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Asia Pacífico | Observatorio Parlamentario

Las complejidades para superar los incendios que afectan a Australia

20 enero 2020

La crisis incendiaria ha cobrado la vida de cerca de 30 personas y más de dos mil millones de animales, además de miles de personas evacuadas. Agrupaciones científicas del país asiático reconocen en el cambio climático el germen de los fuegos, incluso que existen posibilidades de prevenir situaciones similares a futuro en la medida que se adopten más decisiones fundamentadas en la ciencia.

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Desde noviembre de 2019 que Australia atraviesa por la crisis ambiental más importante de su historia. Se trata de los mayores incendios forestales registrados en ese país, al punto que para el 10 de enero de 2020 se contaban 100 mil focos activos. Para conocer algunas de las consecuencias de estos incendios y algunas de las formas de prevenir una situación similar en nuestro país, en la siguiente nota.

Preocupantes niveles de destrucción

Todo comenzó con una docena de focos encendidos en Nueva Gales del Sur, territorio ubicado en el sureste del país durante noviembre de 2019. Aunque el país oceánico es reconocido por ser uno de los puntos del planeta con más incendios forestales -muchos de ellos controlados como una práctica ancestral- aquellos que comenzaron durante el fin de la primavera fueron más allá de lo imaginable, ya que, para la segunda semana de 2020 el territorio incinerado superaba en proporción la superficie de Corea del Sur.

Según un artículo de Emma Spencer, candidata a doctora en Ecología Global de la Universidad de Sydney en el sitio de reportajes The Conversation, más de mil millones de animales han muerto. Sumado a esto, muchos granjeros se han visto obligados a sacrificar su ganado herido o hambriento. La cantidad de cadáveres, incluso se han convertido en una amenaza a la bioseguridad de los territorios, además de la posibilidad de que más de 700 especies de animales se extingan.

Más de 30 personas han muerto desde que se declaró estado de emergencia, tres de ellos brigadistas. Adicionalmente, la cantidad de hogares incendiados supera los dos mil y cada día son más las personas que se ven obligadas a evacuar sus áreas habitacionales hacia las playas, con el fin de resguardarse de los fuegos. Según Justine Calma en un artículo en The Verge, para el 10 de enero cerca de 100 mil incendios aún se mantenían activos sin un horizonte de término claro, pues la estación más calurosa del año comienza en diciembre y culmina en febrero.

Aportes de la ciencia en identificar causas y plantear consecuencias

Respecto de las causas que originaron los incendios, la Academia Australiana de Ciencias reconoce la complejidad que supone la identificación de variables. Esto porque los incendios forestales, junto con otros fenómenos climáticos, plantean problemas complejos y de gran alcance. El crecimiento de la población, el cambio climático, las temperaturas extremas, sequías, tormentas, vientos e inundaciones se entrecruzan, creando circunstancias que son difíciles de desenredad y abordar.

El presidente de dicha entidad, John Shine, plantea a su vez un escenario positivo ante tales complejidades. “La buena noticia es que ya hay abundante evidencia disponible para ayudarnos a comprender el entorno en el que vivimos para diseñar y construir el futuro que queremos para Australia. Nunca ha habido un momento más importante para aprovechar esa base científica en la ayuda y guía para obtener respuestas, cuando Australia vive incendios devastadores que asolan nuestra nación y causan incertidumbre sobre nuestro futuro”, señala.

Sin embargo, hace un llamado a mejorar las capacidades de reacción por parte de las autoridades. “Debemos mejorar aún más nuestra capacidad de pronosticar las amenazas ambientales. Tenemos que mejorar continuamente nuestros modelos de predicción, la comprensión del comportamiento del fuego, entre otros eventos climáticos adversos”, además de aludir a la necesidad de desarrollar nuevas tecnologías para responder y adaptarse a los nuevos eventos extremos.

