Labor Parlamentaria

Participaciones

  • Alto contraste

Disponemos de documentos desde el año 1965 a la fecha

Antecedentes
  • Cámara de Diputados
  • Sesión Ordinaria N° 126
  • Celebrada el
  • Legislatura Ordinaria número 354
Índice

Cargando mapa del documento

cargando árbol del navegación del documento

Homenaje
HOMENAJE EN MEMORIA DEL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA DON EDUARDO FREI MONTALVA.

Autores

El señor DUARTE (de pie).-

Señor Presidente de la Cámara de Diputados, don Antonio Leal ; señor Presidente del Senado , estimado amigo Eduardo Frei ; señor ministro secretario general de Gobierno , Ricardo Lagos Weber ; estimado arzobispo de Santiago , monseñor Francisco Javier Errázuriz ; estimado obispo de Valparaíso, monseñor Gonzalo Duarte; señora presidenta de la Democracia Cristiana , doña Soledad Alvear ; señoras y señores diputados, señores miembros del directorio de la Fundación Eduardo Frei, familiares y amigos del recordado Presidente Eduardo Frei Montalva :

En este homenaje, que la Cámara de Diputados rinde a don Eduardo Frei Montalva, intervengo en representación de mis camaradas diputados democratacristianos.

Hablar de Eduardo Frei Montalva constituye para cualquier democratacristiano un honor y una gran responsabilidad, que agradezco. No puedo negar la marca indeleble que dejó en mí. Lo conocí en tiempos de crisis en Chile. Tuve la oportunidad de compartir con él su último año de vida, en medio del dolor causado por la dictadura.

Fui uno de esos miles de hombres y mujeres de camisa azul que lo despidió con emoción y -¿por qué no decirlo?- también con rabia ese 25 de enero en la Catedral de Santiago.

Fui uno de los hombres y mujeres que escuchó con el corazón apretado las frases hermosas e inolvidables del cardenal que nos llamaba a reunirnos para orar en compañía del Señor, para desahogar nuestro dolor, pues había muerto uno de nuestros jefes.

El cardenal dijo que fue un hombre que señaló rumbos, que expresó los grandes anhelos de nuestro pueblo y que dirigió, con sabiduría y prudencia, los destinos de nuestra patria, como Presidente de la República .

Hablar de Eduardo Frei Montalva , sin duda, es hacer referencia a una de las grandes personalidades de la historia política chilena. Es una de esas escasas figuras que marcan su tiempo. Su ejemplo y su pensamiento, creo yo, siguen vigentes y suscitan, sin duda, renovado interés. Su importancia trascendió las fronteras de nuestro partido y llegó a ser parte del patrimonio político nacional.

Muchas veces me pregunto qué hace que hasta hoy don Eduardo siga arraigado en miles y miles de casas de nuestro país. En muchas de ellas de poblaciones encontramos aún su foto. Nunca me ha dejado de impresionar en mi comuna, La Florida, el cariño con que en los barrios y poblaciones la gente lo recuerda.

¿Cuál es la razón de esa admiración y ese respeto? En estos tiempos en que la política y quienes nos dedicamos a ella somos objeto permanentemente de implacables críticas, de categóricos juicios muchas veces absolutamente descalificatorios, ¿qué hace que emerja con fuerza la figura de este hombre que fue capaz, sin duda, de lograr la coherencia a la que varios aspiramos y soñamos?

Él fue un testimonio coherente entre sus principios, su pensamiento y su acción. Fue un testimonio de coherencia con aquello que creía.

Cuando hay una persona verdaderamente notable, todos los que están más cerca, pero también aquellos que están más lejos, reconocen y valoran la consecuencia con que se actúa en política y en la vida, y esa ha sido una lección que todos hemos sacado. Eso es lo que ha ocurrido con Frei Montalva . En su caso, sin duda alguna, la consecuencia significaba seguir a Cristo y su mensaje.

Aún resuenan en mis oídos las palabras de ese gran chileno, el cardenal Silva Henríquez , que nos decía en la homilía de sus funerales, con voz potente: “Tu muerte ha sido vencida y una voz que tú reconoces te invita. Ven, bendecido de mi Padre. Yo tuve hambre y me diste de comer en los pobres de Chile. Yo estaba sin casa y tú te preocupaste de una habitación digna para mí. No tenía tierras para trabajar y tú supiste reconocerme en los campesinos. Yo estaba en la cárcel y tú me fuiste a ver. Yo me encontraba humillado y tú levantaste tu voz para defender mi dignidad”.

El cardenal Silva Henríquez hablaba así de Eduardo Frei . Encarnaba en don Eduardo las bienaventuranzas. Su muerte anticipada no hizo más que fortalecer su presencia permanente y abrir el camino, sin duda, a recuperar la profundidad del alma de Chile.

