Sala de lectura Valparaíso

Este 14 de noviembre se conmemora un nuevo aniversario de nuestra BCN -nada menos que 135 años- y para celebrar este hito en grande se expondrá en la explanada de acceso al Congreso en Valparaíso la muestra "Breve Historia de la Biblioteca del Congreso Nacional", la que podrá ser visitada por el público hasta el 31 de enero.

La exposición, que ha sido pensada como una forma de difundir de manera llamativa entre la ciudadanía la historia e hitos más destacados de la biblioteca de uno de los parlamentos más antiguos del mundo, incluye una selección de fotografías y el relato de hechos inéditos que vale la pena visitar.

Es así como en esta muestra ciudadanos y parlamentarios podrán conocer que nuestra institución nació oficialmente el 14 de noviembre de 1883 por iniciativa del diputado Pedro Montt Montt, quien donó parte de su archivo y gestionó la compra de libros y materiales en Europa; también que nuestro primer director fue Manuel Lecaros (1885), que lo sucedió Arturo Alessandri Palma (1890) y que a lo largo de nuestros 135 años hemos debido sortear desde incendios que han destruído todas nuestras instalaciones hasta terremotos que nos han obligado a funcionar en sedes provisorias.

La historia en detalle: orígenes y primeros directores

La Biblioteca del Congreso Nacional se inició como "Biblioteca de la Cámara de Diputados" en 1882, gracias a la iniciativa, labor y aportes del entonces diputado por Petorca, Pedro Montt Montt, posteriormente Presidente de la República entre 1906 y 1910. Poco después, fue nombrada de aquel modo en la sesión de la Cámara de Diputados en 12 de junio del año siguiente.

Sin embargo, la Biblioteca del Congreso fue llamada de este modo por primera vez en la Sesión 1 Extraordinaria del Senado, en 14 de noviembre de 1883. El acta da cuenta del trabajo de una comisión bicameral que estudiaba el Proyecto de Presupuesto presentado por el Poder Ejecutivo para 1884. Inicialmente se destinaron para ésta las salas del segundo piso del edificio del Congreso en Santiago. Esta construcción que fue sede del Poder Legislativo de la República hasta 1973, se levantó entre los años 1858 y 1876, en el centro político de la ciudad capital de Chile.

En 1883, el diputado Pedro Montt Montt se encontraba de viaje por Europa "coadyuvando" en el esfuerzo por incrementar el fondo bibliográfico de la biblioteca de la Cámara de Diputados. Provisto de un claro espíritu emprendedor e innovador Montt había captado el verdadero sentido de la modernidad europea: en sus bibliotecas se encontraban el conocimiento y la información sobre los que se fundamentaba su rigor, crecimiento, solidez y seguridad como países de aquel "primer mundo". Así, se entregó con conocimiento, ahínco y tesón a la tarea de dotar al Congreso chileno de aquellas fuentes de la modernidad; de libros, de textos, de anales, de publicaciones periódicas, de recopilaciones de leyes históricas, de experiencias de países; de clásicos y vanguardistas autores, siempre innovadores, en todos los campos del pensamiento, con aquellos 1.500 pesos que la Cámara había solicitado al Gobierno y luego puesto en sus manos.

El segundo Director de la Biblioteca del Congreso fue el tesista de la carrera de Derecho, Arturo Alessandri Palma. Así, como se ha visto, en los diez primeros años de la Biblioteca del Congreso Nacional, un expresidente de la República dio el primer impulso para la creación de ésta, logró que se contratara al primer Director, se hizo cargo de la compra de los primeros libros y publicaciones extranjeras y otro expresidente de Chile, la dirigió.

Le siguió entonces -a Arturo Alessandri- Adolfo Labatut Bordes, desde 1893 hasta 1931. El nuevo encargado de la Biblioteca había nacido en 1869 y, luego de realizar sus estudios en el colegio de los Padres Franceses de Valparaíso, cursó estudios de Leyes en la Universidad de Chile. Recordemos que al finalizar don Arturo su gestión como Director, en 1893, la Biblioteca pudo disponer de un primer catálogo de su fondo bibliográfico, realizado por el joven Labatut y con la valiosa colaboración de los diputados Pedro Montt —por cierto— y Abraham Gacitúa, parlamentario por Ancud, Chiloé.

