1. Arturo Alessandri Palma: Sus primeros pasos en política Arturo Alessandri Palma, presidente de la República entre 1920 y 1925 y 1932 y 1938, fue uno de los políticos chilenos más importantes del siglo XX y tuvo un rol fundamental en la gestación y redacción de la Constitución de 1925.
Alessandri nació el 20 de diciembre de 1868 en la Hacienda Longaví, provincia de Linares. Fue hijo de Pedro Alessandri Vargas y Susana Palma Guzmán. Provenía de una familia de origen italiano. Estudió en el Colegio de los Padres Franceses de Santiago y luego ingresó a la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile, donde se graduó de abogado en 1893. Su tesis de grado, titulada "Habitaciones para obreros", reflejó desde temprano su interés por las problemáticas sociales. Años antes, entre 1890 y 1893, había sido director de la Biblioteca del Congreso Nacional.
Inició su carrera política en 1897 como diputado por el Partido Liberal, cargo que ocupó en seis periodos hasta 1915. Posteriormente, fue senador en cinco periodos entre 1915 y 1950 y presidente del Senado entre 1945 hasta su muerte en 1950.
En 1915 se presentó como candidato a senador por la provincia de Tarapacá, momento en que alcanzó una notoriedad nacional. Le imprimió a su campaña una orientación decididamente popular, movilizando a sectores obreros e inaugurando una nueva forma de hacer política en Chile. Su elocuencia y defensa de las clases trabajadoras le valieron el apodo de "León de Tarapacá".
Fue ministro de varios presidentes del período parlamentario, entre los que se cuentan Federico Errázuriz Echaurren en la cartera de Industria y Obras Públicas, y Ramón Barros Luco, en Hacienda. También se integró al gobierno de Juan Luis Sanfuentes, como ministro del Interior. Ejerció dicha función entre el 22 de abril al 6 de septiembre de 1918. Al presentar el discurso de su programa del ministerio ante el Senado, expresó lo siguiente: "La legislación social que recién se inicia en nuestro país debe ser completada con leyes que aseguren el imperio de la justicia social, la armonía entre el capital y el trabajo y el bienestar de la clase trabajadora".
2. Las elecciones presidenciales de 1920 y su triunfo electoral En 1920, la coalición formada por liberales reformistas, radicales y demócratas, lo proclamó candidato a la presidencia de la nación.
Fue electo presidente de la República como candidato de la Alianza Liberal -para el período 1920-1925-, en una contienda electoral reñida contra Luis Barros Borgoño. Su campaña se centró en la necesidad de reformas sociales y laborales, en la perspectiva de plantear soluciones a la “Cuestión Social”, con lo cual captó el apoyo de sectores medios y populares que buscaban cambios en el sistema político y económico del país. Asimismo, Alessandri promueve un reforzamiento del régimen presidencial, al sostener una postura crítica frente al parlamentarismo, para lo cual era imprescindible un cambio a la Constitución de 1833.
En su discurso pronunciado en la Convención de la Alianza Liberal, el 25 de abril de 1920, Alessandri declaró lo siguiente: "Nuestra Constitución del 33, monumento glorioso sobre el cual se ha cimentado la grandeza de la República, fue dictada sobre la base de un centralismo absorbente y absoluto, que era necesario dado el estado social de la época en que aquel código se dictara. Atendida la extensión del territorio, la población poco densa, la escasa difusión de la cultura en aquellos años, ese régimen fue útil, conveniente, necesario para la formación de la República y el afianzamiento de sus instituciones dentro del orden y la paz. Pero los años han pasado, el país ha crecido en todos los órdenes de su actividad, la población ha aumentado, la cultura se ha difundido y por todas partes surge poderoso y enérgico el progreso. El centralismo exagerado del año 33 no es ya posible ni conveniente, es simplemente absurdo. Nuestra Carta Fundamental debe ser reformada al respecto...".
Durante su primer mandato, Alessandri impulsó una agenda reformista que incluía la creación de leyes laborales, la implementación de un impuesto a la renta y la modernización del Estado. Sin embargo, enfrentó una fuerte oposición del Congreso, dominado por sectores conservadores, lo que dificultó la aprobación de sus iniciativas. Esta situación generó una constante rotación ministerial y, en definitiva, una creciente frustración en una parte importante de la población y en la opinión pública. A nivel económico, muchos sectores veían agravada su situación por la inflación y la carestía imperante.
3. Alessandri y la crisis de 1924-1925 El descontento social y la inacción legislativa culminaron en el "Ruido de Sables", el 3 de septiembre de 1924, cuando un grupo de oficiales del Ejército protestó en el Senado exigiendo la aprobación de leyes sociales. Ante la presión militar y la forma apresurada por ratificar algunas reformas, Alessandri presentó su renuncia el 9 de septiembre de 1924. Aunque el Congreso no la aceptó, le otorgó una licencia constitucional y se exilió en Europa.
