Labor Parlamentaria
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Antecedentes
- Senado
- Sesión Ordinaria N° 52
- Celebrada el 12 de septiembre de 2006
- Legislatura Ordinaria número 354
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Intervención
CREACIÓN DE REGIÓN DE ARICA Y PARINACOTA Y DE PROVINCIA DEL TAMARUGAL EN REGIÓN DE TARAPACÁ
Autores
El señor
Señor Presidente , en primer término, quiero saludar a las autoridades regionales presentes en las tribunas, encabezadas por la señora Intendenta y por los señores Gobernadores.
Al iniciar estas palabras, rindo un homenaje a todos los ariqueños, especialmente a aquellos que no están y que iniciaron el proceso: me refiero a los señores Santiago Arata , Augusto Zubiri , Héctor Aguilera y Hugo Mozo , ya fallecidos. Y también a los actuales dirigentes que siguieron su lucha: a la ex Diputada señora Rosa González , a los Diputados señora Ximena Valcarce y señor Iván Paredes , al Alcalde señor Carlos Valcarce , a concejales y consejeros regionales, a representantes de la Corporación de Desarrollo de Arica y Parinacota, encabezados por los señores Raúl Castro y Luis Gutiérrez , a la CUT y a diversas organizaciones vecinales.
Señor Presidente , considero importante, cuando volvemos a discutir sobre la regionalización después de treinta años, iniciar el debate con la creación de la Región de Arica y Parinacota.
Esta parte de nuestro país merecía un tratamiento distinto, pues su componente geopolítico marca una diferencia esencial con otros territorios dentro de Chile.
La discusión acerca de la creación de esta nueva Región se da en un escenario en que ambas provincias se encuentran profundamente deterioradas y abandonadas, no obstante lo dicho anteriormente.
La población de Arica alcanza a los 189 mil habitantes. Entre los años 1952 y 1982, aumentó de 23 mil a 147 mil personas, con un índice de crecimiento de 6,2 por ciento. Sin embargo, a partir de 1982, este proceso se detuvo y, hasta el año 2002, dicha cifra sólo subió 1,1 por ciento.
La situación en Parinacota es aún peor, pues desde la década del cincuenta exhibe una tasa de crecimiento negativa en términos de población. Entre los años 1952 y 1982, ésta alcanza a menos 1,1 por ciento, y entre 1982 y 2002, a menos 1,8.
Pero eso no es todo, señor Presidente.
En materia de pobreza, la encuesta CASEN señala que el promedio nacional es de 18,7 por ciento. Sin embargo, Arica supera en diez puntos ese porcentaje y, en el caso de Parinacota, éste prácticamente se duplica.
Respecto de la capacidad exportadora de la Primera Región , es impactante observar las cifras. Tarapacá el año 2004 registró por Aduana 2.162 millones de dólares, pero Arica y Parinacota sólo aportaron 284 millones. Y lo mismo ocurre con la inversión extranjera, donde ambas provincias sólo representan el 0,6 por ciento del total de la Región.
En materia de desempleo, lo que sucede en Arica y Parinacota es patético. Deben de ser de las pocas ciudades en Chile que mantienen, en los últimos ocho años, sobre dos dígitos de cesantía permanente.
En síntesis, señor Presidente , estamos creando una Región con un alto desempleo, con una baja inversión, con una agudización de los niveles de pobreza, con una sostenida disminución de crecimiento poblacional.
Ésa es la cruda realidad que estamos enfrentando en Arica y Parinacota.
Señor Presidente , he querido hacer este análisis, en el que por cierto las cifras son negativas, para plantear con mucha rigurosidad y profundidad la siguiente interrogante: ¿Es lógico y razonable, desde el punto de vista geopolítico, mantener este grado de deterioro en una zona fronteriza inestable, donde las relaciones con los países vecinos pasan por altos y bajos y cuyas diferencias se mantienen hasta el día de hoy, como es el caso de la delimitación marítima con el Perú?
En mi opinión, no sólo no es lógico, sino que tengo la convicción de que estamos cometiendo un grave error como nación, para decirlo de una manera diplomática.
