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Homenaje
HOMENAJE EN MEMORIA DE ESCULTURA MARTA COLVIN

Autores

El señor RUIZ-ESQUIDE.-

Señor Presidente , señores Senadores:

En nuestro tiempo, lo visual es un lenguaje poderoso y establece relaciones de fascinación entre el objeto y el sujeto, entre la obra y el observador. El arte visual actual se halla cargado de vida interior, que actúa sobre el espíritu de la obra y el del espectador.

La variedad de formas, texturas, valores, luz y sombra, median entre la realidad y el espíritu, entre la evidencia aparente y las emociones que le dan sentido.

La presencia del arte es una forma de vida: la obra surge de lo más profundo del ser, de lo más instintivo.

El objeto es artístico si lo acogemos y la recepción es estética. De no producirse esta recepción sensible, la obra de arte deja de ser presencia singular y se convierte en un objeto más.

Víctor Brauner expresa: "En la superficie de la piedra sentí mi piel, me hice parte de la roca y en el hueco de la piedra encontré mi espacio interior en su grandeza infinita.".

Estas palabras son pertinentes en el homenaje que hoy rindo, como Senador por Chillán, su tierra natal, y en representación de los Senadores democratacristianos, a la gran escultora Marta Colvin, recientemente fallecida.

Nacida en 1915, expresa su vitalidad y fuerza creadora casi hasta su muerte, en una formación artística que comienza en Chillán y sigue en Santiago, París , Londres, enriqueciendo permanentemente su vida.

Para ella, la escultura es la expresión plástica y poética de la tercera dimensión. "Hay que usar los ojos como si ellos tuvieran manos que palpan las cosas y sentir la tercera dimensión", nos dice.

Ello es el alma máter o idea matriz de su vida de escultora.

Ello es la primacía del sentido de lo vivo en toda su obra.

Ello es lo que la transforma en una expresión viva y sensible de nuestro país en los museos del mundo, o en los lugares más conspicuos de nuestra patria, comenzando por nuestro propio Parlamento, en la esquina de Pedro Montt con avenida Argentina, en Valparaíso. El Museo de Arte Contemporáneo, el Museo de Arte Moderno, monasterios, pinacotecas y colecciones son depositarios de sus obras. Ciudades del mundo entero son testigos de una producción tan rica como valiosa a través de sus etapas artísticas, en las que encontramos reminiscencias de Machu Picchu, de la puerta de Tiahuanaco, de las estructuras rocosas de las playas de Chile.

Sus formas, definidas como las alturas andinas, o las interminables mesetas, o los salares que se pierden en el horizonte y e1 océano inabarcable que nos acompaña y nos invita a viajar, mientras la cordillera nos envuelve. De aquí surge la monumentalidad en la obra de Marta Colvin. Monumentalidad, solidez, fuerza, también ternura, caracterizan su obra.

El artista debe ser original, es decir, tener origen.

Marta Colvin , como los árboles nativos, requiere su tierra para desarrollarse, crecer, florecer.

Ella está enraizada en su tierra lejana.

Su mundo subconsciente, pleno de imágenes ancestrales y actuales, de dioses y de demonios instalados en los bosques, lagunas, cerros y valles, la nutre.

Este repertorio ilimitado de recuerdos y sensaciones, de intensas percepciones, espera ser traído por ella al mundo consciente.

Motivada por el mundo mítico de nuestro pueblo, realiza "Caleuche", "Toqui", "Machi" y "Pincoya". Los recuerdos de Isla de Pascua aparecen en "Manutara", el pájaro de la buena suerte, y en "Aku Aku", peligrosa fuerza natural, de la que hay que cuidarse.

El contenido de sus obras es totémico. Establece un diálogo, una relación mágica con los grandes sueños primitivos.

Los estudiosos del arte, algunos de los cuales se hallan esta tarde en el Senado, describen sus cinco etapas de escultora. Su comienzo figurativo, con retratos, cabezas y desnudos, y luego, sus figuras de piedra y bronce. Más adelante, su crecimiento como mujer y su mayor cercanía con el origen de la vida, y su siguiente impregnación del valor de las antiguas culturas americanas, con figuras de grandes dimensiones. Por último, los críticos reconocerán pronto su maduración como escultora del paisaje, al que incorpora a su obra como expresión de una visión más plena de su humanidad.

A quienes podemos sólo rozar ese goce intelectual de su obra nos conmueven, por igual, la fuerza vital que nos transmite, el mensaje americano que trasunta y la presencia de un Chile profundo, que nos recuerda a Neruda, la Mistral o Arrau , y, también, nuestra formación como nación posicionada frente al mundo.

Más allá de su valía como artista, permítaseme recoger de ella el crecimiento de la capacidad de la mujer chilena. No hay ámbito de la actividad nacional, en el Chile de hoy, que no haya sido ocupado por una mujer.

Con franqueza, al recordar en el Senado a Marta Colvin, no puedo eludir un sentimiento de muy especial simbolismo ante esta maciza presencia. Si Chile nació distinto de otros Estados latinoamericanos por la presencia de una mujer conquistadora en el contingente que contribuyó a formar el país, sólo se configurará una gran nación cuando más y más homenajes, reconocimientos y oportunidades podamos brindar a las mujeres chilenas.

Termino, señor Presidente, agradeciendo al Senado la ocasión de rendir este homenaje y rescatando el valor de la tierra que represento como Senador, solar de esta gran artista.

Hoy, cuando buscamos en nuestras leyes abrir espacios a las provincias y regiones, y cuando debemos reconocer sus debilidades, es bueno y justo hacer resaltar el significado de este Premio Nacional de Arte, que da alcurnia a su ciudad de Chillán.

Su muerte "enlutó a su provincia", como tituló, tan certeramente, el diario "La Discusión". Pero su presencia, recordada en todo Chile, coincide con la de Arrau en su Museo, con la reconstrucción de valiosísimas reliquias franciscanas, o con el retorno de los restos de la madre y hermana del Libertador de Chile, que el Instituto O'Higginiano agradeció recientemente a la ciudad, en la presencia del Alcalde , señor Aldo Bernucci.

Es la fuerza de una porción de Chile que, como la de otras porciones, acrecienta su futuro, pero se nutre de sus valores humanos y culturales.

Las sociedades no son ni serán jamás, ¡a Dios gracias!- sólo dinero y crecimiento material. Nosotros, a la vez, seremos siempre lo que nuestros ancestros y nuestras raíces nos dieron como impronta.

Marta Colvin y su escultura nos conmueven también por ello. Y por eso el municipio de Chillan la recordará próximamente.

A sus amigos del arte; a su familia, de cuya amistad me precio y que en otras áreas hace también crecer su tierra, les entregamos estas palabras de homenaje de los Senadores democratacristianos, y especialmente de quien habla.

He dicho.

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