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HOMENAJE EN MEMORIA DEL EX PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA DON SALVADOR ALLENDE GOSSENS.

Autores

El señor ESPINOZA .-

Señora Presidenta de la Cámara de Diputados, doña Isabel Allende , hija de nuestro compañero Salvador Allende ; estimados colegas senadores y diputados; estimado compañero presidente del Partido Socialista , Gonzalo Martner ; estimado compañero presidente del Partido por la Democracia, diputado Víctor Barrueto ; estimados dirigentes y militantes de los partidos de la Concertación:

Quiero iniciar mis palabras valorando lo que este hecho significa hoy para Chile. Éste es un homenaje que no sólo enaltece la figura de Salvador Allende y su memoria, sino que enaltece al país y a la Concertación. Por eso destaco, en primer término, la presencia de toda la Concertación unida en esta Sala, y agradezco, en particular, la íntegra presencia de la bancada democratacristiana. Ello tiene un enorme valor político para Chile.

-Aplausos.

“En la sierra mexicana de Nayarit, había una comunidad que no tenía nombre. Desde hacía siglos, esa comunidad de indios huicholes andaba buscando uno. Carlos González , uno de ellos, lo encontró de pura casualidad.

“Este indio huichol había ido a la ciudad de Tepic para comprar semillas y visitar parientes. Al atravesar un basural, recogió un libro tirado entre los desperdicios.

“Sentado a la sombra de un alero, empezó a descifrar páginas. El libro hablaba de un país de nombre raro, que Carlos no sabía ubicar, pero que debía estar bien lejos de México, y contaba una historia de hace pocos años.

“En el camino de regreso, caminando sierra arriba, Carlos siguió leyendo. No podía desprenderse de esta historia de horror y de bravura. El personaje central del libro era un hombre que había sabido cumplir su palabra.

“Al llegar a la aldea, Carlos anunció, eufórico: ¡Por fin tenemos nombre! Y leyó el libro en voz alta para todos. La tropezada lectura le ocupo casi una semana. Después, las ciento cincuenta familias votaron. Todas por sí. Con bailares y cantares se selló el bautizo”.

“Ahora tienen como llamarse. Esta comunidad lleva el nombre de un hombre digno, que no dudó a la hora de elegir entre la traición y la muerte. ‘Voy para Salvador Allende’, dicen ahora los caminantes.”.

Esta historia de 1984, que recoge en su libro “La memoria del fuego” el escritor uruguayo Eduardo Galeano, refleja de una manera simple el respeto que la figura del ex Presidente Salvador Allende despierta desde hace décadas en millones de personas, en cientos de pueblos y gobiernos del mundo.

Se ha querido insinuar, por parte de quienes sacan mezquinos cálculos o no son capaces de practicar la generosidad entre los seres humanos, que este homenaje que hoy rendimos a Salvador Allende es un intento de quienes nos sentimos sus dignos herederos por legitimar el gobierno de la Unidad Popular que él encabezara.

No necesitamos la bendición, el visto bueno ni el permiso de nadie para hablar hoy, a treinta años del fin de ese gobierno, sobre lo que nos parecen sus aciertos, sus logros o sus errores. Sólo diremos que tenemos el orgullo de reivindicar ese gobierno como el momento histórico en que, tras un largo proceso político y social en el que Salvador Allende fue actor relevante y fundamental, el pueblo se sintió efectivamente constructor de su propio destino.

Sin embargo, no hemos venido aquí a hacer un análisis acerca del gobierno de la Unidad Popular, sobre el cual, seguramente, nunca nos pondremos de acuerdo, especialmente con aquellos que siempre han buscado satanizarlo como la mejor fórmula para tratar de justificar los horrores que hasta hoy se niegan a confesar.

En este día, tenemos el honor de hacer uso de la palabra en esta Sala para hablar de un hombre nacido en este puerto de Valparaíso, hace ya 95 años, y que entregó sus capacidades humanas, profesionales y políticas; sus principios y su vida al servicio público y a la defensa de los derechos de los más humildes.

Quien crea que hablar de Allende sólo tiene que ver con su gobierno, desconoce la historia política del Chile del siglo XX y el rol que dentro de ella le cabe al más ilustre de los socialistas chilenos.

Salvador Allende , hijo del abogado Salvador Allende Castro y de doña Laura Gossens Uribe , era nieto del médico Ramón Allende Padín , apodado “el rojo Allende”, quien fue diputado y senador del Partido Radical y quien llegaría a ser más tarde el joven serenísimo gran maestro de la Masonería, participando en su condición de doctor en la guerra del Pacífico.

