Latinoamérica y los gigantes asiáticos.

Tanto Latinoamérica como el Caribe aún no han aprovechado del todo la aparición de un nuevo polo de desarrollo en el mundo, como lo es la región del Asia Pacífico, en especial sus dos gigantes, China y la India, que en estos momentos no sólo demandan recursos naturales para abastecerse, sino que se convierten en mercados potenciales para las economías emergentes en el continente americano. Situación que aún no ha sido aprovechada, como señalan Osvaldo Rosales y Mikio Kuruyama, en su informe “América Latina al encuentro de China e India: perspectivas y desafíos en comercio e inversión”.

Elaborado para la Comisión Económica de América Latina y el Caribe (Cepal), en esta investigación, sus autores afirman que la persistente visión hacia Europa y Estados Unidos no hace que América Latina y el Caribe se de cuenta de la gran oportunidad que tienen si miran hacia los grandes mercados asiáticos.

India y China: El polo de la economía mundial

China e India, luego de más de una década de constante desarrollo, han logrado convertirse en los lugares más dinámicos de la economía mundial, esto basado en una fuerte inversión y apertura comercial, teniendo como respaldo sus grandes volúmenes de población que les permite tener la mayor mano de obra en el planeta.

Así, Rosales y Kuruyama señalan que “el alto crecimiento pronosticado para China e India mantendría a estos países como el polo más importante de la economía mundial en los próximos años, ofreciendo a América Latina y al Caribe un mercado de gran potencial para sus productos de exportación”, pero hasta el momento nuestra región no ha aprovechado esta situación, pues no ha consolidado los vínculos ni realizado las inversiones para lograra mayor penetración en esos mercados.

Pero, cada uno de estos países implica modelos distintos de desarrollo, los cuales deben ser observados por separado. Así, en el caso de China, el informe señala que “el sector industrial ha sido el motor del crecimiento y se ha incrementado la participación de los servicios en el PIB, en tanto la agricultura ha retrocedido. El dinamismo del sector exportador chino también se refleja en su favorable comportamiento del superávit de cuenta corriente”.

Por contraste, India posee características distintas, como un masivo uso del inglés, por ser ex colonia británica que le entrega ventajas al momento de competir. “La economía India ha estado marcada por un gran cambio estructural: la participación de los servicios en el PIB aumentó, mientras disminuía claramente la del sector agrícola. Se proyecta que el país mantendrá su ritmo de crecimiento en los próximos años y que el sector de los servicios seguirá siendo el motor del desarrollo económico. En cuanto al sector manufacturero, su papel en India es menos dominante que en China y su aumento de productividad mucho menos pronunciado”.

Por tanto, mientras en China se necesita abastecer su industria con mayores recursos naturales, que es lo que está demandando. Por su parte, India significa un mercado donde aún hay más oportunidades de vender manufacturas. Pese a esto, hacen un alcance importante. “Otra diferencia importante entre China e India es que la apertura comercial india es más reducida que la china. Mientras China presenta niveles arancelarios menores y lineales, India mantiene todavía bolsones de protección, sobre todo en el sector agrícola”.

El comercio con Latinoamérica y El Caribe

Así hasta el momento, la región se ha dedicado más a enviar sus recursos a esa zona del mundo, pues en especial en el caso de China, este país se ha convertido “en un importante consumidor de materias primas, minerales, energía y en alguna medida, también de alimentos y productos industriales”.

De manera que el comercio se ha acrecentado considerablemente en los últimos años, pero con salvedades en las subregiones de nuestro continente. “Mientras América del Sur presenta superávit comerciales con ambos, México y Centroamérica mantienen déficit cada vez mayores. Por otro lado, la estructura de las exportaciones de América Latina y el Caribe hacia China e India se caracteriza por la concentración en recursos naturales y manufacturas basadas en recursos naturales, en fuerte contraste con la estructura del comercio interregional Latinoamericano que tiene un alto componente de productos de mediano nivel tecnológico”.

Analizando casos ejemplificadores, Rosales y Kuriyama indican a México, donde muchas empresas norteamericanas que se habían instalado en su territorio ahora se dirigen a China o la India, a la vez presenta una balanza comercial negativa con el Asia en general. En las antípodas esta la situación de Chile, señalando que su estrategia de Tratados de Libre Comercio ahora se ha centrado en la región del Asia Pacífico, permitiéndole establecer fuertes vínculos comerciales, siendo así el país que mejor han sabido aprovechar el nuevo escenario.

La estrategia que estos autores proponen para Latinoamérica y el Caribe es que formen alianzas para conseguir contratos a largo plazo, para suministrar los commodities, pero a la vez logren que su industria se pliegue a las cadenas de valor internacional, pues pueden contribuir en la red mundial de la fabricación de partes y piezas o en servicios para los negocios mundiales, señalan en el informe.

Por tanto, concluyen que “No existe una “muralla china” entre el reforzamiento de los vínculos económicos con el Asia Pacífico y la actualización de la integración regional. Al contrario, con las políticas adecuadas y con voluntad política de ambos lados, es posible construir una complementariedad dinámica entre ambas opciones estratégicas”.