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Homenaje
HOMENAJE EN MEMORIA DE DOCTOR JORGE KAPLÁN MEYER

Autores

El señor SABAG.- Señor Presidente , intervengo en nombre del Partido Demócrata Cristiano y, naturalmente, en el mío propio.

Hay situaciones en que la abundante riqueza y variedad de nuestra lengua madre resulta insuficiente para expresar con exactitud los sentimientos que se anidan, en gran número, en el fondo de nuestro ser. Nos quedamos sin palabras para manifestar lo que sentimos dentro de nosotros.

Esta es una de esas circunstancias.

Quiero hablar de Jorge Kaplán Meyer , el célebre doctor Kaplán , que dejó este mundo en la madrugada del 14 de abril, en la ciudad de Viña del Mar de la Quinta Región , donde vivió los hitos principales de la vida extraordinaria que regaló a todo el país.

La dificultad para encontrar las palabras adecuadas que reflejen con precisión lo que fue para Chile esta persona, dotada de grandes y sobresalientes talentos, podría quedar subsanada de la manera más sencilla y práctica: "Un gran hombre". Así lo sintetizó el día de sus funerales el Arzobispo de Valparaíso , Monseñor Gonzalo Duarte . Yo no puedo sino compartir esas tres palabras, porque en ellas queda encerrado ese verdadero tesoro de inteligencia, servicio, altruismo, ciencia, sencillez de vida y entrega sin límites a su prójimo, de preferencia al más necesitado, que caracterizó la vida de Jorge Kaplán Meyer .

Yo lo puedo decir con énfasis desde esta tribuna, pues tuve el gran honor de ser su amigo. Lo conocí como ser humano y supe apreciar los altísimos valores que se anidaban detrás de ese hombre de pelo cano, de mirada tierna, imagen misma de la sencillez. Lo conocí como médico de excelencia en el campo de la cirugía cardiovascular y torácica. La maestría con que realizaba su especialidad médica le valió el título de "Maestro" con que lo conocían sus pares y las nuevas generaciones.

Fue, en verdad, un maestro de la medicina, en toda la línea. Tal vez todo Chile ha quedado encandilado hasta hoy por su brillante desempeño en los trasplantes de corazón, realizados a fines de la década de los sesenta, cuando incursionó como pionero en esa práctica que recién se empezaba a conocer en el mundo. Pero el doctor Kaplán fue mucho más que el pionero y el maestro de los trasplantes de corazón en Chile. Fue mucho más que eso, si es posible que algún médico dedicado a tal especialidad alcance todavía niveles superiores. Antes que eso, y después que eso, fue un médico integral que, a la riqueza y excelencia de su ciencia, unía cualidades humanas que lo hacían único y admirado por todo el que lo conocía. Muchos preferían llamarlo "el médico de los pobres".

La alta especialización que alcanzó, la maestría de sus intervenciones quirúrgicas, los reconocimientos nacionales e internacionales que recibió, lejos de envanecerlo y de distanciarlo de los pacientes más necesitados en el plano socioeconómico, lo acercaron más a ellos. Siendo una eminencia en la medicina y la cirugía de la más elevada complejidad, no se olvidó nunca de sus pacientes más humildes y menesterosos.

Ejerció la medicina como vivió: con sencillez, con espíritu profundamente solidario, con la exquisita caridad que solo pueden entregar quienes nacen para servir al más necesitado, para aliviar el dolor, para restaurar la salud, para salvar vidas, sin miramientos de ninguna especie. Es decir, un maestro de la medicina que palpitaba en el espíritu de un gran hombre, un maestro de la vida.

El año 1968 quedó grabado en la historia de Chile. El 28 de junio el doctor Kaplán con su equipo, en el Hospital Naval de Valparaíso, logró el primer trasplante de corazón que se hacía en el país y uno de los primeros en el mundo. La paciente, como ya se ha señalado, fue una joven de 24 años: María Elena Peñaloza, que alcanzó a vivir 133 días. Ese episodio y los que vinieron después lo elevaron a la categoría de ídolo popular, una denominación que pudiera parecer extraña y ajena en un hombre que ejerce en tan alto nivel la cirugía. "Ídolo popular", "maestro de cirujanos", "médico de los pobres".

