El éxito de Nueva Zelandia en movilidad intergeneracional gracias a la educación

Nueva Zelandia es uno de los ocho países con mejor movilidad social intergeneracional en el globo. Si bien la OCDE destaca su experiencia como una de las más exitosas en medidas para el crecimiento inclusivo, enfatiza en la necesidad de optimizar medidas para mejorar la movilidad intrageneracional, donde el país oceánico tiene algunos desafíos. Más detalles de esta experiencia, en la siguiente nota.

Más oportunidades, mayor bienestar

La movilidad intergeneracional es uno de los indicadores más importantes para medir el desarrollo y distribución de oportunidades para los jóvenes, esto es, que al establecer el grado de movilidad se determina si las nuevas generaciones tienen las mismas o mejores oportunidades que las anteriores para integrarse a la sociedad y a la economía. De igual manera, el PNUD Chile, en su informe Desiguales explica que también se puede hacer una medición intrageneracional, pues la diferencia de oportunidades también se reflejan entre niños, niñas y jóvenes de distintos estratos sociales, diferencia que determina el promedio nacional, pues existen desiguales logros en el desarrollo de habilidades y competencias.

”Hay desigualdad de oportunidades cuando los logros difieren entre los grupos sociales, de modo que algunos tienen ventajas sobre otros en razón de su clase social, condición de género, etnia y otra”, señala el informe. Con esto, un índice de movilidad intergeneracional mayor, da a entender que el origen socioeconómico es menos importante a la hora de determinar las oportunidades disponibles. De otra manera, a mayor movilidad social, es más eficiente la asignación de recursos humanos en una sociedad.

La OCDE es uno de los órganos que mide la movilidad intergeneracional. Para ello desarrolla una base de datos con una estimación intergeneracional por cohortes de 10 años, entre 1940 y 1989. En la medida que la movilidad asciende, los descendientes tienen mejores estándares de vida que sus padres, lo que se refleja tanto en ingreso como en una mejor educación. En caso contrario, si la movilidad desciende, hay mayor incertidumbre y vulnerabilidad frente a nuevos riesgos.

Entre las cifras que maneja la OCDE para medir la movilidad está la clasificación del Banco Mundial, que entre los indicadores asociados la movilidad educacional es una de las principales mediciones para determinar el progreso y bienestar de las personas, esta se correlaciona con la movilidad del ingreso. Para que la estimación sea positiva, ambos tienen que correlacionarse positivamente.

La OCDE en su base de datos global construida sobre la base de la movilidad en educación en 111 economías -que representan el 87 por ciento de la población mundial- la cohorte de la década del 80 representa la generación de adultos más reciente, quienes tienen coeficientes más altos son quienes tienen una persistencia mayor, por lo tanto la movilidad más baja. Por el contrario, un coeficiente más bajo, implica mayor movilidad.

De tal forma, con datos de abril de 2018, países de la Región Asia Pacífico como Australia, Nueva Zelandia, Japón y Corea del Sur se encuentran en el quintil superior, con un coeficiente menor al 0.32, lo que significa que tienen mayor movilidad, mientras que Chile se ubica en el quintil inmediatamente inferior, con un coeficiente menor al 0.37. La diferencia entre ambos quintiles demuestra que a diferencia de las economías desarrolladas, los países en desarrollo comprueban que la educación está muy vinculada a la educación de sus padres.

Movilidad en el caso neozelandés

En un informe presentado por el propio organismo en 2015 se da cuenta de las condiciones y medidas generadas por Nueva Zelandia, que además de tener sólidos marcos de política fiscal y un sector financiero saludable, ha logrado que la ciudadanía sea optimista respecto del trabajo, ya que el mercado laboral es flexible gracias a la amplia inmigración y la inversión por parte de los privados es sólida. Aunque el informe aún reconoce que existen cuellos de botella en asuntos como vivienda, infraestructura urbana e inequidad en el desarrollo de habilidades en la población maorí, el gobierno ha estado trabajando por brindar soluciones.

El Better Life Index de ese mismo año, mostró que Nueva Zelandia está dentro de las 10 mejores posiciones de la OCDE, ocupando el lugar 8, mientras que nuestro país se encuentra en el antepenúltimo lugar. Entre las razones para explicar está el crecimiento económico sostenido que ha ido en consonancia con altas tasas de empleo y bajos niveles de inflación. Sin embargo, una de las políticas que sustentan la expansión económica y la movilidad social en el país oceánico es la capacitación para desarrollar habilidades y la inmigración.

Por ejemplo en la industria de la construcción, sobre todo en la reconstrucción luego del terremoto en Canterbury, se desarrollaron capacidades en ingeniería, administración y especialistas en tecnologías de la información y la comunicación. Aquellas áreas donde no ha sido posible desarrollar capacidades, el gobierno ha optado por obtenerlas de la migración.

Aunque la OCDE plantea desafíos claros para hacer que la economía neozelandesa sea más inclusiva, el país ha mostrado avances importantes en la participación de diversos sectores en la economía. La preocupación por el crecimiento inclusivo ha llevado a establecer programas para incorporar a miembros de las comunidades maoríes y del Pacífico en la economía, formalizar sus emprendimientos y entregar capacitación a quienes desean emprender pequeños negocios.

De esta manera, Nueva Zelandia se presenta como una economía sólida y exitosa a la hora de potenciar la movilidad intergeneracional. Esto se ha conseguido gracias a la apuesta que ha realizado en educar e incluir en la educación a todos los sectores de la sociedad. El foco de la educación centrado en la potenciación de las demandas laborales ha ayudado a darle garantías a los jóvenes de que encontrarán un lugar en el mercado laboral, pero también a que los establecimientos educacionales secundarios estrechen vínculos de colaboración con universidades y centros técnicos.

Movilidad intergeneracional en Chile

Tal como muestra el informe de la OCDE, nuestro país aunque no está mal en movilidad intergeneracional -está dentro del mismo quintil que Estados Unidos – tiene grandes desafíos en esta materia. Para Raymond Álvarez, experto en desarrollo humano, los grandes problemas que nuestro país debe enfrentar en esta materia tienen que ver con la movilidad intrageneracional, es decir, con las diferencias que se producen entre jóvenes de distintos estratos socioeconómicos.

En su opinión, aunque no es fácil descender, no es imposible, siempre existe el peligro de que ocurra. “No ha sido común que muchas personas desciendan al grupo del 20 por ciento más bajo, no obstante si nos comparamos con los países más desarrollados, quienes están en los segmentos inmediatamente superiores tienen muchísimos más riesgos de caer, con excepción de los que se encuentran en la cima, quienes se han mantenido estables intra e intergeneracionalmente”, señaló.

A pesar de lo anterior, se mostró optimista respecto de las condiciones existentes en nuestro país para que las nuevas generaciones progresen. “Hoy por hoy, no solo por una mayor cantidad de oportunidades disponibles, también por la posibilidad de que personas con bajos niveles de ingresos puedan tener una mejor calidad de vida que la de sus padres o sus abuelos. Y a pesar de que en este ámbito, desde una perspectiva comparada a nivel mundial estamos dentro de las mejores posiciones, no podemos dejar de lado que aparecen nuevos riesgos. Es ahí donde las autoridades tienen que implementar políticas adecuadas para contenerlos y asegurar que las oportunidades sean mayores”, sentenció.