Labor Parlamentaria
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Antecedentes
- Cámara de Diputados
- Sesión Ordinaria N° 106
- Celebrada el 20 de noviembre de 2007
- Legislatura Ordinaria número 355
Índice
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El señor WALKER (Presidente).-
Tiene la palabra el diputado Alberto Cardemil.
El señor CARDEMIL (de pie).-
Señor Presidente , distinguida familia de don José Luis , estimado colega Eduardo Díaz Del Río:
En representación de las bancadas de diputados de la Alianza por Chile, me ha correspondido el alto honor de realizar este homenaje a don José Luis Del Río Rondanelli , y en representación muy especial del diputado Mario Bertolino , jefe de bancada de Renovación Nacional y diputado por La Serena , quien me dio a conocer su pesar por no poder estar presente en esta sesión, debido a que integra una representación oficial de la Cámara en el extranjero, e intervenir para dar cuenta a esta Sala del gran orgullo que representa para todos los serenenses la figura de don José Luis Del Río.
Hace 93 años, un 20 de noviembre, nacía en la ciudad de La Serena don José Luis Del Río Rondanelli , en el seno de una destacada y numerosa familia provinciana, de esas que tanto han aportado a Chile en valores de respeto, integración, solidaridad y amor al trabajo bien hecho, en la que, como un crisol, se forjó su temple y carácter, como asimismo, el sentimiento de profunda humanidad que siempre lo acompañó en su fructífera vida y lo caracterizó en la multiplicidad de actividades que desarrolló.
Recorrer la trayectoria de don José Luis es retrotraerse a un episodio profundo y relevante de la historia de Chile del siglo XX, que no ha dejado indiferente a nadie. Su generación recibió con pasión la mística de la Acción Católica, formada en los valores del viejo Partido Republicano, después Partido Conservador; tomó la vertiente social cristiana, con la influencia del padre Larson , de Monseñor Gómez Ugarte y de San Alberto Hurtado , quienes, con toda seguridad, deben haber inflamado el corazón de un joven y generoso estudiante y sembrado en él la semilla de lo que después sería un árbol frondoso de convicción y compromiso con los asuntos públicos.
Me gusta mucho la historia de Chile. Por tanto, me imagino aquel grupo selecto de jóvenes del año 1938, con los cuales uno puede o no estar de acuerdo, pero en los que ardía una idea de Chile y entre los que se encontraban tomando decisiones importantes muchos destacados chilenos que después marcarían el devenir de nuestro país, incluso presidentes de la República , senadores, altas personalidades del quehacer académico nacional. Como muchos de ellos, también don José Luis estudió en la Universidad Católica, y en 1939 se tituló como ingeniero civil. Su competencia y capacidad lo hacen merecedor de una beca de posgrado en Estados Unidos, hecho que hoy es bastante normal, pero excepcional en esa época, y que sin duda colaboró a su visión amplísima respecto del desarrollo de Chile y del rol que le cupo en ello a los empresarios.
Volcó sus conocimientos y capacidades no en lo menor, en lo pasajero, sino en las grandes y trascendentes obras que el país requería.
Esta mañana, muchos de nosotros -en la inconciencia del trabajo- nos desplazamos desde Santiago a este hemiciclo en poco más de una hora de viaje, y pocos habremos reparado en el enorme esfuerzo nacional -desde fines de La Colonia, durante el gobierno de don Ambrosio O´Higgins, y después, hasta hace pocos años, pasada la mitad del siglo XX- que se hizo por mejorar la conectividad -que ahora nos parece tan fácil- entre dos enormes polos urbanos, como lo son Santiago y Valparaíso. A la cabeza de esos esfuerzos y de los grandes proyectos de obras públicas de los años 60 estaba don José Luis Del Río . Su obra no sólo fue el túnel Lo Prado, sino el túnel Chacabuco y el camino internacional a Portillo.
La pasión por acometer desafíos no exentos de riesgo y pesares le acompañó en todas sus actividades y lo transmitió a todas sus empresas. Resulta una constante en él descubrir, analizar la inteligencia y sabiduría al escoger a sus colaboradores, los que le dieron mayor brillo a sus emprendimientos. Muchos de ellos se cuentan hoy entre los más selectos y capacitados profesionales chilenos. Me imagino que trabajar con don José Luis Del Río fue una verdadera escuela de perfeccionamiento profesional y humano.
Hoy, cuando la figura del empresario es tan vilipendiada y, muchas veces, se pretende hacer recaer sobre su figura la responsabilidad o el origen de los problemas que nos aquejan, la figura de José Luis del Río reivindica la abnegación y la creatividad de los hombres que asumen riesgos, organizan empresas, crean miles de puestos de trabajo y se comprometen con el destino de Chile, lo que ha resultado esencial para su desarrollo.
Con toda propiedad, en 1993, Icare lo distingue como el mejor empresario del año, y el edificio de la Escuela de Ingeniería de la Universidad Católica, en la cual estudió, lleva su nombre, algo que honraría a cualquier persona.
Su exitosa carrera profesional y empresarial corrió siempre a parejas con su interés y participación en múltiples iniciativas solidarias y de bien público, con ello dio un ejemplo de compromiso con esa actividad que nunca debe ser abandonada por los mejores, si no queremos que los países entren en una espiral de crisis.
Don José Luis no disoció en su vida ninguna de las numerosas cualidades que lo caracterizaban; siempre las llevó consigo y en cualquiera acción que desplegara se presentaba, y se nos representa hoy como un ser humano íntegro, como un profesional, un empresario, un amigo, un comprometido, una persona excepcional.
La Cámara de Diputados tiene la honorable tradición de homenajear a los mejores; a los chilenos destacados en el ámbito de la empresa, de la sociedad, del deporte, de la academia, de la política, y hace bien en mantener esta tradición porque las diferencias, que son ocasionales, pasan, pero los ejemplos de vida de las grandes personalidades como lo fue don José Luis del Río , siempre permanecerán.
He dicho.
-Aplausos en la Sala y en las tribunas.