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  • Sesión Ordinaria N° 23
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  • Legislatura Extraordinaria número 332
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Intervención
CINCUENTENARIO DE OTORGAMIENTO DE PREMIO NOBEL A GABRIELA MISTRAL

Autores

El señor HORMAZÁBAL .-

Señor Presidente , quiero agradecer especialmente la oportunidad que se me ha dado de intervenir esta tarde en el Senado para recordar un hecho notable. Agradezco, por cierto, a quienes escribieron y difundieron el pensamiento de Gabriela. Más allá de la modestia de estas palabras, debo agradecer a quienes nos pusieron en contacto más directo y profundo con una mente tan lúcida y un alma tan plena.

El 10 de diciembre de 1945, hace ya cincuenta años, Gabriela Mistral recibía el Premio Nobel de Literatura. El momento era más especial que nunca. Recién terminaba la horrible guerra que desangró a buena parte del mundo.

Suecia había sido invadida, y por ello se abrió un paréntesis en la concesión de tan preciada distinción, que abarcó de 1940 a 1944.

En 1945, por consiguiente, se otorgaron simultáneamente el Premio de 1944, al novelista danés Johannes V. Jensen, y el de aquel año, a nuestra poetisa.

Culminaba con éxito un largo proceso, en el cual participaron miembros del Gobierno, del Parlamento, de la diplomacia y de la cultura, tanto de Chile como de otros países amigos, sin fronteras políticas ni geográficas.

La iniciativa surgió en Ecuador en 1939. El Gobierno de don Pedro Aguirre Cerda la acoge con agrado y la impulsa. Ordena traducir las obras de Gabriela y editarlas de manera completa. Se busca, según cuenta el ex Senador don Gabriel González Videla , a un hombre de lujo para prologarlas. Y encuentran para ello a un espíritu fino, presentado incluso por su patria como postulante a un premio de la misma envergadura que el Nobel: Paul Valéry .

Sin embargo, la poetisa no quería que se la postulara ni que un espíritu tan fino como el del intelectual francés prologara su obra. Ella decía que tenía por él "la más cabal y subida admiración en cuanto a su capacidad intelectual y a una fineza tan extremada que quizás nadie posea en Europa, es decir, en el mundo.". Y agregaba más adelante: "Las razas existen y, además de eso, hay los temperamentos opuestos. Yo soy una primitiva, una hija del país de ayer, una mestiza y cien cosas más que están al margen de Paul Valéry .".

Gabriela Mistral no aceptaba el prólogo que el poeta francés había escrito. No lo aceptaba por honradez; no juzgaba ni le importaban los elogios sobre ella. Sólo señalaba que Valéry no hablaba bien el español, por lo que no conocía adecuadamente la creación de que era autora. Y esa demostración de sencillez fue reconocida por quien, habiendo sido traductor de sus obras, tuvo también el honor de prologarlas.

El éxito coronó la gestión y ello permitió que hace 50 años una mujer chilena, hija de un profesor rural y de una campesina, escuchara decir, ante la realeza de la tradición y del intelecto, que era "un símbolo del idealismo del mundo latinoamericano".

Con la sencillez que la caracterizaba, Gabriela Mistral, nacida Lucila Godoy Alcayaga en el hermoso valle del Elqui, respondía:

"Hoy Suecia se vuelve hacia la lejana América ibera para honrarla en uno de los muchos trabajadores de su cultura.".

Reconociéndose "hija de la Democracia Chilena", afirmaba:

"Por una venturanza que me sobrepasa, soy en este momento la voz directa de los poetas de mi raza y la indirecta de las muy nobles lenguas española y portuguesa.".

Finalizó su discurso expresando: "Chile guardará la generosidad vuestra entre sus memorias más puras.".

Al leer la prensa del domingo recién pasado, 10 de diciembre, poco o casi nada se dice del hecho que rememoramos. Salvo el diario "La Época", casi nada.

"El Mercurio", donde trabajó cerca de 28 años, dedicaba el cuerpo de Artes y Letras a Cioran, filósofo rumano fallecido en junio de este año; al gran pintor chileno Samy Benmayor, y a Jean Daniel , pensador francés y director de "Le Nouvel Observateur", entre otros interesantes artículos.

En su sección "Hace 50 años", cinco noticias, entre ellas un accidente de tránsito del general Patton .

En la crónica de Enrique Lafourcade, se destinaban dos tercios al impuesto al valor agregado a los libros, en Argentina y en Chile, y un tercio, a un hermoso aporte al conocimiento de Gabriela, "Por la Tierra en Flor", publicado en 1990 por Editorial Alcohuaz; pero ninguna mención al premio universal.

