protección de los derechos de las personas en Internet, a través del fortalecimiento de la institucionalidad existente en materia de ciberseguridad; y de la generación, adopción, y promoción de los mecanismos y las herramientas tecnológicas necesarias para que cada persona pueda integrarse a la sociedad y desarrollarse y expresarse plenamente.
3. Cultura de ciberseguridad: Chile desarrollará una cultura de la ciberseguridad en torno a la educación, buenas prácticas, responsabilidad en el manejo de tecnologías digitales, y promoción y garantía de los derechos de las personas.
4. Coordinación nacional e internacional: El Estado creará una gobernanza pública para coordinar las acciones necesarias en ciberseguridad. Los organismos públicos y privados crearán, en conjunto, instancias de cooperación con el propósito de comunicar y difundir sus actividades en ciberseguridad, evitar la duplicación de trabajo y pérdida de recursos, y hacer eficientes los esfuerzos en esta área.
En el ámbito internacional, el Estado se coordinará con países, organismos, instituciones y otros actores internacionales para permitir a nuestro país enfrentar de mejor manera las actividades maliciosas e incidentes en el ciberespacio.
5. Fomento a la industria y la investigación científica: El país promoverá el desarrollo de una industria de la ciberseguridad, que proteja a las personas y las organizaciones y que sirva a sus objetivos estratégicos. Para ello, fomentará la focalización de la investigación científica aplicada en temas de ciberseguridad, acorde a las necesidades del país.
La elección de los objetivos anteriores no es aleatoria: es posible establecer una relación entre ellos y las dimensiones definidas en al menos dos modelos internacionales en ciberseguridad(16).
Adicionalmente, la política incluye algunas dimensiones transversales con las que se busca proteger y promover la protección de los derechos de las personas y sus familias en Internet:
1. Equidad de género: todas las iniciativas considerarán de manera preferente a las mujeres, tanto para aumentar su seguridad en el entorno digital, al ser ellas las principales víctimas de violencia digital, como para mejorar su inclusión, mediante acciones positivas dirigidas a corregir las inequidades existentes en nuestra sociedad. Ello, pues a pesar de representar a más del 50% de la población chilena, su participación en los puestos laborales de ciberseguridad que existen en el país apenas alcanza el 15%.
2. Protección a la infancia: todas las iniciativas deben considerar protección preferente a niñas, niños y adolescentes.
3. Protección al adulto mayor: todas las iniciativas deben considerar protección preferente a adultos mayores.
4. Protección del medio ambiente: todas las iniciativas deben minimizar su impacto negativo sobre el medio ambiente.
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(16) El Modelo de Madurez de la Capacidad de Ciberseguridad (CMM) del Centro Global de Capacidad en Seguridad Cibernética de la Universidad de Oxford (https://gcscc.ox.ac.uk/the-cmm), y también el Indice de Ciberseguridad Global (ICG) publicado por la Unión Internacional de Telecomunicaciones en 2020 (https://www.itu.intidms_pub/itu-d/opb/str/D-STR-GC1.01-2021-PDF-S.pdf).
A diferencia de la versión anterior de la Política, el Plan de Acción se publicará de forma separada pues contiene medidas que se implementarán a corto plazo, mientras que la Política es un instrumento de largo plazo. El propósito es permitir revisar el avance, proponer cambios y mejoras, y enmendar oportunamente el rumbo en caso necesario durante la implementación de la Política en vez de sólo al final de su vigencia. Cada medida tendrá una institución responsable de conducir los esfuerzos para lograr su implementación, y reportará al Comité Interministerial sobre Ciberseguridad de forma periódica los avances observados o la falta de ellos. Cada medida estará asociada a resultados claros y medibles, y a plazos de consecución.
El Comité Interministerial sobre Ciberseguridad sugerirá alternativas de seguimiento e implementación de la Política, y asesorará el cumplimiento de sus medidas para conseguir los objetivos de política pública contenidos en este documento.
El Gobierno podrá utilizar una serie amplia de medidas políticas, económicas, estratégicas y sociales para lograr la implementación de las medidas, y para generar las condiciones para hacer surgir un ecosistema de ciberseguridad en el país, en conformidad con las políticas delineadas en este documento.
El Estado incentivará progresivamente la investigación y desarrollo aplicados en ciberseguridad, y estimulará la inversión privada en el área, en conjunto con las instituciones de educación superior y centros de investigación nacionales. La investigación científica aplicada es un deber ineludible y necesario del Estado, para generar conocimiento que permita aumentar la eficiencia de los factores productivos, generar valor agregado sobre la mera extracción de materias primas, y proveer servicios que le entreguen al país ventajas en el contexto comercial internacional. La investigación en ciberseguridad es una condición necesaria para generar un ecosistema de ciberseguridad en nuestro país, y para cumplir con los objetivos de política pública contenidos en este documento.