El logro que obtuvo en ese primer trasplante de corazón fue fruto de su excelencia profesional, unida a su tesón, capacidad para superar las dificultades que se presentaban en el camino, en un país como Chile, que si hoy refleja carencias en el campo de la medicina, en 1968 estas todavía eran mucho mayores. Pese a ello, el doctor Kaplán salió adelante, entregando, desde su capacidad para hacer frente a las dificultades, una lección que permanece hasta hoy. He leído y oído que varios colegas suyos, de distintas partes del país, coinciden en que en la medicina chilena hoy hacen falta muchos Jorge Kaplán . Yo diría que en la vida del país hacen falta más personas, no solo médicos, como él.

Nació en Santiago el 27 de febrero de 1926. Se tituló de médico en la Universidad de Chile en 1951 y gran parte de su labor profesional la desarrolló en hospitales de la Quinta Región.

Siempre consideró a la medicina como parte de una labor social que debía realizar todo ser humano. Llevado por ese espíritu de servicio al bien común, fue elegido concejal de Viña del Mar en 1996, y cuatro años después, alcalde de la misma comuna, con más del 43 por ciento de los votos, representando al Partido Radical. Sin perjuicio de ese cargo, siguió ejerciendo la medicina con el sello propio del verdadero maestro y como presidente de la Comisión de Transplantes del Ministerio de Salud.

"Maestro" y "médico de los pobres". Me parece que estos deben de haber sido los títulos que más le gustaban a Jorge Kaplán , porque reflejan lo que fue su vida: sencilla. No hizo fortuna material. Dejó un departamento y un auto, pero en su espíritu acumuló un gigantesco capital, que entregó con generosidad. Hoy ese capital intangible constituye la gran lección y la gran herencia que nos legó a todos los chilenos. Esa es la impronta de este notable hombre, a quien no se le conocieron dobleces ni medias tintas. Era como lo conocimos y admiramos, como hoy lo sentimos y como lo seguiremos echando de menos.

Autor de innumerables publicaciones científicas, fue insigne su labor de divulgación de sus experiencias profesionales, que lo situaron entre los principales del mundo. Los altos niveles que alcanzó no le impedían seguir trabajando diez a doce horas diarias en los hospitales y en su consulta, atendiendo pacientes de todos los segmentos sociales, a quienes generalmente no les cobraba un solo peso.

"La medicina es una acción social", dijo en una de sus últimas entrevistas. Señaló también que la gente debe entender que es un deber social permitir que nuestros órganos, después de la muerte, sirvan para dar vida a pacientes que los necesitan. Se tiene que asumir esto como un acto de responsabilidad, que, por lo demás, es un legado póstumo altamente valorado por la sociedad.

Las palabras de Jorge Kaplán cobran hoy vigencia impresionante cuando a las personas les cuesta tanto decidirse a donar sus órganos para salvar una vida.

Su vocación, sin duda, fue la Medicina y el servicio a los demás. Pese al poco tiempo de que disponía, era un gran lector. Además, tocaba violín, y en su vida familiar se entregaba a sus cuatro hijos.

Para Milka , Marcela , Paulina y Rodrigo , sus queridos hijos, y sus cinco nietos; para todos sus seres queridos; para sus colegas que formaron equipo con Jorge Kaplán , nuestras más sentidas condolencias.

No solo ellos sienten que han perdido a un ser tan querido, sino también quienes fuimos sus amigos y la Quinta Región, a la cual él quiso mucho y a la que tanto lustre mundial le dio con su profesión.

Todo el país admiró y admira la labor de este gran hombre, maestro de la Medicina chilena e internacional. Partió en la madrugada del 14 de abril de este año, ¡pero sigue vivo en el recuerdo y en el corazón de miles de pacientes, que lo tienen desde hace tiempo en el cofre de sus hijos más destacados y queridos!

He dicho.

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