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  • Sesión Ordinaria N° 70
  • Celebrada el
  • Legislatura Extraordinaria número 325
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Homenaje
HOMENAJE A LA COMUNA DE ZAPALLAR EN EL PRIMER CENTENARIO DE SU FUNDACION.

Autores

El señor HAMUY (Presidente en ejercicio).-

Tiene la palabra el Diputado señor Bartolucci .

El señor BARTOLUCCI (de pie).-

Señor Presidente, mi partido, la Unión Demócrata Independiente, me ha honrado al encomendarme usar de la palabra para rendir homenaje a uno de los balnearios más hermosos de nuestra región, que conmemora su primer centenario. Saludo a las autoridades de la comuna encabezadas por su alcaldesa, presentes en las tribunas, y a todos los representantes de esa comunidad que han llegado hasta nuestro puerto, a la sede del Congreso Nacional. Como ya se ha narrado, fue don Olegario Ovalle Vicuña, hombre emprendedor y visionario, quien fundó el hermoso balneario de Zapallar a orillas del litoral central. Aprovecho, entonces, la oportunidad de rendir un homenaje también a su familia, que nos acompaña esta mañana. Don Olegario era un hombre soñador con alma de artista y perdidamente enamorado de Zapallar, que fue forjando la idea de fundar en este lugar un hermoso balneario. Como se ha dicho, su obsesión por realizar este grandioso sueño lo llevó a Europa para visitar distintos lugares y a una serie de artistas, fundidores y talladores italianos, que invitó a Chile a colaborar con él en esta magna obra que él consideraba artística: construir el balneario de Zapallar. Sin embargo, muchas veces los proyectos son más porfiados que las ilusiones de los hombres, y su deseo resultó irrealizable en ese momento. Los artistas se marcharon a Santiago, porque Monseñor Casanova les proporcionó trabajo para la refacción de la mal trecha catedral, y don Olegario no pudo concretar su sueño de construir la artística ciudad concebida por él. No obstante, no se desilusionó, no perdió su fe ni su sueño, y decidió regalar terrenos a sus amistades para que construyeran allí sus casas y fueran alzando la ciudad que soñaba. En 1893, don Olegario obsequia el primer sitio de su feudo a don Manuel Valledor, vecino y amigo de la región. En los años posteriores, otras donaciones van posibilitando que se levante en definitiva la ciudad que él quería. Empiezan a construirse entonces numerosas residencias que se van diseminando caprichosamente por faldeos, laderas y colinas, sin más nexo común que su acceso a un gracioso camino central que serpenteaba, salvando las quebradas existentes. Sin embargo, una vez más, el destino quiso jugar una mala pasada a Zapallar; el terremoto de 1906 echó por tierra casi todos los edificios de la naciente ciudad y dañó seriamente a los que resistieron el fenómeno sísmico. Pero seguramente imbuidos por el mismo espíritu de don Olegario, los aledaños de la época volvieron a levantar el balneario, el cual recobró nuevos bríos; se levantó la mayor parte de las casas caídas, se construyeron muchas nuevas y el balneario tomó la fisonomía que hoy conocemos. En 1916, después de arduos esfuerzos, Zapallar se independiza, se convierte en comuna y se transforma en el hermoso y exclusivo balneario actual, deleite y orgullo de nuestra región. Pero Zapallar trae consigo no sólo la idea de turismo, de recreación y de urbanismo; también tiene una riquísima historia de folclor y poesía. Tradiciones centenarias, repetidas de padres a hijos, han perpetuado en el alma de Zapallar curiosas leyendas de apariciones, de almas en pena, de entierros fabulosos, de duendes y de brujas. Sería interesante que alguien pudiera, alguna vez, recopilar esta interesante tradición en un texto para entregar a Chile la historia de sus costumbres. Muchas de sus bellísimas tradiciones han inspirado a poetas y a escritores; algunas poesías andan dispersas, olvidadas, diseminadas, aguardando la mano piadosa que las recoja, las seleccione y las edite. Mientras eso no suceda, recordemos en esta Sala esa rica tradición con una bella estrofa de Washington Espejo que dice: "Sólo el capricho del arte y la alegría del mar, han podido hacer de un sueño fantasía y realidad".

He dicho.

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