Protocolos de la Conferencia celebrada por los Plenipotenciarios de Chile, Bolivia y Perú con motivo de mediación ofrecida por los EE.UU de Norteamérica (Restablecimiento de Paz).
Protocolo de la Conferencia celebrada por los Plenipotenciarios de Chile, Bolivia i el Perú, con motivo de la mediacion ofrecida por los Estados Unidos de Norte América.
PROTOCOLO NÚM. 1.
A bordo de la corbeta norte-americana Lackawanna, en la bahía de Arica, a los veinte i dos dias del mes de Octubre del año de mil ochocientos ochenta, reunidos los Plenipotenciarios, a saber:
POR LA REPÚBLICA DE CHILE,
Los Excelentísimos señores Eulojio Altamirano, Eusebio Lillo i coronel don José Francisco Vergara, Secretario de Estado en los Departamentos de Guerra i Marina;
POR LA REPÚBLICA DE BOLIVIA,
el Excelentísimo señor Mariano Baptista;
POR LA REPUBLICA DEL PERU,
los Excelentísimos señores Antonio Arenas i Aurelio García i García;
en presencia de los Excelentísimos Representantes de la República de Estados Unidos de Norte América, señor Tomas A. Osborn, acreditado cerca del Gobierno de Chile;
Señor Isaac P. Christiancy, acreditado cerca del Gobierno del Perú, i
Jeneral Carlos Adams, acreditado cerca del Gobierno de Bolivia.
El Excelentísimo señor Osborn, decano de los Ministros norte-americanos, hizo presente que los tres Representantes de los Estados Unidos habian tenido a bien nombrar a don Cárlos S. Rand, como secretario e intérprete suyo, i suponía que cada Legacion tenia nombrado uno ad hoc; rogaba, por tanto, que si en las traducciones que hiciese el señor Rand, como intérprete, se advirtiera la menor inexactitud, se sirviesen hacerla notar en el acto.
El Excelentísimo señor Osborn espuso en seguida: que los Representantes de los Estados Unidos deseaban que se abriesen las sesiones de esta Conferencia omitiendo toda ceremonia que no fuese exijida por la gravedad del caso; que creen inútil en este momento entrar a considerar el oríjen de la mediacion propuesta por los Estados Unidos o la prioridad de su sujestion; que es mui grato constatar que la Conferencia es un hecho consumado, patentizado hoi por la presencia aquí de los Excelentísimos Plenipotenciarios que la componen, i que es de esperar que iniciarán sus deliberaciones con el propósito sincero de conseguir el alto objeto para el cual han sido convocados; que considera innecesario asegurar que el Gobierno i pueblo de los Estados Unidos sienten un interes profundo por el bienestar de las tres naciones belijerantes, i que no podia ser de otro modo, desde que los Estados Unidos inauguraron en América el gobierno republicano, siendo por tanto, hasta cierto punto, responsables de la existencia de sus instituciones; que habiendo sido los primeros en reconocer la independencia de estas Repúblicas, no han dejado de seguir con atenta mirada, desde entonces hasta hoi, los esfuerzos que han hecho para mantenerse a la altura de los progresos de la civilizacion, regocijándose con sus adelantos i prosperidad; que, como es sabido, las instituciones republicanas están hoi puestas a prueba ante el mundo, i todas las naciones aquí representadas tienen igual interes en que se obtenga de ella un éxito feliz; que, por tanto, es natural que deploren profundamente la existencia del estado actual de guerra i que anhelen su terminacion; que este es el sentimiento que ha inspirado la actitud asumida por el Gobierno de los Estados Unidos, el cual abriga la sincera esperanza de que ántes de cerrar sus sesiones esta Conferencia, se pueda alcanzar una paz honrosa i duradera; que sin duda los Plenipotenciarios de las tres Repúblicas se hallan penetrados de la verdadera posicion que ocupan los Representantes americanos; que, no obstante, no consideran de mas advertir que se proponen no tomar parte alguna en la discusion de las cuestiones que se sometan a la Conferencia, i que las bases bajo las cuales pueda celebrarse la paz, son materia de la competencia esclusiva de los Plenipotenciarios; pero que, sin embargo, se hallan dispuestos i deseosos de ayudar a los negociadores con su amistosa cooperacion, siempre que ella sea estimada como necesaria. Concluyó con las siguientes palabras: «Os ruego, señores, os suplico, que trabajéis con anhelo para conseguir la paz; i espero, en nombre de mi Gobierno, que vuestros esfuerzos os conducirán a ese resultado.»
Inmediatamente comunicó el señor Osborn que debia procederse a la presentacion i canje de los respectivos Plenos Poderes, lo cual se efectuó en el acto, encontrándolos en buena i debida forma.
El Excelentísimo señor Baptista hizo constar, al exibir los plenos poderes de su colega el Excelentísimo señor don Juan Crisóstomo Carrillo, Plenipotenciario de Bolivia, que se hallaba imposibilitado de concurrir a esta primera sesion por la séria indisposicion que le hacia sufrir su permanencia en el mar.
En seguida el Excelentísimo señor Osborn declaró abierta la Conferencia.
El Excelentísimo señor Altamirano espuso entonces que, en su nombre i en el de sus colegas, se apresuraba a cumplir el primer encargo de su Gobierno, manifestando que los nobles i desinteresados esfuerzos hechos por los dignísimos Representantes de la Union Americana para poner término a los sacrificios de la guerra, empeñaban la gratitud del Gobierno i pueblo chilenos, i que cualquiera que fuera el resultado de las Conferencias i aun cuando no se alcanzara el acuerdo para llegar a la paz, Chile no desconocería nunca la magnitud del servicio; que se complacía en reconocer la exactitud de la observacion del Excelentísimo señor Osborn cuando, para comprobar el interes con que la gran Nacion del Norte mira nuestro desarrollo i prosperidad, recordaba que ella habia sido la primera en reconocer nuestra independencia. Agrego el Plenipotenciario de Chile que las jestiones de hoi, eran prueba de que aquella misma noble política seguia ejerciendo su benéfica influencia en estas Repúblicas.
Viniendo a la grave cuestion del momento, manifestó que las circunstancias les imponían como deber indeclinable el procurar un desenlace inmediato, que buscando el procedimiento mas adecuado para alcanzar este fin, habian creído necesario agrupar en una minuta las proposiciones que segun sus instrucciones debian formar la base del tratado, a fin de que considerándolas en conjunto, pudieran los Excelentísimos Representantes del Perú i Bolivia indicar si podrian abrirse las discusiones sobre esas bases; que procediendo de otro modo, se corria el peligro de perder lastimosamente el tiempo, pues salvadas las primeras dificultades, no podria haber seguridad de no escollar en la última; que si se aprobaba el procedimiento indicado pondria un ejemplar de la minuta en manos del Excelentísimo señor Arenas, un segundo ejemplar en manos del Excelentísimo señor Baptista i un tercer ejemplar seria entregado al digno Presidente de la Conferencia. El Excelentísimo señor Altamirano concluyó manifestando que en la minuta solo se indicaban las principales exijencias de su Gobierno; que mas tarde, si llegaba la oportunidad, se les daría la forma conveniente para que pudieran figurar como artículos de un tratado, i que oportunamente traerían al debate otras proposiciones que, si bien importantes, no se habian incluido en la minuta porque, atendida su naturaleza, creían no habian de ofrecer dificultades insuperables.
