Labor Parlamentaria
Participaciones
Disponemos de documentos desde el año 1965 a la fecha
Antecedentes
- Senado
- Sesión Extraordinaria N° 7
- Celebrada el 14 de junio de 1995
- Legislatura Ordinaria número 331
Índice
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El señor DÍAZ .-
Señor Presidente , quiero hacer un recuerdo emocionado de la más grande tragedia minera que ha sufrido nuestro país.
"En las galerías de gris y terca, su corazón cantaba como martillo puro; eran los que domaban la pólvora y la piedra, y estaban construyendo la libertad del mundo.".
Estaban construyendo la libertad del mundo. Era el 19 de junio de 1945. Había finalizado la Segunda Guerra Mundial, se había derrotado al régimen nazista; y los mineros del cobre, de El Teniente y de la patria, habían hecho un generoso aporte a la causa de la libertad.
Reconocimiento y gratitud expresa el poeta rancagüino Oscar Castro , en un verso que ahorra un discurso: "Recuerdo" de alguna manera "a aquel cantero que picando piedras construía una catedral.".
Esa fría mañana de fin de otoño, mil 102 mineros del turno A ingresaron a la mina. El encierro del campamento, el trabajo riesgoso y compartido los había hecho camaradas. Un día común, para un trabajo rutinario. Dice también el poeta: "Yo los vi gozosos comenzar la jornada".
Eran campesinos de ayer, sembradores de trigo y de maíz, que cambiaron ojotas y chupallas por zapatones y cascos; el arado roturador de la tierra blanda y callada, por la dinamita pulverizadora y escandalosa. Costinos que dejaron barcas y redes, por linternas y picotas; el horizonte azul, por la verticalidad del gris o níveo que se estrella ante los ojos. Urbanos de barrios obreros de Rancagua son, en Sewell, vecinos de camarotes.
Dejaron el mísero sueldo, por el salario del miedo y de la muerte. Cambiaron el aire salobre del mar, el aire oloroso a albahaca y rumor de alamedas, por este aire, que la mañana del 19 de junio se desliza negro y siniestro; paraliza, aturde y mata. Dice el poeta: "Yo los vi gozosos comenzar la jornada. Los vi después la cara de piedra enmudecida, y les miré las manos rotas y torturadas en el gesto tremendo de agarrarse a la vida.".
Temprano llegó la muerte ese 19 de junio a la mina de El Teniente.
Walter Pineda , poeta minero, en acuciosa y diría, más bien, trágicamente enamorada investigación realizada a petición del Sindicato Sewell y Mina, relata la sucesión de desgraciadas circunstancias que culminaron con la mayor tragedia minera de la historia chilena:
"En el portal de El Teniente estaba la Maestranza Mina, que era de madera, donde se reparaban los carros metaleros y máquinas eléctricas que los accionaban. Este lugar era llamado "El infierno de Siberia", parece paradójico por el frío reinante. Allí, se había eliminado un grifo de agua, que servía a los obreros para prepararse té o café y calentarse; y también se había clausurado una puerta de emergencia, por presa orden de Mister Eykesbosch.
La fragua, con una campana sobre ella, que se encendió ese día, estaba en un cuarto cubierto por cartones impregnados en petróleo. Era práctica habitual colocar sobre la fragua un tambor de petróleo para que éste se aguara.
El avivamiento del fuego para acelerar la licuación del petróleo, provocó una llamarada que alcanzó a los elementos inflamables del revestimiento de la sala y gran cantidad de material allí acumulado.
La combustión incompleta produjo mucha cantidad de humo tóxico monóxido de carbono, que invadió galerías, niveles, piques y auxiliares, penetrando las íntimas galerías respiratorias y matando silenciosamente a centenares de hombres.".
Detallo el escenario y la operación en los cuales se inició la tragedia, para demostrar que el hombre no aprende nunca de sus propios errores.
