Labor Parlamentaria
Participaciones
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Antecedentes
- Senado
- Sesión Ordinaria N° 18
- Celebrada el 18 de julio de 1990
- Legislatura Ordinaria número 320
Índice
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El señor ORTIZ.-
Señor Presidente, quiero aprovechar esta oportunidad para dar cuenta aquí, en el Senado, de una reciente gira que a cuatro Senadores nos correspondió hacer a tres países: Venezuela, Cuba y México.
Si bien es cierto que fue un viaje apurado, con mucho ajetreo, es importante que entreguemos, por lo menos, algunas vivencias.
Estuvimos dos días en Venezuela, donde fuimos recibidos por las autoridades parlamentarias del mundo político y, además, por el Presidente Carlos Andrés Pérez .
Con posterioridad, viajamos a Cuba donde, además de participar en un seminario sobre Derecho Aéreo y Espacial, tuvimos la oportunidad de hablar con autoridades políticas -que naturalmente son de un solo partido: el Comunista-, con algunas personas que pertenecen a la disidencia y con el señor Fidel Castro.
Por último, nos dirigimos a México, donde fuimos recibidos en el Senado; con posterioridad, por el Señor Ministro de Relaciones Exteriores, y, finalmente, por el Presidente, Licenciado Salinas de Gortari.
En todas estas reuniones tuvimos la posibilidad -y debemos reconocerlo- de apreciar el buen pie en que se encuentra Chile en muchos órdenes de materias. Desde luego, se ha recibido con agrado la transición pacífica que logramos gracias al ordenamiento jurídico que nos dimos, lo que ha traído como consecuencia que hoy día estemos viviendo en plena democracia, o en vías de lograrla, como prefieren decir algunos de los aquí presentes.
Además, nuestros embajadores en Venezuela y México fueron extraordinariamente cordiales y, a la vez, muy eficientes.
Sin embargo, señor Presidente, quiero hacer un alcance acerca de lo que nos correspondió vivir y observar en Cuba. Lamentablemente, ese país no se ha insertado en el sistema político existente en Latinoamérica y, en general, en el mundo. Podríamos decir que se ha quedado en el tiempo en que se inició la revolución, vale decir, en una situación de hace más de 30 años. También es importante señalar que, en mi opinión, existen dos Cubas: la de los diplomáticos y turistas que tienen acceso al mercado de divisas -o sea, pueden comprar en dólares- y la posibilidad de concurrir a los centros de consumo exclusivos y especiales, y la del resto de los cubanos que sólo disponen de supermercados y tiendas desabastecidas. Y este hecho que señalo, distinguidos colegas, cobra fuerza porque recorrimos esos establecimientos de comercio con Parlamentarios de la Concertación.
Creo importante informar que tuvimos la oportunidad de conversar durante más de cuatro horas con el señor Fidel Castro. Y en ese diálogo -que, siendo respetuoso, se caracterizó por su franqueza- pudimos expresar nuestras inquietudes y lo que estimábamos necesario para la convivencia de los pueblos.
Le hicimos saber que no nos gustaba la intervención de un país en otro, que éramos partidarios de la autodeterminación de los pueblos y que si Cuba eventualmente era agredida, el Gobierno, el Parlamento y el pueblo chilenos iban a solidarizar con ese país hermano, por considerar necesario e indispensable que la autodeterminación de los pueblos fuera concreta y real. Frente al agradecimiento del señor Castro por nuestra posición, le hicimos presente que, en nuestro concepto, la autodeterminación la entendíamos como la no intromisión en ningún país. Le añadimos que lo acontecido tanto en Angola como en Chile, en Carrizal Bajo, nos parecía criticable y censurable, porque significaban intromisiones. Ante esta aseveración, el señor Castro, con una franqueza que agradecemos -y lo felicitamos-, nos dijo que, respecto de Angola, existía la solidaridad socialista internacional, y que, en cuanto a Carrizal Bajo, reconocía que esa situación se había producido a raíz de la política existente en Chile en aquel momento.