El Excelentísimo señor Arenas dijo: que su primera palabra, a nombre del Gobierno del Perú, era de cordial agradecimiento al de la Gran República Americana, por la amistosa actitud que ha asumido en la actual guerra del Pacífico i por el solícito empeño con que anhela ver terminadas las diferencias que hoi separan a tres Repúblicas, en otro tiempo hermanas; que el Gobierno i pueblo peruanos no olvidarán nunca la elevada política i fraternales sentimientos, que desde la independencia hasta hoi, han sido los móviles de la conducta internacional de los Estados Unidos; que por lo que respecta a los Representantes del Perú en estas Conferencias, debe declarar con leal franqueza que a ellas los trae la idea de llegar a la paz, siempre que ésta sea igualmente honrosa para el Perú, para Bolivia i para Chile; que en este terreno tratarán con entera buena fé, sujetándose a las prescripciones del honor i de la justicia; que abriga la esperanza de llegar a un arreglo, pero que si no se consigue, quedará a los Plenipotenciarios del Perú la satisfaccion de haberse esforzado por restablecer la armonía en este Continente; que cree, lo mismo que el Excelentísimo señor Altamirano, que es conveniente precisar los puntos discutibles, para no perder el tiempo en el exámen de cuestiones indeterminadas, i en este sentido acepta la forma propuesta para el procedimiento que debe seguirse; pero, agrega, que las proposiciones que contiene la minuta presentada en esto instante por el Excelentímo señor Altamirano, i cuyo sentido ignoran los Representantes del Perú, deben ser objeto de un estudio detenido i sério, por lo cual no cree conveniente señalar desde luego, como se indica, el dia para una Conferencia inmediata, i ruega, en conclusion, que se le acuerde el tiempo indispensable para estudiar el asunto, ofreciendo, por su parte, avisar al Excelentísimo señor Osborn tan pronto como los Plenipotenciarios estén espeditos, para que se sirva citar a una nueva reunión.
El Excelentísimo señor Baptista dijo: que sentía a su vez la necesidad de espresar el sentimiento de su Gobierno i de su pueblo. Los Estados Unidos habian como creado i modelado las instituciones democráticas de Sud-América, que desde su nacimiento se desenvolvían a su ejemplo. Estados Unidos tenia una lejítima influencia en el significado i en el progreso de nuestra vida política. No era, pues, estraño que su Gobierno interviniese amigablemente, la primera vez que segun el concepto exacto de sus Representantes veia en litijio esas mismas instituciones. Para mantenerlas concurría el Gobierno de Bolivia a negociar la paz con sinceridad, sin otro límite para su consecucion que el derecho i la justicia interpretados, no con el ausilio de la declamacion, sino tomados en la realidad de los acontecimientos, tales como se presentaban. Creía que los Excelentísimos Gobiernos belijerantes propendian a ese fin con seriedad; i que la elevacion de ideas i de carácter de los Excelentísimos señores Plenipotenciarios eran garantía de conferencias eficaces, que se inspirarían, no en las exitaciones efímeras de las pasiones políticas de las tres nacionalidades, sino en los intereses permanentes, mesurados i reales de los paises que representaban; que en cuanto a la mocion del Excelentísimo señor Altamirano, entendia que no era una simple minuta de cuestiones, sino una série de proposiciones, porque solo así se facilitaría nuestra labor; que en este sentido aceptaba por su parte el procedimiento.
El Excelentísimo señor Christiancy dijo: que tenia poco que agregar a las ideas espresadas por su colega el señor Osborn, decano de los Representantes de los Estados Unidos, ideas a las que se asociaba en todo; que habiendo sido los Estados Unidos los primeros en establecer en este Continente las instituciones republicanas, ese Gobierno i ese pueblo tienen un vivo interes en la paz i prosperidad de todas las Repúblicas de la América del Sur i en el feliz éxito de sus instituciones, nacidas libremente al influjo de su iniciativa. Que por estos motivos deseaban promover, por medio de sus buenos oficios, cuanto fuese posible para conseguir la paz i la armonía entre estos Estados. Que existían muchas otras consideraciones dignas de ejercer poderosa influencia en el ánimo de los Excelentísimos Plenipotenciarios de los tres Estados beligerantes, aquí reunidos; que sus pueblos tenían un oríjen comun, hablaban un mismo idioma, poseían idénticas instituciones, costumbres i modo de pensar, profesaban una sola relijion i que aun los sagrados lazos de la familia los ligaban entre sí; que, finalmente, del alto i distinguido carácter de los ilustres Representantes, nombrados para tomar parte en las Conferencias actuales, esperaba un desenlace halagüeño.
A indicacion del Excelentísimo señor Osborn, anunciando que todo lo relativo a los mediadores o aquello que interesase a su Gobierno correría a cargo de su Secretario, se acordó que el Protocolo de la Conferencia seria redactado por los Secretarios de las respectivas Legaciones. El Excelentísimo señor Arenas espresó que el Secretario por parte del Perú era el doctor Mariano Nicolás Valcárcel. El Excelentísimo señor Altamirano presentó al señor Domingo Gana como Secretario por parte de Chile, i el Excelentísimo señor Baptista al señor Félix Avelino Aramayo, por parte de Bolivia.
Antes de concluir, se convino en que el Excelentísimo señor Arenas indicaría por conducto del señor Osborn el dia en que ha de tener lugar la segunda reunion, una vez que se hubiese estudiado la minuta presentada por el Excelentísimo señor Altamirano, que se acordó insertar en la presente acta i cuyo tenor es como sigue:
MINUTA
DE LAS CONDICIONES ESENCIALES QUE CHILE EXIJE PARA LLEGAR A LA PAZ, PRESENTADA POR LOS PLENIPOTENCIARIOS CHILENOS A LOS PLENIPOTENCIARIOS PERUANOS I BOLIVIANOS EN LA CONFERENCIA CELEBRADA A BORDO DEL BUQUE AMERICANO "LACKAWANNA" EL 22 DE OCTUBRE DE 1880.
«PRIMERA.- Cesion a Chile de los territorios del Perú i Bolivia que se estienden al sur de la Quebrada de Camarones i al oeste de la línea que en la Cordillera de los Andes separa al Perú i Bolivia hasta la Quebrada de Chacarilla, i al oeste tambien de una línea que desde este punto se prolongaría hasta tocar en la frontera Arjentina, pasando por el centro del lago de Ascotan.»
«SEGUNDA.- Pago a Chile por el Perú i Bolivia, solidariamente, de la suma de veinte millones de pesos, de los cuales cuatro millones serán cubiertos, al contado.»
«TERCERA.- Devolucion de las propiedades de que han sido despojados las empresas i ciudadanos chilenos en el Perú i Bolivia.»
«CUARTA.- Devolucion del trasporte Rimac.»
«QUINTA.- Abrogacion del Tratado secreto celebrado entre el Perú i Bolivia el año 1873, dejando al mismo tiempo sin efecto ni valor alguno las jestiones practicadas para procurar una Confederacion entre ámbas naciones.»
«SESTA.- Retencion por parte de Chile de los territorios de Moquegua, Tacna i Arica, que ocupan las armas chilenas, hasta tanto se haya dado cumplimiento a las obligaciones a que se refieren las condiciones anteriores.»
«SÉPTIMA.- Obligacion de parte del Perú de no artillar el puerto de Arica cuando le sea entregado, ni en ningun tiempo, i compromiso de que en lo sucesivo será puerto esclusivamente comercial.»
Con lo cual se levantó la sesion a la 1 P. M. En fé de lo cual firmaron:
J. F. VERGARA.
E. ALTAMIRANO.
EUSEBIO LILLO.
M. BAPTISTA.
JUAN C. CARRILLO.
ANTONIO ARENAS.
AURELIO GARCIA I GARCIA.
THOMAS A. OSBORN.
I.P. CHRISTIANCY.
CHARLES ADAMS.
DOMINGO GANA,
Secretario de los Plenipotenciarios de Chile.
M. N. VALCÁRCEL,
Secretario de los Plenipotenciarios del Perú.
J. AVELINO ARAMAYO,
Secretario de la Legacion Boliviana.
CÁRLOS S. RAND,
Secretario e intérprete dé los mediadores.
