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  • Legislatura Ordinaria número 329
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Intervención
 INFORME DE LA COMISIÓN ESPECIAL ENCARGADA DE ANALIZAR LA SITUACIÓN DE LA CORPORACIÓN NACIONAL DEL COBRE.

Autores

El señor BOMBAL.-

Señor Presidente, han transcurrido casi seis meses desde que oficialmente se conociera la noticia de que los chilenos habíamos perdido 120 mil millones de pesos por la negligencia de los administradores de Codelco.

Al asombro del primer momento, hoy se agrega el estupor y la indignación de todo un país que atónito, constata que los responsables no están dispuestos a afrontar valientemente su responsabilidad, salvo honrosas excepciones.

A estas alturas, mucho más grave que esta millonaria pérdida resulta la sucesión de reiteradas y cada vez más sofisticadas justificaciones que esgrimen todos los partidos partícipes de este escándalo para intentar eludir sus propias responsabilidades en este obscuro episodio que ha manchado a nuestro país.

Ya no bastan pocos abogados. Estos profesionales se contratan por docenas para defender lo indefendible. Entre tanto, en el país cunde la sensación de que nunca jamás se conocerá toda la verdad de lo ocurrido en Codelco y de que mucho menos se logrará saber a dónde fueron a parar esos 120 mil millones de pesos que perdimos todos los chilenos.

Estamos en presencia del mayor escándalo financiero de la historia ocurrido en empresas del Estado. De momento se nos hizo creer o se nos quiso hacer creer que todo trataba de un simple error de digitación de un funcionario de tercer nivel de Codelco. Pero, a poco andar, fuimos descubriendo que estábamos en presencia de un descalabro total que involucraba a los máximos responsables y jefes de la empresa. Fue así como destacados miembros de la Concertación se encargaron de aclararnos que no era un desafortunado error, y que había más: existían otros responsables.

Don Marcelo Schilling, Vicepresidente del Partido Socialista, declaraba: "Entendemos que hay responsabilidades en la totalidad del Directorio de Codelco. Lo sucedido amerita la renuncia de todos los directores.". Don Ramón Briones, consejero nacional del Partido Demócrata Cristiano, el mismo al que pertenece el colega que acaba de hacer uso de la palabra, sostiene: "Políticamente, nadie debe eludir su responsabilidad. La pérdida millonada de Codelco es responsabilidad de todo el Directorio, incluidos los Ministros de Hacienda y de Minería, que lo integran.". Don Hernán Bosselin, entonces Diputado democratacristiano, nos decía: "Existe un Directorio y no un simple consejo. Es insostenible que el Directorio tenga una suerte de responsabilidad lejana, años luz de los hechos. La opinión pública exige más que débiles tribunicias explicaciones.". El Senadordon Adolfo Zaldívar pedía que asumieran su responsabilidad todas las autoridades de Codelco.". Sin duda decía, hay responsabilidades para quienes están políticamente en esos cargos.". El Presidente del Senado, don Gabriel Valdés, nos indicaba que la responsabilidad en Codelco era de toda la línea de mando hasta su superior máximo. El Diputadodon Nelson Ávila, valientemente afirmaba, como se sostuvo esta mañana: "A la luz de los nuevos antecedentes me he formado la convicción de que las responsabilidades administrativas en el caso no sólo alcanzan al Presidente Ejecutivo, sino también a quienes lo acompañan en el Directorio.". Nuestro estimado Presidente de la Comisión, Diputado, don Felipe Valenzuela, enérgicamente sostenía: "Si nosotros saliésemos de esta Comisión que nos ha encomendado la Cámara diciendo que el Directorio sale limpio de toda culpa y de toda responsabilidad, creo que la ciudadanía no podría entendernos.".

Y agregaba: "Todos los directores de Codelco del gobierno pasado, incluyendo a Alejandro Foxley y a Alejandro Hales, tendrían responsabilidades penales si el magistrado Benquis concluye que son funcionarios públicos.". Y todos sabemos que el tema aún está pendiente en la Excelentísima Corte Suprema. El Diputadodon Juan Carlos Latorre señalaba que estaba dispuesto a que, si se revisaba integralmente el tema, se podría conversar la posibilidad de que no hubiese una acusación constitucional. Es decir, si consignamos que el Directorio es responsable, con tal de que se evite la acusación constitucional, estaría dispuesto a conversarlo.

Señor Presidente, los hechos los conoce sobradamente el país. De todo es sabido que en Codelco nadie controló nada de lo que venía sucediendo con las operaciones de mercados de futuro. Nada hizo el Directorio, a su turno, después que autorizó dichas operaciones. Otro tanto sucedió con la línea ejecutiva, a la que el Directorio delegó responsabilidades y atribuciones consignadas en los manuales aprobados, precisamente, por el Directorio. Así, sucesivamente, hasta el último de los responsables que, llegada la hora, se escudaron en la línea de mando, argumentaron incluso, como lo vimos en la Comisión y le consta a todos los colegas, la inexistencia o ignorancia de que tales operaciones se realizaban.

