Labor Parlamentaria

Participaciones

  • Alto contraste

Disponemos de documentos desde el año 1965 a la fecha

Antecedentes
  • Senado
  • Sesión Ordinaria N° 39
  • Celebrada el
  • Legislatura Ordinaria número 354
Índice

Cargando mapa del documento

cargando árbol del navegación del documento

Intervención
PROBLEMAS PROVOCADOS POR DESBORDES DEL RÍO BIOBÍO

Autores

El señor SABAG.-

Señor Presidente , las abundantes lluvias que cayeron sobre toda la Región del Biobío desde fines de junio y que alcanzaron su máxima intensidad entre los días 9 y 12 de julio recién pasado tuvieron el efecto de una verdadera explosión sobre todos los ríos, esteros y canales de las cuatro provincias, dejando una secuela dramática y trágica de muerte, desolación, aislamiento y daños incalculables, no cuantificados aún en su total magnitud, en amplios sectores de la población. Específicamente, en la llamada "cuenca del Bíobío" hay 30 comunas, distribuidas en las provincias de Arauco, Ñuble, Concepción y Biobío.

El Gobierno procedió con prontitud y dictó el decreto Nº 759, de 11 de julio de 2006, declarando "zona de catástrofe" al mencionado sector y llegando, con la premura que le fue posible, a todas las localidades, incluso a las más apartadas.

Los damnificados en la Región llegan a 50 mil: 15 mil de Ñuble, 21 mil de Concepción, 11 mil de Biobío y 3 mil de Arauco.

Las estadísticas aportadas por la Dirección General de Aguas indican que la crecida de caudal del miércoles 12 de julio, que alcanzó a 15 mil 900 metros cúbicos por segundo, es la mayor registrada desde que se iniciaron las mediciones, en 1970, es decir, en 36 años.

Además, según datos de ese organismo, la crecida del río Biobío se produce, en promedio, sobre cada 100 años.

También otros ríos de la zona, como el Andalién y el Nonguén, se desbordaron y alcanzaron una altura máxima de 6 metros 10 centímetros en la Estación de Medición de la citada Dirección ubicada en el río Andalién, en el Puente Viejo del camino a Penco.

Ello significó que se inundara un vasto sector, constituido por miles de viviendas, incluyendo la Universidad del Bío-Bío y el Hospital del Trabajador. Todo quedó bajo un metro y medio a dos metros de agua.

Asimismo, en la comuna de Chiguayante, el canal Papen se desbordó por completo, causando enormes daños debido a los problemas que el Director de Obras Hidráulicas conoce y que el alcalde, señor Tomás Solís , ha solicitado reiteradamente solucionar. Esperamos que, después de las calamidades que han ocurrido, con los recursos destinados a raíz de la declaración de "zona de catástrofe" se puedan realizar por fin los trabajos y en los años venideros no veamos de nuevo desastres de esta índole.

En Chiguayante hubo 10 muertos. Por eso, urge la construcción de las obras en el canal Papen.

Los técnicos indican algo que ya señaló el Senador señor Ruiz-Esquide : 28 por ciento del caudal del río Biobío se forma aguas arriba de la Central Pangue, y el 72 por ciento restante, aguas abajo. Y en este último tramo recibe el aporte de sus principales afluentes: los ríos Vergara, Duqueco, Bureo , Laja y Huaqui, los que también experimentaron crecimiento en sus caudales.

Esta mayor crecida del Biobío, de otros ríos y de diferentes cursos de agua de la Región se debió, básicamente, a las intensas lluvias, que se prolongaron por varios días antes de la tragedia. Los suelos estaban saturados de agua, la cual escurrió hacia ellos.

En Hualqui, las poblaciones República de Hualqui, 18 de Septiembre y Nueva Hualqui sufrieron todo el impacto de las aguas en sus 250 viviendas, donde habitan 800 personas. Las autoridades del municipio y la comunidad sostienen que antes las crecidas eran lentas y no tan violentas, pero que desde la construcción de las centrales Pangue y Ralco el agua llega de un solo golpe y causa daños mayores, por la agresividad y fuerza que adquiere debido a la apertura de las compuertas.