PROTOCOLO NÚM. 2.
A bordo de la corbeta Norte-Americana Lackawanna, en la bahía de Arica, a los veinticinco dias del mes de Octubre del año de mil ochocientos ochenta, reunidos todos los Plenipotenciarios, a saber:
POR PARTE DE CHILE,
los Excelentísimos señores José Francisco Vergara, Secretario de Estado en los Departamentos de Guerra i Marina, Eulojio Altamirano i Eusebio Lillo;
POR PARTE DE BOLIVIA,
los Excelentísimos señores Mariano Baptista i Juan Crisóstomo Carrillo;
POR PARTE DEL PERÚ,
los Excelentísimos señores Antonio Arenas i Aurelio Garcia:
en presencia de los Representantes de los Estados Unidos de Norte- América:
Excelentísimo señor Tomas Osborn, acreditado cerca del Gobierno de Chile;
Excelentísimo señor Isaac P. Christiancy, acreditado cerca del Gobierno del Perú, i
Excelentísimo señor Cárlos Adams, acreditado cerca del Gobierno d Bolivia.
Se declaró abierta la sesion a la 1 P. M., fue leida i aprobada el acta de la anterior.
El Excelentísimo señor Osborn consultó la forma en que debía firmarse el acta, i se acordó que la suscribiesen todos los Plenipotenciarios i los tres Representantes de los Estados Unidos. En consecuencia, procedieron a firmar cuatro ejemplares, de los cuales uno quedó en la Secretaría de los Excelentísimos Ministros mediadores, otro se destinó a Bolivia, el tercero para Chile i el restante para el Perú.
A continuacion, el Excelentísimo señor Arenas espresó que los Representantes del Perú habian estudiado detenidamente el documento presentado por el Excelentísimo señor Altamirano, en el cual propone a nombre de su Gobierno las condiciones bajo las cuales puede obtenerse la paz; que prescindia de las palabras que sirven de título a ese documento, porque aunque alguna de ellas aparece inconveniente, cree que ha sido empleada sin un designio preconcebido; que tampoco hará mencion de los motivos que han producido la guerra, ni de las razones que se han aducido para justificarla, porque una discusion sobre estos puntos seria estéril en la actualidad i alejaria los espíritus de la rejion serena en que debe tratarse la grave cuestion que ha dado lugar a la Conferencia.
Espresó el Excelentísimo señor Arenas que, en cuanto a las bases presentadas por el Excelentísimo Plenipotenciario de Chile, le han causado una penosa impresion, porque cierran las puertas a toda discusion razonada i tranquila; que la primera de ellas, especialmente, es un obstáculo tan insuperable en el camino de las negociaciones pacíficas que equivale a una intimacion para no pasar adelante; que Chile ha obtenido ventaja en la presente guerra, ocupando militarmente a consecuencia de ella algunos territorios del Perú i Bolivia sobre los cuales jamás alegó derecho de su parte, pero habiéndolos ocupado despues de varios combates hoi cree haberse convertido en dueño de ellos, i que su ocupacion militar es un título de dominio; que tal doctrina fué ciertamente sostenida en otros tiempos i en lejanas rejiones, pero en la América española no ha sido invocada desde la independencia hasta el dia, por haberla considerado incompatible con las bases tutelares de las instituciones republicanas, porque caducó bajo la accion poderosa del actual sistema político i porque es peligroso en sumo grado para todas las Repúblicas sud-americanas.
Pasando de estas consideraciones jenerales, que se refieren a los intereses i al reposo de los Estados de esta parte de la América, examina Su Excelencia con relacion al Perú, la primera de las bases de paz formuladas por Chile. La República peruana, dice, por sus ideas dominantes, por los principios que profesa i por los sentimientos que animan a todas sus clases sociales es incapaz de consentir en que se le despoje de una parte de su territorio, i ménos aun del que constituye en la actualidad la fuente principal de su riqueza; que no desconoce que los Estados, por carecer de un juez supremo que decida sus contiendas, regularmente las resuelven en los campos de batalla, exijiendo el vencedor que ha obtenido la victoria definitiva, el cual no existe en la presente guerra, que la parte vencida i sin medios para continuar resistiendo, ceda a las pretensiones que motivaron las hostilidades; que en el Perú están arraigadas estas ideas en la conciencia pública, siendo a la vez las que profesa i respeta la América republicana; i que por esto cree que, dadas las actuales condiciones de los beligerantes, una paz que tuviera por base la desmembracion territorial i el renacimiento del caduco derecho de conquista, seria una paz imposible, que aunque los Plenipotenciarios peruanos la aceptaran i la ratificase su Gobierno, lo que no es permitido suponer, el sentimiento nacional la rechazaría i la continuacion de la guerra seria inevitable; que si se insiste en la primera base, presentándola como condicion indeclinable para llegar a un arreglo, la esperanza de la paz debe perderse por completo, viendo así esterilizados los esfuerzos que se hacen actualmente, i con la perspectiva de nuevas i desastrosas hostilidades para los belijerantes; que finalmente los Representantes del Perú deplorarán este resultado, mas que como patriotas, como americanos i como amigos sinceros de la humanidad, sin que sea imputable culpa alguna a ellos i su Gobierno, porque si fracasan las negociaciones será por el influjo de ciertas pasiones que se han inflamado para presentar como necesaria la prosecucion de una lucha de esterminio, cuyas consecuencias, si no se miden hoi, se sufrirán mañana.
El Excelentísimo señor Altamirano preguntó si alguno de los Representantes de Bolivia tenia a bien, agregar algo al discurso del Excelentísimo señor Arenas, a fin de que su respuesta comprendiese en conjunto las razones aducidas por los aliados.
El Excelentísimo señor Baptista hizo presente que preferia oir la respuesta de alguno de los Representantes de Chile al Plenipotenciario del Perú que acaba de hablar, i que despues haria la alegacion que conviniese a los derechos de Bolivia.
El Excelentísimo señor Altamirano espone: que no acierta a esplicar la impresion que le ha causado el notable discurso del Excelentísimo señor Arenas. Es en parte impresion dolorosa, porque despues de ese discurso toda esperanza de paz inmediata se ha perdido; pero es tambien en parte grata porque, se apresura a declararlo, hai en ese mismo discurso toda la claridad, toda la firmeza, toda la honrada franqueza que debe gastar el hombre de Estado cuando trata del honor i del porvenir de su patria.
Por su parte, agrega el Excelentísimo señor Altamirano, va tambien a manifestar la opinion de su Gobierno, perfectamente conforme con la de su pais, i procurará, imitando al Excelentísimo señor Arenas, espresar esa opinion con perfecta claridad i franqueza.
Ante todo, declara que al redactar la minuta, ni él ni sus colegas tuvieron el propósito de emplear palabra alguna que pudiera parecer inconveniente a los Excelentísimos Representantes del Perú i Bolivia, i pide que se tome nota de esta manifestacion. Aquél fué un simple apunte que, segun la intencion del primer momento, no estaba destinado a figurar entre los documentos de la Conferencia.
Hecha esta declaracion, que espera sea aceptada, se ocupará de la cuestion principal, como lo desea el Excelentísimo señor Baptista. I al hacerlo, no se apartará por consideracion alguna del firme propósito de no contribuir a que el debate tome un jiro inconveniente. Persiguiendo este fin, no recordará el oríjen i las causas de esta guerra, ello podría traer recuerdos i recriminaciones dolorosas; pero sí deja constancia de que su Gobierno ha sostenido que no le son imputables los hechos que han puesto en armas a tres naciones que debian ser hermanas i que hoi derraman a torrentes la mas preciosa sangre de sus hijos.
Aceptando la guerra como una necesidad dolorosa, Chile se lanzó a ella sin pensar en los sacrificios que le imponía, i por defender su derecho i el honor de su bandera, ha sacrificado a sus mejores hijos i gastado sin tasa sus tesoros.