Con indignación, la opinión pública se enteró de que a los pocos días de conocerse este descalabro financiero, los máximos ejecutivos de Codelco renunciaron a sus cargos, y cobraron una millonaria indemnización que les fue pagada de inmediato. Vergüenza nacional, que movió al entonces Presidente de la República a realizar gestiones personales que disuadieran, al menos a uno de los ejecutivos, para que no cobrara tan elevada suma.

Quizás no sea de todos conocido que al mes de diciembre de 1993 un director de Codelco recibía una remuneración de 829.393 pesos por asistir a cada sesión, y que los máximos ejecutivos de Codelco percibían un sueldo de 5.918.662 pesos mensuales, un bono de productividad de 14.028.507 pesos, y otro bono, esta vez de incentivo, de 10 millones de pesos, incluyendo y esto resulta grotesco una beca escolar que se pagaba religiosamente en marzo de cada año.

Al Directorio, la ley de Codelco le confiere la potestad de dictar normas para la venta, exportación, embarque, consignación y, en general, la comercialización del cobre. De lo que se desprende, a juicio del Contralor General de la República como lo dice en su informe, que dependerá de la voluntad de este cuerpo colegiado el que la empresa opere en el mercado de futuro.

Sabemos también que en la misma precitada ley se señala que la dirección superior y administración de la empresa corresponderán a su Directorio y a su Presidente Ejecutivo, y que para este Directorio la propia ley disponga expresamente la obligación de la conducción superior y supervigilancia de Codelco.

Conocido es también que el Directorio aprobó la resolución N° 33, que fijó atribuciones y estableció normas internas muy estrictas para el manejo de la empresa, las mismas que jamás controló, especialmente cuando se trató de incursionar en negocios de alto riesgo, como eran las operaciones de futuro.

Durante el curso de la investigación, se nos dijo reiteradamente que el Directorio siempre entendió que se trataba de operaciones de futuro con cobertura, es decir, destinadas a cubrir los riesgos de precio de la producción física existente en Codelco.

Sobre este particular, permítaseme aclarar algunos conceptos. Dejaré que hable el propio ex Presidente Ejecutivo de Codelco, señor Noemi, y cito textualmente: "Operar en el mercado de futuro es, por definición, especular. Dentro de eso hay cuatro operaciones y no existen más. O usted vende a futuro o compra. Si vende es porque piensa que el precio va a bajar y, por lo tanto, conviene vender al precio que hoy le dan. Si compra, es porque opina lo contrario. Pues bien, lo que no se había hecho hasta ese minuto en Codelco, eran las otras dos operaciones que se pueden hacer: comprar seguros. Usted paga por un seguro que le permite liberarse de la obligación de compra o de venta, eso se llama una opción. Todas esas operaciones se hacen básicamente porque se trata de ganar plata, y la actividad en el mercado de futuro, es exclusivamente para ganar plata."

Pero el señor Noemi agrega algo más: "Codelco, hacia el año 1989, se equivocaba mucho en sus predicciones de precio, y se equivocaba porque estaban acostumbrados a regirse exclusivamente por variables físicas, vale decir, producciones esperadas, consumo esperado, stocks, pero resulta que las fuerzas no se mueven así en el cobre; por el contrario, las variables especulativas son muy importantes."

Aquí, hay algo digno de resaltar y que pocos han querido consignar llegada la hora de hablar de operaciones de futuro. Y, escuchen bien estimados colegas, el propio señor Noemi sostiene: "La Bolsa de Metales de Londres transa diariamente un millón de toneladas de cobre, y resulta que la producción del mundo es inferior a 10 millones de toneladas; o sea, con dos semanas que opere esa bolsa, alcanzaría a transar toda la producción física del mundo."

"¿Qué pasa, entonces se pregunta el señor Noemi que todos los señores ahí dentro están especulando? Una unidad de cobre da 25 vueltas antes de pasar de la mano del productor a la del consumidor". Y sigue: "En esto de la especulación, por desconocimiento y por premura de opinar en algo que no entienden, se ha tratado de separar lo que serían operaciones con respaldo físico y sin respaldo físico. Es exactamente lo mismo", sostiene el ex Presidente de Codelco. "Las transacciones mundiales de cobre, en su gran mayoría son especulativas. No hay diferencia entre con y sin respaldo físico". "Eso es una estupidez", expresa el señor Noemi a quien todo el mundo le reconoce una gran capacidad y conocimiento en esta materia. De manera que cuando se nos habló de operaciones de cobertura asociadas a físico y de las otras, sin respaldos, era lo mismo. Lo demás, sencillamente, una estupidez, al decir del señor Noemi.

