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Homenaje
HOMENAJE EN MEMORIA DE TENIENTE DE CARABINEROS DON HERNÁN MERINO CORREA

Autores

El señor CORDERO.-

Señor Presidente, tengo el alto honor de rendir un sentido homenaje al héroe chileno del siglo XX y héroe de nuestra juventud, Teniente de Carabineros don Hernán Merino Correa.

El 6 de noviembre de 1965, en Laguna del Desierto, situada en la frontera chileno-argentina, el joven Teniente de Carabineros don Hernán Merino Correa ofrendó su vida, en un acto de protección de la soberanía nacional, la que había jurado defender. La historia de la muerte del joven policía antofagastino se convirtió en una leyenda viva en el corazón de todos los chilenos, especialmente de la juventud. A lo largo de todo el territorio nacional muchas ciudades, escuelas y calles lo recuerdan en bustos y placas de bronce que perpetúan su memoria.

De este infausto episodio ya han transcurrido 34 años y la fecha del 6 de noviembre se grabó profundamente en la conciencia nacional, despertando pasiones y sentimientos encontrados de ira e impotencia y formándose en torno de su memoria un gran movimiento de unidad.

Hernán Merino Correa , hijo del Capitán de Carabineros don Carlos Merino Charpentier y de doña Ana Correa de la Fuente, nació en Antofagasta el 17 de julio de 1936. Por imperativos de la profesión de su padre, Hernán realizó sus estudios básicos y humanísticos en Limache. En 1956, inspirado en su progenitor, se incorporó a la Escuela de Carabineros, egresando como Subteniente el 16 de diciembre de 1957.

Antes de ser trasladado a la frontera chileno-argentina, sirvió en diferentes unidades de la Prefectura General de Santiago y en la Tenencia Santa Bárbara de la Prefectura de Biobío, destacamento ubicado en los contrafuertes cordilleranos de Ralco, donde el joven oficial aprendió a querer y comprender a la etnia picunche. Trabó sincera amistad con el cacique de Callaqui.

El Senador que orgulloso rinde este merecido homenaje tuvo la suerte profesional de sustituir en el mando de la Tenencia Santa Bárbara a Hernán Merino Correa, de quien fue verdaderamente amigo. Allí, Hernán Merino fue enfermero, cura y profesor. Allí aprendió que los problemas de la gente se solucionan con trabajo e inteligentes resoluciones, que el ruidoso machitún no interfiere con la música del río y que el pino, la patagua y el trigo brotan de la tierra, porque el hombre interviene, porque el agua la fecunda y porque Dios la bendice.

Ascendió a Teniente en marzo de 1961 y al año siguiente fue destinado a la Prefectura de Aisén. En 1964 regresó a la Escuela de Carabineros para integrar el Segundo Curso de Perfeccionamiento de Tenientes, concluido el cual retornó a la Prefectura de Aisén como jefe de la Tenencia Cochrane.

Se encontraba en ese destacamento cuando el destino lo designó protagonista de los sucesos que acabaron con su vida terrenal.

El joven oficial de Carabineros no fue, como podría suponerse, una víctima de su temerario arrojo o de una precipitación propia de su juventud. Merino actuó en forma consciente, valerosa, reflexiva y profesional.

Si consideramos que Merino Correa era poco más que un niño cuando entregó su vida en aras de la patria, podemos valorar y dimensionar su decidida vocación profesional, su amor a los más altos principios que la institución representa y defiende, una personalidad definida que se refleja en muchos de los documentos de su hoja de vida, que hoy conforman un testimonio escrito de este hermoso pasado.

Tenía los auténticos valores de los héroes: audacia, arrogancia, temeridad; y él supo, en numerosos hechos, entregar muestras de su temple, sacrificio y amor por sus semejantes.

Dos anotaciones en su limpia hoja de vida dan fe de ello:

"6 de mayo de 1962. El Supremo Gobierno lo felicita por la forma abnegada, eficiente y destacada con que cumplió sus funciones a raíz del sismo que afectó a la zona sur el 22 de mayo de 1960, mientras se desempeñaba como jefe de la Tenencia Santa Bárbara en Bío Bío.".

Organizó a la población civil, envió a los heridos a la ciudad de Los Angeles, distribuyó la ayuda estatal y mantuvo el orden y la seguridad de las personas y bienes de la población.