En esta situacion, su Gobierno ha aceptado con sinceridad la idea de poner término a la guerra, siempre que sea posible llegar a una paz sólida, reparadora de los sacrificios hechos i que permita a Chile volver tranquilo al trabajo, que es su vida.
Su Gobierno cree que para dar a la paz estas condiciones, es indispensable avanzar la línea de frontera. Así procura compensar en parte los grandes sacrificios que el pais ha hecho i asegurar la paz del porvenir.
Esta exijencia es para el Gobierno de Chile, para el pais i para los Plenipotenciarios que hablan en este momento en su nombre, indeclinable porque es justa.
Los territorios que se estienden al sur de Camarones deben en su totalidad su desarrollo i su progreso actuales al trabajo chileno i al capital chileno. El desierto habia sido fecundizado con el sudor de los hombres de trabajo, ántes de ser regado con la sangre de sus héroes.
Retirar de Camarones la bandera i el poder de Chile, seria un abandono cobarde de millares de conciudadanos i renovar, reagravándola, la antigua e insostenible situacion.
El Excelentísimo señor Altamirano continúa diciendo que no se esplica cómo ha podido afirmar el Excelentísimo señor Arenas que esta pretension de Chile choca con los principios aceptados i choca con las prácticas establecidas. La historia de todas las guerras modernas contradice a Su Excelencia i en América los casos de rectificacion de fronteras son numerosos i pertenecen a la historia contemporánea. En la pretendida conquista de Chile solo hai una novedad, i es la de tratarse de territorios que, como lo decía hace un momento, deben lo que son al esfuerzo i al trabajo chilenos.
Lo repito, una vez mas: Chile no puede sacar su bandera de esos territorios. Los Plenipotenciarios chilenos no pueden suscribir un pacto que eso ofreciera, i si lo suscribieran, el Gobierno i el pais le negarían su aprobacion.
El Excelentísimo señor Arenas no refutará punto por punto --segun espresa-- al Excelentísimo señor Altamirano, porque esa refutacion seria estéril, puesto que, a juzgar por el discurso que acaba de escuchar, Chile no ha de ceder de sus pretensiones. Puede haber, sin embargo, a juicio de su Excelencia, un medio que, sin comprometer el porvenir, condúzca a la paz honrosa i permanente; cree que los pueblos de este Continente tienen afinidades sociales i políticas, que los odios nacidos de la lucha del momento, no han de ser eternos, i de aqui deduce la necesidad de resolver esta cuestion con altura de miras i abnegacion de sentimientos.
El Excelentísimo señor Christiancy indicó: que así como los Plenipotenciarios chilenos habian sometido a los del Perú i Bolivia ciertas proposiciones, que han sido combatidas en esta Conferencia, acaso podrian éstos presentar a su vez una proposicion o série de proposiciones tendentes, en su concepto, a zanjar la controversia; podría quizás demostrarse por este medio que las diferencias no son tan irreconciliables como aparecen a primera vista, i que puede alcanzarse todavia un resultado que sea a la vez práctico i favorable.
El Excelentísimo señor Raptista dijo: «Las declaraciones categóricas del Excelentísimo señor Altamirano parecen cerrar el camino a la discusion. Estimo, por otra parte, la franqueza i cortesía con que ha procedido. Procuraré mantenerme acorde con esa nobleza en las formas i claridad en el fondo de las ideas. Valga mi esposicion, cuando no como otra cosa, al ménos como constancia de nuestras opiniones. Ella tendrá dos partes: la una será la espresion colectiva de nuestro voto; la otra, apreciacion individual mia. Los Plenipotenciarios de Bolivia nos hallamos en perfecta conformidad con las esplícitas declaraciones del Excelentísimo señor Arenas sobre el punto fundamental de adquisicion de territorio, llámeselo avance, cesion, compensacion o conquista; i asi pensamos, inspirándonos en el oríjen i desenvolvimiento de la vida política de nuestra América. Obedecemos a ese su primer impulso que, hace cincuenta años, la ha lanzado en una pendiente marcada i hasta ahora incontrastable. Quizá hubo error en no obedecer estrictamente desde un principio la direccion que imponía a nuestros hombres públicos el sentido jenuino del porvenir continental. Hijos de una madre comun, refundidos en un mismo elemento de vida, formados con la misma sangre, enlazados por el mismo culto, animados por esa fuerza de la metrópoli, única que salvó en sus decandencias, el ayuntamiento: divididos, a lo mas, en secciones locales, parece que la espansion de la vida pública debiera haber sido entre nosotros mas comun, mas solidaria i mas unida. Lo mostraba asi la tarea sin divisiones, única, de nuestra independencia, en que hemos obrado como una sola familia, sin distincion de pabellones, empujados por el Plata, confundidos en Chile, agrupados en una sola fuerza en el Alto i Bajo Perú. En la hora de liberacion parece, pues, que nos debiéramos haber constituido en una grande autonomía, dividida seccionalmente, léjos de romperla con nacionalidades celosas que pudieran llegar a ser hostiles, merced a esas combinaciones artificiales. Asi lo sintieron nuestros grandes hombres i desde luego se esforzaron por volvernos a nuestra primitiva fuente de espansion. Pero trataron de hacerlo desde de Bolívar, por vía de declaraciones i decretos ineficaces, que no pasaron de ser para nuestra vida real otra cosa que simples aspiraciones.
Pensaron entónces los hombres de prevision que las reacciones deseadas debieran buscarse por otros procedimientos mas prácticos i mas ajustados a esos grandes propósitos. Tratar de unir sucesiva i gradualmente nuestras diversas nacionalidades con el aliciente de sus mutuos intereses, llevarlas a unificar los económicos i los fiscales, avanzar sucesivamente por pactos que nos estrechen mas i mas, fueron el objeto i el deseo de todo pensamiento i de todo sentimiento verdaderamente americanos. Así lo comprendió mi Gobierno i con ese fin trató de desenvolver su política nacional con el pacto de alianza que le une al pueblo peruano. Lástima es que lo inesperado i violento de los acontecimientos hubiese falseado el comentario natural i verdadero de ese tratado. Intrínsecamente considerado, estudiado en su sentido propio, no es otra cosa que un primer acuerdo, una primera base de solidaridad americana. Significa paz en las fronteras, estipulacion abierta para que intervinieran todos a satisfacer esta primera necesidad. Se invitó a la República Arjentina, i en los consejos de mi pais se creyó entonces mismo mui natural i mui acequible hacer igual invitacion a la República chilena. Otro movimiento que se nota en ambas Repúblicas, el de confederacion, tiene los mismos móviles i lleva a satisfacer los mismos deseos. Por eso hai en Bolivia dos partidos que por un momento se separaron en la cuestion de método i se acordaron por fin en rechazar toda accion tumultuaria, toda ajitacion plebiscitoria i en deferir a la conciencia pública, prudentemente investigada, al criterio de los vecindarios, tranquilamente consultados, el estudio i la aceptacion del nuevo proyecto, cuya deliberacion debía arrancarse del medio bélico en que estamos colocados i llevársela con espacio i con estudio a su verdadero terreno, que es el de la paz; no pudiendo ser por su propia naturaleza instrumento de guerra, sino prenda de conciliaciones sucesivas. Esto que digo no es una digresion sino un antecedente necesario para la consideracion que voi a emitir. Nos hallamos en un momento de crisis que nos lleva a desviarnos de estos precedentes especiales i de esa corriente histórica que debe modelar i caracterizar los rasgos propios de nuestra vida americana. Una grande desviacion i única hasta ahora fué la del Paraguay, que ha ofuscado la conciencia política de algunos hombres de Estado. La América no podrá resistir quizá a un segundo i mas esténso ejemplar. Oscilaría en sus caminos de un modo irremediable. No depositemos en su seno una causa perpetua de malestar. No fijemos en las fronteras de sus Repúblicas poderes suspicaces i celosos que se estén espiando recíprocamente i absorviendo para sus ejércitos i sus armadas, aumentados incesantemente, la sávia de los pueblos. La espansion propia nuestra, a la que tenemos derecho, es la de la industria, la de la comunicacion, la del capital fecundo, en lo que se estenderá mas el pueblo que tenga mas poder. Vencidos i vencedores sufriríamos igualmente con un estado anormal que deja para los unos el sordo trabajo de desquite i para los otros el esterilizador i costoso de impedirlo. El comentario del Excelentísimo señor Altamirano para fundar la necesidad de su primera proposicion quedaría satisfecho con ventaja con la investigacion de otro medio que me permita indicar como simple consideracion mia, personal. Declaro francamente que deben reconocerse i aceptarse los efectos naturales del éxito. En el curso de esta campaña corren las ventajas de parte de Chile. Tomaríamos nuestras resoluciones en la série i en el sentido de los acontecimientos bélicos ya consumados. Podria, pues, decirse que hai lugar a una indemnizacion en favor de Chile. Posea como prenda pretoria el territorio adquirido i búsquense medios equitativos que satisfagan con los productos fiscales de ese mismo territorio las obligaciones que pudieran imputársenos. Este procedimiento resguardaría i garantizaría los intereses de todos i se complementaría con otros que asegurasen satisfactoriamente la propiedad i las industrias de Chile.