En "La Época", un artículo de Fernando Alegría acerca de "Tala" sirve para homenajear a la Premio Nobel.

En Vicuña, Paihuano y Santiago, entre otros lugares, se realizan diversos actos recordatorios.

¿Por qué nos permitimos traerla a la memoria hoy, en el Senado?

¿Porque sabemos lo mucho que se la tiene presente en su valle del Elqui natal y en los hermanos valles del Limarí y del Choapa?

Sí. Por eso. Pero no sólo por eso.

Puede haber muchas más razones, pero, quizás, la principal es que éste es tiempo de adviento, es tiempo de espera.

¿Qué está por llegar?

¿Un Viejo de Pascua que vive en el otro hemisferio y que nos regalará las mil y una diferencias que la injusticia social y el consumismo nos deparan?

¿O el mensaje de amor, solidaridad y esperanza que nos trajo Aquel que nació en un pesebre y que, luego de difundirlo, fue crucificado; que al tercer día resucitó de entre los muertos, y que hoy nos contempla sentado a la diestra de Dios Padre?

Tal vez sea oportuno reflexionar con relación a lo que Lafourcade, en su crónica del domingo pasado, titulaba "La cultura, lo más impalpable... pero lo más decisivo".

Como bien recuerda Gabriel Valdés , en un hermoso artículo, la cultura es el conjunto de conocimientos y valores que no es objeto de ninguna enseñanza específica y que, sin embargo, todos los miembros de una comunidad conocen.

"La cultura comprende la totalidad de la vida, el conjunto de valores que la animan y de desvalores que la debilitan.".

"La cultura, entendida como vida y conciencia de un pueblo, al decir de Juan Pablo II .".

"La cultura", decía Gabriela en 1939, "es la que aumenta la entraña del alma, que nazca desde las raíces mismas del ser, y que desde ellas riegue lo corporal y lo invisible y ennoblezca nuestros institutos, que hace germinar un humanismo cristiano de América, en el cual Grecia sea bautizada más de verdad que en el Renacimiento.".

Ella no creía que la cultura se agotara en la mera formación intelectual-utilitaria "que distribuya a los jóvenes profesiones y oficios que los ponga a hacer ciudades opulentas, que les cree un repertorio de placeres nobles o mediocres y que les deje el alma bárbara o vacía, endurecida o vacante, al lado de su categoría mental o de su pericia manual.".

Gabriela declaraba que después de años de duda había anclado en el catolicismo.

"Devoraba yo el budismo a grandes sorbos;" decía, "lo aspiraba con la misma avidez que el viento en mi montaña andina de esos años.". Y continuaba: "pero al regresar después de semanas de dieta budista a mi vieja Biblia de tapas resobadas, yo tenía que reconocer que en ella estaba, no más que en ella, el suelo seguro de mis pies de mujer.".

El 24 de diciembre de 1945, a pocos días de haber recibido el estupendo galardón, declaraba en Estocolmo a la Agencia France Presse:

"Fue Jacques Maritain el que ejerció sobre mí especialmente una gran influencia por el sentido que él da al cristianismo. Fui budista durante 20 años, pero retomé el catolicismo por los libros de Bergson y, sobre todo, por Maritain .".

Su maestro había dicho a sus discípulos: "La tarea intelectual del católico es una tarea difícil, tan difícil como importante. Como hombre está en el tiempo y sometido a todas las vicisitudes del devenir; como miembro del Cuerpo Místico de Cristo, está ligado a la eternidad; su vida más intrínseca se arraiga allá donde no se encuentra ni mutación ni sombra de vicisitud; su inteligencia está fija en la verdad primera; la fidelidad a ésta es el fundamento de toda gracia en él y el primer beneficio, que toda criatura espera de él. Esta especie de mediación entre el tiempo y lo eterno es a la vez para la inteligencia una cruz dolorosa y una especie de misión redentora. Debe pensar a cada instante, bajo la luz de la eternidad, el mundo que pasa y cambia.".

Gabriela y Maritain consolidaron una hermosa relación de maestro a discípula.

Gabriela fue muy activa promotora y defensora de diversas causas. El voto femenino era exigido por ella en las columnas de "El Mercurio", en 1928. Cuando prologaba un libro a Eduardo Frei Montalva , de quien era gran amiga, le decía: "Falta en su libro la visión de esta mujer que tiene capacidad para decidir sobre su destino". A su gran amigo el Presidente Pedro Aguirre Cerda también le reclamaba que los políticos chilenos no le dieran a la mujer la importancia que tenía. Pero su activa participación no la hizo llegar a la militancia en partido alguno. Decía: "Soy el fenómeno de una mujer sin partido político.".

