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Asia Pacífico | Observatorio Parlamentario

Las proyecciones del rol de China en el plano internacional, según Augusto Soto

19 diciembre 2011

El reputado sinólogo español -entrevistado por el Portal Asia Pacífico de la BCN- analizó en detalle la participación del gigante asiático en el escenario internacional. China como inminente primera potencia, el terreno que le están ganando a los europeos en América Latina, y el rol de China en la crisis mundial, son algunos de los tópicos comentados. "No hay otra potencia en un mayor vertiginoso ascenso en la historia de la Humanidad", advierte Augusto Soto.

El reputado sinólogo español -entrevistado por el Portal Asia Pacífico de la BCN- analizó en detalle la participación del gigante asiático en el escenario internacional. China como inminente primera potencia, el terreno que le están ganando a los europeos en América Latina, y el rol de China en la crisis mundial, son algunos de los tópicos comentados.

 

Se ha reiterado, desde diferentes think tanks, que China va a sobrepasar a EE.UU. como primera potencia del mundo en los próximos cinco años. ¿Se debería considerar a China como primera potencia si aún cuenta con un importante porcentaje de pobreza?


En varios indicadores de poder, China ya ha superado a EE UU como primera potencia mundial. En otros se aproxima, aunque en el indicador militar va claramente detrás. Se podría argüir que faltan unos años para que estas conquistas se asienten. Pero lo que se hace más evidente a fines de 2011 es que no hay otra potencia en un mayor vertiginoso ascenso en la historia de la Humanidad. Y es incomparable. Es la segunda economía del mundo, tiene las mayores reservas en divisas (más de 3,2 billones de dólares), y su ingreso per cápita es inferior aún a media decena de países latinoamericanos. Tiene un sistema político férreo ante la expresión democrática y a la vez posee uno de los ciberespacios más dinámicos del mundo (si no el más dinámico).

 

Es el segundo país que más papers científicos produce y a la vez su índice de desarrollo humano medido por Naciones Unidas está en el lugar 101. Tiene igualmente la más expansiva capacidad empresarial del mundo y a la vez este año su índice de transparencia se sitúa en el lugar número 75 a nivel mundial. Y aunque aún tiene índices de semi-analfabetismo y analfabetismo, se está transformando en uno de los principales países donde más gente habla el idioma de la globalización que es el inglés. Si a lo anterior agregamos la relativa parálisis de Washington en los últimos años y el desconcierto de Bruselas y de cada capital europea en este último año, la respuesta debiera ser sí, es la segunda superpotencia después de EE UU.

 

En la Cepal, han advertido que China se va a transformar en el segundo socio comercial de América Latina, desplazando a la Unión Europea. ¿Cómo se asimila la competencia china en Europa? ¿Cuáles son las alternativas para no perder terreno?


Como es sabido China ha estado escalando posiciones clave en América Latina. En varios de los países más relevantes de América Latina se ha convertido en primer socio. Con la perspectiva que da situarse en diciembre de 2011, tanto Europa como EE.UU. apenas pueden hacer algo al respecto. En el caso europeo los acontecimientos de la crisis de los últimos tres años, acentuados dramáticamente durante éste, además de las revueltas y los cambios de régimen en el mundo árabe e islámico, y en fin, la misma relación con China, han desviado la atención europea de lo que China ha estado haciendo en América Latina. Con la excepción de España y Portugal, antes bien en Europa se ha estado discutiendo con mucha preocupación la entrada extraordinaria que China ha hecho en África.


Más allá de ello, una primera aproximación es que la aproximación china a América Latina puede ser positiva para todos. Recuérdese que en los últimos dos meses se ha hablado en Europa si el Brasil (que crece en gran medida por su relación con Asia y China en particular) además de otros países considerados como emergentes, no podría aportar en el rescate del euro. O sea que estas sinergias de crecimiento que ha desencadenado China son positivas para Europa en el corto plazo.


