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Asia Pacífico | Observatorio Parlamentario

Una mirada a Tokio inadvertido

12 diciembre 2007

Visitar la tumba de un Shogun, apreciar la ciudad en su completa enormidad, pasear por gigantescos parques, tomarse un café en una azotea, y recorrer una calle larguísima llena de restoranes todos especializados en el mismo tipo de comida, son algunas de las experiencias que se pueden disfrutar en un Tokio comúnmente desconocido.

Visitar la tumba de un Shogun, apreciar la ciudad en su completa enormidad, pasear por gigantescos parques, tomarse un café en una azotea, y recorrer una calle larguísima llena de restoranes todos especializados en el mismo tipo de comida, son algunas de las experiencias que se pueden disfrutar en un Tokio comúnmente desconocido.

Cualquier ser humano que aterrice en Tokio quedará absolutamente maravillado con la cantidad de contrastes que ofrece esta ciudad, ver un moderno tren pasando por encima de un antiquísimo templo es una imagen cotidiana, porque es en esta ciudad donde toma forma con mayor fuerza una de las más asombrosas características de los japoneses: la capacidad de armonizar la vida moderna en su máxima expresión con las más antiguas costumbres y tradiciones.

Así quién vaya de paseo a Tokio, aunque sea tan sólo por una par de días, se encontrará viajando en una montaña rusa temporal, por cierto que esto es desde el punto de vista occidental, porque para los japoneses la tradición es una parte esencial del presente.

Sin embargo, la inmensidad de la capital japonesa es insospechada para el turista común, incluso para muchos tokiotas -apodo de los habitantes de Tokio-, principalmente porque está organizada de manera Contraste de Tokiotal que cada barrio tiene su personalidad propia y es como una mini ciudad, por lo tanto, además de los típicos alegóricos presentes en todas las guías turísticas, y de los cuales no hablaré aquí, existen un montón de rincones con encanto propio.

Uno de ellos es Nezu, que parece estar absolutamente intacto desde la Era Edo (1603-1867), época conocida por ser el período de gobierno del shogunato Tokugawa, que restringió la entrada de extranjeros y en el que Tokio fue establecido como la capital.

Este barrio totalmente tradicional, es una burbuja atemporal, mucho más que Asakusa (el típico  antiguo), y a mi juicio, incluso más que Kioto por no estar plagado de turistas. En Nezu se puede visitar el “Nezu Jinja”, un templo que data del 1705, y que casi desde entonces, el 21 de septiembre celebra anualmente su popular festival.

Luego de ir al templo se pueden hacer varias cosas, lejos la más entretenida es pasear y apreciar la arquitectura típica del periodo Edo y recorrer las tiendas que venden desde papelería japonesa, hasta cerámicas tradicionales. Además se puede visitar “Scai the Bath House”, un lugar que desde 1787 fue un baño público japonés –en Japón en tiempos pasados, pero ni tanto, era común ir a bañarse a baños públicos-, y que ahora funciona como galería de arte.
 
Para terminar este recorrido es muy recomendable ir al “Yanaka Reien”, un ejemplar cementerio japonés– muy diferente a los nuestros-, un maravilloso parque en el que yacen connotados personajes históricos y del mundo artístico, como el 15º Shogun Tokugawa.

Otro barrio muy poco frecuentado por turistas, pero amado por los residentes extranjeros en Tokio, es Shimokitazawa el barrio "hippie" o alternativo por excelencia. Con un tono “chic” las laberínticas calles de este rincón se visten de colores y música, acogiendo a la población artística capitalina y deleitando a los sibaritas con su gran variedad de módicos restaurantes.
Vista de Tokio en 360º 
Los recomendados de este barrio son: subir hasta el tercer piso del café francés llamado “Trocadero”, para instalarse en una cómodamente amoblada azotea y tomarse un delicioso café mientras se ve como atardece en la ciudad; y luego pasar horas en el local de al lado, llamado “Shisha”, un bar de hookah o narguile (pipa árabe), probando los exquisitos y variados sabores de tabaco en un exótico ambiente.

Cuando ya es de noche, y las millones de luces encandilan a los visitantes, un imperdible es ir al mirador del “Sunshine City”, un edificio de 60 pisos, que fue el más alto de Tokio hasta la construcción del edificio del Gobierno Metropolitano, su gracia es que, a diferencia del último, está abierto hasta que oscurece, lo que permite una inigualable perspectiva de la ciudad.

Para seguir paseando en la noche un barrio muy entretenido y con mucha vida nocturna es Koenji,  donde viven la mayoría de los músicos, y el epicentro de la música en vivo. Parecido a Shimokitazawa,  las calles de este lugar están llenas de música y colores, y sus miles de rincones ofrecen un local para  cada gusto musical, aunque el rock es lo más presente.

Galeria de fotos de Koenji De día este barrio tiene también muchísimo que ofrecer: sus callecitas están plagadas de acogedores bares y restaurantes y de tiendas de libros, ropa, y discos de de segunda mano, lo que hace que este lugar sea extremadamente interesante para recorrer.

Otros lugares atractivos, pero poco visitados, son a mi gusto el parque Inokashira y el barrio de Tsukishima.

El primero es un inmenso parque que incluso tiene una laguna en su interior. Si bien Tokio está atochado de edificaciones, existen, incluso en las áreas más céntricas, gigantescos parques, que por lo general albergan templos y monumentos, sin embargo, para un buen paseo dominical, realmente relajado el parque Inokashira, en donde los domingo se hacen ferias de las pulgas y que además tiene un zoológico, es una excelente opción.

El segundo lugar es Tsukishima, antes una isla –Tokio está lleno de canales, tanto que en la antigüedad era muy similar a Venecia- ahora un territorio anexado al continente, el principal atractivo de este barrio es su especialidad culinaria: el “monja-yaki”, sinceramente uno de los mejores platos que he probado. Además de lo gastronómico lo interesante es que se puede apreciar un hábito común en Japón: que un barrio se dedique a un tipo específico de comida, así existe toda una calle llena de pequeños restaurantes dedicados a preparar el mejor “monja yaki” una especie de tortilla con muchas verduras.

A parte de estos impresionantes lugares existen muchísimos otros sitios en Tokio capaces de deslumbrar a cualquier visitante, principalmente porque, como antes mencioné, la inmensidad de esta ciudad, y las millones de particularidades presentes en la cultura japonesa, le dan un espacio sin fin a la diversidad.


El paseo inadvertido en imágenes


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