Tuvo amistades muy sólidas con Pedro Aguirre Cerda , Eduardo Frei Montalva y Radomiro Tomic Romero , de quien fue comadre, ya que se convirtió en madrina de Gabriel, hijo de Olaya y Radomiro , demostrando un cariño que por largos años había desarrollado con los padres de Olaya Errázuriz de Tomic.

Son hermosas sus palabras celebrando la incorporación de Arturo Alessandri Palma a la Academia Chilena de la Lengua , el 6 de diciembre de 1935, donde fue recibido por el ex Director de "El Mercurio" Carlos Silva Vildósola, a quien ella llamaba "maestro del periodismo americano".

Pero tenía su buen genio y su mal genio.

Y, para ella, el conservador y el comunista eran, lisa y llanamente, "ciudadanos chilenos". Su actitud de respeto no debilitaba su visión crítica hacia ambos extremos de la política.

Recordaba a su maestro: el católico debe "pensar a cada instante, bajo la luz de la eternidad, el mundo que pasa y cambia.".

Hablando de las mujeres de América, decía que sabían "que la paz de los pueblos no es un bien que dora a los otros bienes como hace la luz con los otros cuerpos, sino que es la condición virtual de cualquier grado de progreso, modesto o espléndido, que los pueblos busquen. La mujer nuestra sabe que la solución pacífica de los conflictos nacionales es una jornada que cuenta mucho más en el destino americano que cualquier logro económico y ventaja política. Porque la paz se vuelve la manifestación más evidente de eso que llamamos una "cultura", y sólo cuando los pueblos la viven largamente, hasta que ella se les torna un hábito a secas, o sea el blando resbalar de la costumbre, sólo entonces, las demás expresiones de cultura arriban, naturalmente, como sobreviene el día y gira el ruedo de las estaciones.".

"Creemos todavía", decía en La Habana, en enero de 1939, "en las fórmulas cristianas como válidas, frescas e intactas para un vivir terrestre.".

"Creemos que un "nuevo humanismo", especiado de agudas especies jesu-cristianas porque, en cuanto a cultura, no seremos capaces de realizar cosa mayor de lo que trajo Grecia y en cuanto a inspiración sobrenatural, estamos ciertos también de que el cristianismo no ha sido alcanzado por sus competidores ni será sobrepasado en su perfección ciega como el sol.

"Pero nosotras, mujeres de una América" -decía de esta América- "a medio poblar, de este continente a media jornada, repudiamos todo programa que no consulte una corrección corajuda de la miseria que mancha nuestro suelo. Necesitamos ver que el campo americano sale del abandono en que ha vivido y es incorporado a la cultura de las ciudades. Deseamos que el propio bienestar no nos avergüence al subir el sol cada mañana, por existir lado a lado con la desesperación de las masas.

"Todo esto queremos las mujeres de América," -señalaba- "lo mismo las tradicionalistas, entre las que me cuento, que las revolucionarias, lo mismo la roja que la blanca o que la fluctuante, que no acierta aún con lo que desea, lo mismo la creyente que la atea.

"Y siendo madres y hermanas del hombre, que al igual del fruto bronceado a la intemperie, no maduró nunca sin libertad y no tiene honra sin ella, pedimos clima de libertad y sal de libertad para este mundo. Y hacemos este alegato empecinado de la libertad, porque antes de que ningún jacobinismo la pregonase nuestra fe nos enseñó un concepto cargado de terrible misterio: el de que Dios creó al hombre libre y le regaló la virtud tremenda de escoger, fiándose a sus potencias después de dárselas divinas. Y de esta ley, que es el punto de arranque del cristianismo, de este pacto entre Dios y el hombre, no podemos salir sin satirizarnos o sin volvernos pavesa de muerte o polvo de humillación infinita."

Gabriela Mistral fue una persona muy especial. De partida, nació dos veces: la primera, como Lucila Godoy Alcayaga , en Vicuña, Región de Coquimbo, el 7 de abril de l889; la segunda, en Santiago, un 12 de diciembre, como hoy, pero de 1914, cuando se devela que la ganadora de los juegos florales de ese año se llama Gabriela Mistral, nombre de arcángel y apellido de viento, que provenían de dos poetas que ella admiraba, que le permitieron cubrir su timidez de Lucila y mostraban en todo su esplendor el amor, la pena y la pasión de una veintiañera que había perdido también el amor del joven que quería.