Por otro lado, también desde Europa se ve que América Latina frente a la titánica China es de tamaño muy reducido y probablemente no le convendrá actuar de manera disgregada. La economía brasileña es aún todavía más pequeña que varios países europeos y tampoco puede hablar de igual a igual con China. Es más, varios países europeos que tienen un PIB mayor que el brasileño son pigmeos frente a China. A lo que lleva el ascenso económico chino es a una política de bloques.

 

El reciente lanzamiento del CELAC, compuesto por 33 miembros latinoamericanos y del Caribe, saludada a las pocas horas por el presidente chino, Hu Jintao; la Alianza del Pacífico, acordada recientemente entre Chile, Perú, Colombia, Panamá, México; apuntan hacia una dirección que parece acertada. Pero probablemente sea insuficiente, porque si bien China es una potencia benéfica hasta el momento (por ejemplo, hasta ahora no se ha envuelto en los procesos de expansión y los conflictos por los que emergieron todas las potencias occidentales en su ascenso en los últimos cinco siglos), por supuesto que intentará hacer prevalecer su peso específico cuando en el futuro lleguen las negociaciones más duras.

 

El crecimiento de China implica una gran demanda energética, ¿cómo responde Europa en contraposición a las inversiones chinas en proyectos energéticos en América Latina?


Como fuentes de energía Europa tiene, por el sur al Magreb, por el norte al Mar del Norte y por el este a Rusia además del Asia Central ex soviética, ambos actores que tienen relación estrecha con China en el campo energético. Por otro lado, las principales compañías europeas llevan décadas en América Central y últimamente en Brasil, además de en Argentina, donde ha entrado con fuerza China en los últimos años. En el caso español precisamente este año Repsol y Sinopec acordaron operar a nivel local y a nivel global. Fue el mayor proyecto español de entre los varios firmados con China durante la visita del líder chino a Madrid en enero de este año. Paralelamente Europa, al igual que China y EE UU, están muy interesados en las energías alternativas y quizás puedan incorporar un esquema añadido de consumo energético en algún momento de las próximas décadas. Porque el consumo energético actual no da buenas perspectivas para la estabilidad mundial, y ecológica, si sigue tal cual.

 

Y, finalmente, ¿qué papel podría jugar China en la crisis que está afectando a varias economías europeas?

El anuncio hecho el 9 de diciembre por el Banco Popular de China sobre la creación de un fondo para inversiones en EE.UU. y otro dedicado a la UE, respectivamente, no sólo reafirma el posicionamiento de China como superpotencia global con sus reservas de 3,2 billones de dólares, sino que alivia la incesante presión de los mercados que ha sufrido la economía europea.

 

Es más, este más reciente anuncio, de los varios aparentes anuncios que han trascendido en distintas capitales europeas en el último año y que no se han concretado, es una de las principales noticias de cariz material de toda la historia de la relación de Pekín con el mundo occidental. Porque este fondo, por un valor total de 225 mil millones de euros para EE.UU. y la Unión Europea, respectivamente, se anuncia para la inversión, medida que desencadenará otras acciones posteriores, como arriendos y compras de importantes marcas europeas así como de infraestructuras europeas. Lo anterior llevará a un aumento considerable del posicionamiento de empresas de ambas partes y a un notable incremento de intercambio multisectorial.


O sea que el papel de China es importantísimo, aunque con condiciones. Primero, si bien es factible que como principal socio comercial que es para China, la Unión Europea reciba una ayuda económica en algún momento de los próximos meses, es imposible determinar a cuánto ascenderá esa ayuda, por el grado de volatilidad que rodea al euro y por el grado de descoordinación de los dirigentes europeos. En cualquier caso, China ya ha dejado claro que en lo grueso no puede ayudar a Europa a salvarse a sí misma siendo ésta todavía mucho más rica que China y porque la población china no lo entendería.


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