Labor Parlamentaria
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Antecedentes
- Cámara de Diputados
- Sesión Ordinaria N° 34
- Celebrada el 05 de septiembre de 2001
- Legislatura Ordinaria número 344
Índice
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El señor VENEGAS (de pie).-
Señor Presidente, en representación de la bancada Radical Social Demócrata, me corresponde el honor de rendir un justo y merecido homenaje a la “perla del litoral central”, a la comuna que guarda momentos imborrables de la historia artística y cultural de Chile.
Mi mente se llena de recuerdos de aquella niñez lejana cuando, bajo la atenta mirada de mis padres, hice castillos en la arena y mojé mis pies en la Playa Chica; de las amistades hechas en mis períodos parlamentarios que hoy me acompañan, y con otros que partieron a su cita con el Creador.
Por ello, estimados colegas, siento la necesidad de rendir tributo a Cartagena, capital cultural del litoral central, cuna de artistas, tumba de Huidobro, inspiración poética y pictórica, joya arquitectónica y patrimonio nacional, lugar de gente amable, cariñosa, atenta, humilde, trabajadora y esforzada, que hoy se viste de fiesta para celebrar los cien años de su comuna y los 320 años desde que Juan de Cartagena diera vida al puerto de las Bodegas.
Cartagena es fiel testigo de la historia de Chile. Sus hermosas playas, esplendorosa arquitectura, dramáticos acantilados, bellos paseos y santuarios de la naturaleza guardan pasajes de la idiosincrasia del país. Por sus calles han pasado representantes de la aristocracia y del pueblo, entre los que podemos destacar a Pedro Aguirre Cerda , Andrés Bello , Vicente Huidobro , Andrés Couve y muchos otros.
Sus orígenes se remontan al año 1575, cuando don Antonio Núñez de Fonseca obtiene como merced de tierra la zona costera del corregimiento de Melipilla, denominado San Antonio .
En 1681, el capitán don Juan de Cartagena , de quien la comuna hereda su nombre, junto a sus marineros y enamorado de la belleza geográfica, del excelente clima y de las apacibles playas, fundó el puerto de las Bodegas en la estancia agrícola denominada La Mar, hoy la maravillosa comuna de Cartagena.
Casi un siglo más tarde, en 1770, la estancia conformaba un caserío de unas 25 familias, cuyo centro administrativo y eclesiástico se encontraba en el villorrio de Lo Abarca.
Los primeros veraneantes de Cartagena comenzaron a llegar a partir de 1870, transformando al pueblo en un selectivo y elegante balneario.
Allá por el año 1861 el país vivía un auge económico que le permitió a Cartagena surgir como punto de interés turístico para la alta sociedad santiaguina, que veía nacer nuevas fortunas, la cual la transformó en un balneario exclusivo, cuya costa rememora los acantilados franceses y las playas italianas. Allí se instalaron grandes chalés y residencias completas importadas desde Europa . La decoración e implementación viajaban desde Inglaterra y algunas fueron diseñadas por el mismísimo Eiffel, ingeniero francés de gran prestigio. Así, sobre la quincha de barro y paja que revistió la tabiquería de roble americano cayó el estuco, imitando el mármol italiano y el esplendor de la sociedad europea.
El 10 de agosto de 1901, siendo Vicepresidente de la República don Aníbal Zañartu , ministro del Interior del gobierno de don Federico Errázuriz Echaurren, se creó la comuna y municipalidad de Cartagena. Pero de ese esplendor sólo quedan casonas dispersas, abandonadas y fragmentadas hasta el delirio para “tener una pieza más que arrendar” durante dos meses al año, con fachadas carcomidas y una sensación de nostalgia. Esta nostalgia ha inspirado a sus autoridades y habitantes para conseguir que su casco antiguo tenga la calidad de monumento nacional, porque en Cartagena está el espacio justo para la utopía de la diversidad cultural y el desafío de un camino propio. Recordando a Huidobro, la Cartagena de hoy es “aquel pájaro que vuela por primera vez, y cuando se aleja del nido va mirando hacia atrás”.
