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Antecedentes
  • Senado
  • Sesión Ordinaria N° 7
  • Celebrada el
  • Legislatura Ordinaria número 333
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Intervención
PETICIONES DE OFICIOS

Autores
CONDENA DE ABORTO DE NACIMIENTO PARCIAL POR PARTE DE CONGRESO NORTEAMERICANO

El señor OTERO .-

Señor Presidente, días atrás presenté un proyecto de acuerdo destinado a solidarizar con el Congreso de los Estados Unidos de Norteamérica que condenaba el método abortivo de nacimiento parcial, y acogiendo el llamado del Vaticano en defensa de los derechos del que está por nacer. Agradezco muy sinceramente a los señores Senadores que tuvieron a bien respaldar la presentación del proyecto de acuerdo, los que representan una elevadísima mayoría de esta Corporación.

Con posterioridad, se planteó la inconveniencia de que un tema tan serio como el aborto se tratara sin el debido debate, dadas las disposiciones reglamentarias que rigen la tramitación de un proyecto de acuerdo. Por ello se llegó al convencimiento de que el objetivo perseguido de defender el derecho del que está por nacer se lograba de la misma manera mediante una declaración pública, la que se hizo. Esto me llevó a retirar el proyecto de acuerdo, en el entendido de que el debate de fondo sobre el aborto se hará al tratarse un proyecto de ley que está pendiente en la Sala y que versa sobre la materia.

Señores Senadores, en Derecho y en Medicina, al hablar de aborto se hace referencia directa y precisa al aborto provocado, esto es, a la acción directamente destinada a producir la muerte embrional y fetal como consecuencia de aquélla.

El señor DÍEZ ( Presidente ).-

¿Me permite una breve interrupción, señor Senador? Solicito la autorización de la Sala para que me reemplace en la Mesa el Honorable señor Larre .

Acordado.

--Pasa a dirigir la sesión, en calidad de Presidente accidental, el Honorable señor Larre.

El señor LARRE (Presidente accidental).-

Puede continuar el señor Senador.

El señor OTERO.-

Gracias, señor Presidente.

De lo dicho se desprende que no cabe hablar de aborto cuando la muerte se produce como consecuencia indirecta de un acto o tratamiento médico con una intención totalmente distinta y que, incluso, puede tener por objeto mejorar o preservar la salud de la madre para que tenga un adecuado embarazo.

Así, se distingue entre aborto libre, aborto por razones médicas o terapéutico, y aborto eugenésico. En Chile, al menos, nadie ha pretendido defender el aborto libre ni el eugenésico. Hay consenso en opinar que la práctica de ambos constituye un delito que no tiene justificación moral posible. No ocurre lo mismo con el aborto terapéutico, que algunos justifican para salvar a la madre si médicamente se considera que el embarazo pone en peligro su vida. Sin embargo, no he leído ni conocido opinión científica chilena alguna que justifique el aborto por razones psicológicas, en razón de la edad o de estados de angustia de la madre. Afortunadamente, no discutimos hoy lo relativo al aborto terapéutico, sobre el cual existen múltiples, respetadas e importantes opiniones médicas las cuales estiman que, con el actual avance de la medicina, no se da el caso de tener que elegir entre la vida de la madre o la del feto.

El proyecto de ley aprobado por el Congreso de Estados Unidos, y vetado por el Presidente Clinton , sanciona al médico que "a sabiendas realice un aborto de nacimiento parcial y por ello mata a un feto humano". Ello no obstante, esta misma ley exime de responsabilidad penal a la mujer en la cual se ha practicado el aborto de nacimiento parcial y de responsabilidad penal y civil al médico que, mediante prueba preponderante, acredite que creía que el aborto de nacimiento parcial era necesario para salvar la vida de la mujer en la cual lo realizó y que ninguna otra forma de aborto habría satisfecho este propósito.

A pesar de contener estas excepciones, el Presidente Clinton estimó conveniente vetar este proyecto.