Eduardo Frei buscó interpretar el clamor de Chile de su época. Tomó en sus manos la responsabilidad de trabajar para convertirse en el primer servidor de una patria que mostraba las venas abiertas del poeta, a la espera de un guía que le indicara el camino de la justicia social.

Yo creo que Eduardo Frei fue todo eso para muchos chilenos y también para muchos de sus detractores. En algunos de los párrafos más desconocidos de su ya épico discurso a la Marcha de la Patria Joven , le preguntaba a la multitud por qué estaba ahí, y se respondía: “Porque son la respuesta, son el mensaje, son el clamor de Chile”. Hablaba de la gente, hablaba del pueblo. Señalaba que el movimiento de la patria joven y él estaban ahí para representar la realización de grandes tareas en el porvenir de la patria.

Él se comprometió en esa épica -para nosotros- “revolución en libertad”. Él buscaba una transformación profunda de Chile. Él le trajo a Chile una buena esperanza, una buena noticia, también ideas cargadas de esperanzas y sueños y una invitación a un compromiso de cambio. Un cambio que, en su caso, era primero interno y personal y que luego se expresaba en el orden político, social y económico.

La situación de los pobres, los campesinos, las mujeres, los trabajadores y los pobladores, no era un designio fatal para Eduardo Frei.

Para muchos, Frei fue un agitador. Yo diría que fue un agitador, gracias a Dios, para quienes en esa época ya no soñaban.

Para muchos, fue un revolucionario. Sí. Yo creo que fue un revolucionario a los ojos de quienes estaban enceguecidos en su opulencia y no veían los cambios que Chile necesitaba.

Don Eduardo siempre hablaba claro. La gente lo entendía y, por sobre todo, la gente le creía. En el contacto personal, uno sentía que él disponía de todo el tiempo para escuchar las ideas que llevaba. Mucha veces era su casa el espacio de acogida, su casa de siempre, para quienes querían conversar y escuchar su mensaje.

Frei fue de los que rechazó los cargos gerenciales, porque dedicó su vida al servicio público y consideraba incompatible lo privado con lo público. Para él, la política tenía una indisoluble vinculación con la ética y las conductas que necesariamente derivan de ella.

¡Para qué decir más, si el gran filósofo Jacques Maritain lo dijo por nosotros¡ “Sólo conozco un ejemplo de auténtica revolución cristiana, y es la que el Presidente Eduardo Frei está tratando de hacer en estos momentos en Chile”.

Si se mira con atención el legado político de Eduardo Frei que se prodiga a todos, sin excepción, cabe preguntarse qué nos diría don Eduardo hoy. Y no tengo dudas: Eduardo Frei nos hablaría de su amor por Chile y su pueblo. Lo hizo en una entrevista grabada para que fuera difundida una vez que hubiera muerto, en el programa de televisión De Profundis. Ahí nos decía: “Tengo un inmenso amor por mi patria. Tengo confianza en mi país y en el chileno, sobre todo en el pueblo chileno. Creo que éste es un país de libertad, un país que ama la justicia, que ama la dignidad, que ama el trabajo y el esfuerzo. Creo que eso es Chile”.

Eso decía Eduardo Frei . Por eso nos invitaba a tener confianza y optimismo en nuestra patria. Nos llamaba a invitar a nuestros hijos y nietos a que fueran como todos los chilenos: que amaran a su país y que trabajaran por su grandeza.

Estimados colegas, hoy recordamos a Eduardo Frei Montalva luego de 25 años de su extraña muerte. Entenderán todos ustedes que los democratacristianos no descansaremos hasta saber que la vida clara y transparente del Presidente Frei tenga también en su patria aclaradas, sin sombras de dudas, las causas de su muerte. Chile y cada uno de nosotros necesitamos que se despejen las dudas que tenemos sobre su muerte.

Los que tuvimos el honor de conocerlo, nunca dudaremos de que a él se le puede aplicar con propiedad la respuesta de Bernardo Leigthon a una vieja pregunta, que tantas veces hemos comentado los democratacristianos. Al hermano Bernardo una vez le preguntaron por qué era democratacristiano. Dijo: “Porque soy demócrata y porque intento ser cristiano”. Esta respuesta resume la vida de Eduardo Frei . Fue un demócrata y fue un cristiano hasta el fin de sus días.

Hoy rindo este modesto y agradecido homenaje. Lo hago orgulloso de haberlo conocido y trabajado con un hombre que prestigió a nuestra patria ante el mundo. Hoy, a 25 años de su muerte, Chile no lo olvida. La Democracia Cristiana lo llevará siempre en el recuerdo, en la mente y, sobre todo, en el corazón.

Para Eduardo Frei Montalva , nuestro agradecimiento por su ejemplo y nuestra garantía de que no lo olvidaremos.

He dicho.

Top