La mantención de los actuales niveles de pobreza, de deterioro, de cesantía, de frustración significa renunciar al ejercicio de la soberanía en todos sus componentes, no sólo en el territorial.
Es evidente que un territorio densamente poblado, con una actividad económica pujante, en sí mismo provoca un efecto disuasivo. Y se ha demostrado que es la manera más eficaz de ejercer la soberanía.
Basta analizar lo que ha ocurrido con Tacna. Casi dobla la población de Arica, con una actividad económica fuerte -en especial de carácter comercial-, en circunstancias de que hace tres décadas sucedía exactamente lo contrario. Y esto no se limita sólo a mi Región: lo mismo pasa entre Ushuaia y Puerto Williams.
Desde un punto de vista geopolítico, así lo entendió el Presidente Ibáñez en su minuto. Después de anexar Arica al territorio nacional, consciente de la necesidad de afianzar la unidad y la identidad, se adoptó una serie de medidas tendientes a fomentar la administración autónoma de dicha ciudad, lo que se tradujo en el Puerto Libre, en la Junta de Adelanto y en un Programa de Desarrollo Industrial. A raíz de estas iniciativas, aumentó la población en forma drástica y se creó un polo de desarrollo.
Desde esa época, señor Presidente, en Arica y Parinacota no ha existido una política de Estado.
Quiero ser profundamente autocrítico en esta materia. En 1975 se estimó que Arica era vulnerable. Se cumplían cien años de la Guerra del Pacífico y se decidió potenciar una zona más al sur -concretamente, Iquique -, lo que coincidió con la creación de la Región. Sin embargo -y ahí está el error del Gobierno de las Fuerzas Armadas-, una vez superada la hipótesis de conflicto, no se restablecieron las políticas de Estado en Arica y Parinacota.
Desde el ángulo geopolítico, es razonable potenciar otra zona en el norte. Y se logró con todos los resultados que hoy conocemos. Tengo la certeza de que se ha alcanzado un grado de desarrollo impensable hace treinta años. Sin embargo, no considero lógico que éste se logre a partir del deterioro de Arica y Parinacota. Ello termina produciendo conflictos intrarregionales.
Soy de la tesis de que, desde una perspectiva geopolítica, tanto Arica como Iquique son fundamentales para el país y de que una buena política de desarrollo debe contemplarlas a ambas, no a una en perjuicio de la otra.
Los Gobiernos de la Concertación tampoco han tenido éxito para abordar la cuestión territorial de Arica y Parinacota. Se han dictado dos Leyes Arica para revertir esta situación y no se han logrado los resultados esperados. Por el contrario, el problema se ha agudizado.
¿Qué crítica le formularía a la que yo llamo "tercera etapa"? Que, no obstante advertir las autoridades que las medidas no daban frutos, el Estado se ha quedado impertérrito, en una actitud tremendamente pasiva, sin efectuar un seguimiento y permitiendo así que la situación continúe deteriorándose.
Las Leyes Arica implicaron una serie de medidas reactivadoras. Sin embargo, por la vía administrativa, perdieron toda su eficacia. En la práctica, el Estado entregaba una serie de beneficios legales que después quitaba administrativamente. Al respecto, mencionaré algunos ejemplos, para que alguien más acucioso pueda revisarlos (en todo caso, están en el texto de esta presentación): la devolución del IVA al turista y lo relativo al valor agregado nacional, herramientas de grandes potencialidades consagradas en las Leyes Arica, que no pudieron aplicarse porque se establecieron sistemas administrativos muy engorrosos para ello.
Pero quiero ir más al fondo, señor Presidente , porque ése es el asunto que nos convoca hoy día.
Ciertamente, la situación geopolítica tiene un peso importante en la decisión que estamos tomando hoy y justifica plenamente que Arica y Parinacota, como zonas extremas, al igual que las otras del país, tengan un desarrollo inducido y cuenten con una estructura administrativa fuerte; es decir, con una nueva Región.
Es relevante plantear que esas dos provincias pueden operar, no sólo a través de un desarrollo inducido, sino también mediante el ejercicio de las capacidades propias. Tengo la certeza de que Arica y Parinacota pueden desarrollar grandes potencialidades si efectivamente el nivel central -pongo énfasis en ello- les entrega la oportunidad.
