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  • Sesión Ordinaria N° 23
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Intervención
CINCUENTENARIO DE OTORGAMIENTO DE PREMIO NOBEL A GABRIELA MISTRAL

Autores

El señor MUÑOZ BARRA.-

Señor Presidente , desde estas bancadas queremos también sumarnos al homenaje en memoria de esta mujer maravillosa, que nació en un hogar humilde, enraizado en las comunidades pobres del norte de Chile, donde dicen que el sol pone un tinte oscuro en la piel.

Como lo señaló brillantemente un Senador, fue hija de un profesor primario y de una mujer modesta, Petronila Alcayaga . ¿Quién fue su padre? Un poeta, bohemio y hombre instruido, curiosamente cesante cuando nació Gabriela. Él escribió los siguientes versos -que yo recuerdo esta tarde- a su hija:

"Oh dulce Lucila

que en días amargos

piadosos los cielos

te hicieron nacer,

quizás te preparan

para tí, hija mía,

el bien que a tus padres

no quisieron ceder".

Amor y amargura expresan estos versos, aunque también esperanza en un futuro que él no conocería. Algunos años después del nacimiento de Gabriela, don Jerónimo abandona a su familia, dejando como recuerdo un huerto donde plantara árboles y flores para su pequeña hija y una fuente para que ésta la disfrutara. Sin embargo, ésa no fue toda su herencia; don Jerónimo dejó en su casa manuscritos que contenían su poesía, los que años más tarde, siendo aún niña, fueron leídos por Gabriela, recibiendo de ellos su primera influencia poética.

No podemos cambiar la verdad de la historia: fue pobre la infancia de Gabriela, y también dramática, por algunos hechos que tuvo que vivir, los cuales nos pueden enseñar hacia el futuro. A los 9 años, la directora de la escuela donde estudiaba la acusó injustamente de un hecho que ella no había realizado. Pero eso no fue todo: también informó que Lucila Godoy era débil mental, y la devolvió a su casa.

De regreso a su hogar, la niña Lucila empleó su tiempo en reflexionar y en leer, entre otros escritos, la poesía de su padre, la que nunca fue publicada. La niña se negó a dedicarse a las tareas domésticas, recomendadas por la directora de la escuela que la condenó como débil mental. Este periodo de la vida de Gabriela fue fundamental, ya que le significó enfrentarse a una crisis profunda, la que superó con fuerza de voluntad ejemplar. Enriquecida espiritualmente, maduró cincelando rasgos de su personalidad que la moldearon de manera definitiva en la tenacidad por superarse y por vencer la adversidad, para demostrar los valores que, estaba segura, poseía con creces.

En aquel periodo, además del cariño materno, fue fundamental la ayuda de su hermanastra Emelina Molina Alcayaga , quien, además, la educó, inculcándole la vocación de maestra. Si de su padre recibió la influencia poética, su hermana forjó su vocación de educadora, y su madre le heredó la sencillez y generosidad de las que hizo gala durante su vida.

A los 15 años (en 1904), Gabriela fue contratada como maestra ayudante en la Escuela de la Compañía, donde dio clases diurnas a los niños y nocturnas a los obreros.

Otro episodio desafortunado le correspondió vivir cuando tenía 16 años, al intentar ingresar a la Escuela Normal de La Serena . Su ingreso fue rechazado, porque el capellán de la Escuela, el presbítero Manuel Ignacio Munizaga , exigió no aceptarla por ser "un elemento perturbador a causa de sus ideas un tanto paganas", según relata Virgilio Figueroa en su obra "La Divina Gabriela".

A raíz de este incidente, la joven Gabriela quedó impedida de cursar estudios humanísticos y de recibirse formalmente de profesora. Sin embargo, nuevamente su fuerza de voluntad la llevó a sobreponerse. Con gran disciplina estudió como autodidacta lo que la educación formal se negó a darle en las aulas. Al mismo tiempo, su alma se fue nutriendo ante la experiencia de la injusticia y de la crueldad humana.

En 1909, un nuevo golpe, más brutal que los anteriores, la afectó hondamente. Romelio Ureta , de quien estaba enamorada, se suicidó por un asunto de dinero: "Ese amor y la herida que causó su muerte pueden considerarse el germen de todo lo demás, incluso el Premio Nobel", escribió el crítico Alone. En efecto, el dolor la llevó a escribir los "Sonetos de la Muerte", que le significaron ganar el primer premio en los Juegos Florales de 1914, celebrados en Santiago bajo el auspicio del Presidente de la República don Ramón Barros Luco . Ante la ausencia de Gabriela, Víctor Domingo Silva declamó los versos, que fueron ovacionados por el público. Alone nos relata aquel acontecimiento, ocurrido el 22 de diciembre de ese año, de la siguiente manera:

"Pero en el escenario faltaba la que había obtenido máxima recompensa, y otro hubo de leer, en lugar suyo, la composición premiada, unos "Sonetos de la Muerte", de corte audaz, con expresiones de un vigor tremendo e imágenes revolucionarias. A través de ellos pasaba la tragedia de un suicida. Susurrábase el nombre de la autora, joven maestra, de condición tan humilde, que no osó presentarse ante el auditorio ni afrontar las miradas del público. Díjose que había presenciado su triunfo desde las galerías populares"...