Sólo siete años habían transcurrido desde el comienzo de la explotación del mineral El Teniente, cuando se produjo la primera tragedia. A las 16 del domingo 7 de julio de 1912, una horrorosa explosión en el interior de la mina provoca la muerte de 37 trabajadores, de una mujer y una niña, y decenas de heridos. La causa: el intento de acelerar el proceso de deshielo de la dinamita acercándola a un brasero, en lugar de hacerlo lentamente, usando una máquina eléctrica instalada para tal efecto. Cerca del brasero se guardaba la llave que ocultaba una tonelada de dinamita, metida en un socavón cavado en la roca.
1912: brasero, fuego, dinamita, imprudencia y muerte.
1945: fragua, fuego, petróleo, imprudencia y muerte.
¡Qué increíble repetición de fallas humanas y de hechos desgraciados!
Las crónicas de la época relatan que los muertos fueron trasladados a Rancagua, con la colaboración una vez más del benemérito Cuerpo de Bomberos.
En Sewell se vive, se trabaja y, también, se puede morir. Mas, allí no hay lugar para los muertos. La mina mata, pero no entierra.
El funeral de los 355 ¡trescientos cincuenta y cinco! mineros, fallecidos en junio de 1945, fue masivo en Rancagua. Algunos, por expresa petición de sus familiares, fueron sepultados en sus pueblos de origen. Allí regresaron los costinos, a descansar cerca de sus playas y roqueríos, y los campesinos, de sus alamedas y sembrados.
En Rancagua, el interminable cortejo fúnebre fue encabezado por el Presidente Juan Antonio Ríos , quien ya caminaba con su propia muerte adentro.
Sólo en una época de su historia la ciudad vivió escenas tan conmovedoras como las de junio de 1945. Fue en los días posteriores al 2 de octubre de 1814, cuando, víctimas de la batalla e incendio que arrasó la ciudad, murieron centenares de patriotas y realistas, quienes fueron sepultados sin cortejos, ni flores, ni discursos; hermanados por una madre común, que desde entonces los cubre: la madre tierra.
Como dije, el Presidente Ríos encabezó el funeral de los mineros en Rancagua. Al regresar a la Capital, transmitió a su Gabinete y al país su inmenso dolor por esta tragedia. Lo conmovió.
Desde esa fecha, nacieron proyectos e iniciativas que beneficiaron, más tarde, a todos los deudos.
La Cámara de Diputados, en sesión especial realizada el 22 de junio de 1945, acordó solicitar un Ministro en Visita a la Corte de Apelaciones de Santiago, y designó una Comisión investigadora, que integraron los Diputados señores Ricardo Herrera , Francisco Javier Labbé , Humberto Yáñez , Sebastián Santandreu , Julián Echavarri , Carlos Cifuentes y Juan Bautista Rossetti. La Comisión fue asesorada por el ingeniero y profesor universitario señor Laín Diez Kaiser , acompañado por el Diputado señor Carlos Rosales , quien fue el primer Parlamentario que llegó al mineral el mismo 19 de junio.
Las conclusiones fueron categóricas: equivocada orden de evacuar; escasez de medios de rescate y de personal instruido para operaciones y programas, etcétera. Además, se responsabilizó a la administración de la mina de aquel entonces de las proporciones alcanzadas por el desastre. Empero, se disculpa a dicha administración por la falta de personal superior, dando como excusa la Segunda Guerra Mundial. Esta excusa, que parece forzada, era real. Recordemos que, en ese entonces, la Braden Copper Company era norteamericana en su totalidad, y que la mayoría del personal superior y calificado tenía esa misma nacionalidad. Casi todos ellos fueron llamados a alistarse por la causa de la libertad (sólo meses después de finalizado el conflicto bélico, los sobrevivientes se reintegraron a la empresa). Permanecieron en la compañía únicamente tres norteamericanos: Wilford León Terry , Burney Gustav Egemo y George Wilford Quinn , quienes murieron heroicamente en el intento por rescatar a los mineros atrapados y a los moribundos.
El heroísmo no es patrimonio de ningún país. Decenas de mineros chilenos fueron generosos hasta el martirio. En la imposibilidad de nombrarlos a todos, recordamos, con emocionada gratitud, a tres: Miguel Sánchez , Carrasco y Hernán Muñoz.