Cartagena quiere enfrentar el nuevo milenio sin olvidar su pasado. La ciudad tiene algo mágico, algo que embruja a cuantos han tenido la oportunidad de disfrutar de sus playas y la cordial atención de su gente. Sus paisajes quedan grabados a fuego en el corazón de sus visitantes, de aquellos que siempre vuelven para recordar con melancolía esos veranos pasados, sus primeros juegos, cuando aprendieron a nadar o se deslizaron por los cerros de arena. Nunca podrán olvidar los primeros amores, la terraza y su gente.
Hombres generosos, nobles y altruistas han dejado su huella imborrable en sus esquinas, playas y terrazas, hombres que cautivan por su sencillez, por el amor a su comuna; hombres visionarios que ocuparon el sillón consistorial con sabiduría y entrega, hombres de la talla de Carmelo Cartagena, Fernando Ross , Carlos Corsi , Gabriel y Héctor Tobar y Hernán Cartagena , entre muchos más.
Por eso en este acto deseo entregar mi reconocimiento y afecto al ilustre concejo, a aquellos genuinos representantes del cartagenino que añora el pasado y confía en que este cuerpo de concejales y su alcalde podrán conseguir posicionamiento en el futuro, considerando su historia y los encantos que la pródiga naturaleza le entrega a ese lugar llamado a recrear el espíritu y a fortalecer el cuerpo de aquellos que reconocen las bondades de sus playas y de su clima, que su gente ofrece a quienes asiduamente la visitan.
Conozco de cerca la grandeza de cada uno de ellos, a quienes la ciudadanía entregó su confianza en la última elección municipal. Así se expresó el cariño del pueblo por quienes han entregado lo mejor de sí.
Pocas comunas pueden decir con orgullo que dos de sus concejales llevan como apellido el nombre de la ciudad: Ramón Cartagena Ross y Osvaldo Cartagena Polanco . Los acompañan el empuje de la juventud, la delicadeza de la mujer y la sabiduría de los concejales Enrique Jiménez Mira , Nuri Dini López y José Fernández . El presidente de ese cuerpo edilicio es un hombre que por segunda vez obtiene la más alta mayoría ciudadana, como reconocimiento a su amplitud de criterio y pluralismo, a su constante entrega desde la niñez hasta hoy día por el desarrollo de esa hermosa comuna, que me enorgullezco de representar en esta honorable Cámara. Cada acción de bien social que acometió la comunidad de Cartagena, siempre contó con el entusiasmo y colaboración, primero del niño, luego del joven y actualmente del alcalde, pues donde hay un problema ahí está “El pingüino”, como cariñosamente le dice la gente.
(Aplausos).
Junto a ellos, las innumerables organizaciones sociales que, producto de la práctica democrática plena, entregan su contribución orientada a engrandecer y mejorar esa comuna cada vez más, con la premura que la situación amerita.
Ahí están los pescadores artesanales, las juntas de vecinos, el cuerpo de bomberos, el club de huasos, la asociación de jubilados y montepiadas, el grupo de rescate anfibio, las organizaciones del adulto mayor, la Cruz Roja, los centros de madres, los grupos culturales, la Corporación Cultural de Cartagena, los centros juveniles, los centros de padres y apoderados de los distintos establecimientos educacionales, el Club de Tango. Está también aquella organización que ha contribuido con más fuerza a defender los valores históricos del pueblo a través de distintas acciones destinadas a rescatar su patrimonio cultural y arquitectónico: la Sociedad de Amantes de Cartagena, que con tanto acierto preside Poli Délano , en compañía de aquel hijo ilustre de Cartagena, su vicepresidente, el periodista José Miguel Zambrano .
Son múltiples los logros de los últimos años, tanto en obras de saneamiento de sus playas como en construcción de viviendas para quienes no tuvieron fuerzas suficientes para conseguir la casa propia. Así nació la hoy conocida como “Villa Cartago”. Además, se dan pasos importantes para lograr el establecimiento de otro grupo humano que anhela tener el barrio lindo que sus abuelos construyeron junto a quienes se avecindaron en el lugar denominado “Villa Esperanza”.
