Deliberar para concretar el debate

 
29 de abril de 2011


En todo orden de cosas, ante un problema, necesidad o tensión, para poder arribar a una solución idónea es preciso realizar el ejercicio mental de identificar las distintas alternativas o caminos a seguir, señalar sus pro y contras, para finalmente poder optar por la que mejor aborda la disyuntiva de que se trate, y adecuarla al caso concreto para obtener resultados óptimos.




delibera2011-3.JPGEn una sociedad organizada y civilizada estos dilemas son zanjados a través de las técnicas del debate y la deliberación. Según la Real Academia Española, debate evoca la idea de una “controversia”, la que a su vez es definida como una “discusión de opiniones contrapuestas entre dos o más personas”. Así, el debate puede constituir una útil forma de contrastar una amplia gama de soluciones con el objeto de detectar sus falencias y virtudes. A su vez, deliberar se define como “considerar atenta y detenidamente el pro y el contra de los motivos de una decisión, antes de adoptarla, y la razón o sinrazón de los votos antes de emitirlos”, de modo que la deliberación apunta a un necesario estudio y reflexión de una decisión o medida concreta a adoptar.

Así las cosas, por más que muchos destaquen las diferencias entre una y otra técnica, parece más conveniente resaltar como se complementan y la simbiosis que existe entre ellas.

El debate es generalmente tildado como una mera discusión, en el sentido de pelea y en el que uno gana y otro pierde. A su vez, la deliberación es etiquetada como amurallada y carente de innovación, en la que los deliberantes deben limitarse a una idea preestablecida, pudiendo aprobarla o desaprobarla, pero en ningún caso pudiendosugerir cambios sustanciales. Ambas afirmaciones pueden ser parcialmente ciertas, pero no son más que el resultado de una mirada superficial de estas técnicas.

Volviendo al comienzo, ante un problema, necesidad o tensión, urge hallar una solución. Pero ante cualquier disyuntiva son tantas las soluciones posibles que ahora tenemos otro problema ¡¿qué solución elijo?! Y es aquí donde interviene el debate, en el que cada debatiente tiene la posibilidad defender con argumentos la solución que le parezca más conveniente, y más aún, tratar de anular o restar valor a los argumentos que sustentan las demás soluciones (tesis). Una vez finalizado este ejercicio, es posible determinar cuál solución es, en teoría, la mejor, pero como en todo orden de cosas, las ideas siempre suenan bonitas en el papel, pero ¿cómo, dónde y cuán la concretamos? Y es aquí donde hace su entrada la deliberación, pues ya hemos elegido la solución a adoptar, pero ahora toca el arduo proceso de reflexionar en torno a ella para identificar sus falencias y virtudes, y cómo enfrentarlas en el caso concreto, antes de adoptar definitivamente dicha solución.

Es así como entre debate y deliberación existe una íntima relación, pues si no ha habido debate antes de deliberar, entonces la deliberación se vuelve arbitraria y sin un piso sólido que la justifique. Y a su vez, un debate que no converge en una deliberación, se torna en una discusión vacía y sin finalidad concreta.

Sin debate no hay deliberación sólida, y sin deliberación el debate no tiene sentido. Así que invito a todos los deliberantes a debatir sus propuestas antes de plasmarlas en el papel. Destrúyanlas una y otra vez para identificar todas sus falencias, pues esa es la única forma de que arriben a una propuesta sólida digna de ser deliberada.

 

Israel González Marino

Egresado de Derecho de la Universidad Católica del Norte

Máster de Delibera Región de Coquimbo

Email: Isr4el@msn.com

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