Hay un episodio que nos revela de manera muy elocuente cómo en Codelco se operaba desenfrenadamente en los mercados de futuro, sin control alguno y haciendo caso omiso a las llamadas stoploss orders preestablecidas.

En noviembre de 1993, según declaración a la propia Contraloría General de la República, los señores Derpsch y Trivelli, se enteraron de que Codelco tenía posiciones abiertas para 1994 que le significarían pérdidas del orden de los diez millones de dólares. Sin embargo, no se adoptó ninguna decisión sobre el necesario control que debía aplicarse al ya mencionado departamento. En cambio, sólo se optó por instruir verbalmente al señor Dávila: que trasladara dicha pérdida, reconociéndola en 1993, y eso consta en el informe de la Contraloría.

La gravedad de lo narrado es que ya al mes de noviembre se conocían pérdidas, las que fueron ocultadas deliberadamente y que demostraban, sin lugar a dudas, que estaban siendo sobrepasados todos los límites para operar. Nadie dijo nada, nadie hizo nada.

Hoy se publica en el diario "El Mercurio" el balance de Codelco. Naturalmente, figuran las operaciones de futuro; diferenciadas, a raíz de lo sucedido, las especulativas de las de cobertura.

En las notas a los estados se reconocen, al 21 de enero, resultados negativos por 244 millones de dólares y resultados positivos de las operaciones maduradas y liquidadas durante 1993, por 36 millones de dólares, las que no se realizaron entre noviembre y diciembre, sino que durante todo 1993. Es decir, el balance de Codelco, publicado hoy, reconoce que se efectuaban operaciones especulativas, lo mismo que, por lo demás, en su momento advirtió la Contraloría General de la República.

¿Qué nos demuestra la conducta observada? Que todos sabían que se especulaba. Que así como se ganaba, había que estar dispuesto a perder. Regía la misma lógica que mueve al jugador en un casino. Sólo que, en este caso, se jugaba con dineros ajenos, precisamente, con la plata de todos los chilenos.

Fueron muchos los testimonios que recibimos en la Comisión. Sorprendía cómo algunos de ellos, preconcebida y burdamente, intentaban dejar libre de toda responsabilidad a sus superiores jerárquicos, mientras otros resultaban abiertamente incriminatorios. Unos y otros nos dejan con la más absoluta convicción de que lo sucedido en Codelco pudo evitarse de haber existido un Directorio medianamente responsable y ejecutivos medianamente diligentes.

¡Qué no se le haga creer al país que ésta era una tarea de grandes genios! Lo que ocurrió es que personas que debían comportarse a la altura de sus capacidades y de lo que se les pagaba, actuaron muy por debajo de ello. Por lo demás, las operaciones de futuro hace muchos años que se vienen realizando en diversos negocios de gran envergadura en el país. ¡Qué no se venga a decir que esto era una experiencia tremendamente compleja! Nada de eso. Ningún chileno acepta que después de lo sucedido en Codelco, los verdaderos responsables pretendan encubrir tan grave negligencia y tan descontrolados desaciertos con un manto de impunidad a todas luces indignante. Mucho menos que 120 mil millones de pesos perdidos no tengan más explicación que un simple error de digitación de un operador de tercer nivel. Eso, señor Presidente, es una burla.

Como oposición política exigimos del Gobierno que agoten los medios para hacer efectivas todas y cada una de las responsabilidades derivadas de este escándalo: Que instruya al Consejo de Defensa del Estado y a los actuales administradores de Codelco, en ese sentido, para establecer las responsabilidades civiles que inequívocamente tienen quienes mal administraron la empresa. De no procederse así, el país habrá tomado nota del nulo resguardo en que se encuentra el patrimonio de todos los chilenos ante un Estado, podríamos decir inoperante y cruel que se permite el lujo de perder 120 mil millones de pesos, sin que nadie responda por ello. Ese no es el Chile que queremos, ni tampoco el país de las oportunidades que nos planteó Su Excelencia el Presidente de la República, don Eduardo Frei, en su mensaje del 21 de mayo recién pasado.

Confiamos en que, más allá de las malentendidas lealtades políticas, prevalecerán los sanos criterios de una responsable administración gubernamental en todo lo que resta de este grave escándalo. De no ser así, no tenemos duda de que Chile habrá entrado por el nefasto camino de la tolerancia que conduce, en estas materias, inexorablemente a la entronización de todo tipo de manifestaciones corruptas.

He dicho.

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