Por las venas de quien llegaría a ser presidente de Chile corría también la sangre de Gregorio, Ramón y José María Allende Garcés . El primero de ellos, capitán ayudante del libertador Bernardo O’Higgins , quien, incluso, lo acompaño en su destierro en el Perú, en tanto que sus otros dos antepasados fueron integrantes del famoso regimiento “Húsares de la Muerte”.

Hoy rendimos homenaje a Salvador Allende, quien terminó sus estudios en el Liceo Eduardo de la Barra, en ésta, su ciudad natal, mientras paralelamente desarrollaba una importante actividad deportiva que le significó destacar nacionalmente en decatlón y natación.

Tras realizar su servicio militar en el Regimiento Coraceros, de Viña del Mar, Allende ingresó en 1926, con apenas 18 años, a la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile. Sólo un año después, fue elegido presidente del Centro de Estudiantes de Medicina .

En 1929, ingresó a la masonería, en los tiempos en que participaba activamente en la oposición al gobierno del Presidente Ibáñez y en la fundación del Grupo Avance.

Hablo de aquel joven que en 1930 fue elegido vicepresidente de la Federación de Estudiantes de Chile y que más tarde fuera detenido, relegado y expulsado de la universidad, a la que volvió sólo después de julio de 1931, cuando el Presidente Ibáñez fue derrocado.

En 1932, Allende participó del alzamiento del aviador Marmaduque Grove , quien encabezó la llamada “República Socialista de los Doce Días”. Este hecho le significó una nueva detención, que coincidiría con la muerte de su padre, ante cuya tumba prometió dedicar su vida a luchar por los intereses de los más desposeídos. Ese mismo año se tituló como médico cirujano, con la tesis “Higiene mental y delincuencia”.

Hablo de aquel joven que en 1933 participó de la fundación del Partido Socialista, convirtiéndose en el primer secretario regional de Valparaíso. Posteriormente, debido a su participación en un acto contra el gobierno del entonces Presidente Alessandri , fue relegado por seis meses a Caldera.

Salvador Allende, con sólo 28 años, fue electo diputado por la circunscripción Quillota Valparaíso en el período 1937-1941. Entre sus proyectos más relevantes estaban desarrollar la alfabetización campesina, mejorar las condiciones de quienes vivían en conventillos, crear el Consejo Superior de Protección a la Infancia y la Adolescencia, las sociedades mutualistas y el Colegio Médico.

Hablo de aquel hombre que fue elegido subsecretario general del Partido Socialista cuando recién cumplía los 30 años.

Como parlamentario, presentó un proyecto destinado a proteger a las madres y a los niños, y otro que ampliaba la seguridad social de los trabajadores afiliados al seguro obrero.

Ese mismo hombre fue quien renunció a su diputación, para asumir como ministro de Salud del Presidente Pedro Aguirre Cerda . En 1939, publicó su libro “La realidad médico social chilena”. En 1943, Allende asumió el cargo de secretario general del Partido Socialista, y dos años después, con sólo 37 años, fue elegido senador por las provincias de Valdivia, Llanquihue, Chiloé, Aysén y Magallanes .

Hoy homenajeamos a Salvador Allende, quien votó en contra de la mal llamada Ley de la Defensa de la Democracia, propugnada por el gobierno del Presidente González Videla, que pasaría a la historia como la “ley maldita”, y a cuyas víctimas visitó en el campo de concentración de Pisagua.

En 1949, Allende fue elegido presidente del Colegio Médico, cargo que ejercería por largos catorce años.

En 1952, Allende inició su camino a la presidencia de la República , postulando por primera vez a la primera magistratura del país. Ya en ese momento, también muy profético, presentó una moción, junto al senador Elías Lafferte , para nacionalizar el cobre.

En 1953 fue elegido senador por la primera circunscripción de Tarapacá y de Antofagasta y, al año siguiente, fue elegido vicepresidente del Senado.

Allende fue autor de las leyes que establecen el pago de la asignación familiar desde el quinto mes de embarazo y la creación del Servicio Nacional de Salud y del Seguro Social, que fueron promulgadas en 1955.

En 1958, Salvador Allende perdió la elección presidencial como candidato del Frap, a manos de la inédita y burda postulación del “Cura de Catapilco”.

En 1961, Allende fue elegido senador por la tercera circunscripción de Valparaíso y Aconcagua, siendo nominado nuevamente candidato presidencial en 1963, elección que perdería al año siguiente, cuanto tuvo que enfrentar a Eduardo Frei Montalva .

