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Homenaje
HOMENAJE A LA COMUNA DE COLINA.

Autores

El señor ESTÉVEZ ( Presidente ).-

De acuerdo con lo establecido por los Comités parlamentarios, a continuación corresponde rendir homenaje a Colina, con ocasión de cumplirse cien años de su fundación.

Contamos con la presencia de numerosos ciudadanos de esa comuna, de su alcalde, don Manuel Rojas; de los señores concejales, del señor gobernador y de los dirigentes sociales, a quienes agradezco su concurrencia a esta rama del Congreso Nacional.

Tiene la palabra el Diputado señor Melero.

El señor MELERO (de pie).-

Señor Presidente , la comuna de Colina cumple cien años de vida y es de toda justicia que nuestra Corporación exprese el reconocimiento que el país siente para con los habitantes presentes y pasados de una zona que ha sido parte fundamental del desarrollo de nuestra historia, de nuestra cultura y de nuestras tradiciones.

Por ello, sean mis primeras palabras para agradecer a todos los Comités que hayan respaldado mi solicitud para rendir hoy homenaje a la comuna de Colina y agradecer también la presencia de delegaciones que repletan las tribunas de la Corporación, encabezadas por el gobernador, el alcalde, concejales y representantes de todos los estamentos sociales, culturales, de las Fuerzas Armadas, de Carabineros, de Bomberos, del profesorado y de todas las organizaciones civiles. A todos ustedes, muchas gracias por su presencia.

-Aplausos.

La existencia de Chile como nación independiente recibió su primer toque de clarín la mañana en que el Ejército Libertador, comandado por los Generales O’Higgins y San Martín , descendió de la cordillera de los Andes para ganar en los faldeos de Chacabuco la libertad que el país anhelaba. Colina recibió a los vencedores y fue la puerta por la que cruzaron victoriosas en su entrada a Santiago las tropas del Ejército de Chile.

Desde entonces, en esta fértil campiña, rodeada de montañas, se desarrolló la cultura propia del hombre del centro agrícola de nuestro país. Las tradiciones enseñan que allí nació la costumbre de los huasos de hacer la procesión del Cuasimodo, expresión propia de la religiosidad popular mediante la cual se lleva la luz de la palabra de Dios a quienes están enfermos y no pueden llegar hasta los templos. No es raro, entonces, que en este medio de hombres y mujeres de trabajo, de alma pura y espíritu generoso, despertara la fe de nuestra primera Santa, Sor Teresa de Los Andes, cuya virtud despertó y se desarrolló bajo el cielo transparente y la imponencia de un paisaje a ratos agreste y a ratos generoso en la entrega de sus frutos. No me cabe duda que en los llanos de Colina el corazón de Sor Teresa escuchó muchas veces el llamado que Dios hace a sus elegidos a través de la magnificencia de su creación.

Si algún rasgo de las tierras de Colina puede destacarse con preeminencia a cualquier otro es la generosidad con que la naturaleza se ha prodigado en beneficio de quienes han vivido en ellas. La riqueza se recibe desde la tierra fértil para el trabajo agrícola y desde las profundidades de donde brotan las aguas termales que han sido alivio de enfermedades y dolores. Emocionante y gráfico resulta recordar lo escrito por María Graham el 2 de septiembre de 1822: “Hoy a las diez... emprendimos viaje a los baños de Colina, como a diez leguas, o un poco más, de la ciudad. Hasta las primeras tres leguas de Santiago, se sigue el camino de Mendoza, que atraviesa una áspera llanura interrumpida por una pequeña altura, llamada el Portezuelo, por la cual pasamos entre dos cerros a otra parte del llano; la parte próxima a la ciudad está cubierta de huertos, regada por el agua del Salto. Pasado el Portezuelo, llegamos a una vasta hacienda de los Izquierdo, donde se hacían los preparativos para el rodeo anual. Las haciendas ganaderas, parecidas a las tierras forestales de Inglaterra, son mucho más pintorescas que las otras, pero al mismo tiempo más agrestes y con menos apariencia de civilización. Seguimos por la falda de un elevado cerro que se desprende de los Andes en una extensión como de cuatro leguas, y entramos a una garganta de la montaña en que están situados los baños. Anuncian la proximidad de ellos anchos esteros, en parte secos actualmente, árboles altos, vigorosos y variados, y una vegetación más tupida...”.