Es necesario investigar el impacto que producen las aguas por la apertura de las compuertas de las centrales hidroeléctricas, lo que tiene sumida en el terror a la población de Hualqui.

Señor Presidente, quienes estamos en contacto directo y permanente con todos los sectores sociales hemos podido comprobar la entereza, fortaleza y poder interior que tiene nuestro pueblo para soportar, sin quebrarse, los embates de la naturaleza y ponerse nuevamente de pie para seguir luchando.

Nuestra gente es así, porque desde siempre y por generaciones hemos vivido en esta tierra bella y generosa, pero indómita, desafiante y exigente en sus fuerzas naturales.

Cuando no son terremotos o incendios voraces, son las fuerzas de las aguas y de los vientos las que todo lo invaden, arrasando cuanto encuentran a su paso, como si la voz del trueno nos advirtiera: "Nunca deben actuar contra la naturaleza interviniendo a contrapelo los cauces naturales, sino avanzar con ellos, amigarse con ellos y respetar sus espacios, sus cursos, sus rutas".

Me adelanto a los análisis que haremos junto con las autoridades y los técnicos, a fin de que no se repitan estas tristes experiencias y se tenga presente, sobre todo, la palabra "previsión", para no seguir cayendo en la improvisación. Y debemos insistir en la limpieza de los ríos embancados, pues hace muchos años que los cauces no se limpian.

En la comuna de San Carlos, todos los años se producían inundaciones como consecuencia del desborde del canal Navotavo. Sin embargo, el alcalde se preocupó de limpiar sus 6 ó 7 kilómetros de cauce y para ello contrató máquinas excavadoras. Por primera vez, a pesar de la enorme crecida de los ríos y de la abundante lluvia, San Carlos no se inundó.

¿Se han metido excavadoras a los otros cauces: al del Andalién, al del Nonguén, al del Papen? Y no diré al del Biobío, porque sería imposible. Todos los demás también debieran ser atendidos, desembancados, con trabajos año a año. Seguramente se habrían producido inundaciones, pero no el tremendo daño que causaron en esta oportunidad.

Nuestra Región del Biobío ha quedado herida en su cuerpo social: algunos compatriotas han perdido la vida y otros están sumidos en una resignación patológica. Se ha destruido la infraestructura inmobiliaria habitacional y de puentes, y la red de caminos.

Como señaló el Senador señor Pérez Varela , el camino de Santa Juana a Concepción también quedó cortado en varios tramos. De hecho, un bus quedó atrapado entre dos aludes. Yo vi a los bomberos trabajar incansablemente en labores de rescate cuando ya venía un nuevo derrumbe, que pudo haberlos arrastrado junto con las otras personas. La corriente del río Biobío se los llevó por varios cientos de metros.

Como dije, el agua destruyó numerosos puentes y muchos caminos.

Es la hora de los balances, de los análisis, de las reflexiones y evaluaciones. No busquemos culpables. Determinemos cuáles son las alternativas de solución de estos problemas y preparémonos para los próximos inviernos. Debemos analizar nuestras fallas a fin de que no se repitan esas tristes experiencias.

Por ahora, creo que el Gobierno debería otorgar un subsidio o un crédito, según sea el caso, para reparación de viviendas o reposición de enseres. Hay gente que perdió todo, pues sus casas estaban con un metro y medio a dos metros de agua. ¡No salvó absolutamente nada! Algunos, apenas alcanzaron a encumbrarse en el techo para ser rescatados por helicópteros o botes salvavidas.

Por eso es necesario un crédito. Muchas de esas personas nunca han pedido un subsidio al Gobierno para nada, ni para construir su vivienda, y hoy día ven todo destruido. Sugiero concederles, por lo menos, un crédito blando que les permita reponer sus enseres, y a las más modestas, un subsidio para reparar sus casas.

Reitero mis palabras de solidaridad, de respeto y de condolencias para los cientos de familias, para los miles de pobladores de la Octava Región que sufrieron el rigor de las fuerzas naturales.

Expreso también un reconocimiento muy especial a todos los funcionarios públicos y municipales, a Bomberos, a Carabineros; a los alcaldes, gobernadores, intendentes y otras autoridades. Todos trabajaron como una sola persona para ir en ayuda de los miles de damnificados.

Top