Antes de obtener el primer premio en los Juegos Florales, Gabriela Mistral hizo "cursos rápidos" con gran perseverancia, y rindió exámenes que le posibilitaron regularizar su situación en el magisterio, "aunque siempre le enrostrarán su falta de estudios normales y de títulos", como dijo el crítico Alone .

Pedro Aguirre Cerda y su esposa doña Juanita fueron sus amigos. Don Pedro , siendo Ministro de Justicia e Instrucción Pública , la nombró, en 1918, Directora del Liceo de Niñas de Punta Arenas , en reconocimiento a sus méritos. Anteriormente, la poetisa había ejercido la docencia en La Serena, en Barrancas, y en el Liceo de Niñas de Los Andes. En 1921 fue designada Directora del Liceo de Niñas de Temuco , ciudad donde la conoció Pablo Neruda , quien la recuerda "alta, vestida de color arena". En "Confieso que he Vivido", escribe de Gabriela:

"Yo la miraba pasar por las calles de mi pueblo con sus ropones talares, y le tenía miedo. Pero cuando me llevaron a visitarla, la encontré buenamoza. En su rostro tostado en que la sangre india predominaba como en un bello cántaro araucano, sus dientes blanquísimos se mostraban en una sonrisa plena y generosa que iluminaba la habitación.".

Neruda recuerda que en aquella época Gabriela le dio a conocer los grandes novelistas rusos. Posteriormente, don Pedro Aguirre Cerda la hizo designar Directora del Liceo de Niñas Nº 6 de Santiago .

Conocemos la obra poética de Gabriela Mistral , pero su extensa y variada prosa no ha sido recogida. Nuestra insigne poetisa escribió en numerosas revistas y diarios nacionales y extranjeros, y mantuvo correspondencia con importantes personalidades como Amado Nervo, José Vasconcelos , Stefan Zweig y Joaquín García Monge . Ninguno de los acontecimientos que marcaron su época escapó a su preocupación, y siempre tomó partido frente a ellos.

Gabriela ejerció la docencia más allá de los límites de Chile. En 1922 viajó a México invitada por José Vasconcelos , Ministro de Educación de ese país, quien le profesaba gran admiración, para colaborar en la reforma educacional. Ese mismo año se publicó en Estados Unidos su primer libro, titulado "Desolación", el cual dedicó a don Pedro Aguirre Cerda . Le siguieron, en vida de la autora, "Ternura", "Tala" y "Lagar". En 1958 se editó su libro "Recados contando a Chile".

En 1932 Gabriela Mistral fue incorporada al Cuerpo Consular de Chile. Y en 1935, por sus incuestionables méritos, se la designó cónsul vitalicio, calidad en la cual cumplió un destacado papel en países de América y Europa.

En su juventud, Gabriela Mistral escribió versos que todos hemos aprendido:

"Todas íbamos a ser reinas,

de cuatro reinos sobre el mar;".

Efectivamente, en 1945 le fue conferido el Premio Nobel de Literatura, que pareció ser el reino al cual aspiraba. Hasta ese año sólo dos poetas de habla castellana lo habían recibido: José de Etchegaray, en 1904, y Jacinto Benavente , en 1922. Chile y el mundo celebraron su merecido triunfo: "Acaso la Academia Sueca quiso en este tiempo de terrible y decisiva prueba para los literatos y artistas, consagrar esta fidelidad de vida y obra en que poesía y verdad se dan la mano y se nutren de las mismas esencias.".

Hugo Montes escribió: "Ella como Antonio Machado , supo situarse más allá de cualquier moda literaria, en un venero directamente clásico, de eternidad.".

La influencia de Gabriela fue benéfica. Fue incansable luchadora por la justicia y por la paz; se preocupó permanentemente de ayudar a mejorar las condiciones de vida de sus semejantes y dignificar al ser humano. Fue la poetisa del dolor y de la ternura, expresados con inigualable belleza. Por ello, sus versos adquirieron dimensión universal.

En 1951, Chile, tardíamente, reconoció sus méritos otorgándole el Premio Nacional de Literatura . ¿Qué podía aportar este galardón a quien ya estaba en la cumbre de las letras universales?

Esta mujer chilena que "de pequeña era retraída y solitaria, jugaba sola y conversaba con las flores del huerto formado por su padre" -según nos relata su media hermana-; y que siendo grande enseñó grandeza y dignidad a quienes la escucharon, murió el 10 de enero de 1957.

Gabriela Mistral dispuso en su testamento: "todos los dineros que se me deban o que provengan de la venta de mis obras literarias en la América del Sur se los lego a los niños pobres del pueblo de Montegrande, Valle de Elqui, Chile". Y a los niños pobres de Montegrande también legó "Cualesquier mueble o inmueble que yo tenga en La Serena", todo ello bajo la administración de la Orden de San Francisco. La poetisa agregó en ese documento: "Es mi voluntad que mi cuerpo sea enterrado en mi amado pueblo de Montegrande, Valle de Elqui, Chile.".

Finalmente, digamos con Pablo Neruda :

"Llegas Gabriela, amada hija de estos yuyos, de estas piedras, de este viento gigante. Todos te recibimos con alegría. Nadie olvidará tus cantos a los espinos, a las nieves de Chile. Eres chilena. Perteneces al pueblo. Nadie olvidará tus estrofas a los pies descalzos de nuestros niños.". "Eres una conmovedora partidaria de la paz. Por ésas, y por otras razones, te amamos.".

He dicho.

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