Estamos en perfecto acuerdo con el Excelentísimo señor Arenas en reconocer i respetar la intencion elevada que ha guiado al Excelentísimo señor Altamirano en la redaccion de sus proposiciones. Con su leal esplicacion desaparece el sentido ambiguo de ciertas frases como aquella de «Condiciones esenciales que exije Chile,» que a primera vista parecían oponerse al ingreso en una discusion libre entre los Plenipotenciarios. Repito que no hai lugar a detenerse un memento mas en el incidente.
En resumen, no aceptamos la apropiacion del territorio como un simple efecto de la accion bélica, cualquiera que sea el nombre que consagre ese apoderamiento. Pero, espero aún que pueda presentarse un terreno de discusion donde tengan cabida los medios conciliatorios.
El Excelentísimo señor Altamirano espone que se ve obligado a volver a la discusion porque no podría dejar pasar sin observacion de su parte lo espuesto por el Excelentísimo señor Baptista. En su elocuente discurso i defendiendo la política de los Gobiernos de su patria, Su Excelencia ha presentado el tratado que en 1873 unió a Bolivia i el Perú en un propósito comun, como una manifestacion franca i honrada del empeño que ponía Bolivia en acercar a estos pueblos, por desgracia hoi divididos, i que debian marchar unidos, si recordaran que fue el mismo su oríjen, que juntos hicieron la campaña de su independencia i que es el mismo el destino que les reserva el porvenir.
Reconoce --agregó el Excelentísimo señor Altamirano-- que al discurrir sobre el significado i alcance del tratado de 1873, el Excmo. señor Baptista ha evitado con asombrosa habilidad todos los escollos; pero Su Excelencia le permitirá que, sin calificar aquel acto de política internacional i sin recordar cuál fué la intencion que llevaba escondida entre sus líneas, alce aquí su protesta i vuelva a repetir con su Gobierno que en ese pacto está la justificacion de la actitud de Chile i de sus exijencias. Por lo demas, se asocia con entusiasmo a las nobles i elevadas miras del Excelentísimo Plenipotenciario de Bolivia, cuando pide para estos paises la unión que es la fuerza i en el porvenir la única fuente de su grandeza i respetabilidad ante el mundo.
Pero, hablando en presencia de americanos, no necesitan recordar los Representantes de Chile cuál ha sido el empeño de su Gobierno, i cuales i de qué valor las ofrendas que ha llevado al altar de la union i de la fraternidad americanas; ménos necesita hacer esos recuerdos delante de peruanos i bolivianos eminentes, que conocen la historia de su patria, porque son precisamente los que con sus actos han hecho esa historia.
Pueden, pues, descansar tranquilos los Representantes de Chile; no se acusará a su Gobierno, ni a su pais de haber hecho política de odios, ni buscado su engrandecimiento en la ruina de los que llamaba hermanos.
Las soluciones de este asunto no son infinitas. Acaso no hai mas que dos: la indicada por Chile i la que ha tenido a bien sujerir el Excelentísimo señor Baptista. Si declaró por su parte el Plenipotenciario de Chile en la primera Conferencia que la base propuesta era indeclinable, i lo repite ahora, fué porque su Gobierno considera que la segunda combinacion es deficiente e inaceptable. Es bien triste --dice al concluir-- tener que resistir a llamamientos como los que acaban de hacernos los Excelentísimos señores Arenas i Baptista; pero si el adelanto de las fronteras es obstáculo insuperable para la paz, Chile no puede, no debe levantar ese obstáculo.
El Excelentísimo señor García i García; hace presente que no habría pronunciado una sola palabra despues de los brillantes conceptos emitidos por sus colegas, los Excelentísimos señores Arenas i Baptista, que todo lo esplican i aparcan en defensa de los inconmutables derechos del Perú i Bolivia, si ciertas doctrinas que acaba de desarrollar el Excelentísimo señor Altamirano, no hicieran indispensables una rectificacion que el prestijio de la América reclama i que sacada de sus tradiciones i su historia, exhibe los sentimientos del Perú i su leal política internacional de todas sus épocas. Procurará al mismo tiempo Su Excelencia desenvolver una idea ya enunciada, ofreciendo así la prenda mas pura del espíritu recto con que han venido a estas conferencias.
Que prestó mucha atencion --continúa el Excelentísimo señor García i García-- al discurso del Excelentísimo señor Osborn, cuando en la sesion inaugural dijo: que el Gobierno de los Estados Unidos tenia hácia el mundo ciertas responsabilidades en relacion con las Repúblicas del nuevo Continente, emanada de los principios políticos i sistema de gobierno que, con su ejemplo, habian implantado aquéllas i que por ninguna causa debía desacreditarse. Estas fraternales declaraciones tienen indudablemente su apoyo en el gran pensamiento lanzado, como notificacion a la faz del Universo, por uno de los presidentes mas ilustres de la Union, i llevarlo a la práctica hasta hoi por todos sus dignos sucesores. --América para los americanos, dijo en ocasion solemne el presidente Monroe; i al dar vida a esa inmortal sentencia, estableció las bases del nuevo derecho público americano, que, matando toda esperanza de usurpacion, alejó para siempre el nuevo Continente a los señores del derecho divino, tan enseñados a la conquista como el medio mas espedito para ensanchar sus territorios.
De aquí, que como la moral i el derecho son unos, lo mismo para el de afuera que para el de casa, los derechos de soberanía territorial en América solamente pueden levantarse del espontáneo consentimiento de los Estados, sancionado por la aprobacion de los respectivos pueblos. Si, por desgracia, estas prudentes máximas se violentasen o contrariaran, quedaría desde entónces esparcido el jérmen de luchas interminables que, a semejanza de las que con harta frecuencia se repiten en el viejo Continente obligarían a cada Estado, como lo ha dicho mui bien el Excelentísimo señor Baptista, al mantenimiento de esos grandes Ejércitos i Escuadras, guardianes insaciables de lo que por allá se ha dado en llamar la paz armada o equilibrio europeo, que no es otra cosa que la precaucion que cada uno toma para no ser desmembrado o absorbido por su vecino.