Quizás un tercer nacimiento se produjo en Italia, en Santa Margarita, en donde, siguiendo el ejemplo del santo poeta de Asís, ingresa a la Tercera Orden Franciscana, cuyo hábito la acompaña al inicio de su sueño mortal.

Gabriela fue una niña humilde, como tantos niños de ayer y de hoy; conoció el amor por su padre y la ausencia física de éste. El sufrimiento de su madre y el de tantas otras ella lo empapa en una de sus obras:

"Los ojos de mi madre, la boca de mi madre, se llenó de salmuera, la tarde sollozante que miraron irse por la senda a mi padre, sin que volviera, para mirarme, su semblante."

Tuvo en su vida agudos dolores que la destrozaron, pero revivió con su poesía.

Gabriela fue maestra, diplomática, periodista, hija, madre adoptiva, hermana, comadre, discípula y guía espiritual y política. Incluso tenía un don profético, a lo menos respecto del futuro político de Pedro Aguirre Cerda y de Eduardo Frei Montalva , a quienes pronosticaba que serían -como efectivamente ocurrió- Presidentes de Chile.

En el Chile de hoy su palabra puede orientar en la cultura; en el estímulo a la labor intelectual; para acentuar nuestra vocación de trabajo, a fin de poner término a la miseria; para fortalecer el respeto y la paz.

Con cuánta razón don Bernardino Piñera , ese hombre de Dios, nos dice:

"La mirada de los poetas es doblemente penetrante. Perfora el espacio y atraviesa el tiempo. Los poetas ven lo que nosotros no vemos y nos conocen mejor que lo que nosotros mismos nos conocemos.

"Ven las raíces como ven las ramas o las flores y se mueven en el futuro como si fuera un pasado cercano.".

En momentos como los actuales, se necesita un rol más activo de los escritores y poetas. Los pasos dados para promover la cultura son insuficientes, sin duda. Deseamos hacer más en el Senado, pero que nos ayuden. Y aun cuando muchas de sus críticas nos duelan, no queremos dejar de colaborar. Insisto, sin embargo, que nos aporten su agudeza, su visión y creatividad.

En su residencia terrena de Montegrande se lee la frase: "El artista es a su pueblo lo que el alma para el cuerpo.".

Estoy seguro, y creo interpretar a la totalidad del Senado, de que en esta Corporación queremos mantener unidas ambas cosas. Y allí están, precisamente, iniciativas como las de la semana pasada de nuestro Presidente , u otras que surgirán en este quehacer, porque sabemos que un pueblo que no tiene valores es un pueblo condenado a desaparecer.

¿Será, quizás, el dolor lo que nos hace fuertes? Alone escribió: "No cantan los poetas como quieren, cuando quieren, ni aun siquiera lo que ellos mismos quieren.

"El dolor constituye para muchos un imperativo: cala más hondo que el placer y resulta más fácil pintarlo. La alegría empareja los rostros: el sufrimiento graba en ellos la huella del carácter.

"Es que a la Humanidad le interesa vitalmente sufrir, haber pecado y ser culpable. Sólo así se puede esperar, con la penitencia, el perdón y salvarse.".

Honorable Senado, en una de sus obras, denominada "Acción de Gracias", Gabriela se dirige al Creador:

"Gracias, Señor, por el día que asoma

Gracias, Señor, por la ruta que hicimos

Gracias por cuanto regresa devuelto

al oído del hombre y de la bestia,

y por la risa de los pescadores

que van guiñando a la ola y la pesca

y a la mujer que en umbral espera

con el vaso de leche y con el beso.

Gracias te doy por el tordo vehemente

que canta y canta en la higuera escogida

el alba en cuanto sabe que es la primavera,

y al crepúsculo allá en mi Valle que me ama y espera

y adonde he de volver porque él es mío

y suya soy, y lo sueño y lo vivo

así despierta y lo mismo dormida.".

Poco antes de morir, la visitó su amigo Jacques Maritain . En el "hasta pronto" amistoso de 1957, quizás, los dos recordaron los versos de "Éxtasis":

"Cristo, bájame los párpados

pon en la boca escarcha

que están de sobra ya todas las horas

y fueron dichas todas las palabras.".

Hoy, en ese Valle de Elqui, sus restos reposan esperando el momento de la resurrección.

En las bellas palabras de Esther de Cáceres "el aire fino de Elqui ha desatado sus nudos de llanto y ha apaciguado las sienes ansiosas y la ha puesto ante las maravillas de la tierra y del cielo" a las que ella con todo amor cantaba.

Mientras ella está muda y quieta, su prosa, sus versos y sus sentimientos van por el mundo cantando los secretos de aquella alma entregada y fiel.

He dicho.

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