La ley vetada condena la acción abortiva más perversa, más cruel e injustificada que puede hacerse en contra de un ser humano vivo e indefenso. El Congreso Norteamericano, pese a los intentos de una clara minoría, aceptó recibir testimonios, opiniones médicas y explicaciones técnicas, fotografías y gráficos, que despejaron toda duda respecto de la conveniencia de la ley entre los Parlamentarios. Un periodista que asistió a la sesión del Congreso norteamericano en que se trató la iniciativa escribió: "El intenso horror de la mayor atrocidad jamás contemplada en el hemiciclo del Congreso norteamericano se tradujo el miércoles pasado en un voto masivo en favor de la ley que prohibe el aborto de niños parcialmente nacidos. El procedimiento utilizado entre el sexto y el noveno mes del embarazo es en realidad el asesinato de un niño prácticamente nacido".

Los gráficos, cuya exactitud ha sido aceptada por los expertos contrarios a la ley, hablaron por sí solos. Pero más lo fue el testimonio que dio ante el Congreso la enfermera Brenda Pratt Schafer , con 13 años de experiencia, y que se declaró --literalmente-- "muy pro aborto" hasta que le tocó participar en un aborto por nacimiento parcial en septiembre de 1995. Al respecto, entregó el siguiente testimonio: "Al lado del doctor asistí a un aborto por nacimiento parcial en una mujer embarazada de 6 meses. El latido del corazón de la criatura resultaba claro en la pantalla. El doctor sacó el cuerpo y los brazos de la criatura; todo excepto la cabecita. Su cuerpo se movía, mantenía las manos cerradas y sacudía los pies. El doctor introdujo las tijeras en la nuca de la criatura, cuyos brazos se extendieron de repente en una reacción de susto como la de un chiquillo que siente que se va a caer. A continuación, el doctor abrió las tijeras, introdujo el tubo de succión y aspiró la masa encefálica. El cuerpo yacía ahora completamente quieto. Nunca más volví a la clínica, pero todavía recuerdo la cara de aquel niño. Era el rostro más perfecto y angelical que he visto yo en mi vida".

Más grave aún es que este tipo de aborto se realiza para impedir la sanción penal por matar a un ser humano. En Estados Unidos, lo que distingue al aborto del infanticidio es el hecho del nacimiento, por lo cual, para no incurrir en el delito, es preciso matar al feto antes de completar éste. Tanto es así, que el Senador Bob Smith, usó una frase que gráficamente describe esta situación: "Un niño nacido el 90%, pero todavía a ocho centímetros de la protección que ofrece la Constitución de los Estados Unidos".

Lo anterior llevó a que los cardenales norteamericanos, en carta del 16 de abril pasado enviada al Presidente Clinton , manifestaran su más completo y absoluto repudio al veto que éste formulara a la ley que castiga este tipo de aborto. Los conceptos emitidos por ellos son de tal claridad que hacen innecesario cualquier otro comentario. En las partes más relevantes de su carta, expresaron:

"Su veto de este proyecto de ley está más allá de la comprensión de aquellos quienes creemos que las vida humana es sagrada. Este veto asegurará que se siga haciendo uso del acto más perverso de matar a un pequeño infante apenas segundos antes de respirar por primera vez fuera del vientre materno. En la ceremonia del veto usted manifestó a los norteamericanos que "no tenía otra alternativa que vetar el proyecto".

"Señor Presidente, usted y sólo usted tenía la posibilidad de permitir o no que estas criaturas, casi a punto de nacer, sean asesinadas brutalmente con la práctica de abortos por nacimiento parcial. Los parlamentarios de ambas cámaras del Congreso tomaron su decisión. Ellos dijeron NO a los abortos por nacimiento parcial. Las mujeres votantes de Estados Unidos tomaron su decisión. De acuerdo con una encuesta realizada en febrero de 1996 por Fairbank, Maslin, Maulin & Associates, el 78 por ciento de las mujeres votantes dijeron No a los abortos por nacimiento parcial. Usted decidió decir SÍ y permitir que continúen estos asesinatos que más parecen infanticidios que abortos.