De la observancia de tales principios americanos, no hace mérito el Perú, ni han despertado en él por efecto de las contrariedades esperimentadas en la actual lucha. Esa fué su moral invariable cuando provocado a una guerra temeraria en 1858 dominó con su entonces poderosa escuadra toda la costa e islas ecuatorianas, i ocupó con su ejército la floreciente provincia de Guayaquil. Ocasion tentadora habría sido ésta para un ambicioso. Nada mas fácil que posesionarse definitivamente de aquel rico apostadero de carencia naval, que tan útil podia ser al Perú; pero ántes que su interes se hallaba el respeto a la integridad territorial de las naciones constituidas al formarse la América republicana; i ya se sabe, recuerda su Excelencia, que despues de satisfecho i dejando muchos bienes detras de sí, salió el Perú de esas playas sin llevar ni muestras de sus arenas.
No le es posible tampoco al Excelentísimo señor García i García, segun lo hace constar, pasar por alto uno de los fundamentos que el Excelentísimo señor Altamirano alega, como título singular para el dominio que Chile pretende obtener sobre los territorios de Tarapacá. Recuerda que el Excelentísimo Plenipotenciario de Chile sostuvo que siendo chilena la totalidad de la poblacion de esa provincia, así como fueron chilenos los capitales i brazos que formaron sus industrias, es a ellos a quienes corresponde su posesion territorial. Prescinde Su Excelencia de la estension de totalidad que el Excelentísimo señor Altamirano ha dado a sus palabras, porque siendo totalmente contrarias a los hechos, no cree que pretenda sostenerla, ni haya abrigado esa intencion; no silenciará, sin embargo, la espresion de natural sorpresa que le ha causado sin tan estraño razonamiento a una persona, cuya ilustracion i elevada talla política lo hacen una figura americana, que siempre se ha complacido en admirar. Pero su sorpresa es mayor aun, al contemplar que tales conceptos han sido vertidos en presencia de los tres Excelentísimos Ministros mediadores, cuyo gran pais debe su inmenso desarrollo precisamente al capital i brazos estranjeros que dia a dia penetran en su suelo.
Con cuánta hilaridad, --esclama,-- no seria mirada en los círculos políticos de Washington, la pretension que enunciara el príncipe de Bismark para anexar al Imperio Jermánico algunos de los nuevos estados del Oeste, cuya base de poblacion es alemana, o que S. M. la reina Victoria intentara, con parecidos títulos, apropiarse de Nueva York, que cuenta en su seno con una gran masa de irlandeses.
Traidos a la memoria los principios políticos de que ha hablado lijeramente i que son el único fundamento estable de la paz en América; hecha la mencion histórica que acaba de recordar, i a la cual no acompaña otros datos de la misma índole por no estenderse demasiado, agrega que aplaude la rectitud de miras en que, como no ha podido dejar de suceder, abunda el Excmo. señor Baptista; pero, juzgando indispensable dar a esas ideas una forma, por decirlo así, tanjible, que lleve a los hombres desapasionados que contemplan e estas Repúblicas, el convencimiento de nuestra buena fé, que satisfagan el decoro comun, i oculto las exajeraciones que surjen en los respectivos paises, propone: --que todos los puntos de esas diferencias, a que el Excmo. señor Baptista ha hecho alusion, i que se precisarán en discusiones posteriores, sean sometidas al fallo arbitral e inapelable del Gobierno de los Estados Unidos de la América del Norte; pues a ese gran papel lo llama, su alfa moralidad, su posicion en el Continente, i el espíritu de concordia que revela por igual a favor de todos los paises beligerantes aquí representados.
El Excmo. señor Arenas, agrega, por su parte, apoyando al Excmo. señor García i García, que el arbitraje que propone es la solucion mas práctica i decorosa a que puede llegarse, saliendo por este medio del sendero tortuoso en que han sido colocados estos paises con motivo de la guerra; suplica una vez mas a los Excmos. señores Representantes de Chile que piensen i mediten sobre las funestas consecuencias de una determinacion contraria.
El Excmo. señor Vergara: no entra en su propósito al hacer uso de la palabra, seguir al Excmo. señor García i García en las diversas consideraciones que ha espuesto en su discurso que se acaba de oir. Esto lo juzga enteramente innecesario, atendidos los términos en que está planteada la discusion. Solo se ocupará de la proposicion de arbitraje que se presenta al debate, para declarar perentoriamente, en nombre de su Gobierno i de sus colegas, que no la acepta en ninguna forma.
Chile ha profesado siempre una decidida predileccion por este racional i equitativo procedimiento para resolver las cuestiones internacionales, tanto por considerarlo como el mas conforme con las tendencias de la civilizacion moderna, cuanto porque es el que mas conviene a sus propias tendencias. Testimonio de ello ha dado en todos sus desacuerdos con otras naciones i mui especialmente en la cuestion que ha traido la pre guerra. Antes de empuñar sus armas i de apelar a la fuerza, propuso reiteradas veces que se entregara a un árbitro la decision de la desavenencia. Su voz no fué oida i mui a su pesar se vio arrastrado a la guerra.
Lanzado Chile en esta vía, que le ha impuesto enormes esfuerzos i sacrificios, ha conseguido colocarse con los triunfos repetidos de sus armas en la ventajosa posicion que le permite exijir una paz que le garantice el porvenir i le compense los daños que ha recibido i los sacrificios que se ha impuesto. Así como ha corrido todos los riesgos de la guerra, esponiéndose a las desastrosas consecuencias de los reveses de la fortuna, así tambien debe aprovechar su incuestionable derecho para hacer valer las ventajas que le dan la prosperidad de los sucesos.
Chile busca una paz estable, que consulte sus intereses presentes i futuros, que esté a la medida de los elementos i poder con que cuenta para obtenerla, de los trabajos ejecutados i de las fundadas esperanzas nacionales. Esa paz la negociará directamente con sus adversarios cuando éstos acepten las condiciones que estime necesarias a su seguridad, i no hai motivo ninguno que lo obligara a entregar a otras manos, por mui honorables i seguras que sean, la decision de sus destinos. Por estas razones, declara que rechaza el arbitraje propuesto.
El Excelentísimo señor Lillo: No habia pensado tomar parte con su palabra en esta solemne Conferencia; pero la proposicion de arbitraje introducida por el Excelentísimo señor García i García, le obliga a faltar a su propósito. Cree de su deber asociarse de lleno al rechazo que de esa proposicion ha hecho ya su Honorable colega el señor Vergara.
Acepta i comprende el arbitraje cuando se trata de evitar una guerra, i es ese el camino mas digno, mas elevado, mas en armonía con los principios de civilizacion i de fraternidad, que deben tomar los pueblos cultos; principalmente los que por sus antecedentes i sus estrechas relaciones forman una sola familia; pero el arbitraje tuvo su hora oportuna, i esa por desgracia ha pasado para las negociaciones de paz que hoi nos ocupan.
El arbitraje despues de la lucha i despues de la victoria no puede ser una solucion aceptable para Chile. ¿Qué iria a pedir al árbitro? ¿Que estimase los sacrificios hechas por Chile en una guerra a que fué provocado? ¿que pusiese el precio a la sangre de sus hijos? ¿que calculase las indemnizaciones debidas a sus esfuerzos? ¿que fuese a prever todo lo que necesita en el porvenir para no encontrarse en la dolorosa situacion de tener otra vez que tomar las armas en defensa de su tranquilidad i de sus derechos? Soluciones semejantes despues de victorias costosas i sangrientas, solo puede i debe darlas la nacion que ha consumado con fortuna tan grandes sacrificios.
Se ha invocado por alguno de los Excelentísimos Plenipotenciarios de Bolivia la fraternidad americana i la necesidad de no hacer figurar en la solucion de esta contienda, antecedentes que pudieran establecer en el derecho público de estos paises la idea de conquista. Como el que mas acepta i aplaude las ideas de fraternidad invocadas; pero la guerra será mas difícil en el porvenir a medida que los sacrificios que ella imponga sean mayores para los que intenten provocarla.
