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Asia Pacífico | Observatorio Parlamentario

Las políticas de Seguridad Nacional que dominan el Asia Pacífico

10 septiembre 2012

La nueva Estrategia Nacional de Seguridad y Defensa 2012-2024, actualmente en manos del Senado, porta una visión modernizada de la otrora política de control de amenazas externas. En Asia Pacífico y el mundo, las políticas de defensa se han convertido en temas multidisciplinarios que abarcan mucho más que el concepto de guera clásica, y se extienden a la seguridad interna, las posibles explosiones sociales, las relaciones comerciales, la seguridad alimentaria, los equilibrios sociales, etc. Veamos los casos de China, Japón, Corea y Chile.

La nueva Estrategia Nacional de Seguridad y Defensa 2012-2024, actualmente en manos del Senado, porta una visión modernizada de la otrora política de control de amenazas externas. En Asia Pacífico y el mundo, las políticas de defensa se han convertido en temas multidisciplinarios que abarcan mucho más que el concepto de guera clásica, y se extienden a la seguridad interna, las posibles explosiones sociales, las relaciones comerciales, la seguridad alimentaria, los equilibrios sociales, etc. Veamos los casos de China, Japón, Corea y Chile.

Asia Pacífico está constantemente dando pruebas de que los intereses económicos pueden ser más fuertes que las rencillas ancestrales. En las últimas semanas, los lazos de Japón, China y Corea se tensaron frente a los conflictos latentes por la soberanía de dos pequeños archipiélagos en el Mar de China Oriental y el Mar de Japón (Mar del Este).  China y Japón se disputan la soberanía de las islas Senkaku (Diaoyu en Beijing), en las que desembarcó a mediados de agosto un grupo de activistas chinos, seguido, con pocos días de diferencia, de otro de nacionalistas nipones.

Al mismo tiempo, Japón reclama a Corea del Sur la soberanía de las islas Takeshima (Dokdo en Corea), que el pasado 10 de agosto recibieron la visita sin precedentes del presidente surcoreano, Lee Myung-bak, en un viaje que suscitó las iras de Tokio.

En una seguidilla de eventos, que en otros tiempos habría estresado las relaciones de todo tipo entre estas naciones, las políticas de seguridad de cada una de ellas hacen posible que, a pesar de los desencuentros, la promesa de un TLC tripartita siga sin alteraciones. Los negocios internacionales, en definitiva, se han convertido en un argumento contra las acciones bélicas a la hora de aplicar políticas de seguridad.

Resulta interesante, sin embargo, conocer el análisis de expertos sobre las prioridades que gatillan las políticas de defensa en estos países.

Japón

La Guerra del Golfo (1990-1991) fue decisiva para la política de Seguridad de Japón. Desde la Segunda Guerra Mundial (SGM), esta nación ha hecho honor a su Constitución Pacífica. Su dependencia casi absoluta de la protección militar de Estados Unidos, impuesta originalmente como una medida restrictiva por las fuerzas aliadas, le permitió crecer en varios ámbitos sin tener que enfrascarse en carreras armamentistas en la segunda mitad del Siglo XX. Sin embargo, Japón fue criticado internacionalmente por mantener una participación económica (13 mil millones de dólares) aunque militarmente ausente, en el conflicto entre Estados Unidos e Irak a comienzos de la década del 90.

Su nueva política de seguridad a partir de entonces, es conocida como “realismo pragmático”, una combinación de cooperación económica; diplomacia para resolver los conflictos subregionales; un amplio abanico de acuerdos bilaterales de seguridad y cooperación; y el diálogo político regional.

En el realismo pragmático la defensa en conflictos internacionales siguió a cargo de Estados Unidos, a cambio de la permanencia de bases militares en territorio japonés. El pragmatismo en esta política hace referencia a la mezcla de medidas pacíficas con la eventual violencia necesaria frente a escenarios bélicos en el noreste asiático o en casos de terrorismo internacional, como se entendió después de los atentados del 2001 en las torres gemelas.