Me he permitido repetir parte del relato costumbrista de la célebre escritora inglesa, que forma parte de su famosa obra “Diario de mi residencia en Chile”, porque describe con palabras de hermosura y claridad inigualables el paisaje que encontraba el visitante de comienzos del siglo XIX. Fue precisamente aquel paisaje idílico, digno de los versos de Garcilaso el que dio forma al alma y al carácter de los habitantes de la comuna de Colina.

La tradición cuenta que la nominación de Colina deriva del nombre del cacique Colín , que vivía y gobernaba las tierras de Chacabuco. Como en muchas otras latitudes de nuestra geografía, también aquí el aborigen dejó su huella y recuerdo de altivez, que cristalizó en su nombre, perpetuado en forma imperecedera en la zona que perteneció a su pueblo antes que a ningún otro ser humano.

En nuestra remembranza de homenaje a estas maravillosas tierras, no podemos olvidar la hacienda de Peldehue, ubicada en los faldeos de nuestra cordillera central. En sus orígenes, eminentemente ganadera, se cultivaba en ella la chacarería, pastos, talajes, viñas, plantaciones de nogales y olivos. Su primer dueño fue el agrimensor, maestre de campo, Gines de Lillo , con quien se iniciaba la historia de la hacienda a fines del siglo XVI. Posteriormente, la orden Dominicana la adquirió a comienzos del siglo XVIII, y sucesivos arrendamientos llevaron a que en 1943 un decreto supremo la expropiara y la entregara al Ejército de Chile. Desde entonces, la hacienda de Peldehue ha sido lugar de asentamiento de unidades militares y de entrenamiento para múltiples generaciones de futuros oficiales. En definitiva, las mismas tierras que recibieron victoriosas a nuestro Ejército Libertador, terminaron acogiendo a nuestros hombres de armas, que han hecho de Peldehue su cuna de formación.

La Fuerza Aérea de Chile también tiene su historia en Colina. Muchos se preguntarán por qué se eligió esta comuna para una base aérea. En primer lugar, por su cercanía con Santiago. Su terreno, además, es una gran planicie con microclimas; cuando hay neblina, despeja siempre como a las 10 de la mañana, y con Mendoza es un punto intermedio. Para Colina es importante la base aérea por la acción social que realiza en favor de la comunidad y por la formación de cadetes, paracaidistas y aviadores que protegen nuestra soberanía aérea.

El regimiento de la Escuela de Artillería Antiaérea llegó en 1956 a Colina y, siendo el único regimiento de la FACH, sus 40 años de vida entre nosotros nos llena de reconocimiento y orgullo. Batallas, destacamentos, fuerzas especiales, bases aéreas, dos cárceles, etcétera; la presencia del Ejército , de la Fuerza Aérea, de Carabineros, además del personal de Gendarmería constituyen, sin lugar a dudas, parte relevante de su pasado, presente y futuro.

En 1986, la Ilustre Municipalidad de Colina tuvo la notable idea de editar su antología. De sus páginas se desprenden hermosos testimonios que me he permitido relatar, como los de Mary Graham y Benjamín Vicuña Mackenna . Sin embargo, es en la entrevista muy particular, que en esta antología se efectúa a la señora Rosa Serrano de Ruiz-Tagle -hoy presente entre nosotros-, de donde salen muy hermosos cuentos y leyendas de esta tierra. La descripción que ella hace del antiguo edificio colonial que albergaba en sus inicios a la municipalidad; el relato de cómo se desenvolvía la vida en Colina en los años cuarenta, con su primer teléfono de tres números; el terremoto de 1965 que asoló esa zona, especialmente la localidad de Esmeralda; la generación de la actividad agrícola en sus numerosos fundos y parcelas, sin lugar a dudas constituyen relatos llenos de fidelidad y hermosura.

En la entrevista a la señora Rosa Serrano resaltan nombres de su pasado y presente. De su pasado, que hoy ennoblecen con leyendas numerosas calles de nuestra comuna, Rigoberto Fontt y Alberto Labarca . Localidades como Santa Marta de Liray, Santa Filomena , La Reina, Lo Arcaya , Chacabuco, Esmeralda , San Miguel , Chicureo , Los Ingleses, Las Canteras , Lo Pinto, El Algarrobal, Santa Isabel y Huay-Huay, por mencionar algunas, son localidades que, en sus relatos, junto con formar parte de la historia de Colina, son también parte de su tradición y cultura.