Chile ni quiere ni consentirá jamas en establecer el derecho de conquista; lo que pide es la justa compensacion de sus esfuerzos en esta fatal contienda; es la proteccion de poblaciones esencialmente chilenas, que no aceptarían el hecho de verse abandonadas cuando hoi viven i se desarrollan al amparo de su bandera.
Las cesiones de territorio despues de grandes ventajas obtenidas en la guerra, son un hecho que se ha reproducido con frecuencia en los tiempos modernos i en la América republicana.
Las naciones que así obraron no han tenido por qué arrepentirse, puesto que buscando justa compensacion de sus esfuerzos, llevaron el progreso i la riqueza a las rejiones que les fueron cedidas.
El arbitraje, i el arbitraje en manos de la Gran Nacion que es modelo de las instituciones republicanas, seria siempre aceptado por Chile con popular aplauso; pero pasó el momento oportuno i en estas circunstancias el consentirlo seria para su pais un acto de vacilacion i de debilidad que nadie podría ya aceptar.
Comprende que pudiera tomarse en cuenta la solucion indicada por el Excelentísimo señor Baptista. Segun ella, Chile fijaría su indemnizacion de guerra i sus condiciones, conservando los territorios que ocupan sus armas en el Perú, como prenda, miéntras obtenia la satisfaccion de sus exijencias.
Comprende, repite, esa solucion; pero no es ella la que les imponen las instrucciones de su Gobierno, i aunque personalmente juzgue atendibles esas indicaciones, tiene que mantenerse en el límite de las instrucciones recibidas.
El Excelentísimo señor Carrillo: «Las graves i terminantes declaraciones que se han hecho sobre la principal de las proposiciones presentadas, dejan casi estinguida la esperanza de una solucion pacífica. Sin embargo, es tan grande la idea, tan grande el interes de las cuestiones sometidas a los acuerdos de esta respetable asamblea de Plenipotenciarios, que considero indispensable ver si es posible aun encontrar una fórmula de solucion acequible, que si no fuese aceptada inmediatamente por ser inconciliable con las instrucciones recibidas, podría ser consultada por los Excelentísimos Plenipotenciarios a sus respectivos Gobiernos.
Acaba de proponerse el arbitraje i en este medio altamente conciliatorio puede hallarse la solucion de paz.
No podemos desconocer que las deliberaciones de la presente asamblea llaman en estos momentos la atencion del mundo civilizado. En ella se va a decidir no solamente de la suerte i porvenir de tres Repúblicas, sino tambien de los grandes intereses de la América: van a formularse las prácticas del nuevo derecho público sud americano, que por lo especial de sus condiciones no puede ménos que separarse de las doctrinas europeas. Allí las tradiciones de predominio, la diversidad i la tendencia de raza a su unificacion establecen la lucha permanente entre el pasado i el progreso. La Europa se halla todavía a pesar de su nobles aspiraciones contenida en un círculo de fierro del que no se desembarazará. Entretanto, la América, formada de pueblos nacidos a la vida política por sus comunes esfuerzos, i establecidos bajo las mismas instituciones, no tiene otra tradicion que el haber luchado contra la conquista i la dominacion de la fuerza de que se ha apartado para siempre. Las guerras de preponderancia no tienen razon en ella i hasta las prácticas de la guerra tienen que ser ménos desastrosas i crueles.
Así, los desacuerdos internacionales, por graves que sean entre pueblos ligados estrechamente por su oríjen i su comun destino, deben con preferencia zanjarse por medios conciliatorios, como el arbitraje propuesto. El arbitraje, Excelentísimos señores, como solucion honrosa, es la suprema aspiracion de las naciones, i no hai cuestion delicada i difícil que no pueda llegar por este medio a la solucion mas satisfactoria.
La única objecion que se ha propuesto contra el arbitraje consiste en que, en concepto del Excelentísimo señor Lillo, la República de Chile no puede permitir que la sangre de sus hijos i sus sacrificios sean tasadas por un tercero. No hallo bastante solidez en este razonamiento. La palabra misma empleada, tasar la sangre, no es a mi juicio la mas propia. El juez árbitro en su alta imparcialidad apreciará las exijencias de la República de Chile en atencion a sus sacrificios, a la sangre derramada i a las ventajas obtenidas hasta aquí en su accion bélica. Si estas exijencias son justas, si la sangre derramada confiere derechos a un belijerante para alcanzar concesiones, si la seguridad de la paz demanda sacrificios de los otros Estados hasta la modificacion de sus fronteras internacionales i si todo esto es conforme con los derechos de la guerra, la potencia amiga, constituida por la comun confianza en tribunal arbitral, lo decidirá así; su resolucion consultará lo mas equitativo i lo mas conveniente al restablecimiento de una paz duradera. Si este precedente es digno para todos, no hai razon para dudar que el juez árbitro consideraria los intereses de Chile en el estado en que actualmente se halla la guerra. Esta decision vendria de las altas rejiones de la imparcialidad, seria la palabra serena, emanada de la justicia i traeria consigo la conciliacion i la verdadera paz, demasiado honrosa para Chile i aceptable sin humillacion para las otras Repúblicas.
Si el arbitraje fuese adverso a los intereses de Bolivia i del Perú, si por este medio se declarase la necesidad de concesiones territoriales, las Repúblicas aliadas, aun en ese caso, se resignarian a ello, en respeto a esta suprema justicia de las Naciones.
Por primera vez, i despues de una guerra de mas de un año, demasiado prolongada para Repúblicas nuevas que sacrifican su poblacion i sus recursos, se a invocado por una Nacion americana la voz de la razon, en lugar de la fuerza, para resolver la cuestion del Pacífico. El único medio que queda es el arbitraje; con él pueden salvarse los intereses americanos i las instituciones republicanas.
Del fondo de la Europa, donde frecuentemente cambian las fronteras internacionales en contradiccion a los progresos del derecho, donde una raza o una potencia domina hoi a otra para ser perturbada a su vez mañana; desde allí, las mas altas intelijencias, los pensadores mas notables ven a la América como la verdadera patria del derecho, de la igualdad i de la fraternidad de los pueblos. Desde aquel continente viene la inmensa luz del progreso i de la justicia a realizarse sin obstáculo en la América.
La República de Chile, que ha alcanzado antes que las demas, un progreso notable i que por lo mismo está llamada a ponerse al frente de este movimiento, ¿introduciría en la política americana las prácticas que en la Europa se imponen por razones adversas al progreso?
Recuerdo otro argumento opuesto al arbitraje: «que solo pudo ser aceptado ántes de la guerra...» El arbitraje, Excelentísimos señores, que concilia toda diferencia es aceptable, en mi concepto, al principio de la guerra para cortarla; en el curso de ella para hacer cesar su estragos, i hasta al fin de la lucha en honra del vencedor que tuviese la alta prevision de dejar la imposicion de condiciones al árbitro de una potencia neutral respetable. La victoria asegura entonces sus ventajas i la paz sin el ódio del vencido.
Por lo demas, el arbitraje internacional es distinto del que se emplea en cuestiones privadas. En éstas el juez se limita a resolver sobre la cuestion orijinaria, sin que se alteren sus términos. Los desacuerdos internacionales se aprecian con toda amplitud i segun el estado de las partes o de los belijerantes i conforme a los derechos que vienen de la guerra.
La proposicion de mi Excelentísimo colega, el señor Baptista, ha sido expresada como opinion particular; de mi parte la apoyo i me persuado que en obsequio de los grandes intereses internacionales, seria aprobada por el Gobierno de mi patria. Así, la renuevo en esta forma: statu quo del territorio ocupado por las fuerzas de Chile, miéntras la decision del tribunal arbitral propuesto sobre todos los desacuerdos. Solucion franca i americana.