Por consiguiente, en presencia de los cuatro Parlamentarios chilenos, aceptó su clara y manifiesta intervención no sólo en Angola, sino también en la internación de armas en Chile.
Y este es un hecho muy importante porque en nuestro país hubo algunos medios de comunicación y ciertos personeros políticos -quienes hoy día están en el Gobierno- preocupados en señalar que las armas encontradas en el norte poco menos que habían sido llevadas por las autoridades militares chilenas. Y es bueno que sea uno de los autores de este embarque de armas a Chile quien haya reconocido hidalgamente que ellos tuvieron participación. No concuerdo con las razones que tuvo el señor Castro, pero debo admitir que actuó con franqueza, y por lo menos reconoció un hecho y despejó ciertas dudas que todavía se cernían sobre algunos chilenos.
Señor Presidente, es relevante señalar que nosotros también le manifestamos la necesidad de que hubiese libertad de prensa y pluripartidismo en Cuba. Y la reacción del señor Castro frente a nuestra afirmación fue la siguiente: "En Cuba no habrá pluripartidismo ni bipartidismo. En Cuba se está con la revolución o contra la revolución".
En consecuencia, estoy cierto de que muchos compatriotas que han criticado sistemas totalitarios se sumarán, con estos antecedentes, al buen deseo de poder encontrar pronto para esa nación una salida hacia los cauces de democracia que añora no sólo América Latina, sino el mundo entero.
Cuando le preguntamos por qué no había una especie de perestroika y no se avanzaba hacia una economía distinta, el señor Castro nos señaló que eso significaba una traición al socialismo, una regresión al capitalismo y que Cuba no iba a transar. Y en las calles de La Habana vimos, en un trayecto muy corto, varios letreros, propagandas y afiches que decían "Socialismo o Muerte" y "Revolución o Muerte". Además, cuando íbamos llegando a México, por medios de comunicación y distintos periódicos nos enteramos que cubanos se estaban asilando en Embajadas acreditadas en Cuba, como las de España, Checoslovaquia y otros países. También vimos cómo uno de esos asilados era sacado de una embajada, y después, naturalmente, se daban las explicaciones al país cuya representación diplomática había sido violada en sus derechos.
Pero hay algo que deseo destacar, distinguidos colegas, y que creo de la mayor importancia. Nosotros, los Parlamentarios, necesitamos entregar estos antecedentes al Gobierno, y pienso que es fundamental hacerlo desde esta Alta Tribuna.
Mi distinguido amigo y colega Ricardo Hormazábal le formuló una pregunta al señor Castro : "Comandante, de las armas que se enviaron a Chile, ¿cuántas existen en poder de los grupos insurgentes?" Y con la misma franqueza, el señor Castro señaló que no podía decirlo, porque un número importante de ese armamento cayó al mar y que al resto se le había perdido la pista. Y agregó: "Un revolucionario no delata a otro revolucionario".
Señor Presidente, me parece esencial que el Congreso sepa -en este momento en que se está pensando en debatir las relaciones políticas que Chile eventualmente pueda tener con otros países- cuál es la realidad de Cuba. Creo conveniente que nuestro país tenga negociaciones, comercio y vínculos con todo el mundo; pero tenemos la obligación de tomar algunas medidas elementales para que se respete el principio de la autodeterminación. Cuando un Estado se está entrometiendo en la política de otro resulta - por decir lo menos - de extrema gravedad no tomar los resguardos necesarios.
Señor Presidente y distinguidos colegas Senadores, en esta oportunidad he creído un deber moral entregar estos antecedentes, que nos harán meditar - y a quienes son Parlamentarios de la Concertación los motivará a conversar con el Ejecutivo - acerca de las relaciones con Cuba.
Reitero: personalmente soy partidario de mantener relaciones con todos los países, pero con los resguardos necesarios.
Es cuanto deseaba manifestar, señor Presidente.