"Durante la ceremonia del veto, usted señaló que había pedido al Congreso que cambiara el H.R. 1833 para permitir que se realizaran los abortos por nacimiento parcial por "graves consecuencias adversas para la salud" de la madre. Usted agregó que si el Congreso hubiere incluido esa excepción "el mundo entero sabría a lo que nos referimos".

"Por el contrario, señor Presidente , no todo el mundo sabría que "salud", según lo definen los tribunales en el contexto del aborto, significa prácticamente cualquier cosa que esté relacionada con el "bienestar" general de la mujer. Por ejemplo, la mayoría de las personas no sabe que si una mujer se practica un aborto porque no está casada, la ley considera que éste es un aborto por razones de "salud". De la misma forma, si una mujer es "demasiado joven" o "demasiado mayor", si está emocionalmente angustiada por el embarazo, o si el embarazo interfiere con sus estudios o con su carrera, la ley considera estas situaciones como razones de "salud" (que justifican) practicar un aborto. Dicho de otra forma, como usted y todos nosotros sabemos, una excepción por condiciones de "salud" significa el aborto a petición.

"Usted señala que existe una diferencia entre una excepción por "salud" y una excepción para "graves consecuencias adversas para la salud". Señor Presidente , legalmente, ¿cuál es la diferencia entre una mujer demasiado joven y una "gravemente" demasiado joven? ¿Cuál es la diferencia --legalmente-- entre estar emocionalmente afectada y estar "gravemente" afectada emocionalmente? Considerando sus estudios sobre el tema, señor Presidente , usted debe saber que la mayoría de los abortos por nacimiento parcial se practican por razones que son simplemente electivas.

"Fue instructivo que la ceremonia del veto no incluyera médicos capaces de explicar cómo se protege la salud física de una mujer al estar casi dando a luz a su hijo y luego asesinar a ese niño de la forma más inhumana imaginable antes de terminar el parto. De hecho, un aborto por nacimiento parcial presenta un riesgo para la mujer. El Dr. Warren Hern , quien escribió el libro más ampliamente difundido sobre cómo practicar abortos, ha señalado sobre los abortos por nacimiento parcial: "Yo pondría en duda cualquier declaración que señale que éste es el procedimiento más seguro que se puede utilizar".

Hasta aquí la cita de la carta.

El Vaticano no sólo ha respaldado esta declaración, sino que ha hecho un llamado a solidarizar en la defensa de los derechos de estos niños que están por nacer.

Señores Senadores, en este Hemiciclo, en incontables oportunidades y en extensísimas intervenciones, se ha reiterado una y otra vez la necesidad de una decidida defensa de los derechos de las personas y, fundamentalmente, el de los niños. ¿Existe algún derecho más sagrado y fundamental que el derecho a nacer? ¿De qué nos sirve la garantía constitucional del derecho a la vida y a la integridad física y síquica de la persona, si le impedimos que ésta nazca y viva? ¿No hay un profundo contrasentido entre la defensa de los derechos del hombre y la aceptación de un asesinato tan bárbaro e inhumano como el descrito?

Lo que la ley norteamericana proscribe y condena es el asesinato de un niño que está naciendo, pese a lo cual reconoce el aborto terapéutico como una excepción a esta condena. Sin embargo, el Presidente Clinton vetó esta ley.

Deseo destacar que en la declaración que suscribimos todos los Senadores de Renovación Nacional, los de la Democracia Cristiana, los Institucionales, los Independientes y el Honorable señor Muñoz Barra se reconoce: "El derecho a nacer es el primer y principal derecho del ser humano, el cual no puede ser coartado ni limitado ni impedido en forma ni por razón alguna".

Asimismo, hemos establecido que el embrión deberá ser tratado como persona, defendido en su integridad, cuidado y atendido médicamente, al máximo de lo posible, como todo otro ser humano.

De igual manera, quienes suscribimos esa declaración dejamos claramente establecido que los principios señalados son una directriz ética y una orientación valórica para nuestra toma de decisiones, tanto en el ámbito personal como legislativo, y para nuestra participación en el debate nacional e internacional en torno del tema.