Al concluir estas palabras, creo oportuno manifestar que cuando se ofreció en Bolivia la respetable mediacion del Excelentísimo Gobierno de los Estados Unidos de América, mí Gobierno i la opinion nacional se persuadieron de que la paz era un hecho, porque esa mediacion estaba acompañada de otra palabra: el arbitraje, que significa justicia i honra para todos, sin humillacion de nadie. En ese sentido i con una política franca han venido a estas Conferencias los Plenipotenciarios bolivianos.
El Excelentísimo señor Osborn.- Le parece oportuno, así como a sus colegas, hacer constar aquí que el Gobierno de los Estados Unidos no busca los medios de hacerse árbitro en esta cuestion. El cumplimiento estricto de los deberes inherentes a tal cargo le ocasionaría mucho trabajo i molestia, i aunque no duda que su Gobierno consentiría en asumir el cargo en caso de que le fuese debidamente ofrecido, sin embargo, conviene se entienda distintamente que sus Representantes no solicitan tal deferencia.
El Excelentísimo señor Altamirano espone que despues del brillante alegato que acaba de hacer el Excelentísimo señor Carrillo en favor del arbitraje propuesto por el Excelentísimo señor García i García, tiene que molestar a la Conferencia una vez mas con su palabra.
Resistirá una radicacion de arbitraje, negarse a aceptar un juez tan altamente colocado i tan noblemente inspirado como el Gobierno de los Estados Unidos, es mui doloroso para él i sus colegas, i lo será indudablemente para su Gobierno.
Es preciso, pues, dejar bien establecido que el arbitraje es la bandera que Chile ha levantado siempre en sus cuestiones internacionales, i sobre todo, es indispensable recordar que para evitar esta guerra sangrienta ofreció tambien apelar a los jueces ántes que a la espada. Entónces era el momento, i es bien deplorable que no se hubiere aceptado.
Segun el Excelentísimo señor Carrillo, si esta Conferencia terminara aceptando el arbitraje, se daria un dia de gloria a América inaugararian para el porvenir una política culta, elevada i noble.
El Excelentísimo señor Altamirano piensa como su Excelencia, tratándose de levantar el arbitraje a medio único i obligatorio para dirimir diferencias entre naciones; pero si en el caso actual fuera aceptado por los Plenipotenciarios de Chile, serian justamente acusados i justamente condenados en su pais como reos de abandono de deberes i casi de traicion a los mas claros derechos e intereses de su patria.
Apoya, pues, calorosamente a sus colegas en el rechazo que han hecho de la indicacion del Excelentísimo señor García i García, i con esto dejaría la palabra si no tuviera que dirijir una sola al mismo señor García i García. Rechazando indignado en nombre de la civilizacion el derecho de conquista invocado por Chile, su Excelencia ha recordado que el Perú victorioso en Guayaquil se retiró sin llevar ni el polvo de sus arenas i dejando el recuerdo de muchos beneficios.
El señor Altamirano no quiere hacer un curso de historia, porque no quiere contribuir por su parte a que cambie el tono, hasta ahora tranquilo i digno de estas discusiones; pero si lo hiciera, podría encontrar ejemplos de rectificacion de fronteras quizá en la misma línea que separa al Perú del Ecuador; pero esto es inútil i a nada conduciria despues de las declaraciones hechas.
El Excelentísimo señor Osborn preguntó si alguna otra persona quería hacer uso de la palabra, i no habiendo ningun señor que usara de ella, indicó que aplazaría la Conferencia para el miércoles 27 a las 12 del dia, i levantó la sesion a las 4 P. M.
J. F. VERGARA
EULOJIO ALTAMIRANO
EUSEBIO LILLO
M. BAPTISTA
JUAN C. CARRILLO
ANTONIO ARENAS
AURELIO GARCÍA I GARCÍA
THOMAS A. OSBORN
I.P. CHRISTIANCY
CHARLES ADAMS
DOMINGO GANA
Secretario de los Plenipotenciarios de Chile.
J. AVELINO ARAMAYO
Secretario de la Legacion boliviana.
M.N. VALCÁRCEL
Secretario de los Plenipotenciarios del Perú.
CARLOS S RAND
Secretary and interpreter of the miediators.
PROTOCOLO NUM 3.
A bordo de la corbeta norte-americana Lackawanna en la bahía de Arica, a los veintisiete dias del mes de Octubre del año de mil ochocientos ochenta, reunidos todos los Plenipotenciarios, a saber:
POR PARTE DE CHILE,
los Excelentísimos señores José Francisco Vergara, Eulojio Altamirano i Eusebio Lillo;
POR PARTE DE BOLIVIA,
los Excelentísimos señores Mariano Baptista i Juan Crisóstomo Carrillo;
POR PARTE DEL PERÚ,
los Excelentísimos señores Antonio Arénas i Aurelio García i García;
en presencia de los Representantes de los Estados Unidos de Norte- América
Excelentísimo señor Tomas A. Osborn, acreditado cerca del Gobierno de Chile;
Excelentísimo señor Isaac P. Christiancy, acreditado cerca del Gobierno del Perú;
Excelentísimo señor jeneral Charles Adams, acreditado cerca del Gobierno de Bolivia.
El Excelentísimo señor Osborn espone que agradece la presencia de los Excelentísimos Plenipotenciarios i que abriga la confianza de que el tiempo trascurrido desde la última sesion haya permitido encontrar algun arbitrio que salve las dificultades existentes. Declara abierta la Conferencia.
Se da lectura al acta de la sesion anterior i se la da por aprobada.
El Excelentísimo señor Osborn manifiesta en seguida que está dispuesto a escuchar las sujestiones que se crea conveniente hacer. Se dirije despues a cada uno de los Excelentísimos Plenipotenciarios chilenos, preguntándoles si tenían algo que esponer con relacion a la materia que se ha discutido. Los Excelentísimos Plenipotenciarios de Chile manifestaron que, conformándose a sus instruciones, no les era posible hacer modificacion alguna en la base formulada.
El Excelentísimo señor Osborn invita en seguida a cada uno de los Excelentísimos Plenipotenciarios del Perú a que espongan, si lo estiman conveniente, sus ideas sobre el asunto. Los Excelentísimos Plenipotenciarios del Perú declaran, en respuesta, que, insistiendo Chile en la subsistencia de la primera condicion i no habiendo aceptado el arbitraje propuesto por ellos, no les era lícito seguir en el exámen de las otras bases; que todas las puertas les han sido cerradas, haciendo necesaria la continuacion de la guerra, i que la responsabilidad de sus consecuencias pesará sobre el Perú, que ha indicado un medio decoroso de llegar a la paz.
El Excelentísimo señor Osborn invita a su vez a los Excelentísimos Plenipotenciarios de Bolivia a que hagan conocer sus ideas, i éstos esponen que por su parte consideran clara i definida la situacion. Hai una condicion, la primera, presentada por los Excelentísimos Plenipotenciarios de Chile como indeclinable, que los aliados no pueden aceptar; hai otra indicacion, la del arbitraje, sujerida por los Excelentísimos Plenipotenciarios de las Repúblicas aliadas i rechazada por los de Chile; i hai por último una tercera que ha sido propuesta aisladamente por los Representantes de Bolivia i que tampoco ha sido acojida. Consideran, en vista de este resultado, que la negociacion ha llegado a su término i lamentan que la situacion política de los respectivos paises no haya permitido arribar a un acuerdo comun.
El Excelentísimo Osborn declara que él i sus colegas deploran profundamente que la Conferencia no haya dado los resultados pacíficos i conciliadores que se tuvieron en vista, i juzgan que la misma impresion causará en el Gobierno i pueblo de los Estados Unidos, cuando allí se tenga noticia de que la amistosa mediacion de los Estados Unidos ha sido infructuosa.