En 1966, Allende fue elegido Presidente del Senado, cargo durante el cual acompañó, en parte, en su retorno a Cuba, a los guerrilleros sobrevivientes de las fuerzas del Che Guevara en Bolivia.

Salvador Allende fue electo senador por la décima circunscripción, Chiloé, Aisén y Magallanes , antes de confirmarse su postulación como abanderado de la Unidad Popular para las elecciones presidenciales de 1970.

Allende fue Presidente de Chile por mandato popular, constituyéndose en una experiencia ejemplar, única, ajena a toda ortodoxia como camino de las fuerzas populares para llegar al poder utilizando los cauces democráticos, institucionales y republicanos.

El Presidente Allende cumplió su programa, entregando el medio litro de leche a los niños del país, abriendo los cauces para un efectivo acceso a la cultura de todos los chilenos y concretando la legítima e histórica demanda de la nacionalización del cobre, votada a favor por todos los sectores políticos.

Por eso, cuando estamos próximos a conmemorar los 30 años de la muerte del Presidente Allende , defendiendo hasta el último aliento la institucionalidad democrática, asumiendo su responsabilidad dirigente ante la historia, ante su pueblo y ante el mundo, resulta vergonzoso explicar ante la conciencia civilizada de la humanidad, que hace rato se enteró de la caída del muro de Berlín y aún antes de ello, mientras muchos gobiernos, parlamentos y organizaciones de todo el mundo recuerdan la figura del gran hombre de Estado que fue Salvador Allende, en su país, en su tierra que él tanto quiso, no todos son capaces de presentar el mínimo respeto y tolerancia que su memoria merece. La Derecha no tuvo el valor de estar presente y Chile sabrá juzgar su pequeñez.

No se trata, sin duda, de un líder infalible, pero constituye en la historia política de Chile una de las figuras más notables.

Por eso, aprendiendo de las insuficiencias de su proyecto político, hoy los socialistas trabajamos para profundizar la democracia, con el respaldo de las mayorías sociales necesarias para tal propósito.

El ejemplo de Salvador Allende reafirma nuestras convicciones profundamente democráticas, no sólo de hoy sino de siempre. Por eso, para los socialistas, la imagen de La Moneda en llamas, de ser el símbolo más brutal de división entre los chilenos, ha pasado a convertirse en el hito histórico que señala nuestro compromiso irrenunciable con una democracia efectiva, participativa y surgida de la autodeterminación soberana, sin tutelas ni cortapisas de ningún tipo, como forma de gobierno.

Los socialistas queremos la democracia, nadie puede dudar de ello. Lo que no queremos, es que la imagen de La Moneda en llamas, como ícono de la intolerancia política, nunca más se vuelva a repetir.

Para esa causa, el concurso de cada uno de los socialistas siempre estará disponible.

Señora Presidenta , estimados invitados, honorables colegas, con toda seguridad y especialmente este año, en todo el planeta habrá más placas, más plazas, más calles, más campus universitarios, más monolitos y estatuas, más libros, videos, reportajes y sitios web dedicados a destacar, rescatar y relevar la estatura mundial de un hombre que vio y pensó siempre mirando al futuro, anticipándose a la historia, como sólo saben hacerlo los grandes hombres.

Por eso, los socialistas chilenos nos sentimos orgullosos de ser los herederos de Allende y, aunque claramente el mundo ha cambiado en muchos aspectos, la consecuencia, el compromiso con la democracia y la justicia social, siguen siendo parte fundamental del legado que recibimos de hombres que, como Salvador Allende, imaginaron un Chile y un mundo en el cual el hombre deje de ser el lobo del hombre.

Seguramente, los indios huicholes de la sierra mexicana de Nayarit no tienen un conocimiento global del pensamiento y de la obra de Salvador Allende, pero estoy convencido de que, al menos, tienen la certeza de que quien le dio el nombre a su pueblo era un hombre de palabra, que hasta el último minuto supo escoger correctamente entre el bien y el mal, entre la traición y la consecuencia digna, aun de cara a la muerte.

Por gestos tan humanos como éste es que Salvador Allende, hombre del siglo XX y padre del hombre del siglo XXI, seguirá viviendo en la conciencia de millones de hombres y mujeres de todo el mundo. Somos parte de la semilla que sembraste y que no pudo ser segada.

Compañero Presidente, Salvador Allende, sigues y seguirás estando presente, por siempre.

He dicho.

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