Las polémicas hidroeléctricas al otro lado del Pacífico

La hidroeléctrica es una industria que sobrevive con dificultad frente a las nuevas tendencias ambientalistas. Esta realidad, tan en boga en el debate nacional gracias a los proyectos de Hidroaysén y Río Cuervo, tiene su eco en Asia. China, líder indiscutible de la hidroelectricidad en Asia, es el modelo que ha inspirado a los proyectos que la República Popular de Laos intenta concretar en el río Mekong, en un esfuerzo por convertirse en una nación exportadora de energía.

Sin duda el proyecto chino de “Las Tres Gargantas” en el río Yangtzé es un ícono de la ingeniería y la hidroelectricidad. Los 2300 metros de longitud, 185 metros de altura y 126 metros de ancho que tiene la represa del río más importante de China, han servido para que algunos la llamen la “nueva muralla china”. Sin embargo, esta represa, ubicada en uno de los parajes más bellos de la gran nación de Oriente, ha generado casi tanta controversia como fama.

Calculada en 1992 como un proyecto estratégico para generar el 10 por ciento de la matriz eléctrica china, Las Tres Gargantas se vio sobrepasada por el desarrollo del país. Antes de llegar a un cien por ciento de su capacidad planeada, se pronosticó que su aporte real a la red de electricidad no superará el 3 por ciento del consumo nacional. Junto a esta realidad, se suma a la decepción el costo ambiental que implicó este megaproyecto, que obligó a la evacuación de 13 ciudades, 140 pueblos y 1352 villas, hoy hundidas bajo un gran lago artificial de más de 600 kilómetros cuadrados.

Por otro lado, los 700 MW que producen cada una de las 26 turbinas de Las Tres Gargantas, reemplaza una gran cantidad de carbón y petróleo en un país que no es famoso por su reserva de hidrocarburos, pero si por su contaminación ambiental. Combinada la energía del proyecto Las Tres Gargantas equivale a la producción de 18 centrales nucleares. Y esta, la hidroeléctrica más grande del mundo, es sólo una de las 11 mil que existen en la gran nación de Oriente.

Otro gran proyecto hidroeléctrico en Asia, es el que se intenta concretar en la República Popular de Laos. Con una gran cantidad de su población viviendo de la agricultura básica, Laos busca con fuerza convertirse en un paraíso atractivo para la inversión extranjera. Una de sus tácticas para ello ha sido la construcción de hidroeléctricas en el mítico río Mekong, en el que comparte riveras con varios países representados en la Comisión del Río Mekong (Camboya, Tailandia, Vietnam y Laos).

 
Entre las trabas que ha experimentado la represa de Xayaburí, diseñada para venderle energía a Tailandia, está el gran daño ambiental que implicaría su construcción, avaluada en 711 millones de dólares. Se ha estimado que la represa afectará a más de 40 especies y desplazará a cerca de un millón de personas que viven del Mekong. Entre ellos, ya hay varias comunidades tailandesas que están realizando demostraciones de rechazo frente a los diplomáticos de Laos.

Camboya, por su parte, ya ha hecho oficial su incomodidad con el comienzo de obras en río Mekong, del cual también es beneficiario. Según un acuerdo previo de los países de la Comisión del Río Mekong, Laos se comprometió a no comenzar obras hasta que se hubieran hecho todos los estudios pertinentes de impacto ambiental y económico de los millones de personas que viven en las riveras del Mekong. Pese a ello, las obras comenzaron en marzo del 2012, según anunció la misma constructora a cargo del proyecto, lo que ha generado la respuesta de los países vecinos.