"1º de agosto de 1963. Felicitación especial. El Supremo Gobierno, por medio de la entonces Zona de Inspección Austral y la orden del día Nº 7 de esa fecha, le otorga una felicitación especial por su esforzada labor desarrollada en la ubicación del avión FACH D.C. Nº 953, que sufrió un accidente en Cerro Pérez, provincia de Aisén, el día domingo 6 de junio de 1965.".

Entre la lluvia el viento y el barro, al Teniente Merino le corresponde, acompañado de algunos de sus carabineros y con pocos medios, concurrir al sitio del suceso, logrando salvar la vida de una persona.

La constancia en su hoja de vida dice: "El celo e iniciativa desplegada, no escatimando sacrificio alguno, le permitió ubicar y luego retirar del sitio del suceso al único sobreviviente, Guillerno Ayala , y los restos de los veinte tripulantes y pasajeros, cumpliendo con éxito la misión que se le había encomendado, actuación que prestigia a Carabineros, especialmente en este caso, que concitó el interés de toda la nación.".

Otro suceso que marca su recia personalidad lo rebelan las siguientes notas, escritas de su puño y letra cuando cabalgaba hacia Laguna del Desierto:

"Mensaje radial:

"Carabinero Soto o quien sea, trasládese de inmediato, en avión, señor Ernesto Hein a cancha.

"Ventisquero Chico, con resto carga queda en esa.

"Nota: Yo me responsabilizo por la orden".

En otra nota, enviada a su jefe directo, el Mayor Miguel Torres, desde Laguna del Desierto, cuando recién había instalado la avanzada, le señala:

"Mensaje radial:

"Mantendré la soberanía aunque me queme".

En estos testimonios escritos antes de su muerte, en el HÉROE CHILENO DEL SIGLO XX están presentes el valor, el coraje, la decisión y al absoluto desprecio por su propia existencia, traspasando los umbrales que separan la vida de la muerte y se transforma en un ser que no vacila en dar su existencia en defensa de sus principios.

Los griegos llamaban héroe a los grandes hombres divinizados y, también, al que se distinguía por sus acciones extraordinarias.

La tragedia de Laguna del Desierto comenzó poco antes de las 17, la hora fatal de los poetas, cuando los carabineros Julio Soto Jiménez y José Villagrán se hallaban buscando los caballos en la montaña. En esos instantes un niño dio aviso de la llegada de los gendarmes argentinos. El Mayor Miguel Torres, el Teniente Hernán Merino Correa , el Sargento segundo Miguel Manríquez Contreras y el Cabo Víctor Meza Durán no tuvieron tiempo de reaccionar y fueron rodeados por numerosos gendarmes armados. El Mayor Torres solicitó entrevistarse con el jefe de los agresores. Merino, quien se hallaba cerca de la choza, tomó su fusil y corrió hacia su superior, quien se encontraba desarmado, para defenderlo. En ese momento surgió el disparo fatal que le quitó la vida, seguido de ráfagas de ametralladoras y de armas automáticas que hirieron gravemente al Sargento Manríquez. Los carabineros fueron detenidos y conducidos a territorio trasandino, hasta la localidad de Río Gallegos, adonde también llegó el cadáver del joven oficial, quien ya había traspasado el umbral de la divinidad.

La sangre de Hernán Merino, es cierto, se derramó, pero no se perdió entre los bosques de tepas, ñires y coigües. La sangre de un héroe, y especialmente del nuestro, se halla presente y siempre lo estará, para gloria de Carabineros y de nuestra patria.

En la tribuna, señores Senadores, se encuentran los tres hermanos del Teniente Merino: don Carlos Merino Correa , la señora Cecilia Merino Correa y la señora Ana Merino Correa ; su cuñado y compañero de promoción, Teniente Coronel don Luis Cáceres Panozo ; sus sobrinos Mayor don Luis Merino Briceño y Mayor don Carlos Merino Briceño ; el Capitán don Marcelo Cáceres Merino y el Capitán don Hernán Merino Briceño. A todos ellos, nuestro afectuoso saludo, reconocimiento y gratitud.

La expuesta es una escueta reseña de la muerte del joven Teniente, quien solo, frente a 90 gendarmes armados, sin la menor alternativa de éxito, enfrentó su destino pasando a la inmortalidad.