1.4. Relación con otros objetivos nacionales
. Política de ciberdefensa
Nuestro país tiene una Política de Ciberdefensa vigente, publicada en marzo de 2018, aprobada mediante el decreto supremo Nº 3, de 2017, del Ministerio de Defensa Nacional. En ella se establecen dos prioridades:
1. La cooperación internacional: Chile colaborará con otros países y promoverá medidas de transparencia y confianza en instancias como la ONU, la OEA, UNASUR, y otros, en coordinación con el Ministerio de Relaciones Exteriores.
2. El desarrollo de capacidades: El sector de la Defensa Nacional desarrollará líneas de carrera en cada rama de las Fuerzas Armadas. Para ello, creará un Comando Conjunto de Ciberdefensa y un Centro de Respuesta a Incidentes de Seguridad Informática de Defensa (CSIRT de la Defensa Nacional).
Es importante mencionar que la ciberdefensa es fundamental para el cumplimiento de los objetivos nacionales de ciberseguridad, por lo que se debe propender a fortalecer las capacidades del país para enfrentar las ciberamenazas que puedan atentar contra la seguridad del país y poner en riesgo la soberanía nacional.
Adicionalmente, la Política de Ciberdefensa establece un principio de equivalencia: Chile podrá considerar ciberataques masivos sobre sus habitantes, su infraestructura o sus intereses como un ataque armado, en el contexto del Artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas. Este principio pone la infraestructura de comunicaciones de Internet al mismo nivel que la infraestructura considerada estratégica y vital para el país, como la red de transporte y la red de centros de salud, entre otros. La presente Política está en armonía con la Política de Ciberdefensa, y especifica objetivos de política pública que están en plena concordancia con los objetivos y prioridades de ese instrumento de planificación, particularmente en lo que respecta al objetivo de Coordinación Nacional e Internacional.
De igual forma, el sector de la Defensa Nacional realizará la reorganización orgánica que sea necesaria para el cumplimiento de sus funciones en el ciberespacio.
. Política Nacional de Inteligencia Artificial
Nuestro país posee también una Política Nacional de Inteligencia Artificial, publicada en diciembre de 2021 aprobada mediante el decreto supremo Nº20, de 2021, del Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación. En ella se establecen cuatro principios transversales: Inteligencia Artificial (o IA) centrada en el bienestar de las personas, IA para el desarrollo sostenible, IA inclusiva, e IA globalizada y en evolución. En la Política se establecen además tres ejes:
1. Factores habilitantes, como el desarrollo de talentos, la infraestructura tecnológica y la promoción y fomento del uso masivo de datos para la toma de decisiones.
2. Desarrollo y adopción, donde se incluyen la investigación básica y aplicada, la transferencia tecnológica, innovación, emprendimiento, mejoramiento de servicios públicos, y desarrollo económico basado en tecnología, entre otros.
3. Ética, aspectos normativos y efectos socioeconómicos, donde se considera un conjunto amplio y heterogéneo de tópicos y áreas de discusión y reflexión, entre los cuales se encuentra: ciberseguridad, ciberdefensa, género, etc.
La presente política está en plena concordancia con los objetivos y ejes planteados en la Política Nacional de Inteligencia Artificial, particularmente en el primer eje sobre la formación y desarrollo de talentos, y la capacitación y concientización de las personas; lo planteado en el segundo eje sobre investigación aplicada, transferencia tecnológica, emprendimiento y mejora de los servicios públicos; y respecto al tercero, en referencia a la promoción de sistemas tecnológicos seguros y robustecimiento de la institucionalidad en ciberseguridad.
. Política Nacional contra el Crimen Organizado
Finalmente, nuestro país cuenta con una Política Nacional contra el Crimen Organizado, aprobada mediante decreto supremo Nº 369, de 2022, del Ministerio del Interior y Seguridad Pública, con el propósito de disminuir la actividad delictiva de las organizaciones criminales que operan en Chile, a través de la acción planificada y coordinada de las instituciones del Estado. Esta política tiene tres objetivos fundamentales: desarticular bandas y organizaciones criminales, implementar medidas específicas para controlar diversos delitos y fortalecer la coordinación interinstitucional a través de la consolidación de un ecosistema de seguridad pública. El segundo de los objetivos anteriores menciona explícitamente el cibercrimen como una de las formas de delito a combatir.
Dentro de las medidas propuestas por la Política anterior está la elaboración de una nueva Política Nacional de Ciberseguridad para el período 2023-2028, la tramitación de un proyecto de ley marco sobre Ciberseguridad e Infraestructura Crítica, y desarrollar estrategias de prevención y educación digital.
La presente Política está en plena concordancia con la Política Nacional contra el Crimen Organizado, específicamente en lo que se refiere a la prevención de la comisión de delitos informáticos, a la generación de una cultura de ciberseguridad en nuestro país, y a la coordinación entre instituciones de gobierno e instituciones privadas. Una de las motivaciones de esta coordinación es el intercambio de información y la colaboración para evitar y combatir de mejor forma el cibercrimen.