Labor Parlamentaria
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Antecedentes
- Cámara de Diputados
- Sesión Ordinaria N° 73
- Celebrada el 12 de mayo de 1992
- Legislatura Extraordinaria número 323
Índice
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El señor DUPRE (Presidente accidental).-
Tiene la palabra el Diputado señor Navarrete.
El señor
Señor Presidente, quiero rendir homenaje a Villa Alegre en su centésimo primer aniversario.
Pocas comunas, como la de Villa Alegre de Loncomilla, exhiben una historia tan rica en esfuerzo, hazañas y personajes. Desde la instalación de los primeros encomenderos, ya se advirtió un culto al trabajo y al progreso industrial.
En 1851, don Francisco Encina Echeverría construyó el famoso y legendario Molino de Loncomilla, que procesó el abundante trigo de la zona, logrando incluso exportar harina, vino y otros productos a Europa. Tal fue la creatividad económica alcanzada, que se denominó a Loncomilla "El granero de América".
De esta forma, la vía del río Loncomilla conformó una realidad histórica, evocadora y sugerente, expresada en la aparición del marinero ribereño, conocido como "El guanay", que fuera fértil materia literaria para Mariano Latorre y el poeta González Bastías.
Así, en este contexto de prosperidad, vivió Villa Alegre su nacimiento como comuna, gestada en 1891, a consecuencia inmediata de la Revolución de 1891. Su primer alcalde, don Manuel Salvador del Campo, echó las bases de una ciudad moderna y pujante, pero, a la vez, inmersa en la tradición de la chilenidad.
A esa tierra generosa pertenecen don Malaquías Concha, el sabio Juan Ignacio Molina y las familias del historiador Francisco Antonio Encina, del Cardenal Raúl Silva Henríquez, del historiador y académico don Armando de Ramón, y de numerosos profesionales, deportistas y hombres que hoy se destacan en el concierto nacional.
En 1915, Villa Alegre asombró a Chile al inaugurar el primer ferrocarril eléctrico que se conoció en el país y que circuló hasta 1929, gracias a la visión e iniciativa de don Eustaquio Sotomayor Bustos.
Varios libros publicados en los últimos años y de los que es autor, fundamentalmente, el profesor Jaime González Colville, destacan las diversas instancias históricas de Villa Alegre, que el 8 de mayo recién pasado celebró 101 años de vida, adornada por los clásicos naranjos de sus calles y su potencial frutícola y vitivinícola, que trae desde el pasado la riqueza y el sabor de los gratos caldos que le han dado justa fama.
En la segunda mitad del Siglo XIX, los ya numerosos pobladores de Loncomilla que, a través del poder económico, ejercían la ineludible influencia o "caciquismo político", iniciaron las gestiones necesarias para crear las instancias administrativas que les permitieran acceder a una mayor decisión en la inversión de los impuestos y alcabalas que cancelaban y, a la vez, defender mejor sus propiedades del bandolerismo que asolaba los campos sin Dios ni ley. Lograron así que se creara la comuna de Villa Alegre el 8 de mayo de 1891 y que se instalara el primer municipio en 1894.
El historiador don Jaime González Colville, a la sazón alcalde subrogante de Villa Alegre, autor de "Villa Alegre a través de sus alcaldes", establece en su obra que el origen del nombre de la ciudad se remonta a las numerosas casas de tolerancia que durante la primera mitad del siglo pasado proliferaban en estos lugares, como consecuencia del florecimiento económico de la época.
El interesante libro de González Colville es asaz puntual, espacioso en el mejor sentido de la palabra. Con no poca propiedad, el autor titula la obra de tal guisa. No en balde los pueblos se desarrollan en buen orden a base de la capacidad y desvelos de las autoridades que los rigen desde el municipio.
La profusa galería de treinta y cinco alcaldes villalegrinos, muchos de ellos con varios períodos municipales, comienza en 1894 con don Manuel Salvador del Campo Urrutia. Tranco a tranco nos lleva González Colville casi intimando con tales personajes, de la calidad humana de don Sótero Wiff, don Eusebio Sotomayor, don Serafín Gutiérrez, don Manuel Rodríguez, don Hernán Lobos, el doctor Ilic, don Manuel Muñoz Bastías y las damas Teresa Astorquiza y Eugenia Hormazábal, y tantos otros villalegrinos de pro, que asumieron a su tiempo las delicadas funciones edilicias.
Si en virtud de las viejas tradiciones heráldicas se debiera estampar un lema en el escudo de armas villalegrino, éste podría ser "Trabajo y creatividad", resumiendo así un rico acontecer que se remonta a los albores de su historia, expresado en heroicas etapas que llenan tres siglos, teniendo como protagonistas a las sucesivas generaciones que, desde las lejanas encomiendas de Pedro de Valdivia, eligieron el fértil valle que baña el Loncomilla para fundar, producir y realizarse como sociedad.
Desde luego, fue el auge de la tierra, generosamente fecundada por el río con el nombre del cacique, motivo y razón del resurgimiento de este enclave social, humano y evidentemente económico; las viejas haciendas de Huaraculén, Chocoa, Cunaco o Barros Negros, produjeron durante siglos frutos generosos que levantaron perspectivas de risueño porvenir de sus esforzados pobladores.
El año 1992 sorprende a Villa Alegre en uno de sus mejores períodos históricos, por haber mantenido sus tradiciones, su empuje y su creatividad; dinamismo que la ha convertido en una comuna siempre alegre y en un lugar digno y grato para vivir.
Como Diputado representante de tan noble y altiva comunidad, dejo aquí mi homenaje de cariño y respeto a esta tierra noble, junto a mi certeza de que sus hijos seguirán por este camino de prosperidad que marcaron sus antepasados.
Solicito, señor Presidente, que se remita a su actual alcalde, don Jaime González Colville, un oficio adjuntando copia textual de este homenaje.
He dicho.
El señor DUPRE (Presidente accidental).-
Se enviará el oficio solicitado por el señor Diputado.