En la misma línea, la Academia apunta a las políticas de largo plazo como las más apropiadas para contribuir en estos escenarios. Por ello, recomiendo que los tomadores de decisión además de fundamentarse en la expertise científica, vayan más allá de lo inmediato y esencial para recuperar y reconstruir. “Es necesario incluir todo: planificación urbana, establecer mejores estándares de construcción, preservación de las especias y biodiversidad, restauración de la tierra y agua, además del cuidado de la vida silvestre”, afirma.

Expansión desde el suelo

Los incendios forestales en Australia no han sido solo un indicador de emergencia. Desde épocas ancestrales los nativos realizaban incendios controlados para eliminar maleza o espantar animales e insectos. Estos incendios se hacían a pequeña escala y se mantenían bajos en intensidad. Para lograr esto, se efectuaban en ciertas épocas del año y sobre un determinado tipo de suelo.

Joe Morrison, en un artículo en The Guardian, se pregunta si esta técnica podría ser útil para prevenir la expansión de grandes incendios, esto es, abrir amplios espacios para impedir la continuidad del fuego. Frente a esta interrogante, Bill Gammage, historiador de la Universidad Nacional de Australia, responde que buena parte de los conocimientos que tenían los nativos no se ha conservado hasta hoy, pues no existe información sobre la mejor época del año, hora del día, qué plantas hay que quemar y cuánto tiempo debe durar.

Asimismo, comentó que los actuales incendios son mucho más grandes de los que originaban los pueblos ancestrales. Esto porque el cambio climático, a través del alza de la temperatura y de sequías los hacen más intensos. En consecuencia, son más difíciles de apagar y buena parte del fuego no responde a las acciones aéreas, pues la conexión se lleva adelante desde el suelo y el subsuelo. Esto llevaría a que incluso las medidas preventivas se conviertan en un riesgo mayor.

¿Cómo prevenir en Chile?

Una mirada sobre la forma cómo prevenir incendios forestales en nuestro país tuvo Pedro Berríos, director y fundador de la Corporación Ciudadana Red de Emergencia, quien sostiene que gran parte del trabajo preventivo se tiene que hacer con la población. “Hay que tener claro que para hacer una buena prevención es necesario conocer bien la variable riesgo, que en lo forestal está asociado a distintos actores que pueden, de alguna manera, generar incendios, pero también del concepto de cambio climático. Lo que hemos visto en Australia son peaks de calor altos, con humedad de 30 por ciento y rachas de viento de 30 kilómetros por hora.

De igual manera, hace un llamado a que la prevención sea abordada desde una mirada distinta. “Tenemos que incorporar la visión de las personas que habitamos el territorio, también de las autoridades y el Estado como un todo. Pero solo hablamos de la reducción de riesgo del desastre, que no es solo una tarea del gobierno velar por las mejores formas de reaccionar, aquí también es importante el ordenamiento territorial que tenemos de las ciudades y como en la medida que crecen, toman territorios que en el contexto del cambio climático, desarrollan de distinta manera las variables de riesgo. Es necesaria la comprensión de todas las etapas de los ciclos del desastre.Tenemos una responsabilidad como ciudadanos en entender dónde estamos habitando y qué riesgos existen ahí para trabajar formas de mitigación y respuesta”, comentó.

Por último, se refirió a la necesidad de crear una conciencia de los riesgos en la ciudadanía. “Hay una diferencia entre peligro y riesgo, el peligro es la amenaza en donde se está expuesto, como la cercanía a un volcán, un bosque, tsnunami, etc. Cuando hacemos una gestión de riesgo tenemos que entregar capacitación para que conozcan el peligro, a modo que luego puedan evaluar los riesgos asociados a la vulnerabilidad y exposición, versus las capacidades locales para enfrentarlas. Entonces, tenemos bosques en distintos puntos del país, pero sabemos cuál es el riesgo de las exposición de estos en la cercanía de las instalaciones. Sabemos el riesgo de la infraestructura crítica en las cercanías de los bosques. Entonces, para hacer una buena gestión del riesgo del desastre hay que entender este ciclo para la prevención, que todos los ciudadanos sepan que hacer si un bosque se va a quemar, cuáles son las vías de evacuación, zonas de seguridad, qué es lo que hay que hacer, etc”, sentenció.


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