La tragedia de Laguna del Desierto originó numerosas protestas diplomáticas y un profundo estudio de los antecedentes que motivaron la muerte del Teniente Merino. A ningún chileno de corazón bien puesto le cabe la menor duda de que Hernán enfrentó la muerte con el valor de los elegidos, seguro de que no contaba con la menor opción de salir con vida, fiel a su juramento de servicio y al cumplimiento de su deber como carabinero.

Laguna del Desierto inspiró poemas y canciones, y el joven Teniente Merino se convirtió en un héroe nacional, en un legítimo símbolo del amor a la patria y a los más altos valores de la condición humana. Por ello, fue condecorado en forma póstuma con el "Premio al Valor", la condecoración más preciada en Carabineros de Chile, y ascendido a General.

Ese reconocimiento inmediato refleja el dolor y el afecto que el Gobierno de la época mostró al resto de la comunidad internacional. En medio de la consternación por lo sucedido, envió a Río Gallegos al señor Subsecretario del Interior para traer a Chile los restos del joven oficial. Esa dolorosa tarea fue dispuesta por el Canciller de entonces, el ahora Senador señor Gabriel Valdés Subercaseaux , y cumplida en medio de un ambiente tenso, preocupante e inusual, y a entera satisfacción, por nuestro actual colega el Honorable señor Juan Hamilton Depassier. Carabineros de Chile siempre ha tenido una palabra de reconocimiento para tan difícil y bien cumplida misión en nombre de la patria.

Hace más de dos años, el 27 de abril de 1997, los restos del Teniente Hernán Merino Correa fueron trasladados desde el Cementerio General, donde reposaban en una sepultura familiar, a una cripta construida expresamente bajo el monumento a los mártires de Carabineros, donde descansan a perpetuidad, en la principal avenida de la Capital. La ceremonia del traslado contó con la presencia de Su Excelencia el Presidente de la República , de las más altas autoridades de Gobierno, de delegaciones de las Fuerzas Armadas y de la presencia de dos Generales y una compañía de cadetes de la Gendarmería trasandina. Éstos formaron junto a los alumnos de la Escuela de Carabineros y, con Chile como testigo, los argentinos, en esa actitud, reconocen la calidad y condición de héroe del Teniente Hernán Merino Correa.

La cripta, obra del distinguido escultor chileno Héctor Román Latorre y del Coronel de Carabineros en situación de retiro don Julio Escobar Quezada, quien se encuentra presente en la tribuna, fue realizada con dos materiales noble, el mármol y la piedra, creándose un conjunto austero y de recogimiento que invita a la meditación y la oración. Los restos del Teniente Merino descansan en una urna de madera de alerce tallada que se depositó en el interior de un sarcófago de piedra. A ambos costados se sitúan dos escudos ceremoniales con el símbolo de las carabinas cruzadas sobre una cruz de lapislázuli: el orden, la patria y la fe unidos. Montando guardia eterna de honor, la figura en piedra de dos oficiales con sus sables en descanso solemniza el conjunto. Las puertas de acceso exhiben un diseño que permite el paso de la luz y la visión a través de su símbolo: las carabinas cruzadas. En la parte sur, grabada a cincel sobre la piedra, se halla la siguiente leyenda:

"Teniente de Carabineros Hernán Merino Correa, caído heroicamente en Laguna del Desierto el 6 de noviembre de 1965, en defensa de nuestro territorio.

"La Patria agradecida.".

En uno de los muros, una placa de mármol dice:

"Esta cripta se construyó para honrar a perpetuidad la memoria del teniente de Carabineros Hernán Merino Correa, el héroe chileno del siglo XX, cuyos restos descansan aquí desde el 27 de abril de 1997.".

Allí se perpetúa la memoria de ese pequeño David , que se alzó contra Goliat, porque la dignidad, la altivez de la raza, el valor de nuestros hombres, el legado de los héroes, la defensa de nuestra soberanía se encuentran más allá de la propia existencia. Está vivo en la inmortalidad y en el corazón del pueblo chileno.

La historia siempre se ha referido a los hombres elegidos y los ubica junto a la gloria.

¡Gloria a Hernán Merino Correa , Teniente de Carabineros!

¡Gloria al héroe chileno del siglo XX!

¡Gloria al héroe de la juventud!

He dicho.

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