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  • Senado
  • Sesión Ordinaria N° 34
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  • Legislatura Ordinaria número 340
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PETICIONES DE OFICIOS

Autores
“RENOVACIÓN NACIONAL RECUERDA EL 11 DE SEPTIEMBRE DE 1973

“Para Renovación Nacional el 11 de septiembre constituye un día de reflexión sobre el profundo sentido de responsabilidad en la acción política. Esta fecha nos mueve a examinar con serenidad hechos que en el pasado condujeron a Chile al borde de la disolución, y extraer de ellos lecciones que nos permitan prevenir que en el futuro se repitan.

“Las futuras generaciones, libres de las pasiones que han presidido las últimas décadas, gozarán de la imparcialidad que exige un juicio equilibrado sobre las causas remotas y directas del proceso que condujo al quiebre institucional de 1973 y la justa valoración de la gestión de gobierno de las Fuerzas Armadas y de Orden. Ello, sin embargo, no nos exime de cumplir las responsabilidades que hoy nos asisten en la tarea de resolver los conflictos que en Chile, más allá de las legítimas diferencias políticas, aún dividen a los chilenos, comprometiendo severamente la convivencia nacional y debilitando gravemente el respeto que Chile merece como Nación soberana.

“Esta tarea es un imperativo impuesto por los valores y principios que inspiran el sentido nacional de nuestra acción política, entre cuyos fundamentos está la preservación de la unidad nacional dentro de las diferencias que son naturales en una sociedad libre y la defensa permanente de la dignidad y la soberanía de Chile.

“Hace un año concurrimos a la unanimidad con que el Congreso Nacional estableció el “Día de la Unidad Nacional” en sustitución del feriado del día 11 de septiembre. Lo hicimos movidos por el interés superior de Chile, y convencidos de que con ello se daba un paso simultáneo y sincero de todos los sectores políticos en el recto sentido de la unidad y la reconciliación entre los chilenos.

“Por lo mismo, hace pocos días, al conmemorarse por primera vez esa fecha, formulamos un nuevo llamado a valorar la unidad nacional como sustento básico de la paz, la estabilidad y el progreso, invitando a todos los chilenos a asumir como un esfuerzo común la tarea de encontrar la forma de fortalecerla, de una manera realista, generosa y honorable, fundada en nuestras profundas tradiciones valóricas y culturales, y en la cual ningún sector pretenda que se le reconozca superioridad moral sobre el otro.

“Sin embargo, el país ha sido testigo de que lejos de avanzarse en el camino de la unidad, esa fecha sirvió de pretexto para actos de violencia y para exacerbar sentimientos de división entre los chilenos; desdeñando una ocasión propicia para mirar al futuro y reclamar el derecho a resolver por nuestra cuenta las diferencias del pasado, exigiendo colectivamente a los que en el extranjero pretenden juzgarnos, que respeten nuestra facultad soberana de decidir en Chile nuestro porvenir.

“Nuevamente hemos visto cómo, los mismos que alentaron por décadas la siembra del odio y la violencia, se aprovechan hoy del natural sentimiento de solidaridad que provoca el dolor ajeno para lucrar políticamente de la legítima aflicción de las familias chilenas que se vieron mutiladas por las trágicas consecuencias del enfrentamiento insensato al que condujo el antagonismo que ellos mismos contribuyeron a crear, intentando ahora ocultar que estaban huérfanos del apoyo popular, y pretendiendo no sólo erigirse en víctimas, sino, también, en jueces de los demás, eludiendo descaradamente su propia responsabilidad; falsificando la historia patria y desfigurando el profundo sentido restaurador y unitario del movimiento nacional del 11 de septiembre de 1973 y de la ulterior gestión de gobierno de las Fuerzas Armadas y de Orden.

“La historia y las tradiciones comunes constituyen un elemento unificador del pueblo chileno, por lo que la unidad nacional no puede fundarse sobre la adulteración de los hechos del pasado. Por ello, con la misma fuerza y convicción con que Renovación Nacional persistirá incansablemente en la búsqueda de todos los caminos que conduzcan a superar la división entre los chilenos, rechazará los intentos de eludir responsabilidades políticas falsificando la historia patria.