El gran incendio

En 1895 don Adolfo, ya en el cargo de Director, vio a la Biblioteca ser consumida por un gran incendio. Al respecto se refiere el historiador Gonzalo Vial: "Físicamente Senado y Cámara continuaron en el mismo lugar: la manzana enmarcada por las calles Catedral, Compañía, Bandera y Morandé... pero no en el mismo edificio. Pues el de Brunet de Baines fue víctima, el 18 de mayo de 1895, de un voraz incendio —iniciado en el sector de Morandé— y quedó casi totalmente destruido, con todo su equipamiento, la Biblioteca íntegra y gran parte del archivo (el del Senado completo). Los cuerpos legales debieron separarse y sesionar en sedes improvisadas. La reedificación demoraría quince años, suplementándose el ítem primitivo por sucesivas leyes (1897, 1899, 1900 —dos veces—, 1901, 1907, 1908...) en una suma total superior a 1.250.000 pesos. Fue ocupándose por partes según el edificio se reconstruía. El terremoto de 1906, sin embargo, produjo nuevos desperfectos".

La biblioteca tenia libreros, en correspondencia con ella, en París, Londres, Berlín, Leipzig, Madrid y Nueva York, que se apresuraban a enviarle los catálogos de las publicaciones más recientes y más interesantes y, en vista de ellas, se hacían periódicamente los encargos de libros. En derecho civil, público e internacional, economía política, historia política y parlamentaria y en muchos otros ramos, difícilmente podría en Santiago hallarse otra biblioteca más rica y que estuviese en posesión de lo más moderno publicado en Europa y Estados Unidos. Además, desde hace algunos años estaba suscrita a los más acreditados diarios y revistas del mundo. Semestralmente se encuadernaban estas publicaciones y formaban una riquísima colección que será bien difícil adquirir de nuevo.

Lo mismo acontece con publicaciones oficiales del país y del extranjero, que la biblioteca poseía en abundancia. En sus estantes se hallaban las colecciones completas de los debates de las Cámaras inglesa, francesa, española, italiana, norteamericana y las de casi todos los países sud-americanos. Todo esto costará bastante reponerlo, si es que logra conseguirse. El número de volúmenes encuadernados que tenia la biblioteca pasaba de doce mil. A la rústica había también una cantidad muy crecida, formada principalmente con los canjes recibidos de otros parlamentos. De todo este valioso tesoro es muy poco lo salvado: nada más que algunos centenares de libros, truncos, medio quemados y mojados.

Jorge Ugarte y la consolidación de una biblioteca al servicio del parlamento (1931-1968)

A fines de los años veinte, la ciudad de Santiago, con poco más de medio millón de habitantes, se extendía entre la avenida Vicuña Mackenna, la avenida Matta, la Quinta Normal y el antiguo barrio de la Chimba, al lado norte del río Mapocho. Por aquellos años, la energía eléctrica ya iluminaba las vitrinas y las noches de la ciudad e impulsaba a los tranvías que, paulatinamente, fueron reemplazando en las calles de la ciudad a los carros “de sangre” tirados por caballos. En esa época, el joven Jorge Ugarte Vial estudiaba derecho en la Universidad Católica de Chile y, en esas circunstancias, conoció la Biblioteca del Congreso Nacional, institución que dirigiría por casi cuatro décadas.

Procesos de continuidad y cambio en la Biblioteca (1969-1990)

En 1969, el senador Salvador Allende Gossens ejercía la Presidencia del Senado y, por derecho propio, la presidencia de la Comisión de Biblioteca, integrada además por el Presidente de la Cámara de Diputados y el Director de la Biblioteca del Congreso. En esas circunstancias, el senador manifestó su interés por generar un mayor acercamiento de los servicios de la Biblioteca del Congreso a los parlamentarios y a la función legislativa. Con este propósito, promovió la reorganización de sus funciones y de su estructura organizativa a través de una Comisión Especial de Reestructuración y Organización de la Biblioteca del Congreso, integrada por personalidades altamente representativas del campo de la Bibliotecología y de la Información.

Paralelamente a la creación de la Comisión, don Jorge Ugarte se acogió a jubilación y fue nombrado en su reemplazo el arquitecto y destacado intelectual Isidro Suárez Fanjul, con el objetivo de llevar a la práctica las recomendaciones de la Comisión Reestructuradora. Sobre la base de lo realizado por don Jorge Ugarte Vial, cuya larga gestión aportó las herramientas que distinguieron a la Biblioteca como Parlamentaria y la instituyeron como una imprescindible fuente de registro y conservación de la historia política del país, Suárez motivó un proceso de reflexión para “plantear e investigar el sentido y la proyección de la Biblioteca”, generándose una rica discusión acerca de la misión del principal actor y usuario a quien la Biblioteca debe servir, el parlamentario, sin por ello descuidar el acceso a su riqueza bibliográfica por parte de todo ciudadano que así lo requiera.