Por ello, fundados en el respeto irrestricto de los derechos humanos, los Senadores que firmamos la declaración, condenamos toda acción o acto que tienda a menoscabar los valores enunciados en nuestra declaración, sea que provenga de personas o Estados.

Termino, señor Presidente , señalando que para muchos de nosotros no existe principio permanente más fundamental que el derecho a nacer y tener vida. Éste es principal derecho humano que debemos defender y respetar, que trasciende las fronteras, porque es un patrimonio de la humanidad.

El señor DÍAZ .-

Señor Presidente, sé que no me corresponde hacer uso de la palabra, ya que el turno de mi Comité ha pasado, pero deseo aclarar algo.

La declaración que suscribimos 36 señores Senadores, tenía como finalidad manifestar nuestro apoyo a los valores que están contra el aborto --en lo cual todos coincidimos-- y, al mismo tiempo, postergar el debate sobre el tema.

El Honorable señor Otero, al hacer su exposición en Incidentes, no acata al acuerdo a que habíamos llegado. Lo digo muy claramente. Tengo mucho respeto por Su Señoría. Firmé la declaración, y no me arrepiento de ello; pero la idea era postergar el debate, el cual merece una concurrencia mucho mayor, que sea más intenso y que no solamente se traduzca en la intervención de un señor Senador. En la sala hay pocos señores Senadores presentes. Lo que ha hecho Su Señoría ahora no corresponde al objetivo de la declaración que suscribimos.

Dejo de manifiesto mi opinión al respecto, aun cuando concuerdo plenamente con los valores que defiende el Honorable señor Otero . Como médico, y por razones religiosas y de doctrina, estoy absolutamente en contra del aborto. Considero que no sólo debe defenderse el embrión, sino que también el producto de la unión entre el espermatozoide y el óvulo desde el primer momento; es decir, en el instante mismo de la concepción. Sin embargo, no considero que éste sea el momento adecuado para analizar el tema. Si el Senador señor Otero hubiera dado aviso de su intervención, probablemente muchos otros colegas podrían haber participado.

El señor OTERO .-

Pero yo informé a los Senadores señores Andrés Zaldívar y Ominami que en Incidentes abordaría el tema. Sin embargo, no me he referido al aborto, sino que he creído de mi deber y de conciencia como Senador hacer esta exposición en lo que respecta al veto del Presidente Clinton , asunto que la declaración no aborda. No entré al aborto en absoluto. Simplemente, dejé constancia en la Sala de por qué razón planteé un proyecto de acuerdo. Por eso, en esta misma declaración, señalé que el debate de fondo deberá hacerse en su oportunidad: cuando tratemos el proyecto de ley que aumenta las penas del aborto.

Lamento la interpretación que ha dado a mis palabras el Honorable señor Díaz , a quien aprecio. Pero, en todo caso, debo manifestar que, tanto al Honorable señor Andrés Zaldívar --con quien traté esta materia--, como al Senador señor Ominami , les hice presente que me iba a referir al problema del veto del Presidente Clinton en la hora de Incidentes de esa sesión.

Personalmente, condeno la actuación del Mandatario norteamericano, por considerarla contradictoria con sus juicios sobre los derechos humanos. Y no puedo comprender que, al mismo tiempo, patrocine una ley que coarta la libertad para desarrollar determinadas actividades en Cuba, so pretexto de que en ese país se violan los derechos humanos. Sé que los vulnera, y por ello soy contrario a mantener relaciones con el Gobierno cubano, pero no puedo entender ese doble estándar.

Pienso que cuando un Presidente de los Estados Unidos de América se permite opinar e intervenir sobre la política interna de otros países, fundado en los derechos humanos, también debe estar expuesto a la crítica cuando existe una contradicción tan evidente entre lo que dice y lo que hace. Por eso, no ha sido mi propósito entrar al tema del aborto, sino, más bien, referirme única y exclusivamente al veto del Presidente Clinton y a lo que establece la ley americana. No he pretendido dar a conocer mi pensamiento, sino lo que expresaron los cardenales respecto de la opinión y actuación del Mandatario norteamericano.

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