El 9 de septiembre de 1924, el país quedó a cargo del ministro del Interior, general de división Luis Altamirano Talavera, en calidad de vicepresidente. Entre el 11 de septiembre de 1924 y el 23 de enero de 1925 se organizó una Junta de Gobierno presidida por Altamirano. Este último, le entregó el mando al general de división Pedro Pablo Dartnell Encina, quien se mantuvo en el cargo hasta el 27 de enero de 1925. Ese día, asumió Emilio Bello Codesido, hasta el 20 de marzo de 1925, fecha en que Alessandri regresa a Chile desde el exilio, a cumplir el resto de su mandato presidencial.
En esta nueva etapa, Alessandri puso en marcha su proyecto más emblemático, que consistió en modificar la Constitución de 1833, dictando una nueva Carta Fundamental para el país.
"A principios de 1900, correspondió la elección parlamentaria en la cual Arturo Alessandri fue reelecto por Curicó y así lo sería —siempre representando a Curicó y Vichuquén— hasta que accedió al Senado en 1915. Una mirada general a los primeros años del siglo XX permitirá contextualizar la entrada definitiva y arrolladora de Arturo Alessandri a la política y, en definitiva, a la historia de Chile. El nuevo siglo encontró al país en un momento de importantes cambios y fracturas. Potentes procesos se incubaban y llegarían para quedarse, como la crisis de la oligarquía dirigente y del régimen político “parlamentarista”, el surgimiento de movimientos sociales obreros, el desarrollo de la infraestructura pública y la educación producto de los cuantiosos recursos del ciclo salitrero, y también el ascenso de la clase media a la vida política. Un mundo terminaba y otro nacía hacia 1900. Y Arturo Alessandri así lo entendió".
David Vásquez Vargas, "Notas biográficas sobre Arturo Alessandri Palma", en Biblioteca del Congreso Nacional, Arturo Alessandri Palma y su época: Vida, política y sociedad, Ediciones Biblioteca del Congreso Nacional, Santiago, 2012, p.23.
“Alessandri no se doblegó ante la tenaz oposición enfrentada en el Congreso. Antes bien, continuó rompiendo los moldes que regían el quehacer político durante el régimen parlamentario. Hizo caso omiso de las censuras a sus ministros. Intervino personalmente en los debates parlamentarios. Alentó disputas entre ambas Cámaras. En la prensa, publicó manifiestos a favor del régimen presidencial, contrariando nociones políticas firmemente arraigadas. Movilizó masas, incluidos cesantes de albergues públicos, para amedrentar a sus oponentes: los manifestantes se congregaban frente a La Moneda, desde cuyos balcones Alessandri les hablaba con pasión arrebatadora, culpando al Senado de las trabas a su gobierno, clamando reiteradamente por más poderes efectivos para el Ejecutivo. Tampoco se privó de hablar ante los oficiales del Ejército sobre la necesidad de reformar el régimen político dada la persistente oposición que sus proyectos encontraban en el Congreso. Por añadidura, resucitó prácticas desechadas desde la Guerra Civil de 1891, reiniciando de forma inusitada la intervención electoral del Gobierno”.
Sofía Correa, Consuelo Figueroa, Alfredo Jocelyn-Holt, Claudio Rolle, Manuel Vicuña; Historia del siglo XX chileno, Editorial Sudamericana, 2008, p. 93.
“Uno de los propósitos fundamentales de la propuesta alessandrista fue justamente transformar lo posible en real. De mero instrumento tácito al servicio de las luchas interpartidistas, la politización del elemento proletario pasó a ser concebida como un principio de incorporación efectiva en la vida institucional, como una experiencia verdadera de participación ciudadana. Debe advertirse a este respecto que el concepto de ciudadanía suscrito por Alessandri se enmarcaba dentro de los parámetros tradicionales del pensamiento liberal: ciudadano era aquel a quien se reconocía el derecho a participar en las decisiones nacionales a través de la elección de representantes por medio del sufragio. En concordancia con dicha visión, el objetivo de la estrategia alessandrista era reforzar la democracia liberal, rompiendo la apatía popular y neutralizando una actitud hasta entonces indiferente o incrédula respecto de las bondades del sistema político vigente. Así, la utilización de recursos “populistas” durante la campaña presidencial de 1920 y la administración que le siguió procuraba reducir a un sector social hasta entonces poco permeado por los mensajes oficiales, llevándolo a sentirse verdaderamente partícipe de una empresa que abarcaba al conjunto de la nación. El éxito logrado en dicha tarea fue lo que en definitiva hizo de Alessandri un factor clave en la apertura del sistema político chileno durante el siglo XX, estableciendo un lazo de comunicación permanente, reconocido e institucionalizado entre el Estado y el mundo popular”.
Julio Pinto y Verónica Valdivia, ¿Revolución proletaria o querida chusma? Socialismo y Alessandrismo en la pugna por la politización pampina (1911-1932), LOM ediciones, Santiago, 2001.