“El 11 de septiembre de 1973 las Fuerzas Armadas y de Orden se vieron obligadas a intervenir en la vida política después de que las instituciones republicanas, el Congreso Nacional, el Poder Judicial, la Contraloría General de la República, los partidos políticos, las confesiones religiosas, los gremios y la inmensa mayoría nacional habían fracasado en sus intentos de conjurar el proceso de desquiciamiento y desintegración moral, política y económica que amenazaba no sólo la normalidad de todas las actividades nacionales, sino que la identidad, la seguridad y la soberanía de Chile. Lo hicieron en cumplimiento de su obligación fundamental de garantizar la subsistencia misma de la Patria y después de que había quedado demostrado que no había otro camino. Es falso que hubiese aún alternativa política para resolver la crisis.

“La crisis que condujo al trágico desenlace de 1973 se había gestado por más de una década. Sus raíces pueden buscarse en las insuficiencias del sistema institucional de 1925; en los malos hábitos políticos, o en la incapacidad y el egoísmo de la clase dirigente, pero, sobre todo, en la práctica insana de considerar al adversario como un enemigo y en la introducción desde el extranjero de la violencia como método de acción política. Un sector descartó la vía electoral como medio para alcanzar el poder político y proclamó la lucha armada; atribuyó a la violencia revolucionaria el carácter de medio inevitable y legítimo para lograr, como fin necesario para ello, la destrucción del aparato burocrático y militar del Estado; anunció para la consecución de este propósito la creación de “cien Vietnams”; acumuló en Chile gran cantidad de armas ilegales, y convocó a centenares de guerrilleros extranjeros. Ello objetivamente condujo a que en septiembre de 1973 existiese el peligro inminente de un grave y prolongado conflicto armado fratricida. Aunque a los más jóvenes hoy esto pueda parecerles una exageración propagandística es completamente real y hay una generación de chilenos como testigos.

“Ésas y no otras fueron las circunstancias en que las Fuerzas Armadas y de Orden debieron intervenir. En dichas circunstancias debemos buscar la explicación de la violencia y el dolor que el desenlace causó en todos los sectores. Ello explica que, como lo señalara el informe de la “Comisión de Verdad y Reconciliación”, si bien no las justifica, la situación anterior al 11 de septiembre de 1973 y sus consecuencias “pusieron objetivamente en riesgo los derechos humanos e hicieron más probables sus transgresiones”.

“Probablemente es efectivo que el desenlace trágico pudo evitarse, pero no ya en 1973, sino mucho antes. En la provocación del conflicto y en la debilidad para conjurarlo cuando aún era posible hacerlo, todos los sectores políticos tenemos responsabilidades, aunque unos más que otros. Esas responsabilidades no pueden ser eludidas culpando ahora a las Fuerzas Armadas y de Orden de ambición, agresividad o crueldad, porque ello es completamente injusto.

“Porque creemos que no habrá unidad sobre la base de falsedades, no eludimos la responsabilidad que pueda asistirnos en los hechos del pasado por inadvertencia u omisión, pero igualmente exigimos a quienes iniciaron la violencia y provocaron el enfrentamiento, que asuman su responsabilidad por sus acciones.

“Valoramos la gestión de gobierno de las Fuerzas Armadas y de Orden. Ella no sólo reconstruyó la capacidad de permanencia y desarrollo de Chile como Nación, sino que abrió a su pueblo los caminos del orden, el respeto a la autoridad, la primacía de la persona sobre el Estado y la confianza en el esfuerzo personal, que son la base de una sociedad libre. Reconocemos en ella la obra fundacional de un orden moderno y democrático, cuyos frutos recién empiezan a manifestarse y de los cuales gozarán las generaciones venideras, si tienen la voluntad de conservarla.

“Por ello, en este 11 de septiembre, Renovación Nacional formula un llamado a los jóvenes de Chile a examinar por sí mismos los hechos del pasado y sus efectos en el presente, rechazando versiones mistificadas que sólo tienen el propósito de eludir responsabilidades históricas y no ofrecen nada nuevo para el futuro, sino el retroceso a la mediocridad y el resentimiento entre los chilenos. Les instamos también a rechazar, en su sola condición de chilenos libres, que potencias extranjeras pretendan violentar nuestra soberanía, usurpando el derecho exclusivo de los chilenos para resolver nuestros problema en Chile, de acuerdo a nuestras leyes y como lo consideremos justo y mejor para el futuro de nuestra Patria.

“Reiteramos en esta fecha nuestra voluntad de superar las divisiones del pasado, asumiendo hoy las responsabilidades que a cada cual hayan correspondido en sus causas y consecuencias, como único camino para avanzar en la construcción de una Patria para todos, sin rencores ni exclusiones, en la que las nuevas generaciones tengan oportunidad de desplegar todas sus capacidades y construir su propio futuro.”.

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