Asimismo, como dice la prédica eclesial, es justo y necesario en verdad es justo y necesario hacer un reconocimiento a una mujer generosa, visionaria, constante y siempre dedicada a la labor docente, a la formación y capacitación de nuestros jóvenes, que se ha hecho merecedora de mi respeto y admiración. Me refiero a doña Margarita Cartagena Polanco , directora del liceo municipal Poeta Vicente Huidobro , quien con su brillante desempeño ha sabido entregar a los hijos de esa tierra las herramientas que les permitan enfrentar el futuro con confianza y tranquilidad.
En ella quiero representar el afecto y admiración que siento por esos otros educadores que están lejos, que forman a los niños de las zonas rurales, a aquel profesor multifacético, formador integral, de esa sociedad que debemos ir mejorando paulatinamente, objetivo que se logra más fácilmente con docentes que dejan trazas imborrables en el alma de los educandos. Es el caso de María Menares , en Rosario Arriba; de Nidia Cifuentes , Verónica Gutiérrez , Georgina Godoy , José Muñoz y Vicente Farías , en Lo Abarca; de Juan Rojas y Maritza Troncoso , en Lo Zárate; de Antonio Cabrera , Luisa Tapia y Luzmira Jaque , en El Turco, y de José Jerez, en San Sebastián.
Cómo olvidar en estos momentos a quien, con sus prédicas constantes y accionar bondadoso, va entregando el saludo afable, el consejo sereno, sabio y profundo o, tal vez, el reproche muy bien fundado, la mano generosa que se extiende con ternura lo mismo al adulto que al joven o al niño, artífice indiscutible de la reconciliación lograda en Cartagena, y que debe ser ejemplo para todo nuestro país. Me refiero al padre Ricardo Reyes , un cura pueblerino al que cariñosamente llamamos Padre Chocolito , quien, además de los votos normales de un cura diocesano, cumple con su voto de pobreza para dar mejor testimonio de Cristo. Que Dios lo mantenga junto a nosotros por muchos años, y que su palabra siga siendo el bálsamo que restañe nuestras heridas y nos inste permanentemente a hacer carne nuestra fe a través del amor a Dios.
Todas estas personas han dado un nuevo impulso a Cartagena. Han sabido obtener los recursos necesarios para construir sedes sociales, pavimentar calles y pasajes, proyectar la comuna hacia el nuevo milenio que se inicia vibrante, lleno de energía y confianza, no para rememorar tiempos pasados, sino a fin de que podamos decir con orgullo: Cartagena, capital cultural de Chile.
Cuando uno entra en el balneario proveniente de San Antonio, desde lo alto, desde su vieja estación enclavada en Puerto Nuevo, se puede apreciar el mar y una cubierta multicolor formada por los quitasoles sobre la arena.
Cuando el día se escapa por el horizonte, los veraneantes comienzan a dejar las playas para recorrer los distintos rincones de la comunabalneario en busca de los múltiples atractivos que ofrece en esta época del año. Quienes los vemos nos imaginamos sus caras llenas de nostalgia cuando el sol se esconda tras la terraza de la última tarde de verano.
Cuando el último bus comience a subir por la variante y vean por la ventanilla cómo van quedando atrás los cerros del balneario, probablemente pensarán en el momento en que volverán a colgar sus toallas en el hombro para recorrer por enésima vez el trecho que separa a la Playa Grande de la Playa Chica, y se inicie un nuevo verano en Cartagena.
Vendrán otros Huidobro , otros Couve y otros Délano a escribir poemas en tus olas, a pintar tus atardeceres de manos tomadas, coloridos quitasoles y niños persiguiendo sueños. En alguna calle, un beso furtivo en los labios de la amada será el primer verso de un poema o la primera lágrima de amor de quinceañeros.
Pero así es Cartagena, una mixtura de colores, de olores y sabores; de casas antiguas, en cuyas terrazas se quedaron enredadas promesas de infancia y casas nuevas con niños repletos de esperanza.
Cartagena , este merecido homenaje es ocasión propicia para renovar mi compromiso contigo, con tus autoridades y con tu gente, de continuar trabajando por el progreso y desarrollo de la joya del litoral central.
He dicho.
Aplausos.