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  • Sesión Ordinaria N° 31
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  • Legislatura Ordinaria número 335
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Homenaje
HOMENAJE EN MEMORIA DE DON CLODOMIRO ALMEYDA MEDINA

Autores

El señor RUIZ-ESQUIDE.-

Señor Presidente , los Senadores democratacristianos adherimos al homenaje que el Senado rinde en memoria del ex Canciller y gran dirigente político del Partido Socialista don Clodomiro Almeyda.

Lo entendemos y lo miramos, desde nuestra perspectiva y en la historia de nuestro país, como la expresión más pura de un pensador que hacía del ideario político que sustentaba un camino creador para las fuerzas políticas y el acceso natural al poder, que es la tarea a que todo partido político aspira legítimamente.

Él fue parte del Chile político por muchos años. Compartió un mundo que para quienes lo vivimos, tal vez de lejos, sigue estando presente en nuestras mentes y que ojalá en algún instante pudiera ser puesto en el conocimiento de las juventudes chilenas. Un mundo político donde Clodomiro Almeyda estuvo presente junto a las figuras más relevantes de ese Chile político, en las distintas áreas del quehacer y del pensar filosófico del país.

Compartió su vida, su pensamiento, sus angustias, sus diferencias, y también las vicisitudes de una política que a veces se hizo muy dura, con los más preclaros pensadores y personeros del Partido Demócrata Cristiano: con Frei , Tomic , Leighton , Palma , y con muchos de los presentes.

Fue un hombre del tiempo en que la Derecha también era representada por personalidades de la más alta preclaridad: Alessandri , Coloma , Aldunate y tantos otros.

Asimismo, compartió la vida política con representantes del Partido Radical: Rettig , Faivovich , Cerda , y otros, que hicieron de ese mundo político un período muy relevante para Chile, y que, como dije, ojalá en algún instante pudiera ser puesto en conocimiento más vívido de nuestra juventud, para que comprenda el verdadero valor de la política, que a veces se ve tan azarosamente agraviada.

Para los Senadores democratacristianos, y muy especialmente para quien habla, su imagen es la que ya aquí se ha señalado de alguna manera. Tuvo la capacidad de lograr la simbiosis exacta entre la política diaria, permanente, práctica, objetiva, como vía de acceso al poder -que tan auténticamente rescata Maritain -, y la forma de hacerla en la perspectiva del desarrollo de la intelectualidad que todo movimiento político exige para lograr consistencia y persistencia.

Fue un aporte al pensamiento socialista. A ese pensamiento socialista que en el mundo entero y en nuestro país significó también una contribución importante, como obviamente lo fueron todas las posiciones políticas en Chile.

Desde ese punto de vista, se destacó entre nosotros y, por supuesto, en su propio mundo, por algo de gran relevancia, que a pesar de haberse expresado ya es bueno volver a señalar: su permanente lucha en pro de la libertad. Tenía una visión humanista del hombre en la percepción y la vertiente socialista, en la que creía, como creía, a la vez, que la libertad era esencial. Por eso, en situaciones muy difíciles para Chile siempre le escuchamos preservar este valor cuando ya parecía todo perdido para esa libertad.

Valoramos su consecuencia política, que le significaba vivir como hablaba, y hablar como pensaba. Esta consecuencia, que es esencial para el respeto de la política en sí, y que Charles Peguy exige con tanta fuerza para que haya una verdadera ética en este actuar.

Con él se discrepaba, y los Parlamentarios de la Democracia Cristiana -al Senador que habla le tocó ser Diputado cuando él era Ministro , en un Gobierno distinto, en posiciones diferentes- lo hicimos con mucha fuerza. Pero de él, como de muchos otros hombres de todas las vertientes (algunos de los cuales están aquí), y de sus antecesores políticos, aprendimos también una dura lección: hemos de ser capaces de discrepar con toda la fuerza y claridad de nuestras ideas, para que haya nitidez en lo que pensamos y transparencia en el pensamiento político; pero, al mismo tiempo, debemos ser capaces de tolerar la verdad ajena, porque sabemos y aprendimos -como lo dije tiempo atrás aquí, en el Senado- que la verdad no está en su totalidad en nuestro pensamiento; más bien, cada uno posee parte de ella. Voltaire, cuyo modo de pensar era distinto del mío, señaló que no compartía sus puntos de vista con otros, pero que daría la vida por permitir que los demás defendieran los propios.

Enfrentó con dureza la vida, cuando ésta hizo que, por sus ideas, sufriera muchos atropellos y dolores. De alguna manera, representó un actuar y una manera de vivir con fuerza en las ideas, con claridad en lo que pensaba, con humanidad en su existencia, ante quienes entendemos que la sociedad es sobre todo una gregariedad, donde cada prójimo es un modo de construir nuestra propia vida, y donde la dureza se expresa en la claridad de las ideas y no en el diario quehacer, pues ahí tenemos la obligación de ser amables. Como dijo Maritain, la democracia también es un asunto de educación.

Era amable, afable; y quienes vivieron más cercanamente a él saben que era un aporte a la dulzura que la vida nos permite tener aun en los momentos más difíciles.

Fue fuerte en el actuar, para no desmayar en las dificultades, cuando se había propuesto una determinada tarea. Ésa es, señores Senadores, la manera de construir correctamente la política.

Por eso, levantamos nuestra voz para rendir homenaje, desde bancas distintas, desde pensamientos disímiles, a un hombre que nos dio el ejemplo de no haber temido jamás a la muerte, ni en el exilio, ni en la cárcel, ni en los dolores más profundos. Y, como dice un viejo legado de nuestro conquistador y en algunas ciudades de mi región, "la muerte menos temida da más vida".

Para el Partido Socialista, para su familia, para mi colega Manuel, nuestro respeto.

He dicho.

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