La historia y geografía de Colina darían para extenderse mucho más aún. Sin embargo, también es necesario traer en nuestras palabras el presente de esta querida comuna.

Luego de algunos años de aparente olvido por parte de los habitantes de la Región Metropolitana acerca de la belleza y paz que se encuentran al lado de la agitación y el bullicio del Gran Santiago, nuevamente, como ocurría en los tiempos de la Colonia, el habitante de la urbe vuelve sus ojos a estas tierras y, cada vez en mayor número, se desplaza a vivir a Colina, disfrutando de este entorno que hoy, aunque algo cambiado por el progreso y el paso del tiempo, aún se reconoce en las palabras cargadas de poesía con las que Mary Graham lo describía en 1822.

Los profundos cambios experimentados en Colina durante los últimos años se explican en lo fundamental por el crecimiento poblacional de la Región Metropolitana por sobre el crecimiento vegetativo, la expansión de los programas de subsidio habitacional, la buena y estable situación económica del país, la crisis de la rentabilidad de la agricultura, la descontaminación de las aguas para el regadío y el desarrollo de importantes inversiones inmobiliarias y mineras. Lo anterior ocurre en un contexto único en nuestra historia.

En efecto, nunca antes habían existido simultáneamente tantos terrenos disponibles y bien ubicados, tanta población con un problema de espacio y calidad de vida que resolver, un municipio abierto y con mucho ímpetu y voluntad para grandes realizaciones, grandes capitales públicos y privados dispuestos a ser invertidos en la comuna, profesionales formando sólidos y afiatados equipos de trabajo. Por último, todos de acuerdo en asumir el desarrollo de las áreas mencionadas con enorme energía y buena disposición. Tantas fortalezas no pueden restringirse sólo a una visión de corto plazo que se prepare para absorber un crecimiento vegetativo normal.

El mosaico de situaciones sociales y culturales que he descrito y que ofrecen en Colina es sin duda su principal fortaleza, siempre y cuando se enfoque desde una perspectiva que permita a futuro un desarrollo compensado y armónico. Las poblaciones de subsidios básicos son compatibles con los loteos agro-residenciales. El desarrollo industrial y minero no puede consolidarse reñido con el medio ambiente y la ecología. La agricultura tradicional debe paulatinamente abrir paso a una más tecnificada y rentable. Las cárceles no deben ser más un vecino indeseado, sino parte de un entorno que respeta el derecho a vivir en paz y en tranquilidad. Las nuevas carreteras que nos acercan a la frontera y al mar, deben ser el punto de encuentro y progreso.

No podemos proyectar adecuadamente tantas realidades si no lo hacemos en razón de una planificación que armonice la presión natural del mercado con las tradiciones, costumbres y realidades que Colina hoy ofrece. En eso consiste precisamente el desarrollo compensado. Saber recibir y proyectar las nuevas riquezas que nos llegan, para superar las pobrezas que hoy nos afligen. Colina no está ni debe estar condenada a administrar pobreza. Su desafío es saber armonizar tantas realidades distintas para ponerlas al servicio y bienestar de los antiguos y nuevos habitantes.

Señor Presidente , la historia de un lugar no es más que la vida de sus hombres y de las instituciones que éstos crean. El recuerdo de Colina es la evocación de la joven santa que a los 19 años ofreció su vida a Dios, del huaso que carga la imagen del Señor y protege al sacerdote que transmite su palabra en la verdadera fiesta de Cuasimodo, de la celebración chilena del rodeo, del espíritu emprendedor de las empresas inmobiliarias, industriales y mineras. En fin, de todo aquello que ha constituido el hombre y la mujer de nuestra tierra que, con esfuerzos, han vencido a la naturaleza y han dado forma y vida a una comuna en cuyo presente y futuro estoy cierto que se reconocerá la fortaleza del cacique, el heroísmo del soldado libertador, la pureza de la santidad, la generosidad del campesino y la nobleza que resume todos los pasajes de su historia.

¡Viva Colina por muchos años más!

He dicho.

-Aplausos.

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