Para los efectos de la administración de los bienes producto de sucesivas leyes que beneficiaron a los deudos, se creó la Fundación Bernardo O'Higgins. Su actual Presidente , el Gobernador don Ricardo Tudela Barraza , y su Directorio, nos acompañan hoy.
También se encuentran aquí viudas de los sobrevivientes (que no sobrepasaron los 22), quienes hace medio siglo perdieron a sus cónyuges. Algunas de ellas vivieron la "Tragedia del Humo" en Sewell; otras supieron la noticia por la radio o por los vecinos. Vivieron la tragedia del país y su drama personal. Cincuenta años después, aún hay escenas fijadas en su memoria, como los grabados en la roca andina, recuerdos que hoy día sin querer reavivamos con este homenaje.
Presentes están, asimismo, en esta Sala, otros testigos: uno de ellos, que entonces era un niño de sólo cinco años, aterrado y angustiado presenció la tragedia: primero, la visión del humo del presagio (nunca se aprecia humo en el exterior de la mina, desde Sewell); luego, la ausencia del padre y del hermano, en minutos que parecían eternos; más tarde, la angustia cede ante el abrazo de ambos. Persiste, sí, el natural compañerismo con más de 400 huérfanos, que se va desvaneciendo con el tiempo, que se atempera con juegos de niños y, también, con la curiosa participación en mítines, encendidos discursos, arengas, huelgas y marchas del batallón de la montaña.
En la escuela del dolor compartido, se tituló de solidario el niño de ayer, hoy Senador y Vicepresidente del Senado de la República , don Ricardo Núñez Muñoz.
El nombramiento de un Ministro en Visita, solicitado por la Cámara de Diputados recayó en el señor Daniel González Fernández , quien inició de inmediato la investigación, subiendo al mineral el sábado 23 de junio, a pocas horas de haber sido designado. En su delicada misión fue asistido por un joven secretario del Juzgado de Rancagua , quien actualmente también es Senador de la República: don Carlos Letelier Bobadilla.
Señor Presidente , la historia del cobre es, en gran parte, la historia de Chile. Desde sus inicios, bajo la imperial España de Carlos I o Carlos V, si se habla de Alemania, al comienzo los descubridores, y más tarde los conquistadores, buscaron el metal. No encontraron en nuestro territorio ni el oro del Perú, ni la plata de México. Durante siglos, la montaña guardó, celosa, el cobre para nosotros.
El Teniente es parte de Chile, país minero, y constituye digámoslo una vez más la mina subterránea de cobre más grande del mundo. A su impulso han nacido ciudades: Sewell, Caletones , Coya , y han crecido otras: Machalí y Rancagua. Esta última no sería hoy la pujante Capital de la Sexta Región, con 200 mil habitantes, si no hubiera existido este mineral.
La "Tragedia del Humo" la sufrió la patria entera. Asimismo, la patria entera recibe los beneficios del cobre, que es chileno por voluntad popular y decisión del Parlamento. Porque para Chile lo han conquistado generaciones de compatriotas, miles de mineros, y durante su explotación han caído ya centenares de víctimas.
Hoy recordamos a aquellos 355 hombres que hace medio siglo enlutaron la patria. Y rendimos homenaje a sus viudas y a sus descendientes, presentes en este Hemiciclo. A ellos les decimos: Chile no los ha olvidado. Y el Senado, máxima expresión de la soberanía popular, los recuerda con gratitud.
Un ex Senador, Premio Nobel y gran poeta, en un homenaje a las víctimas de la "Tragedia del Humo", señaló: "Cuatrocientas veces he llorado, y cuatrocientas heridas hay en mi corazón: son los muertos de Sewell, los muertos, nuestros muertos, Muñoz , Pérez , Rodríguez , Sánchez , Reyes, Sanhueza , Ramírez , Núñez , Alvarez. Estos nombres son como los cimientos de Chile. El Pueblo es el cimiento de la Patria. Si los dejáis morir, la patria va cayendo, va desangrándose hasta quedar vacía.".
He dicho.