Estas reflexiones inspiraron el funcionamiento de la Biblioteca hasta 1990 y devinieron en modelo para muchas bibliotecas del país y de Latinoamérica. La gestión de Isidro Suárez fue, desde todo punto de vista, innovadora y, a pesar de encontrarse inmersa en un periodo de inestabilidad social y crisis del sistema democrático, logró un cambio en la cultura del quehacer de la Biblioteca. Su formación y experiencia en un campo disciplinario ajeno a lo jurídico legislativo, le permitió una mirada de conjunto que identificó al personal y a la Biblioteca como elementos coadyuvantes en el cumplimiento de la misión del legislador y a éste, como el motor que impulsa y concreta la normativa que sustenta el desarrollo del país.

El 11 de septiembre de 1973, pasado el mediodía y habiéndose evacuado al poco personal que había llegado esa mañana a cumplir con sus funciones, la Biblioteca cerró las puertas de su Sede Central en el Edificio del Congreso y las del Anexo en la calle Huérfanos. Las reabrió el día 19 por unas pocas horas y el Director Suárez instruyó al personal para que se mantuviera en sus puestos y no se atendiera público. A los pocos días un contingente militar allanó la Sede de calle Huérfanos, registrando todas las dependencias, confiscando gran cantidad de libros y llevándose detenidos al Director, al Jefe de Finanzas, al Jefe de Indización de la Prensa y a varios funcionarios más, quienes fueron llevados al Estadio Nacional, centro deportivo que, por entonces fue utilizado como campo de prisioneros. La influencia de algunos personeros cercanos a las autoridades militares con quienes se tomó contacto, permitieron que fueran liberados después de varios días de cautiverio. Al cabo de un corto tiempo, el Gobierno militar exoneró a gran parte del personal, entre ellos, al Director Isidro Suárez Fanjul.

El periodo de don Jorge Iván Hübner Gallo: Una biblioteca sin parlamento

En 1974, el abogado, ex parlamentario y profesor de la Escuela de Derecho de la Universidad de Chile, Jorge Iván Hübner fue nombrado por la Junta Militar de Gobierno como Director de la Biblioteca del Congreso Nacional. La labor del Director Hübner consistió, en un principio, en mantener los trabajos que tradicionalmente se habían venido efectuando en la Biblioteca, asumiendo ésta una función de biblioteca pública especializada, ya que el destinatario natural de sus servicios, el Parlamento, reabriría sus puertas dieciséis años más tarde.

Desde la multiplicidad de servicios a la nueva biblioteca parlamentaria-ciudadana

Luego de 17 años de inactividad parlamentaria y sin representantes electos, el retorno a la democracia generó modificaciones sustantivas en el quehacer del país y quiebres respecto a la cultura del hacer instalados durante esos 17 años. La Biblioteca inició un profundo cambio que respondía, además, a la nueva situación que vivía el país en el último decenio del siglo XX, reflejo de la innegable influencia que recibía desde el exterior.

La Directora Ximena Feliú asumió el cargo con el desafío de conducir la Biblioteca hacia la generación de un centro de acopio y difusión del conocimiento relevante para el Congreso Nacional, sustentado en tecnologías, personal capacitado, nuevos servicios y productos, actualización de las colecciones y nuevas formas de gestión. Su misión —inspirada en sus experiencias con el ex Director Isidro Suárez— consistió en lograr insertar a la Biblioteca del Congreso Nacional de Chile, en el concierto de las Bibliotecas Parlamentarias modernas, concebidas como centros de recursos de información orientados al apoyo y asesoría en información y conocimiento, al proceso legislativo y a sus principales actores, los parlamentarios.

En marzo de 2003, Feliú entregó la Dirección a la bibliotecaria Soledad Ferreiro Serrano, quien llegó al cargo a través de concurso público. En 2004 la Dirección logró la aprobación por parte de la Comisión de Biblioteca de la nueva visión-misión de la institución, que permitió fortalecer la función parlamentaria; estrechar la relación Congreso-ciudadanía; agilizar la gestión y resguardar la memoria política legislativa. Durante el 2005, se dio inicio a un proyecto de modernización (BCN Innova) financiado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) para innovar en servicios, tecnología y capacitación.

Asume en 2012 el actual Director, Alfonso Pérez Guíñez, con la misión de continuar el camino de la BCN a forjarse como una institución innovadora, con colecciones bibliográficas y documentales de calidad y con servicios de referencias altamente especializados. Esta es hoy la BCN: una biblioteca alineada a los nuevos tiempos y que se define como parlamentaria, jurídica, semántica e inclusiva.

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