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  • Legislatura Ordinaria número 347
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Homenaje
HOMENAJE EN MEMORIA DE EX SENADOR DON ANSELMO SULE CANDIA. COMUNICACIONES

Autores

El señor CORDERO.-

Señor Presidente , Honorable Senado, distinguida familia de don Anselmo Sule , con inevitable emoción, en representación del Comité Institucionales 1, sumo esta tarde nuestra sincera adhesión al homenaje que se rinde al destacado hombre público y ex miembro del Senado don Anselmo Sule Candia , cuyo reciente fallecimiento ha sido hondamente lamentado en todo el país.

Es innegable que, como militante y Presidente del Partido Radical-Social Demócrata, cumplió sus roles a cabalidad y destacó por su consecuencia con los principios que sustentaba, lo que ya ha sido justamente resaltado.

Mas, Anselmo Sule fue fundamentalmente un hombre que demostró no tener espacio para el odio en su corazón y que, por ello, hizo honor a la política y a los políticos en todos los importantes cargos que desempeñó. Pero, sobre todo, fue un hombre en el exacto sentido de la palabra, que enseñó que siempre existe un lugar para la esperanza y, por lo mismo, una permanente razón para luchar y vivir.

Artífice de disposiciones legales y constitucionales, su espíritu libertario postuló la construcción de una sociedad más humana, participativa y solidaria, fundamentada en principios y valores superiores.

En nuestros días de acelerado acaecer, en que nos debemos continuamente a los muchos y graves males de nuestra sociedad, en que deploramos conductas y priman pesimistas vaticinios, es útil que la juventud chilena tenga cabal conciencia de que nada grande se logra sin esfuerzo; que los frutos son siempre el resultado de una lucha tensa; que nuestra obra será la cosecha de lo que seamos capaces de sembrar. Fue lo que Anselmo probó en su vida universitaria, escenario en que floreció su personalidad, su autonomía de juicio y su responsabilidad personal; y, más tarde, manantiales donde se fraguaron su vocación política y sus auténticos rasgos de conductor de hombres para quienes hizo historia.

Por eso, se propuso como tarea el enseñar a vivir juntos, desarrollando la comprensión del otro, realzando proyectos comunes y venerando los valores del pluralismo y del respeto mutuo, algo que transmitió sin reticencias, entregando con generosidad lo que él había recogido en las aulas y en su caminar por la vida.

Así, mientras en nuestro entorno se porfía a veces, sin restricciones ni recelos, por el renombre y el beneficio propio -ante lo cual incluso se está dispuesto a cualquier concesión-, Anselmo Sule dejó la lección de seguir su propia vocación y de cumplirla con esfuerzo constante y recto, sin buscar mezquinas recompensas que desfiguran la senda de esfuerzo y trabajo, la única que conduce a conquistas perdurables y valiosas.

Con esa decisión con que afrontó la vida, fue ganando incluso la voluntad de quienes profesaban ideas ajenas, porque conocía profundamente a los hombres y su quehacer transitó por el mapa del alma de sus coetáneos, con visión certera y perspicaz. Anselmo expresó siempre su espontánea simpatía y cordialidad hacia todos sus semejantes.

Su calidad humana lo llevó a interesarse por el destino y por la suerte, la lucidez precisa para la comprensión amplia de los más variados problemas prácticos y teóricos. Su ancha tolerancia superó los límites de su doctrina y su relación, aun con los más modestos, jamás estuvo exenta de finura y cálido afecto que ni las altas investiduras que lució menguaron.

Hoy, en la hora de la despedida irrevocable, del adiós postrero e inmenso, es conveniente cuidar que no se oscurezca u oculte su lección moral perdurable, porque será norma para generaciones.

Por eso, cuando la nostalgia se apresta a herirnos con su punzada honda, nos conforta recordar que seguirán permaneciendo entre nosotros, en la corriente inagotable del ejemplo y del recuerdo, quienes como Anselmo Sule vivieron en plenitud. Y es que en su sonrisa permanente estuvo una de las formas de su valor; en su intransable autenticidad, una de las formas de su grandeza, y en su desbordante fe en tiempos mejores, una de las formas de su eterna juventud.

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