Esta mezcla de pasividad y potencial bélico presente en la política de seguridad de Japón, le permite atender a su dependencia de materias primas y de buenas relaciones con sus vecinos regionales. Cabe destacar que como parte de esta estrategia, vemos una mayor cooperación regional y una apertura de Japón hacia las economías del sudeste asiático a partir del 90, donde comienza poco a poco a chocar con los intereses de China en la región. (Ver más de este tema en “Seguridad Humana: conceptos, experiencias y propuestas”. Revista CIDOB D’AFERS INTERNACIONAL 76, Barcelona, España)

La emergencia de China en la región, sin embargo, ha hecho que Japón adopte una posición aún más defensiva en los últimos años. El profesor del Centro de Estudios Asiáticos de la Universidad Católica, Roberto Durán, afirma que “frente al aumento de presupuesto de armamento de China, Japón ha dispuesto la reestructuración de las fuerzas de defensa de Japón. Ya no se llamarán Fuerzas de Autodefensa de Japón, sino que Fuerza de Defensa de Japón. Esto no es un tema menor. El uno por ciento original (del PIB) destinado para gastos de defensa, fue incrementado al 1.1 o 1.2 por ciento. La seguridad japonesa ha sufrido una reorientación. Se percibe con inquietud el ascenso de China”.

Frente a la disputa territorial con Corea, Durán comenta que Japón mantiene una actitud diplomática, aunque firme, en la medida en que “está avisando que tratará de dirimir esta situación a la Corte Internacional de Justicia, cuestión a la que se oponen cerradamente los coreanos”.

China

Según el Libro Blanco en Seguridad del 2011, China declara una política de seguridad de carácter defensivo. Sin embargo, con más de 22.000 kilómetros de fronteras, 18.000 kilómetros de costa, además de la propagación de viejas y nuevas disputas territoriales y el brote y rebrote de movimientos separatistas en distintas regiones del país, la modernización de sus capacidades militares resulta vital.

En comparación con otras potencias, China mantiene un gasto moderado en armamento, equivalente al 1.45 por ciento del PIB. Por sus proporciones (el PIB chino, casi 6 millones de millones de dólares, es equivalente al 9.3 por ciento del PIB mundial) figura como el tercer país que más armamento compra en el mundo. Como contraste, la Unión Europea gasta 1.5 por ciento (2ndo lugar) de su PIB y Estados Unidos el 4.68 por ciento de su PIB (1er lugar en compra de armamento).

Por un lado el Libro Blanco de defensa chino fija las misiones de sus Fuerzas Armadas en el sentido de proteger la soberanía, seguridad, integridad territorial y el desarrollo de los intereses nacionales. Por otro, hace una lista de los principales riesgos en seguridad mundial. En primer lugar está el terrorismo, le siguen la proliferación de armas de destrucción masiva, la crisis financiera, los desastres naturales, el cambio climático, la seguridad energética, de recursos, alimentaria y de salud pública. Hace hincapié en que la tendencia global es hacia la multipolaridad, por lo que ningún país podrá actuar individualmente contra estas amenazas. De aquí nace el eslogan estratégico de “ganar todos” (win-win), en oposición a la visión realista de “suma cero” (zero-sum).

Corea del Sur

La política de seguridad nacional de Corea del Sur está determinada en gran medida por su vecina del Norte. La Ley de Seguridad Nacional, está vigente desde el fin de la colonización japonesa en 1948. Desde la Guerra de Corea (1950-1953), Corea del Sur ha mantenido distintas políticas que oscilan en cuanto a las relaciones con Corea del Norte. En el gobierno actual, se marcó un distanciamiento en las relaciones, que se acentuó con los casos del hundimiento del Cheonan (2010) y el intercambio de artillería en la isla de Yeonpyeong en noviembre de ese mismo año. Fuera de la frontera norte, Corea del Sur sólo mantiene problemas territoriales con Japón.

Su gasto en armamento es equivalente al 2,7 por ciento del PIB con un contingente militar de 700 mil soldados.

Chile

La política estratégica de Seguridad Nacional 2012-2024 enviada por el ejecutivo a las Comisiones de Defensa y Exteriores del Senado, marca un nuevo paradigma. Por un lado se ha hecho del tema un asunto público, en que instancias civiles tienen la oportunidad de dar su opinión al respecto. Junto a ello, afirma Durán, “se trata de una política de seguridad cooperativa, sobre todo con los países vecinos, un menor énfasis en las hipótesis de conflicto vecinal y también enuncia de manera explícita el arsenal de Chile. Esta es una medida importante porque pone a Chile como un caso casi sin parangón en la región”.

En cuanto al gasto militar, Chile figura con el 2.7 por ciento del PIB, la misma proporción que utiliza Corea del Sur. Si bien ha tenido fricciones de orden territorial con sus vecinos, hay un manifiesto estrechamiento en términos comerciales y diplomáticos con Argentina, primero, y con Perú y Bolivia en segundo plano, en las que se ha buscado salidas pacíficas a los litigios pendientes.

 


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