Uno de los grandes frenos para el surgimiento de las provincias de Arica y Parinacota han sido las limitaciones impuestas desde el nivel central. Un estudio riguroso permitirá concluir lo que voy a señalar a continuación: esa zona es una de las que tienen más restricciones de distinta naturaleza en el país.
Nombraré algunas.
¿No les llama la atención, señores Senadores, no les parece paradójico que Arica y Parinacota no posean gran minería, en circunstancias de que pocos kilómetros al sur, en la provincia de Iquique, y pocos al norte, en la misma franja, en el Perú, sí la hay? Sólo en esas dos provincias no existe. Allí se encuentran los grandes yacimientos: Cerro Colorado, Quebrada Blanca, Doña Inés de Collahuasi (en el lado chileno), y Cuajone, Toquepala , Cerro Verde (en el lado peruano). Es decir, sólo no hay gran minería en Arica y Parinacota.
Son dos las razones por las cuales ella no existe. En primer lugar, porque, como pocos lugares en Chile, ahí hay gran cantidad de terrenos militares, donde no se puede hacer exploración ni explotación. Éstos no han sido canjeados cuando se ha tratado de hacer frente a proyectos productivos.
En segundo término, porque se les ha impuesto un tremendo gravamen a esas provincias, en especial al altiplano. Concretamente, en el Parque Lauca, que tiene 358 mil hectáreas, se impide realizar todo tipo de actividades. Pero lo que resulta insólito es que parte importante de dicho lugar es privada, pues pertenece al mundo aimara, al cual nunca se le ha pagado un peso, a pesar de que no pueden disponer de ella.
Hubo un decreto -lo tengo en mi mano- que nunca fue firmado por el Presidente de la República respectivo, pero sí por sus Ministros, el cual permitía desafectar una parte de esa zona para poder desarrollar la gran minería. Ésas son las situaciones que se producen en el nivel central, cuyo costo tienen que pagar las referidas dos provincias.
Arica y Parinacota tienen un gran potencial agrícola. Para cultivar la tierra se requiere agua, la que en esas provincias sobra. Sin embargo, los pozos Altiplano y La Concordia no se pueden utilizar; además, no hemos sido capaces de construir los embalses de Chironta y Livilcar , que cuestan 60 millones de dólares -los dos-, en circunstancias de que a nivel regional se gastan miles de millones de dólares en infraestructura para seguir centralizando el país.
¡No ha sido posible hacer dos embalses que cuestan 60 millones de dólares, pese a que permitirían desarrollar la agricultura a gran escala!
¡Ése es el centralismo, señor Presidente!
Por consiguiente, el problema no es sólo el desarrollo inducido y la óptica geopolítica, sino también el centralismo.
Como me queda poco tiempo, quiero finalizar señalando que, como servidores públicos, representamos la fe pública. Y lo más sagrado que debe tener un servidor del Estado es el cumplimiento de la palabra empeñada. Esta palabra la empeñaron, en su época, Ricardo Lagos Escobar y Michelle Bachelet , como candidatos presidenciales. También lo hicieron Joaquín Lavín y Sebastián Piñera .
Estoy seguro de que la Cámara Alta responderá a ese mandato, señor Presidente.
En el caso del Senado, la Comisión de Gobierno, Descentralización y Regionalización -para dar una señal inequívoca de nuestro compromiso- se trasladó hasta Arica el 8 de junio de 2006, un día después del aniversario de la heroica gesta de la toma del Morro de Arica, y en el edificio de la Gobernación acordó en forma unánime la creación de esta Región.
Ahora, la Sala, en víspera de un nuevo aniversario patrio y en conjunto con el Estado de Chile, refrendará de manera definitiva esa decisión.
A partir de hoy, la Región de Arica y Parinacota podrá comenzar a soñar de nuevo su propio destino. Y quienes ejercemos la función pública -especialmente los que desempeñan labores de Gobierno-, tenemos la gran responsabilidad de hacerlo realidad.
He dicho.